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Ana Pontón, la niña de aldea que suavizó el nacionalismo del BNG y aspira a echar al PP
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ELECCIONES EN GALICIA 18-F

Ana Pontón, la niña de aldea que suavizó el nacionalismo del BNG y aspira a echar al PP

La candidata a la Xunta rescató al Bloque del abismo electoral en 2016 y lo propulsó hasta sus mejores resultados en 2020, triplicando sus votos. Las encuestas soplan a favor y es la líder mejor valorada

Foto: La portavoz nacional del BNG y candidata a la Presidencia de la Xunta, Ana Pontón, posa en su despacho. (Europa Press/Álvaro Ballesteros)
La portavoz nacional del BNG y candidata a la Presidencia de la Xunta, Ana Pontón, posa en su despacho. (Europa Press/Álvaro Ballesteros)
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"Nunca tuvimos la presidencia tan cerca", arenga Ana Pontón (Sarria, Lugo, 1977) a los suyos. La líder del BNG es la cara amable de un nacionalismo menos inquisitivo, aunque procedente de la misma matriz comunista que la UPG (Unión do Povo Galego), la corriente mayoritaria a la que se adscriben tanto ella como Néstor Rego, el único diputado del Bloque en el Congreso. La candidata a la Xunta ha logrado suavizar las formas sin mover los marcos ideológicos y rebajar el tono reprobatorio, por ejemplo, en el uso de la lengua gallega. Su partido ha convertido la silueta de su cabeza en la imagen electoral de campaña, convencidos de que el secreto del éxito está en su líder. Tanto, que incluso Pablo Iglesias ha pedido el voto para ella.

El cambio de registro —más conciliador y menos hostil— fue bien recibido en una sociedad más galleguista que nacionalista, donde el idioma es motivo de orgullo y no de conflicto. La moderación ha servido a Pontón para ampliar su espectro autonómico y crecer espectacularmente a costa del PSdeG y de la desintegración de las mareas de Podemos. "Hay muchas maneras de sentirse gallego", declaró este jueves, en el inicio de la carrera electoral. Ese mensaje, sencillo, es la clave que explica el crecimiento del BNG en los últimos años, apelando a un sentimiento más que a las siglas, hasta configurarse como segunda fuerza en la región.

Pontón cogió las riendas del BNG en sus horas más bajas. Renovó aires, modos y caras, y la fórmula Pontón eclosionó: de 118.982 sufragios en las gallegas de 2016 a 311.340 en 2020, casi el triple y con sorpaso al PSdeG, condenado al tercer puesto. Las encuestas también soplan a favor para el 18-F. El último CIS reconoce su labor como líder de la oposición contra Alberto Núñez Feijóo y ahora contra Alfonso Rueda. Ana Pontón supera a Alfonso Rueda y a José Ramón Gómez Besteiro en valoración en el último sondeo con una nota de 5,77, por delante del presidente popular (5,39) y del aspirante socialista (4,84).

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"Ha replicado, ha debatido y ha hecho oposición con firmeza sin perder los estribos", señalan sus adversarios. En sus intervenciones, es clara y contenida. Y, sobre todo, correcta. Sus compañeros ensalzan "su sensibilidad y tesón" y su lealtad "tanto al proyecto político como a los suyos". "No es refractaria a las críticas, las digiere y se corrige. También tiene una visión política a medio plazo, cada vez más escasa en un modelo político cortoplacista que funciona como una picadora de carne", señala uno de sus más estrechos colaboradores.

¿Quién es Ana Pontón?

Aunque tardó años en darse a conocer, Ana Belén Pontón Mondelo es una veterana en la escena gallega. Se afilió a Galiza Nova —la rama juvenil del BNG— con 16 años, participó en los CAF (Comités Abertos de Facultade) durante su etapa universitaria y pronto integró el Consello Nacional del Bloque, el recorrido completo desde la cantera hasta la dirección.

Lleva más de dos décadas consecutivas ocupando un escaño en el Parlamento de Galicia, donde aterrizó en 2004, todavía con Manuel Fraga al mando de la nave autonómica. Conoce bien los intríngulis de la Cámara del Hórreo, pero es un arma de doble filo. Una de las críticas más recurrentes a su trayectoria es que no ha tenido o ejercido oficio más allá del asiento que ocupa. El otro reproche recurrente de la derecha es la sintonía del BNG con EH-Bildu o ERC.

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Pontón es discreta y de modales suaves. Riesgos controlados y sin estridencias sobre una base social muy bien tejida a través del primer sindicato de Galicia (CIG), con 75.000 afiliados en la comunidad, por delante de CCOO y UGT. Muy de vez en cuando, deja entrever algo personal en sus perfiles en las redes sociales.

Ana Pontón también es la hija de Aurita y Luis y la madre de Icía. Nació y se crio en Chorente, una pequeñísima aldea de poco más de 300 vecinos en Sarria, al sur de Lugo, en la casa de piedra que levantó su bisabuelo. Ella es la tercera de cuatro hermanos y cuenta que compartía lecho con su abuela porque no había camas para todos. Desde bien pequeña tuvo que aplicarse para estudiar a base de becas y ayudar en casa. Llegó a Santiago para estudiar Ciencias Políticas y se quedó.

Con la misma discreción con la que pasea el carrito de su hija por las calles pétreas de Compostela, Pontón ha ido navegando durante más de dos décadas por las tripas del BNG y sus corrientes intestinas (UPG o Foga), hasta auparse a la portavocía del Bloque Nacionalista Gallego en julio de 2016 y consolidarse como líder de un partido agrupado detrás de un nombre de mujer.

Dos aliados inesperados

Al BNG le ha salido un aliado inesperado este 18-F. Pablo Iglesias pidió el voto para el BNG antes que coaligarse con Sumar Galicia. La abrupta ruptura de Podemos y Sumar —con sus bases enfrentadas— es el río revuelto donde el Bloque puede sacar beneficio.

La guinda al pastel fue la imagen de Xosé Manuel Beiras, líder histórico del Bloque, y del portavoz de Anova, Martiño Noriega, haciendo las paces con Ana Pontón ante las cámaras el pasado 14 de enero. El abrazo cerró el círculo para la vuelta a casa de Anova, la escisión del nacionalismo que hace 12 años dejó al Bloque y se fue por libre para coaligarse con Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. Primero en AGE (Alternativa Galega de Esquerdas) y después en Galicia en Común. Marcas electorales que subieron muy rápido y se estrellaron a la misma velocidad. Las coaliciones lograron nueve escaños en su primera aparición autonómica, subieron a 14 en 2016 y se quedaron en nada en las autonómicas de 2020, ya fuera del Parlamento gallego, dilapidando 271.418 votos y el liderazgo de la oposición.

Ana Pontón ocupó ese espacio casi por accidente. Cogió el testigo de las mareas cuando estaban a la baja y lo sujetó con firmeza por delante del PSdeG. "É agora" (Es ahora) es su lema de campaña.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y el presidente del PP de Galicia, Alfonso Rueda. (EFE/Brais Lorenzo)

Defiende su apego al rural y su conocimiento profundo de la Galicia interior como una de sus bazas en la comunidad, que tiene en el envejecimiento y la despoblación uno de sus caballos de batalla. Encamina sus propuestas al refuerzo de los servicios públicos, de la sanidad a la vivienda, pasando por la salud mental y el refuerzo educativo. Pontón se ha rodeado de mujeres jóvenes como Noa Presas y Olalla Rodil, que combina con la veteranía de Luis Bará y Mercedes Queixas, cabezas de lista que han hecho de los gobiernos locales de Santiago y Pontevedra sus modelos de gestión. Aunque también sacan pecho de las mayorías absolutas (18) en municipios medianos o pequeños como Carballo, Allariz, San Sadurniño, Moaña, Moeche, Catoira o Ribeira.

Ana Pontón lleva semanas pateándose Galicia. Desde el deporte femenino en Burela (Lugo) a una explotación agrícola en Mazaricos (A Coruña) gestionada exclusivamente por mujeres, sin perder de vista la sanidad (este domingo participa en la manifestación de SOS Sanidade Pública en Compostela), la educación, el marisqueo o la industria. En clave femenina y feminista, la candidatura de Pontón apela a la mitad del electorado, con 1,3 millones de gallegas. La aspirante a la Xunta tiene la convicción de que puede ser la primera presidenta de Galicia, mujer y nacionalista.

Antes que Pontón, la vicepresidenta Yolanda Díaz fue la primera mujer en ser candidata a la presidencia de la Xunta por IU. Y por el camino ahora se volverá a topar con Marta Lois, la candidata de Sumar Galicia, quien le dio clases de política en la Universidad de Santiago.

"Nunca tuvimos la presidencia tan cerca", arenga Ana Pontón (Sarria, Lugo, 1977) a los suyos. La líder del BNG es la cara amable de un nacionalismo menos inquisitivo, aunque procedente de la misma matriz comunista que la UPG (Unión do Povo Galego), la corriente mayoritaria a la que se adscriben tanto ella como Néstor Rego, el único diputado del Bloque en el Congreso. La candidata a la Xunta ha logrado suavizar las formas sin mover los marcos ideológicos y rebajar el tono reprobatorio, por ejemplo, en el uso de la lengua gallega. Su partido ha convertido la silueta de su cabeza en la imagen electoral de campaña, convencidos de que el secreto del éxito está en su líder. Tanto, que incluso Pablo Iglesias ha pedido el voto para ella.

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