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Guerras intestinas, bajas y dimisiones: la ANC agoniza siete años después del 'procés'
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PÉRDIDA DE PODER E INFLUENCIA

Guerras intestinas, bajas y dimisiones: la ANC agoniza siete años después del 'procés'

Feliu, que no optará a la reelección, está muy cuestionada y ha sido señalada como parte de un plan que busca convertir la Asamblea en una sucursal de movilizaciones de Puigdemont

Foto: Dolors Feliu, presidenta de la ANC. (Europa Press/Archivo/Kike Rincón)
Dolors Feliu, presidenta de la ANC. (Europa Press/Archivo/Kike Rincón)
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La gran entidad cívica del independentismo, el motor que movilizaba a miles de ciudadanos en cada convocatoria, es hoy un juguete roto en un rincón de la historia de Cataluña. Su presidenta, Dolors Feliu, está cuestionada y no optará a la reelección. Tuvo que vivir el conflicto de que 13 miembros del secretariado se marchasen, que su vicepresidente Jordi Pesarrodona dimitiese, que en cada convocatoria no reúna más que a un puñado de adeptos y que su proyecto estrella, armar una "lista cívica" para concurrir a las elecciones del 12 de mayo, fuese rechazado por la militancia. La ANC está tocada de muerte.

Feliu hizo el anuncio este sábado. Días después, en una entrevista al portal digital Vilaweb, la mandamás de la ANC aseguró que “estos dos años han sido muy intensos y creo que toca no presentarme": "Toca dejar la entidad y que otros cojan el relevo”. Reconoce luces y sombras en los dos años de su mandato y que eso le ha provocado “un desgaste personal (…) no tengo fuerzas para un segundo mandato”.

En un mensaje que circula a gran velocidad entre el sector crítico de la ANC, la reacción es de alivio. “No tiene ninguna importancia lo que haga o no la actual presidenta de la ANC, por desgracia. Estos últimos 6 años han llevado a la entidad al desastre. Triste balance de una Asamblea que llevaba de cráneo a los políticos catalanes y que les obligó a tomar caminos que nunca hubiesen querido”, apuntan. En otras palabras: pocos llorarán por Feliu cuando lo deje.

Fuentes internas señalan a El Confidencial que dentro de la organización lleva larvándose una auténtica guerra intestina desde hace años. El talante de la dirección que encabeza Feliu ha provocado un desgaste aún mayor de la entidad, que ha visto cómo los activistas se marchaban en masa. “El fracaso a la hora de presentar una lista cívica fue el detonante de su caída, pero también el rechazo de los partidos independentistas y la crítica continua”, dice una fuente cercana a la entidad.

Una sucursal de Puigdemont

La presentación de Lluís Llach como aspirante a la presidencia fue una envolvente de Carles Puigdemont ante la actitud arisca de Dolors Feliu hacia los partidos. Llach es un hombre que despierta simpatías no sólo en sectores de Junts, sino en ERC y la CUP, así como en amplios colectivos sociales. Feliu, tras los avatares y las escisiones internas, veía peligrar su cargo y ha preferido tirar la toalla. Llach ya había sido utilizado para minar a la dirigente en febrero, cuando encabezó un escrito de 139 activistas, muchos con nombres muy conocidos, contra la actual presidenta de la ANC rechazando la lista cívica.

Llach aún no había anunciado que se postulaba a tomarle el relevo, pero era una carta que se guardaba en la manga por mandato expreso de Puigdemont. Porque el plan final de la defenestración es provocar el aterrizaje de Llach en la organización y convertirla en la sucursal de movilizaciones de Puigdemont. Así lo dicen sin rubor los que se mantienen fieles a la idea de una ANC independiente de los partidos y ejerciendo de motor cívico. Esa reconversión significaría, según estos sectores, el principio del fin: su posible sucursalismo del expresident la condenaría a reconvertirse en una entidad residual de nostálgicos.

Foto: La presidenta de la ANC, Dolors Feliu, en una imagen de 2022. (EFE/Quique García)

La tumba de Feliu, no obstante, se ha ido cavando poco a poco con el día a día de la entidad. “Se ha creado una camarilla alrededor de Feliu que ha maniobrado a sus anchas, con desprecio de las normas internas, tomando decisiones que antes pasaban por el secretariado y limitando el trabajo y el poder de decisión de los secretarios”, dice a este diario uno de los activistas que se ha dado de baja, descontento con la forma de hacer de la dirigente y su equipo.

Las críticas a la cúpula se refieren, en parte, al poder acumulado por Uriel Bertran, convertido en el cerebro en la sombra de la ANC, que ha barrido para su casa. El pequeño partido Solidaritat Catalana per la Independència (SI) ha tenido a su alcance los resortes de la ANC. Pese a ese peso específico, la formación no reunió los avales para presentarse a las elecciones del 12-M, y eso que en 2010 logró un meritorio resultado de cuatro escaños, al presentarse en coalición con el partido de Joan Laporta. Bertran era un diputado de ERC que abandonó las filas republicanas para crear SI junto al exconvergente Alfons López Tena.

En esta coyuntura, los tradicionales sectores históricos de la Asamblea Nacional Catalana han sido barridos de los puestos de responsabilidad y de cualquier ámbito de decisión. Ello ha provocado que los viejos militantes, los que habían creado la ANC desde la nada, se posicionen también en contra de Feliu y de su forma de hacer.

Desencuentros territoriales

Los desencuentros internos con algunas territoriales también han desgastado mucho a la cúpula. La presentación de la lista cívica forzó a que algunas asambleas con gran peso se posicionasen en contra de la presidenta y de su círculo más cercano, como la de Girona o las de Sabadell y Terrassa, que llegaron a acusar a Dolors Feliu de practicar una política de oscurantismo y de no respetar la hoja de ruta aprobada por las bases. Ello provocó heridas que tardarán en curar, al menos mientras exista la actual dirección.

El último episodio de tensión interna tuvo lugar hace escasos días. La ANC de Sabadell iba a hacer un ciclo presentando los programas de todos los partidos independentistas. La dirección lo prohibió porque ERC y la CUP se retiraron del ciclo alegando que participaba Aliança Catalana (AC), la formación de Sílvia Orriols, considerada de ultraderecha. Pese a que durante casi una semana la ANC de Sabadell mantuvo las convocatorias, al final decidió anular el ciclo, después de que el secretariado nacional de la entidad decidiese no realizar ningún acto con ninguno de los partidos que concurren a estas elecciones.

El último enfrentamiento tuvo más consecuencias. Mireia Boya, antigua portavoz de la UCP, dada de baja de este partido y enchufada por ERC como directora general de Cambio Climático y Calidad Ambiental de la Generalitat, anunció su baja de la ANC por la red X. “Acabo de darme de baja de la ANC. Dar voz a la extrema derecha racista y xenófoba es lamentable, peligroso y contrario a los valores de libertad que muchos defendemos”.

Foto: Dolors Feliu, presidenta de la ANC, en una foto de archivo. (Europa Press)

Lluís Areny, candidato de Aliança Catalana por Barcelona, fue el primero en salir al paso de la excupera: “Me deberías explicar muy bien esto de ‘valores de libertad que mochos defendemos’. Pero dudo que lo hagas si te has dado de baja de la ANC sólo por permitir la libertad de expresión. La diferencia entre tú y yo, Mireia, es que tú, en mi mundo, puedes existir y opinar libremente”.

También Anthony Sánchez, exlíder de las juventudes de Junts y hoy en las filas de Orriols, le contestó: “Vulnerar la libertad de expresión de quien no piensa como tú justificándolo con etiquetas falsas y estigmatizadoras es una clara agresión a los derechos humanos. Aplícate tus lecciones, ser de luz”. Y Albert Donaire, representante de la sección de los Mossos de la ANC y ahora alineado con posicionamientos extremistas, tiró con bala: “Tú solo defiendes los valores de tu bolsillo”.

El historiador Jordi Cerdà se mostró también crítico: “En democracia se puede estar contra las ideas que plantea AC sin problema. Pero no puedes decir que defiendes la causa de la libertad mientras pides que se practique la censura a tus adversarios políticos. Es tu actitud la que va contra los valores democráticos”.

El enfrentamiento con las territoriales le ha dejado poco margen de maniobra a Dolors Feliu. Los secretarios se eligen por dos bloques: el territorial y el ideológico. Feliu fue elegida por el primero. Una vez roto el consenso que la había aupado, su posición se ha quedado muy debilitada. Ante la previsible debacle, lo mejor que pudo hacer es tirar la toalla.

La gran entidad cívica del independentismo, el motor que movilizaba a miles de ciudadanos en cada convocatoria, es hoy un juguete roto en un rincón de la historia de Cataluña. Su presidenta, Dolors Feliu, está cuestionada y no optará a la reelección. Tuvo que vivir el conflicto de que 13 miembros del secretariado se marchasen, que su vicepresidente Jordi Pesarrodona dimitiese, que en cada convocatoria no reúna más que a un puñado de adeptos y que su proyecto estrella, armar una "lista cívica" para concurrir a las elecciones del 12 de mayo, fuese rechazado por la militancia. La ANC está tocada de muerte.

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