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Dos 'exconsellers' de Cultura echan un capote a Laura Borràs, pero no despejan las dudas
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18 Contratos fraccionados ilegales

Dos 'exconsellers' de Cultura echan un capote a Laura Borràs, pero no despejan las dudas

Los testigos de la defensa alaban la cualificación personal de la presidenta de Junts, aunque desconocen sus métodos de contratación, por los que está acusada

Foto: Laura Borràs junto a su abogado en el juicio hoy. (EFE/Toni Albir)
Laura Borràs junto a su abogado en el juicio hoy. (EFE/Toni Albir)

Laura Borràs sí tiene quien la quiera. La expresidenta del Parlament y actual presidenta de Junts per Catalunya (JxCAT) se encontró con algunos aliados en el juicio que se sigue en su contra por corrupción en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Borràs está acusada de prevaricación y falsedad documental, junto a su amigo Isaías Herrero y a Andreu Pujol, por presuntamente haber desviado 335.700 euros a los bolsillos del primero a través de 18 contratos presuntamente fraccionados ilegalmente mientras ella era directora de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), entre 2013 y 2018.

Borràs presentó como testigos a su favor a dos exconsellers de la Generalitat; al decano de la ILC, Francesc Parcerisas, y al actual director de esta institución, Oriol Ponsatí. Los consellers fueron Ferran Mascarell, consejero de Cultura entre 2011 y 2016, y Santi Vila, conseller entre 2016 y 2017. El primero en comparecer en la sesión de este jueves fue Mascarell, que, además, fue quien fichó a Borràs en 2013 como directora de la ILC.

Todos ellos alabaron la competencia de la política en su ámbito profesional. El exconseller Mascarell fue uno de los más explícitos: “En aquel momento, Laura Borràs estaba puesta en el ámbito de las letras con un planteamiento bastante innovador y eso me llamó a atención. La ILC era un organismo que miraba hacia dentro y yo siempre quise que mirase hacia afuera, que tuviese una mayor proyección. Para crear mi equipo, quería buenos gestores y comencé un proceso de búsqueda. Con ella me entrevisté en dos o tres ocasiones y, en un momento determinado, la fiché y comenzó a trabajar como directora en la Institución”, dijo Mascarell.

Foto: El juicio contra la presidenta suspendida del Parlament, Laura Borràs. (EFE/ Quique Garcia)

A la vista de las actuales circunstancias, lo que le falló fue la gestión. Mascarell no tuvo buen olfato en ese terreno. Los 335.700 euros que se dirimen fueron pagados por trabajos informáticos realizados tanto en la web de la ILC como en otros portales que se creaban bajo su paraguas para informar sobre actividades diversas, como las conmemoraciones anuales que se hacían de escritores muy concretos y que tenían su propia web. Isaías Herrero declaró que lo que se camuflaba era, en realidad, un contrato de trabajo suyo encubierto. Para cubrir económicamente sus emolumentos, simulaba, con la aquiescencia de Laura Borràs, que se presentaban varios presupuestos relacionados con contratos menores (por un importe de 18.000 euros como máximo cada uno). Borràs y Herrero ya habían pactado de antemano cuál de esos presupuestos sería el ganador. Fue así como se hizo con 18 contratos que presuntamente fueron troceados de manera irregular.

“La Intervención no puso obstáculos”

Respecto a la naturaleza de los trabajos realizados, Mascarell subrayó que, "hasta la llegada de Borràs, la web no era destacada. No era lo que necesitábamos. Yo quería un instrumento fuerte, potente. Y lo que se hizo tuvo una notable importancia". Negó, sin embargo, conocer los mecanismos por los que se habían encomendado los trabajos para realizar las webs: normalmente, los trabajos informáticos se encargaban al Centro de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CTTI), un organismo de la Generalitat, pero este conducto no era operativo. “Si eran cosas que podían esperar, se hacían a través de la dinámica del CTTI; si no, se hacían por otros conductos”, dijo. También aseguró que había revisado siempre los informes de la intervención y que nunca nadie le avisó de que se podían estar cometiendo irregularidades en las contrataciones de la ILC.

Santi Vila coincidió con Mascarell en este último extremo. “Ni a mí ni a ningún directivo del departamento nos dijeron o insinuaron nunca nada de que se podrían estar cometiendo irregularidades en la contratación. Ni ningún funcionario ni la Intervención”. Parcerisas, por su parte, que también había sido director de la ILC entre 2004 y 2010, matizó que, “si hubiera algún problema, los interventores hubiesen dicho que aquello no se podía hacer”. Reconoció que es amigo personal de Laura Borràs y enfatizó en dos ocasiones que, “que yo sepa, la Intervención nunca puso ningún obstáculo. Lo que yo recuerdo es que la Intervención es muy exacta y muy precisa. A mí, me devolvieron un expediente porque había un café con leche mal justificado y el expediente no se resolvió hasta solventar eso del café con leche”.

Mascarell aseguró que había revisado siempre los informes de la Intervención y que nunca nadie le avisó de que podía haber irregularidades

Parcerisas aseguró que el nombramiento de Borràs respondía a que tenía “una idea necesaria para la expansión y visibilidad de la Institución. Fue nombrada por la experiencia que tenía y que reflejaban los medios de comunicación, una experiencia que muchos, por edad, desconocíamos o no nos habíamos formado en ella”.

El más entusiasta, no obstante, fue Oriol Ponsatí, director de la ILC desde febrero de 2019 hasta la actualidad. Este alto cargo del Govern ya había colaborado con Borràs en 2017, cuando la entonces directora de la ILC le encomendó el comisariado del Any Bertrana. En esa tarea, Borràs le impuso a Isaías Herrero para confeccionar una web propia del evento. “Yo tenía mis dudas de que pudiese confeccionar la página web que yo necesitaba en menos de dos meses. Pero, pese a mis reticencias iniciales, el resultado fue más que satisfactorio”.

Solo un aviso en 2015

Respecto a Laura Borràs, solo tuvo palabras de elogio hacia ella. “La conclusión es que la dirección en esos cinco años que estuvo al frente de la ILC imprimió a su trabajo calidad, cantidad e intensidad, lo que representó un salto en todos los sentidos. Tejiendo alianzas, Borràs tenía una serie de características que hacía que la institución hubiese tenido un impulso enorme. Nunca encontré a nadie que pusiese en duda eso. Con Borràs, se puede hablar de un antes y un después de la ILC. Puso al día la institución, la llevó al siglo XXI”.

Foto: Laura Borràs en el juicio. (EFE/Toni Albir)
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Ponsatí justificó que fuese la propia directora la que tomase la determinación de encargar el diseño de todo el trabajo informático y de diseño de las webs de la ILC a proveedores ajenos al CTTI. “El CTTI tiene herramientas para hacer cosas muy básicas. Sus aplicaciones pueden ser muy útiles. Pero el hacer una ruptura como la de ella no se podía hacer bajo un sistema de programación tan básico como el del CTTI. No permite acometer proyectos de cierta dimensión”. También justificó que la institución contratase casi todos sus trabajos mediante contratos menores. “Con pocas excepciones, casi todo se hace por contratación menor, debido a la naturaleza de los trabajos. Yo solo recuerdo una licitación basada en un contrato marco”, aseguró Ponsatí. El actual director de la ILC reconoció que la Intervención solo había hecho una salvedad en 2015, cuando detectó que podía haber indicios de fraccionamientos de contratos, lo que estaba considerado una falta leve.

No obstante, tras las investigaciones judiciales, la duda está sobre la mesa: si para cubrir el expediente se presentan expedientes falsos y se adjudican bajo mano contratos a un amigo, la cosa toma distinto cariz. La ingeniería montada por Laura Borràs y su amigo Isaías Herrero permitía ocultar la trama de adjudicaciones a dedo habidas tras esa aparente pantalla legalista. Y esa trama era totalmente indetectable para los exconsellers, el decano o el propio sucesor de Borràs. En otras palabras: ya no se trata del cómo se hace (que también), sino de lo que se hace: lo que se juzga es la adjudicación de 18 contratos por 335.700 euros a la misma persona, no el trabajo profesional realizado por Laura Borràs o Isaías Herrero. Visto desde la distancia, la operatividad económica de Borràs desluce su trabajo profesional desplegado durante su etapa de directora de la institución.

Laura Borràs sí tiene quien la quiera. La expresidenta del Parlament y actual presidenta de Junts per Catalunya (JxCAT) se encontró con algunos aliados en el juicio que se sigue en su contra por corrupción en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Borràs está acusada de prevaricación y falsedad documental, junto a su amigo Isaías Herrero y a Andreu Pujol, por presuntamente haber desviado 335.700 euros a los bolsillos del primero a través de 18 contratos presuntamente fraccionados ilegalmente mientras ella era directora de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), entre 2013 y 2018.

Laura Borràs
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