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Ábalos y el triste espejo de Rita Barberá: el PP le dio 24 horas y acabó sola en el Senado
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PARALELISMO

Ábalos y el triste espejo de Rita Barberá: el PP le dio 24 horas y acabó sola en el Senado

El caso del exministro está repleto de paralelismos políticos con el de la exalcaldesa de Valencia fallecida, forzada a mudarse al grupo mixto del Senado por el PP tras ser investigada por el Supremo

Foto: Rita Barberá, durante un mitin en Valencia. (Getty)
Rita Barberá, durante un mitin en Valencia. (Getty)
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La Historia tiende a repetirse. O al menos encuentra espejos en el pasado. En el caso de la crisis política que afecta al exministro de Tranportes, José Luis Ábalos, y al PSOE a raíz del caso Koldo no es difícil evidenciar analogías con la que vivieron el Partido Popular y la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en el otoño de 2016, antes de que fuese encontrada muerta por un fallo multiorgánico en una habitación del Hotel Villa Real de Madrid el 23 de noviembre de aquel año.

Como ahora ha hecho con Ábalos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a través de su fontanero mayor en Ferraz, Santo Cerdán, un caso de corrupción que salpicaba a todo su entorno y por la que Barberá llegó a ser investigada por el Tribunal Supremo (algo que todavía no ha ocurrido con el exsecretario federal de Organización del PSOE) llevó al PP de Mariano Rajoy a darle un ultimátum de 24 horas para que abandonase su escaño en el Senado. Su decisión, presionada, fue darse de baja de militancia y pasarse al Grupo Mixto.

"Soy consciente, tengo ya una edad, y sé lo que es un apestado político", dijo Ábalos en la comparecencia pública en la que anunció el mismo movimiento para "defender" su "honorabilidad", dijo. Curiosamente, este martes ha tenido el mismo comportamiento que en su momento desempeñó Barberá, aferrarse al acta parlamentaria, pese a que en aquellas fechas reprochaba a los populares que no exigiesen a la dirigente valenciana que abandonase su escaño.

Quienes vivieron aquello todavía recuerdan a Barberá deambulando por los pasillos de la Cámara Alta, sola y repudiada por casi todos los suyos, como ahora va a ocurrirle a Ábalos. Solamente un grupo de amigos fieles más cercanos, como el también senador Pedro Agramunt, la acompañó y no tenía problemas en dejarse ver en público con ella.

Foto: Rita Barberá, senadora y exalcaldesa de Valencia.

Tras su fallecimiento, que conmocionó la política española y, especialmente, a su propio partido, algunos de los dirigentes que empujaron para que diese un paso al lado ante la fuerte presión mediática han tratado con el tiempo de reivindicar su figura. Lo hizo Pablo Casado en un mitin en Valencia en 2021, pese a haber formado parte del núcleo de Génova, junto a Javier Maroto, que trabajó para forzar la mudanza de Barberá al grupo mixto cuando resultó investigada. El sentimiento de culpa siempre ha estado presente en las filas del PP por la forma en que se gestionó la crisis con una de las dirigentes que más votos había aportado a la sigla de la gaviota.

Esa mochila emocional afloró en forma de lágrimas cuando Isabel Bonig se despidió de las Cortes Valencianas forzada por el mismo Casado para abrir paso al nuevo liderazgo de Carlos Mazón en el partido en la Comunidad Valenciana. Ese día, Bonig se acordó mucho de Barberá y así lo exteriorizó. Se desconoce cuál hubiera sido la reacción del PP con el paso de los años si la exalcaldesa siguiera viva hoy.

Barberá había perdido la vara de mando en los comicios locales de 2015, tras un cuarto de siglo de dominio municipal con sucesivas mayorías absolutas. El estallido del caso Taula, una causa con varias piezas que reveló una corrupción sistémica en varios estamentos del PP valenciano, puso el foco sobre la veterana dirigente conservadora, que había sido nombrada senadora por designación territorial. El 15 de marzo de 2016, el instructor señaló indicios de su participación en una presunta trama de blanqueo de capitales y decidió elevar al Tribunal Supremo una exposición motivada para que investigase a la parlamentaria, por su condición de aforada. El mismo día, el Comité de Derechos y Garantías del PP abrió un expediente contra Barberá y 54 investigados.

El Supremo decidió arrancar una causa penal contra Barberá el 12 de septiembre de 2016, lo que aceleró los acontecimientos. Tres días después se dio de baja en el PP. El 20 de octubre el Tribunal Supremo la citó para que declarase como imputada por blanqueo. Lo hizo el 21 de noviembre del mismo año. 48 horas más tarde fallecía de muerte natural en la habitación del hotel en el que se alojaba. Nunca fue juzgada, su fallecimiento extinguió su responsabilidad penal. Paradójicamente, la causa por la que estaba siendo investigada terminó sobreseida para el resto de imputados.

El archivo del blanqueo, sin embago, no ha borrado la huella de la sospecha sobre el entorno de la que fue alcaldesa de la ciudad. Los tribunales valencianos siguen juzgando piezas del caso Taula relativa a la presunta financiación de las campañas de Barberá de 2007 y 2011, con la convicción de la Fiscalía Anticorrupcion de que el PP cometió fraude electoral en esas convocatorias. Personas de la máxima confianza de la dirigente conservadora, como Alfonso Grau (que ya fue condenado por cohecho) y María del Carmen García Fuster, están sentadas en el banquillo.

Foto: James J. Walker, también conocido como Beau James. Opinión

Pero el procedimiento que más de cerca toca la memoria de Barberá por su implicación familiar es la derivada del caso Azud. Los investigadores de Unidad Central Operativa (UCO) de le Guardia Civil han acreditado que su cuñado, el abogado José María Corbín, cobró sistemáticamente importantes cantidades de contratistas y empresas interesadas en resolver expedientes administrativos con el Ayuntamiento de Valencia. Solamente Acciona, contrata del servicio de saneamiento municipal, abonó 1,7 millones de euros al marido de la hermana de la exalcaldesa, que además trabajaba también en el consistorio.

Pese a toda esa batería de indicios y hechos probados, la actual alcaldesa de Valencia, la popular María José Catalá, ha tratado de rehabilitar políticamente la figura de Barberá. Catalá llegó a respaldar en las Cortes Valencianas, como diputada de su grupo, el escrito aprobado por unanimidad en el que el Parlamento autonómico le exigió que renunciase al acta de senadora. Pero con el tiempo, en línea con el sentimiento de culpa que ha arrastrado el partido tras su muerte, ha trabajado para reivindicarla. El pasado mes de octubre promovió su designación como alcaldesa honoraria de la ciudad a título póstumo y la redenominación del Puente de las Flores en el Paseo de la Alameda como Puente de Rita Barberá.

La Historia tiende a repetirse. O al menos encuentra espejos en el pasado. En el caso de la crisis política que afecta al exministro de Tranportes, José Luis Ábalos, y al PSOE a raíz del caso Koldo no es difícil evidenciar analogías con la que vivieron el Partido Popular y la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en el otoño de 2016, antes de que fuese encontrada muerta por un fallo multiorgánico en una habitación del Hotel Villa Real de Madrid el 23 de noviembre de aquel año.

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