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Puigdemont, forzado a cambiar su estrategia y volcarse hacia la extrema derecha
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ELECCIONES CATALANAS

Puigdemont, forzado a cambiar su estrategia y volcarse hacia la extrema derecha

La candidatura del fugado ha pasado de ser transversal a emparedada entre el posibilismo de ERC y el extremismo de Orriols, con poco margen de maniobra

Foto: Puigdemont en Francia. (Europa Press/Glòria Sánchez)
Puigdemont en Francia. (Europa Press/Glòria Sánchez)
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La irrupción de Aliança Catalana (AC), el pequeño partido de la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, en la campaña de las autonómicas catalanas, ha supuesto un auténtico terremoto político. La aparición de esta oferta lateral obliga a Junts per Catalunya a reposicionarse en el tablero electoral. Deben evitar que AC le quite un puñado de votos que pueden ser cruciales para mantener su porción parlamentaria. Pero, esencialmente, esos votos pueden ser cruciales para condenar a Junts al tercer puesto, muy por debajo de ERC, su gran y encarnizado rival.

Carles Puigdemont había planteado la campaña como un pulso a ERC. De hecho, las plataformas que le apoyan y sus más acólitos escuderos ya habían comenzado una sibilina campaña a través de las redes sociales planteando que el candidato republicano, Pere Aragonès, era un delegado de la Moncloa y, por ende, del PSOE, reivindicando el espacio secesionista para Junts como la única fuerza auténticamente independentista con posibilidades para gobernar.

Pero la irrupción de Orriols ha trastocado sus planes. El inequívoco mensaje independentista de Aliança Catalana va unido al mensaje de tinte xenófobo de sus planteamientos, lanzando un discurso que liga inmigración e inseguridad y delincuencia. Fue el discurso con el que Orriols le ganó la partida a Junts y a ERC en el enclave de Ripoll, en pleno Pirineo, en la Cataluña profunda. El gran peso que tiene en Ripoll la comunidad islámica hizo que el discurso antiinmigratorio calase en la sociedad y Orriols ganó las elecciones autonómicas, apisonando, literalmente, a sus rivales, al triplicar sus votos y sextuplicar sus concejales.

"Los grandes partidos independentistas intentan presentar a Sílvia Orriols como extrema derecha para marginarlo. Lo cierto es que rompe el statu quo y parte por la mitad a Puigdemont, que ha de sacarse de la manga el discurso sobre la inmigración para matar el proyecto de Orriols", explica un exdirigente de Junts que ahora se encuentra cerca de Aliança Catalana.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont junto a la presidenta de JxCAT, Laura Borràs, y el secretario general del partido, Jordi Turull, durante el acto de firma del acuerdo. (EFE/David Borrat)

Añade esta fuente que no es la primera vez. En diciembre pasado, un grupo de alcaldes de la comarca del Maresme, al norte de Barcelona, hizo público un comunicado pidiendo la expulsión de los extranjeros multirreincidentes y, consecuentemente, el control de la inmigración. El alcalde de Calella, Marc Buch, fue la cabeza visible de esta revuelta municipal con tintes xenófobos. "El auge de Orriols y su discurso fue la causa del comunicado de los alcaldes del Maresme, que enseguida fueron apoyados por la dirección de Junts", añade la fuente. "Ahora, de cara a las autonómicas, Puigdemont debe buscar un revulsivo a la irrupción de Aliança Catalana o puede tener una sangría de votos en algunas comarcas", subraya.

El gran problema de Puigdemont es que, si endurece su discurso y bascula hacia la extrema derecha, como le piden algunos en su partido, deja el campo libre a los votos moderados para que se vayan a ERC. Es decir, que le será más difícil captar el voto moderado de ERC hacia el proyecto de Junts+Puigdemont. Y si adopta un discurso posibilista y moderado, muchos votos se le pueden fugar hacia la nueva formación de Orriols. En otras palabras, Puigdemont está poco menos que entre la espada y la pared. De hecho, los partidarios de la alcaldesa de Ripoll creen que puede obtener representación parlamentaria y unos meritorios tres escaños. Pero estos le pueden suponer seis a Junts, puesto que baja considerablemente en las comarcas en las que el partido de Puigdemont obtiene un mejor resultado electoral.

Puigdemont está poco menos que entre la espada y la pared por la amenaza de Orriols

Esta situación redunda en beneficio del PSC, la fuerza que previsiblemente parte con ventaja para ganar las elecciones. Eso es así merced a la Ley D'Hondt, que perjudica la obtención de diputados independentistas en las comarcas donde la derecha de la posconvergencia arrasa, puesto que divide el voto en estas circunscripciones.

En caso de que ese trasvase de votos se realice, Junts podría quedarse por debajo de los 30 escaños, mientras que ERC superaría ese umbral. "Si Puigdemont queda por debajo de ERC, será el principio del fin de su carrera política. Sus cálculos pasaban por tener como principal rival a Aragonès y confiaba en ganar voto de ERC, pero resulta que ahora lo atacan por la retaguardia. Para evitar una sangría de votos hacia la extrema derecha, ha de plantear otro discurso que pasa necesariamente por adoptar planteamientos duros. Por el contrario, a Orriols le costará muy poco adecuarse al momento porque su discurso es auténtico. Y, además, hay mucha gente que está avalando a Aliança Catalana para que se presente y así desgastar a Puigdemont".

Al expresident fugado le quedan apenas unos fuegos de artificio para poder deslumbrar a la ciudadanía catalana. Cuando esta semana hacía públicos los nombres de los partidos (algunos son grupúsculos) que le acompañarán en su lista, no decía toda la verdad. Con ellos pretendía dar apariencia de transversalidad a su candidatura. "Pero de los 8 nombres que hizo públicos, seis ya estaban dentro de Junts".

Foto: Illa y Pedro Sánchez, en el Congreso del PSC. (EFE/Quique García)

"Puigdemont mintió. Y el séptimo es una plataforma o asociación de un amigo suyo", explica una fuente que recientemente se ha fugado de Junts. Además, uno de ellos, Els Verds-Alternativa Verda tardó solo 24 horas en desmentir al fugado y dijo públicamente que no había firmado ningún documento para acompañar a Puigdemont en la candidatura. La persona que firmó en nombre de esa formación, Dolors Borau, no pertenece a ella, aunque desde Junts afirman que se trata de "otra Alternativa Verda", cosa dudosa, ya que no hay ninguna otra organización inscrita con esas siglas.

Puigdemont sí cuenta, no obstante, con formaciones radicales, algunas de cariz excluyente, aunque son muy minoritarias. Una de ellas es Acció per la República, que tiene escasos militantes y en la cual milita también la diputada Aurora Madaula, a quien Puigdemont ubicó en el govern de su Consell de la República. Accio per la República, que es solo una plataforma de activistas fundada por Agustí Colomines (exdirector de la Fundació CatDem, de CDC), fue una de las fundadoras de Junts, por lo que puede considerarse la misma cosa.

Foto: Carles Puigdemont y Pere Aragonès en el sur de Francia. (EFE/Glòria Sánchez)

Otra es Demòcrates, el partido escindido de UDC y de corte extremista y liderado por Toni Castellà. Y un tercero es Estat Català, un grupúsculo de cariz ultra, nacido como partido hace casi 100 años bajo la batuta de Francesc Macià y algunos de cuyos planteamientos fueron tachados de filofascistas en su momento. En sus filas se encuadraban, por ejemplo, el consejero de Gobernación Josep Dencàs y su mano derecha, Miquel Badia, conocido como el Capità Collons, siniestro responsable de la Seguridad en la Generalitat Republicana.

El lenguaje bélico y los postulados excluyentes de estos extremismos no son suficientes para atraer hacia la candidatura de Junts+Puigdemont un voto que se ha de ganar día a día en los mítines. Al fin y al cabo, todos estos grupos tienen apenas unos cientos de militantes que no son suficientes para contrarrestar la fuerza vocal e ideológica de Sílvia Orriols. El cabeza de lista posconvergente tiene que exponer su ideario en los discursos de campaña y no sobre el papel o en el curriculum de los partidos amigos.

Foto: Carles Puigdemont, en la conferencia en la que ha anunciado que será el candidato de Junts para las elecciones catalanas del 12 de mayo. (Europa Press/Glòria Sánchez)

Y en cuanto difunda un mensaje radical, el republicanismo lo está esperando con los cañones preparados. "Pere Aragonès solo ha de insistir en que él es un candidato de gestión, que no renuncia a sus principios y que logra civilizadamente lo que Junts jamás podrá lograr tensando la cuerda. Además, si hay un escoramiento de Puigdemont hacia el discurso de Orriols, ERC tiene la excusa perfecta para machacar electoralmente a sus rivales acusándolo de discurso racista, xenófobo y excluyente, lo que restaría a Puigdemont el espacio de la posconvergencia tranquila que él quiere ocupar", explica una fuente cercana a ERC.

El hecho de que ERC haya dejado de ser el único y principal enemigo a batir el 12-M plantea un gran problema a Puigdemont. La llegada de Sílvia Orriols le arrincona y dinamita los planes del expresident: de ser una candidatura transversal ha pasado a ser una candidatura emparedada entre el posibilismo de ERC y la épica excluyente de Aliança Catalana. Ya lo advierten sus críticos: "Carles Puigdemont tiene un problema. Y lo sabe".

La irrupción de Aliança Catalana (AC), el pequeño partido de la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, en la campaña de las autonómicas catalanas, ha supuesto un auténtico terremoto político. La aparición de esta oferta lateral obliga a Junts per Catalunya a reposicionarse en el tablero electoral. Deben evitar que AC le quite un puñado de votos que pueden ser cruciales para mantener su porción parlamentaria. Pero, esencialmente, esos votos pueden ser cruciales para condenar a Junts al tercer puesto, muy por debajo de ERC, su gran y encarnizado rival.

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