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Sánchez diseña un Gobierno de combate a la espera de aupar a Calviño y Ribera a Europa
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Sánchez diseña un Gobierno de combate a la espera de aupar a Calviño y Ribera a Europa

El presidente da aire a la legislatura con caras nuevas para tratar de quitar el foco de Cataluña, pero concede Industria al PSC para ayudar a Illa en las elecciones catalanas

Foto: Pedro Sánchez, en la comparecencia este lunes en la Moncloa en la que anunció su nuevo Gobierno. (EFE/José Manuel Álvarez)
Pedro Sánchez, en la comparecencia este lunes en la Moncloa en la que anunció su nuevo Gobierno. (EFE/José Manuel Álvarez)
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Pedro Sánchez no se lleva a engaño. Si en algo coincide el análisis sobre su próximo mandato es que tiene por delante unos años complicados, por la precariedad de una mayoría parlamentaria en la que cohabitan Junts y ERC. La legislatura, como él mismo reconoce, es de "alto perfil político" y había que adaptar el equipo con "personas capaces de gestionar, pero también de llegar a acuerdos y de explicarlos públicamente". Un Gobierno para tiempos difíciles, combativo, en el que el presidente ha sido para los suyos más previsible que nunca. Pegado al partido y sin excentricidades.

Ha preservado el núcleo duro de la Moncloa, ascendido a los ministros de su mayor confianza, mantenido a los que no le dan problemas y oxigenado el Ejecutivo con nuevas incorporaciones, que combinan claves políticas y territoriales. Tener 22 ministerios da para eso y para más. Sumar ha conservado cinco sillones. Sánchez ha pensado, y mucho, en el futuro y concede a Yolanda Díaz su propio espacio para que consolide su plataforma electoral.

Pero al Gobierno le queda aún algún remate. La salida de Nadia Calviño para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI) en las próximas semanas o meses y la posibilidad de aupar a Teresa Ribera como comisaria europea. Con la marcha de la vicepresidenta económica a Luxemburgo, que en la Moncloa dan por segura, la ministra de Transición Ecológica, un pilar fundamental en la actualización del discurso socialista en la etapa de Sánchez, se convierte en la candidata más firme de España para ocupar un puesto en la Comisión, según fuentes del PSOE.

El movimiento es aún lejano, ya que, de optar por ella, no se producirá hasta después de las elecciones europeas, previstas para el 9 de junio. "Con Calviño despejada a otro puesto y consumido el cupo de Exteriores, es la más indicada", aseguran en el partido, en referencia a que José Manuel Albares sigue en el cargo y no se vislumbra un nuevo referente —como sucedió con Josep Borrell— para impulsar en Bruselas. Ribera, vicepresidenta tercera, con gran predicamento entre sus pares en la UE, sería la próxima apuesta del presidente, si se dan las circunstancias.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de investidura. (EFE/Javier Lizón) Opinión
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Mientras, Sánchez ha colmado las expectativas de quienes le pedían un Gobierno más político. Hace unas semanas, en el PSOE se intuía una renovación mayor. Pero los cambios se consideran suficientes. El presidente premia a las personas en las que más confía. A la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, la convierte en vicepresidenta cuarta, a la espera de que la salida de Calviño la desplace a la vicepresidencia primera.

A Félix Bolaños, el apagafuegos de todos los incendios, le pone ahora al frente de Justicia, pero sin moverle de Presidencia. Un superministerio, en la práctica otro vicepresidente, en el que conserva la labor silenciosa de entenderse con Sumar, junto a Montero, y de ser el interlocutor de los grupos de la mayoría parlamentaria. Pero el presidente le agrega ahora la misión de domar a los jueces, reticentes a la ley de amnistía, y de defender esta decisión en Europa. La próxima semana estará en Bruselas para reunirse con la vicepresidenta de Valores y Transparencia, Věra Jourová, y el comisario de Justicia, Didier Reynders.

Alegría deberá dejar la portavocía de Ferraz

A Pilar Alegría, que permanece al frente de Educación con las competencias añadidas de Deportes, la impulsa como la nueva portavoz del Ejecutivo. Será quien dé la cara todos los martes tras el Consejo de Ministros. Esta función la cumplía ya en el partido, pero ahora la tendrá que abandonar. En Ferraz ven imposible esa compatibilidad. Su sustituto queda pendiente de la propuesta de Sánchez a la dirección.

Pistas para nuevas candidaturas

La innovación en este Gobierno se ha producido con la creación del Ministerio de Transformación Digital, que dirigirá José Luis Escrivá, a la espera, posiblemente, de heredar Economía con el adiós de Calviño. Su nombre se maneja como relevo y el presidente ya le ha dado la mitad del área económica. Y el de Vivienda, donde se destina a Isabel Rodríguez, una dirigente aún por eclosionar a quien la Moncloa no permitía salirse del guion estos dos años de portavoz. Un riesgo que amenaza ahora a Pilar Alegría.

Y con los fichajes de Óscar Puente (Transportes), Jordi Hereu (Industria), Ana Redondo (Igualdad), Elma Saiz (Seguridad Social) y Ángel Víctor Torres (Política Territorial). Puente, muy activo en las redes sociales contra la oposición, es el ejemplo más palmario de que Sánchez quiere un Gobierno de combate. Algo que también evidencia que Bolaños gestione Justicia. Un Gobierno "muy político" que, ratifican en los territorios, es lo "que estábamos pidiendo todos".

Foto: María Jesús Montero y Nadia Calviño se abrazan. (EFE/Mariscal)

En el PSOE había unanimidad sobre que Puente, exalcalde de Valladolid y ahora diputado en el Congreso, estaba llamado a ocupar otras responsabilidades desde que el propio presidente le encargó dar la réplica a Alberto Núñez Feijóo en la investidura fallida. Pero no se alcanzaba a ver si sería o no como ministro. Lo que él mismo descartaba era convertirse en el portavoz parlamentario, en sustitución de Patxi López. Eso era "inviable", aseguran de manera irónica en el partido. "Óscar en ese puesto la lía".

Junto a Ángel Víctor Torres, el expresidente canario, es uno de los damnificados de la ola contra Sánchez del 2-8M que han sido repescados. Con Torres, queda la duda de si viene a Madrid porque no repetirá como candidato para dejar vía libre a Carolina Darias o lo contrario. Para mantener una relevancia pública que le permita ser de nuevo cabeza de cartel.

La clave de partido también se atisba en la promoción de Alegría, si finalmente Ferraz se decantará o no por presentarla como alternativa a Javier Lambán en Aragón, y en la continuidad de Diana Morant como ministra de Ciencia (y ahora también de Universidades), en quien la dirección podría pensar para la Comunidad Valenciana. En ambos casos, es importante reseñar que no sirve solo con el dedazo nacional, sino que debe existir una base territorial dispuesta a brindarle su apoyo.

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Como sucedió con su discurso de investidura, con todos estos detalles el presidente hace evidente su interés por plantear un Gobierno que aparque el tema central de Cataluña para poner el foco en otros asuntos. De ahí que haya hecho un Ministerio de Vivienda o recuperado para el PSOE el de Igualdad. Pero de las elecciones catalanas no se olvida. La prueba es que el PSC recupera Industria de la mano de Hereu, el exalcalde de Barcelona. Una figura al que el primer secretario de los socialistas catalanes, Salvador Illa, tuvo que convencer para su regreso a la política y con el que busca reconectar con el empresariado y atraer el voto de autónomos y comerciantes, de cara a las próximas elecciones a la Generalitat.

El Gobierno lo completan nombres que se han guardado con absoluto sigilo como Ana Redondo, nueva ministra de Igualdad y que era número dos de Puente en Valladolid. Sin una militancia feminista obvia, quienes la conocen sostienen que es "rigurosa" y "empática". Es posible que sea una propuesta de Óscar López, el consolidadísimo jefe de gabinete de Sánchez, o del propio exalcalde vallisoletano.

O la titular de Seguridad Social, Elma Saiz, que cuenta con el aval de la presidenta navarra, María Chivite, y del secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Las dos, Hereu, Puente y Torres suponen un cambio en la fisonomía del Ejecutivo junto a toda la parte de Sumar. Yolanda Díaz, que se prepara para dotar de estructura a su plataforma electoral, ha hecho su propio equipo sin contar con Podemos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Álex Zea) Opinión

Vivienda e Igualdad, para huir de las polémicas

Permanece como vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo junto a Mónica García (Más Madrid) en Sanidad; Ernest Urtasun (Sumar) en Cultura; Sira Rego (IU) en Juventud e Infancia, y Pablo Bustinduy en Derechos Sociales. El ministerio de Rego también es nuevo, no existía esta legislatura. Sánchez, en esta ocasión, ha concedido a sus socios áreas de más enjundia, pero a cambio ha evitado las más polémicas, como Vivienda e Igualdad.

Sin cambios y en los mismos puestos siguen Margarita Robles, en Defensa; Fernando Grande-Marlaska, en Interior; José Manuel Albares, en Exteriores, y Luis Planas, en Agricultura. Sobre la continuidad de los cuatro había dudas en el Gobierno y en el partido. Robles y Planas, por si Sánchez buscaba nuevos enfoques en sus ministerios. En el caso de Defensa, por un perfil más internacional; en Agricultura, por uno más verde. Con ambos, ha sido conservador. No ha querido arriesgar, lo que demuestra que está satisfecho con su trabajo. Y lo mismo sucede con Marlaska y Albares.

Al titular de Interior, pese a estar en el ojo del huracán en sucesivas crisis, le ha ayudado que es una persona del entorno del presidente, con quien tiene una relación de amistad, y, según fuentes socialistas, su labor en las protestas contra la ley de amnistía. A Albares, que en las embajadas europeas pensaban que había cumplido una etapa, le ha premiado la resolución de los frentes abiertos, incluido el de Argelia, con la vuelta del embajador.

Pedro Sánchez no se lleva a engaño. Si en algo coincide el análisis sobre su próximo mandato es que tiene por delante unos años complicados, por la precariedad de una mayoría parlamentaria en la que cohabitan Junts y ERC. La legislatura, como él mismo reconoce, es de "alto perfil político" y había que adaptar el equipo con "personas capaces de gestionar, pero también de llegar a acuerdos y de explicarlos públicamente". Un Gobierno para tiempos difíciles, combativo, en el que el presidente ha sido para los suyos más previsible que nunca. Pegado al partido y sin excentricidades.

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