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Cinco meses que estremecieron el parqué: las peores debacles de la bolsa española
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Cinco meses que estremecieron el parqué: las peores debacles de la bolsa española

La escalada de los tipos de los bonos ha elevado los temores a un accidente en los mercados en un mes de octubre que es famoso, precisamente, por su vinculación con grandes crisis

Foto: Vista del interior del Palacio de la Bolsa de Madrid. (EFE/ Chema Moya)
Vista del interior del Palacio de la Bolsa de Madrid. (EFE/ Chema Moya)
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Tras cerrar un mal septiembre, las bolsas internacionales han abierto octubre con muestras de debilidad cada vez más evidentes. Las tensiones generadas por el repunte de los tipos de los bonos vienen azuzando el temor de los inversores, que observan con preocupación la posibilidad de que las ganancias acumuladas en un 2023 sorprendentemente positivo hasta la fecha se acaben evaporando de forma súbita, una vez que el mercado tome consciencia de los riesgos a los que se enfrenta.

Actualmente, los expertos se encuentran divididos sobre qué rumbo podrían tomar las bolsas en las próximas semanas, pero el temor a que se produzca un descalabro viene envuelto en lo que algunos expertos denominan el "efecto octubre", una especie de miedo irracional —los registros muestran que, históricamente, septiembre ha dado peores resultados— a que el décimo mes del año acabe dando lugar a algún tipo de colapso en los mercados financieros.

Foto: Réplica dorada del toro de Wall Street situada en Sao Paulo.

La mala fama de este mes bebe de su estrecha vinculación con algunos de los desastres bursátiles más conocidos, como el crack de 1929 o el lunes negro de 1987. Una vinculación que también ha sido perceptible en el parqué español. De hecho, la bolsa española ha firmado en un mes de octubre dos de los cinco peores meses de su historia, según datos basados en la evolución del Índice Total de la Bolsa de Madrid desde 1940.

1. Octubre de 1987 (-28,1%)

Una lista que está encabezada, precisamente, por octubre de 1987, un mes en el que la bolsa nacional sufrió un batacazo del 28,1%. Un hundimiento que se fraguó principalmente en las últimas jornadas del mes, al calor de las tensiones generadas por el Black Monday de Wall Street.

Aquel lunes 19 de octubre de 1987 nada hacía presagiar un hundimiento histórico como el que tendría lugar en el parqué neoyorquino. Aunque en las jornadas previas el mercado había dado muestras de cierta debilidad —que seguía a un largo ciclo de ganancias—, los riesgos parecían acotados. Pero aquella jornada, las órdenes de venta se acumularon hasta provocar la que aún hoy luce como la mayor caída histórica de los principales índices estadounidenses, con el Dow Jones restando un 22,6% (algunos registros apuntan que el Dow Jones sufrió una caída mayor el 12 de diciembre de 1914, del 24%, pero esto se debe a una confusión derivada de un ajuste técnico posterior del índice y no a una caída efectiva durante la sesión).

En lo que medios como The Times titularon como Las horas más negras de Wall Street, más de 500.000 millones de dólares de capitalización se evaporaron súbitamente, sin un detonante obvio (existe cierto consenso al atribuir la caída a una mezcla de sobrevaloración del mercado, temor a las subidas de tipos, una serie de riesgos geopolíticos y el efecto de la operativa automática a través de sistemas electrónicos, pero los expertos discrepan a la hora de ponderar su relevancia).

A España, los ecos de aquel desastre no llegarían hasta el día siguiente. El 20 de octubre de 1987, la inquietud por el derrumbe de Wall Street se trasladaría a los mercados europeos y el español no sería una excepción. En un momento en que la negociación se celebraba a través de corros sobre el parqué, a viva voz, periódicos como El País describían escenas de "griterío" mientras las órdenes de venta se acumulaban sin encontrar una contrapartida en el lado de la oferta. Aquel día solo 12 valores del mercado español lograron marcar precio, suficientes para convertir aquel día en el peor, hasta entonces, en la historia de la Bolsa de Madrid, con un retroceso del 5,73%.

Pero la tormenta no amainaría en las jornadas sucesivas. La avalancha de solicitudes de venta insatisfechas provocaría una presión constante a lo largo del resto de la semana y la siguiente, agudizando las pérdidas del mercado español incluso cuando el resto de bolsas internacionales comenzaban a recuperar el pulso. De hecho, el 29 de octubre el mercado nacional experimentaría su particular jueves negro. En una jornada en la que "una psicosis vendedora invadió" los parqués nacionales, según refería el diario ABC, las caídas llegaron a superar el 9% en Madrid y Barcelona, estableciéndose como nuevos récords negativos.

Foto: EC.

El derrumbe hacía mirar ya a la bolsa nacional a una distancia del 35% del máximo histórico que había establecido apenas tres semanas antes. Tal y como explica el profesor Antonio Argandoña en su obra Crisis y reforma del mercado de valores en España, aquel 29 de octubre, "el Banco de España puso en marcha un mecanismo original, poco ortodoxo pero efectivo, para facilitar liquidez al mercado, involucrando a los bancos privados en la tarea de sostener las cotizaciones. La medida dio resultado, de modo que el 30 de octubre cambió la naturaleza del mercado". En su opinión, "esto último prueba que la crisis no se debió a un deterioro de variables fundamentales, sino a un problema de liquidez".

En el análisis que hace de aquella crisis, Argandoña sugiere que los sucesos del lunes negro en Wall Street habían impactado de forma profunda en la mentalidad de los inversores en España, que hasta entonces se habían movido en un escenario de exuberancia irracional, auspiciado por la buena marcha de la economía nacional, las esperanzas generadas por la entrada en la Comunidad Económica Europea y la entrada de dinero internacional en un mercado muy estrecho. Entre finales de 1984 y 1986, la bolsa nacional se había revalorizado un 182%, y las ganancias se habían seguido incrementando durante los tres primeros trimestres de 1987. "Parece que el mercado bursátil estuvo crecientemente dominado por el segmento a corto plazo, no por razón de su lógica interna, sino por un conjunto de circunstancias y perturbaciones financieras externas, que debieron alentar la subida de las cotizaciones de forma anormal. En esas condiciones, era lógico que apareciese una burbuja especulativa", apuntaría el profesor, que defiende que el susto proveniente de Wall Street acabó por pinchar esta burbuja, al alterar "radicalmente las expectativas" de los inversores.

Finalmente, la actuación del Banco de España y la mejora de las condiciones en los mercados internacionales lograron aplacar la tormenta, aunque la bolsa española se mostraría incapaz de retomar la tendencia al alza varias semanas más. Con todo, el mercado nacional cerraría 1987 con ganancias del 9,61% y aún se anotaría otro 20,9% el año siguiente.

2. Marzo de 2020 (-22,9%)

Mucho más reciente es el que figura como el segundo peor mes en la historia de la bolsa española. En marzo de 2020, la irrupción de la crisis del coronavirus y el inicio del gran confinamiento mundial dio pie a un hundimiento generalizado de las bolsas que, en España, supuso la pérdida de hasta un 22,9% (en el Ibex, el recorte se situó en el 22,21%).

Tras varias semanas intentando esquivar la preocupación por las noticias en torno al virus, los mercados comenzaron a tomar consciencia de la gravedad de la situación hacia mediados de febrero. La bolsa española, como la mayor parte de los mercados internacionales, alcanzó su máximo el 19 de febrero, antes de iniciar un inexorable descenso que se agudizaría en los primeros compases de marzo, cuando el virus se extendía de forma imparable y los confinamientos se generalizaban, mientras un desplome en el mercado petrolero añadía dosis adicionales de inestabilidad. En apenas ocho sesiones, entre el 5 y el 16 de marzo, el Ibex vio esfumarse más de un 30% de su valor, con jornadas funestas, como la del 12 de marzo, cuando el selectivo español firmó un descalabro del 14% en lo que aún hoy figura como el peor día de su historia. "Los mercados están rotos. Ante la cantidad de noticias tan alarmantes, no tiene sentido buscar explicaciones económicas a lo que está ocurriendo", señalaba entonces a El Confidencial Roberto Scholtes, actual jefe de estrategia de Singular Bank.

Aquel marzo, apenas hubo lugar donde resguardarse en los mercados. Pese a cierta mejora en las últimas jornadas del mes, los números rojos hicieron estragos en la práctica totalidad de las cotizadas nacionales: IAG perdió más de un 50% de su valor; Sacyr, Merlin y Sabadell vieron desaparecer más de un 40%; los recortes de BBVA y Santander rondaron el 33%; y Telefónica vio desaparecer más de un 20% de su valor, mientras Inditex se dejaba algo más de un 15%.

Los temores desatados por aquella crisis no desaparecerían con el cierre del mes y aunque el Ibex no volvió a tocar los mínimos de marzo, mantendría una evolución muy inestable hasta finales de octubre, cuando las primeras noticias sobre las investigaciones para encontrar una vacuna contra el coronavirus auspiciaron un retorno de la confianza que se prolongaría durante varios trimestres, lo que permitiría a la bolsa española volver a cotizar por encima de los niveles a los que inició marzo de 2020 ya en mayo de 2021. Eso sí, el máximo previo, el del 19 de febrero, es una cota que aún hoy se le resiste al selectivo nacional (en su versión con dividendos sí cotiza por encima desde febrero de este año).

3. Agosto de 1998 (-19,3%)

Recientemente, tuvo lugar el 25 aniversario de uno de los acontecimientos que marcó la historia financiera de finales del pasado siglo: el colapso del fondo LTCM (Long Term Capital-Management), un prestigioso fondo de inversión creado por varios premios Nobel, que tuvo que ser rescatado por la Fed al término del verano de 1998.

Los motivos de la caída de LTCM hay que buscarlos en la crisis financiera que se inició en 1997 en el sureste asiático y que se acabaría extendiendo, poco a poco, al resto de los mercados emergentes internacionales, creando un impacto global que dejaría una huella profunda en la bolsa española. Es en ese contexto que el mercado bursátil nacional experimentó, en agosto de 1998, el que figura como el tercer peor mes de su historia, con pérdidas del 19,3%.

Para entonces, la tormenta que se había iniciado en Tailandia casi un año antes y que rápidamente se había extendido a los países de su entorno, manifestada en toda una serie de devaluaciones que venían a reflejar las vulnerabilidades de una región que había crecido de forma espectacular a lo largo del lustro anterior y que ahora amenazaban con derrumbarse. Las preocupaciones desatadas en torno a estos países pronto se extenderían a otras economías emergentes, como Rusia, que veía con preocupación la caída de los precios del petróleo —motivada, en buena medida, por el frenazo económico del sureste asiático—. Con el gigante euroasiático incapaz de pagar sus deudas, pronto las miradas se dirigieron hacia otras regiones emergentes, consideradas sospechosas por el mero hecho de serlo.

Fue así como Latinoamérica cayó en el ojo de la tormenta y sus problemas se convirtieron en los problemas de la bolsa española. No en vano, en aquella época, las grandes empresas españolas habían llevado a cabo una intensa actividad de expansión por la región, de modo que cuando surgieron los problemas, les pilló totalmente expuestas.

Foto: Diez años del serio aviso que Wall Street olvidó: la quiebra del Long Term Capital Management (LTCM) Opinión

Jornadas como la del 21 y el 27 de agosto, en las que el Ibex se dejó más de un 5,8% de su valor (sus mayores caídas en siete años) fueron las que mejor reflejaron el pánico que se apoderó del mercado nacional aquel verano y que hizo estragos en las cotizaciones de compañías como Santander, BBV, Mapfre —todas ellas con pérdidas en el entorno del 30%— o Telefónica, que rondó el 25% de caídas en el mes.

En aquellos momentos en que se especulaba con una crisis económica mundial, ante la magnitud de los problemas de los países emergentes, el entonces director del Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid, Blas Calzada, llegó a afirmar que los inversores que habían vendido aquellos días, a causa del miedo, se acabarían arrepintiendo. Pero lo cierto es que al mercado aún le quedaban bastante páginas de tensión por escribir en aquella crisis. Septiembre, con la caída de LTCM y las turbulencias en Rusia fue otro mes de grandes dificultades para el mercado, que tocaría mínimos a inicios de octubre, tras perder más de un tercio de su valor en poco más de dos meses.

Habría que esperar a finales del año siguiente para que la Bolsa de Madrid volviera a situarse, de forma sostenida, por encima de los niveles previos a aquel agosto de 1998, aunque pronto el pinchazo de la burbuja puntocom echaría por tierra aquel logro.

4. Septiembre de 1990 (-18,5%)

La crisis de 1998 fue la primera tormenta de entidad a la que se enfrentaron los inversores en varios años. Por eso, a la hora de buscar referencias de tensiones similares, fueron muchos los analistas e informadores que tornaron su mirada hacia los primeros años de la década. Aquel fue un periodo marcado por el estallido de la Guerra del Golfo, con la invasión de Kuwait por parte de Irak en agosto de 1990. Aquel episodio puso en tensión a los mercados internacionales desde el primer momento, aunque sería en septiembre cuando la bolsa española sufriría su mayor castigo, con un recorte mensual del 18,5%.

Con Estados Unidos mostrando su disposición a actuar contra la Irak de Sadam Hussein, sobre el tablero se llegó a plantear la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, en función de cómo se fueran alineando las diferentes potencias implicadas.

Mientras tanto, la escalada de los precios del petróleo —el Brent se disparó un 150% en apenas tres meses— traía a la memoria momentos críticos de un pasado no tan lejano, como la crisis del crudo, que hizo estragos en la economía española en los años finales de la década de los 70.

Con tales motivos de inquietud, y tras el susto inicial en agosto —en los tres primeros días de la invasión, la bolsa española perdió más de un 11% de su valor—, septiembre no fue un mes de grandes momentos de tensión, pero el pesimismo se instaló de forma persistente en el parqué, de modo que de las veinte sesiones del mes, solo tres cerraron con ganancias, según datos del índice sintético del Ibex 35 (en aquel momento, el índice no se había creado aún, pero cuando se lanzó, en enero de 1992, se le añadió un registro histórico con cálculos de cuál habría sido su comportamiento desde 1987).

Foto: La crisis del petróleo de 1973.

"A estas alturas, ha calado la idea de que toda mala situación puede empeorar y se obra en consecuencia. Quien por casualidad, o por sabiduría, se encuentra con la posibilidad de recoger plusvalías no deja para otro momento la labor de cosecha. Se afirma que la bolsa está sobrevendida, pero los más realistas consideran que parte de lo más aparente de la fachada bursátil puede sufrir nuevos desconchados", escribía al cierre del mes el periodista Santiago Carcar en El País.

5. Octubre de 2008 (-16,5%)

El quinto mes más nefasto en la historia de la bolsa española devuelve el protagonismo a octubre y retrotrae a un episodio del que se cumplen ahora 15 años. En aquel mes de 2008, la bolsa española firmó un retroceso del 16,5%, en medio de la oleada de convulsiones que siguió a la caída banco estadounidense Lehman Brothers.

Lógicamente, la noticia del colapso del gigante financiero estadounidense, a mediados de septiembre, provocó una enorme conmoción en los parqués. Pero aún pasarían varias semanas antes de que los inversores tomaran consciencia de la magnitud de la crisis. Si el día posterior a la quiebra, el Ibex firmó un descenso del 4,50%, a lo largo del mes de octubre sellaría hasta seis sesiones con caídas superiores, destacando el recorte del 9,14% que firmó el día 10, hasta aquel momento la mayor caída diaria del índice.

La sensación de que, pieza a pieza, el sistema financiero internacional amenazaba con colapsar por los intrincados lazos con las entidades más afectadas por los problemas derivados de la crisis subprime, ponía en estampida a los inversores, a pesar de las medidas extraordinarias que gobiernos y bancos centrales iban poniendo sobre la mesa para detener la sangría.

Aquel 10 de octubre, compañías como Iberdrola Renovables, Acciona, la propia Iberdrola, Santander o BBVA sufrieron recortes que llegaron a rebasar con creces el umbral del 10%. "El pánico alcanzó hoy una magnitud insólita, y convierte casi la coyuntura actual en una cuestión de supervivencia empresarial. La crisis ha roto todos los esquemas. Comenzó rompiendo el sistema financiero, y amenaza ahora con hacer tambalear al resto de sectores", escribía el diario Expansión. En ABC, Jorge Holgado hablaba de "una crisis sin precedentes a la que no se ve indicios de que pueda tener fin en un plazo razonable".

Foto: Un letrero de Lehman Brothers es llevado a una casa de subastas tras la quiebra del banco en 2008. (Reuters)

Y en efecto, el fin se percibía aún muy lejano. Si aquel día el Ibex se despedía del nivel de los 9.000 puntos —muy cerca del nivel donde se mueve actualmente—, doce sesiones después se despedía de los 8.000. Y, aunque al cierre del mes protagonizaba una llamativa recuperación, los miedos volvieron a imponerse en los meses posteriores. El 9 de marzo de 2009, el índice español marcó su nivel más bajo en más de cinco años, en el entorno de los 6.800 puntos. Desde su máximo histórico, alcanzado el 8 de noviembre de 2007, había perdido casi un 60% de su valor.

No obstante, a partir de ese punto, y una vez que las millonarias inyecciones de liquidez de los bancos centrales lograron apaciguar los ánimos, las bolsas iniciaron una espectacular remontada que permitió al Ibex regresar a niveles por encima de los 9.000 puntos ya en mayo de ese año y recuperar los 12.000 en los primeros compases de 2010, antes de que la crisis de la deuda abriera un nuevo capítulo de turbulencias para el mercado nacional.

Tras cerrar un mal septiembre, las bolsas internacionales han abierto octubre con muestras de debilidad cada vez más evidentes. Las tensiones generadas por el repunte de los tipos de los bonos vienen azuzando el temor de los inversores, que observan con preocupación la posibilidad de que las ganancias acumuladas en un 2023 sorprendentemente positivo hasta la fecha se acaben evaporando de forma súbita, una vez que el mercado tome consciencia de los riesgos a los que se enfrenta.

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