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La extraña fijación del separatismo catalán por los capos mafiosos rusos de origen yazidí
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La extraña fijación del separatismo catalán por los capos mafiosos rusos de origen yazidí

“Esto da para un 'best-seller”, decía el jefe de la oficina de Puigdemont sobre las historias de los mafiosos rusos

Foto: Josep Lluís Alay (i). (EFE)
Josep Lluís Alay (i). (EFE)

El independentismo catalán se interesó durante los últimos años por jefes de las mafias rusas que operaban a nivel internacional que fuesen de origen yazidí, o sea, de una etnia determinada, muy cercana a los kurdos, un movimiento separatista que ha sido generalmente su fuente de inspiración. Josep Lluís Alay, responsable de la oficina del expresidente Carles Puigdemont (y, por tanto, alto cargo de la Generalitat), mantuvo varias conversaciones tanto con su abogado, Gonzalo Boye, como con su amigo Alexander Dimitrenko, el enlace que hacía servir para que le abriese puertas en Moscú.

Alay tenía en sus conversaciones información, sacada de la web oficial del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) de la Federación rusa, en la que se explica qué es este servicio y sus objetivos. “Mientras se llevan a cabo actividades de inteligencia, el SVR puede hacer uso de métodos y medios encubiertos o clandestinos que no pongan en peligro vidas humanas, la salud y el medio ambiente”, dice uno de los párrafos.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont y el historiador Josep Lluís Alay. (EFE)
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Pero de lo que verdaderamente intercambiaban información era de dirigentes mafiosos georgianos (lo que popularmente se conoce como ‘mafia rusa’ engloba a varias ex repúblicas soviéticas). En una conversación con Boye el 27 de agosto del año pasado, Alay le explicaba qué era un yazidí: “La antigua religión sincrética del Kurdistán Norte (Irak). Étnicamente son kurdos. Algunos dicen que son los últimos descendientes de la tradición religiosa de los acudios (asirios). Estuve con ellos en Lalish, su centro sagrado en Irak en 2017. A causa de las persecuciones, algunos acabaron hace 150 años en Georgia-Armenia. La última persecución: la brutal de Estado Islámico. Genocidio”. En el momento de esa visita, Alay era el comisionado de Relaciones Internacionales de la Diputación de Barcelona y tenía un sueldo público de alrededor de 80.000 euros (como jefe de la oficina de Puigdemont, sobrepasa los 105.000 euros de salario público).

El 28 de agosto de 2020, Alay enviaba un mensaje a Dimitrenko: “Koba es un yazidí. Los conozco muy bien porque estuve con sus jefes espirituales y políticos en Irak. Me sorprendió que pertenezca a esta comunidad”. “Los yazidís son fraternales con los kurdos”, responde Dimitrenko. “Son kurdos para muchos. Mismo idioma”, responde Alay. Koba parece referirse a Koba Shermazashvili, un capo de la mafia ruso-georgiana desmantelada en España a través de la operación Java 2010 y detenido en 2016 en Suiza por intento de asesinato, blanqueo, tenencia de armas, falsificación de tarjetas de crédito, estafa y falsedad. Koba es una especie de contable de la caja común de las mafias rusas, según consta en una sentencia.

Las rutas de la droga

Acto seguido, Dimitrenko saca a escena a otro capo mafioso: “Vale, no sé si conoces a Ded Hassan como personaje. Vasily le sustituyó como jefe de la junta. Hassan era kurdo”. Alay comienza entonces: “¿Kurdo de Moscú? Es cierto que la comunidad kurda es enorme en Rusia desde hace más de un siglo”. El ruso le remite entonces una reseña de Aslan Usoyan, más conocido como ‘Abuelo Hassan’, jefe máximo de la mafia rusa que fue asesinado en Moscú en enero de 2013.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE)

Es yazidí”, dice Dimitrenko. “Georgiano también. Por tanto, aquí hay una línea clara —admite Alay—. Yazidíes kurdos de Georgia. Es mucha casualidad”. A ello, Dimitrenko aclara: “No lo es nada. Rutas de la droga hacia Abjasia”. Abjasia es un territorio en el Cáucaso que Georgia considera suyo (como república autónoma dentro del territorio nacional), pero que Rusia, Nicaragua, Yemen del Sur, Venezuela, Siria y Nauru consideran un Estado independiente. “Sí, me gustaría saber por qué los yazidíes llevan este negocio”, inquiere Alay.

“Eso lo sabe Barzani. Yo monté la reunión con Barzani para Klichkó. Boxeador. Alcalde. Pero el tema de la droga en general es un tema cercano a muchos kurdos. El mánager de Maradona, Bayram Tutumlu, también estaba muy cerca del tema. Todo un personaje…”. “Esto da para un 'best-seller”, se regocija el hombre de Puigdemont. “Ja, ja. Después lo hacemos”, responde el ruso. Con Barzani se refiere a Massud Barzani, presidente del Kurdistán de Irak. El otro interlocutor es Vitali Klichkó, un exboxeador profesional ucraniano (llegó a ser campeón mundial de peso pesado) y alcalde de Kiev, aunque en realidad nació en Kirguistán en 1971.

Ambos amigos se divertían con lo que traían entre manos. Dimitrenko le comenta en un momento determinado a Alay: “Nuestra vida es interesantísima. Ja, ja”, a lo que el hombre de Puigdemont responde: “Hombre, si lo comparas con la media, estamos bastante arriba”. “Seguro que en la nuestra pasan más cosas, ja, ja”, responde el ruso.

Rusos “muuuuuy problemáticos”

Alay también se interesó, tanto con Dimitrenko como con el abogado Gonzalo Boye, por la figura de otro capo mafioso, del que llegó incluso a enviar una fotografía tomada en una playa de Dubái, Zakhar Kalashov. Este capo fue detenido en el país arábigo en 2006, condenado en España en 2010 por blanqueo de capitales y extraditado posteriormente a Rusia. El 28 de agosto del año pasado, Alay señalaba a Dimitrenko sus dudas de que Koba fuese jazidí. “Lo he de comprobar —reseñaba en un mensaje—. El yazidí es Kalashov. Zakhariy Kalasov. El que citó ayer Boye y que hicieron salir de España hacia Rusia de forma extraña… Espera, que posiblemente Koba también lo sea…”. “Koba también puede serlo fácilmente”, le respondió Dimitrenko. Acto seguido, es cuando Josep Lluís Alay le envía la fotografía de tres mafiosos en una playa del Índico, en la que identifica a Kalashov, aunque se equivoca en la filiación de sus acompañantes.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont y Josep Lluís Alay. (EFE)

De uno decía que era Vasily Kristoforov, el sucesor del propio Kalashov tras ser este detenido, y de Abuelo Hassan en la cúpula de las mafias rusas. Kristoforov, no obstante, no aparecía en la foto. Este mafioso tiene prohibida su entrada en el territorio Schengen hasta enero de 2022. Sí estaban Vyacheslav Ivankov, alias 'El Japo' (que no era el señalado por Alay) y Vladislav Leontiev, alias 'Vladik White', muerto por un derrame cerebral en diciembre del año pasado. A pesar de esta confusión, Dimitrenko bromeó con la situación: “Como dice Sergei, trabajamos el tema de los rusos problemáticos, jeje”. “Muuuuuuy problemáticos”, terció con ironía el jefe de la oficina de Puigdemont.

Para apoyar su afirmación, Dimitrenko le enviaba una noticia de diciembre de 2017 en la que se decía que Vasily Khristoforov “se había convertido en el sucesor temporal de Zakhar Kalashov, mencionando a las otras dos personas, al parecer delincuentes profesionales, que participarían en la organización criminal liderada por Vasily Khristoforov: Merab Gogiya (‘Melia’) y Yuri Pichugin ('Pichuga')”, dice un informe de la Guardia Civil. “La conversación entre Alay y Dimitrenko finaliza, por lo que se desconocen más detalles acerca de su interés o de sus relaciones con los mencionados Kalashov y Khristoforov, pero es significativo que Dimitrenko afirme que están trabajando el tema de los rusos problemáticos, extremo confirmado por el propio Alay”, zanja el informe.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont escucha a Josep Lluís Alay. (EFE)

Hay otro dato también significativo: Kalashov y un colaborador suyo, Tariel Oniani, fueron detectados a principios de siglo en España como representantes de Lukoil, la multinacional rusa del petróleo para la que ahora intermedia Alexander Dimitrenko. El ‘amigo ruso’ del independentismo intentaba el año pasado vender un barco de gas licuado del petróleo (GLP) de Lukoil a la compañía china Gulf Energy Limited. Esta venta tuvo muchos problemas para finalizar y se desconoce aún si finalmente pudo llevarse a cabo.

La operación en la que intervinieron Kalashov y Oniani también acabó mal: Lukoil pretendía abrir 150 gasolineras en España y para ello firmó un convenio con la firma barcelonesa Sarmet on Plus, pero la operación nunca se llegó a realizar, aunque hubo varias reuniones de directivos de ambas empresas en Barcelona y en Chipre. Kalashov aparecía entonces en la página web de Lukoil como asesor del presidente de la compañía, Vaguit Alekperov, al que los informes del CNI vinculaban con la mafia organizada. Debido a esos informes, España impidió que Lukoil comprase Repsol en el año 2008, máxime cuando Kalashov, el asesor del presidente, ya estaba encarcelado en nuestro país. “No es un secreto que el sector petrolífero ruso es un ámbito de interés para las estructuras criminales. Además, es frecuente que sus representantes formen parte de la dirección de las compañías”, había acusado el exministro de Interior ruso Anatoli Kulikov, en el diario ‘Izvestia’. En 2012, no obstante, Alekperov fue recibido con todos los honores por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que henchido de orgullo aseguraba que Lukoil llegaba para invertir porque existía “una capital como Barcelona y un país como Cataluña”.

El independentismo catalán se interesó durante los últimos años por jefes de las mafias rusas que operaban a nivel internacional que fuesen de origen yazidí, o sea, de una etnia determinada, muy cercana a los kurdos, un movimiento separatista que ha sido generalmente su fuente de inspiración. Josep Lluís Alay, responsable de la oficina del expresidente Carles Puigdemont (y, por tanto, alto cargo de la Generalitat), mantuvo varias conversaciones tanto con su abogado, Gonzalo Boye, como con su amigo Alexander Dimitrenko, el enlace que hacía servir para que le abriese puertas en Moscú.

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