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Auge y caída de José Luis Ábalos: el primer sanchista que lo fue todo en el PSOE
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EL HIJO DEL ARTESANO DE MUÑECAS

Auge y caída de José Luis Ábalos: el primer sanchista que lo fue todo en el PSOE

El exministro de Transportes entró en el partido cuando apenas había cumplido 20 años e hizo de la habilidad orgánica un modo de vida. El caso Koldo lo ha fulminado políticamente

Foto: Adriana Lastra, Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, en 2017 tras ganar las primarias a Susana Díaz. (EFE/J.P. Gandul)
Adriana Lastra, Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, en 2017 tras ganar las primarias a Susana Díaz. (EFE/J.P. Gandul)
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El expediente y suspensión de militancia de José Luis Ábalos, su fuga al grupo mixto del Congreso tras negarse a entregar el acta y la percepción de que la carrera política del veterano exministro de Transportes está tocando a su fin cierran una vida vinculada desde abajo al PSOE. El que fue número dos de la ejecutiva federal como secretario de Organización lo ha sido todo en un partido que conoce desde los cimientos y sus entrañas. Tras años sobreviviendo bajo sus siglas, sin grandes metas ni currículo, Pedro Sánchez lo ascendió al Olimpo de la estructura socialista. Sanchista de primera hora, el mismo líder de la formación ha propiciado, podría decirse que por segunda y definitiva vez, su caída fulminante, acorralado por el caso Koldo y una investigación por corrupción que, por ahora, no le ha alcanzado judicialmente.

Casado en tres ocasiones con otras tantas mujeres distintas con las que ha tenido cinco hijos, José Luis Ábalos nació en Torrent en 1959. Acaba de cumplir 64 años. Hijo de un fabricante de muñecas de Carboneras de Guadazaón (Cuenca) que se instaló en tierras valencianas en busca de porvenir, pronto se mudó con su familia a Valencia ciudad, donde taller y vivienda familiar compartían tabiques. Trabajó con su padre Heliodoro, Carbonerito en su juventud como banderillero durante la República, con quien mantenía una relación difícil, hasta que el negocio artesanal dejó de dar para tantos jornales y entró a ganarse un sueldo en una gestoría, al tiempo que cursaba el bachillerato por las noches y, después, la diplomatura de Magisterio por las tardes.

En esos años de adolescencia arranca su compromiso con el mundo de la política, primero en las Juventudes Comunistas y el PCE, como muchos otros jóvenes antifranquistas, y después en el PSOE, cuando, ya finalizada la dictadura, derivó hacia posiciones socialdemócratas. Tras una corta etapa como detective de un despacho de abogados y profesor en un colegio y de clases particulares, en 1983, con apenas 24 años, se estrenó como jefe de gabinete del entonces delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, el socialista Eugenio Burriel. En 1988, pasó a ocupar un puesto de asesor en la Conselleria de Trabajo.

Ábalos militaba hasta este martes en la agrupación de Orriols, ahora conocida como Valencia Nord/Transits, de la que tomaría el control ese mismo 1988 y hasta 1995. Ahí aprendió la que ha sido su principal habilidad en su vida política, moverse en el intrincado mundo de las batallas orgánicas, casi siempre entre bambalinas, en las cenas de sobaquillo con los militantes de base, refractario al primer plano, hasta que su apuesta por Pedro Sánchez en las primarias frente a Susana Díaz lo aupó a la primera división de la política española como ministro de Transportes y secretario federal de Organización del PSOE.

Foto: Rita Barberá, durante un mitin en Valencia. (Getty)

Donde otros cuadros socialistas procedentes del mundo universitario o de corte técnico veían tedio y pereza, Ábalos desarrolló una habilidad para conectar con las agrupaciones y los procesos de captación de delegados y madrugadas congresuales. Antes de alcanzar el puesto de fontanero mayor en Ferraz, había sido secretario general de la ciudad de Valencia (1995-2000), vicesecretario general del PSPV (2000-2004) y secretario general de la provincia de Valencia desde 2012 hasta 2017. Su posición orgánica en Valencia le permitió acceder como asesor en el Ayuntamiento de Valencia en 1991, cuando Rita Barberá arrebató la vara de mando a los socialistas. Desde 1995 fue concejal. Aquí pasó los años de plomo del PSPV-PSOE en la oposición. Los socialistas encadenaban derrota tras derrota, cambiando en varias ocasiones de candidato, pero Ábalos siempre supo mantener su cuota orgánica e institucional.

Ábalos accedió por primera vez al Congreso de los Diputados en 2009, después de que corriese la lista por la salida de la actual eurodiputada Inmaculada Rodríguez-Piñero, cuando fue nombrada secretaria general del Ministerio de Fomento en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

placeholder José Luis Ábalos, en su comparecencia de este martes.
José Luis Ábalos, en su comparecencia de este martes.

En Madrid, donde pronto compró una pequeña vivienda, Ábalos amplió el radio de contactos. Ubicado habitualmente en posición de minoría en la estructura de familias de la federación valenciana, pero capaz de trenzar alianzas para sobrevivir en los procesos de renovación interna, casi siempre al margen de los candidatos oficialistas, su conocimiento del partido le permitió convertirse en hombre clave para Pedro Sánchez en las primarias contra Susana Díaz y el pulso que libró contra el establishment tradicional de la formación. Fue precisamente en Xirivella (Valencia), en un acto multitudinario organizado por Ábalos y sus afines, donde Sánchez arrancó su campaña presentándose como el candidato de las bases frente a la casta del puño y la rosa.

El premio fue triple. Primero fue designado portavoz del grupo parlamentario, donde comenzó a trabar relaciones con los medios de comunicación, a mostrar capacidad de oratoria y a desprenderse de esa imagen de fontanero gris y aparatero del PSOE. Tras la moción de censura de 2018, Sánchez le entregó el Ministerio de Transportes, con lo que ello implica de responsabilidad en el reparto territorial de grandes inversiones del Estado, y le hizo secretario federal de Organización. Se convirtió así en el segundo hombre más poderoso del partido tras el presidente del Gobierno.

De su paso por el ministerio, los empresarios que tuvieron contacto con él recuerdan a una persona con capacidad resolutiva y que desencalló proyectos y obras en infraestructuras, aunque desbordado por la acumulación de responsabilidades. Sus rivales internos en el PSOE también han destacado siempre su lealtad en el cumplimiento de los acuerdos, pese a su carácter correoso y su querencia por la fontanería antes que por la política de discurso, y su ambición por la gestión y el servicio público.

Foto: José Luis Ábalos, en los accesos al Congreso de los Diputados. (EFE/Kiko Huesca)

Pero en la escuela de Ábalos, lo primero era sobrevivir en el reparto de cargos, dar de comer a la familia política. Su paso por el ministerio evidenció que en muchos puestos contar con el perfil técnico o profesional necesario o no era lo de menos. Puso nómina pública a amigos, esposas e hijos de la familia abalista.

Uno de los nombramientos paradigmáticos fue el de José Vicente Berlanga, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, como presidente de Enusa, empresa estatal encargada de proveer y gestionar el uranio radioactivo de las centrales nucleares españolas. Berlanga, exdirector de la Fundación Deportiva Municipal de Valencia y cuyo mayor mérito previo era haber acompañado a Ábalos en sus cuitas orgánicas, cobraba alrededor de 200.000 euros. Su mujer, Feli Bondía, llegó a ir en la lista al Senado por Valencia y ocupar un escaño como suplente. El hijo de Berlanga trabajaba en Ferraz.

Ellos son solo un ejemplo para entender el papel de Koldo García, una persona que llegó recomendada por Santos Cerdán como asesor de confianza del partido y terminó ejerciendo de chico para todo de Ábalos. Igual hacía de chófer suyo y de su familia, ejercía labores de seguridad o de recadero. Fue Koldo quien acompañó a su jefe en la noche del polémico Delcygate, del que podía intuirse una misión especial por encargo del propio Sánchez.

Foto: El ministro Óscar Puente, en una imagen de archivo. (Europa Press/Pablo Requejo)

Sin presumir que Ábalos pudiera haberse enriquecido con las maniobras de su asesor para cobrar comisiones a través de los contratos de mascarillas con la empresa Soluciones de Gestión, esa confianza en su acompañante y el conocimiento que este llegó a acumular de la vida privada del exministro pueden explicar que desatendiera las recomendaciones y advertencias que, según algunas fuentes, llegó a recibir sobre Koldo y su entorno.

Sea como fuera, Sánchez fulminó a Ábalos en 2021 sin que nunca se aclarasen las razones de la decisión. El líder del PSOE no solamente despojó a Ábalos de todo su poder. Cesó a prácticamente todos los cuadros de confianza de Ábalos en los distintos departamentos. La familia Berlanga es un ejemplo. El presidente del Gobierno negó en su viaje a Marruecos haber tenido conocimiento de las posibles irregularidades del entorno del político valenciano, aunque a la Moncloa llegaron cartas avisando de que algo raro estaba pasando.

Tras una temporada en el congelador, Ábalos pareció recuperar cierta confianza del partido cuando logró repetir en la lista al Congreso por Valencia como número dos en las elecciones del 23 de julio. En las últimas semanas, había negociado con Ferraz su incorporación a la lista de las europeas en junio, en un diálogo que muchas fuentes ligaron a la negociación para aupar a la ministra Diana Morant a la secretaría general del PSPV en sustitución de Ximo Puig. Fiel a su estilo, el abalismo se posicionó del lado del aspirante alicantino Alejandro Soler para presionar en la negociación. Finalmente, hubo pacto. Si Ábalos había logrado cerrar su jubilación dorada en Bruselas en su última maniobra orgánica, nunca se sabrá. En ese último escalón de su carrera política se cruzaron la Fiscalía Anticorrupción, su amigo Koldo García y el grupo mixto.

El expediente y suspensión de militancia de José Luis Ábalos, su fuga al grupo mixto del Congreso tras negarse a entregar el acta y la percepción de que la carrera política del veterano exministro de Transportes está tocando a su fin cierran una vida vinculada desde abajo al PSOE. El que fue número dos de la ejecutiva federal como secretario de Organización lo ha sido todo en un partido que conoce desde los cimientos y sus entrañas. Tras años sobreviviendo bajo sus siglas, sin grandes metas ni currículo, Pedro Sánchez lo ascendió al Olimpo de la estructura socialista. Sanchista de primera hora, el mismo líder de la formación ha propiciado, podría decirse que por segunda y definitiva vez, su caída fulminante, acorralado por el caso Koldo y una investigación por corrupción que, por ahora, no le ha alcanzado judicialmente.

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