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El PP enmienda su discurso económico contra Sánchez al asumir que no habrá recesión
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NUEVA ESTRATEGIA

El PP enmienda su discurso económico contra Sánchez al asumir que no habrá recesión

Génova prescinde de la economía como principal baza electoral y asume que Feijóo no tendrá un camino triunfal a la Moncloa a lomos de ninguna recesión. Los populares ahondan en la ideología para ampliar el trasvase de votos de PSOE y Vox

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante una visita a Sevilla. (EFE/Raúl Caro)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante una visita a Sevilla. (EFE/Raúl Caro)
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El PP asume que no va a tener un camino triunfal a la Moncloa gracias a una debacle económica derivada de las políticas erráticas del actual inquilino en el Gobierno. Esa fue la premisa que se marcó a fuego Alberto Núñez Feijóo cuando se hizo con las riendas del partido, hace hoy poco más de un año, pero Génova enmienda ahora su propia baza electoral. Las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, aunque importantes, no han enseñado aún la cara casi apocalíptica que pronosticaban los populares hace meses. "Ni estamos en crisis, ni vamos hacia una crisis", reconocen en la planta noble del partido, un discurso que choca con los augurios iniciales que hacía la misma dirección. "Nos dirigimos hacia una profundísima crisis económica (...). La situación es muy compleja, y ya no estamos hablando de síntomas, sino de hechos claros", retrató Feijóo el pasado mes de julio, cuando el PP comenzó a agitar el fantasma de una feroz recesión económica como vía de desgaste a Sánchez.

Casi 10 meses después, apenas queda rastro de esa estrategia. Génova ya no trabaja con la idea de que las previsiones económicas empeorarán en los próximos meses, ni que explotarán en la recta final de la legislatura. El discurso de que España está condenada a una "grave crisis" ya no cuaja, y los populares atisban que tampoco sirve para alimentar en exceso la bolsa de potenciales nuevos votantes del Partido Popular. Por ejemplo, en el primer partido de la oposición reconocen, tanto en público como en privado, los buenos datos de empleo —las cifras de marzo han consolidado las buenas perspectivas sobre la marcha de la economía—, y buscan poner el foco en problemas estructurales concretos.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/J. J. Guillén)

En el caso del paro, Feijóo y sus principales portavoces llevan semanas centrando sus dardos al Ejecutivo en los efectos nocivos derivados de la reforma laboral que se aprobó en febrero de 2022 gracias al error del exdiputado del PP Alberto Casero, sembrando dudas en este caso sobre las estadísticas oficiales de desempleo por la "doble contabilidad" o "el maquillaje" del que acusan al Gobierno por la incorporación de la figura de los fijos discontinuos. El líder popular quiso apoyarse en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) para denunciar que entre la cifra real de desempleados y la que exhibe el Ejecutivo puede haber "entre medio y un millón de personas paradas más", si bien el citado organismo desmintió el pasado 1 de abril en un comunicado que hubiese "cuestionado las estadísticas de empleo", como desliza el líder popular.

Esta cuestión genera también fisuras discursivas en las filas del PP, ya que mientras Feijóo critica el "excesivo triunfalismo" del Gobierno con las últimas cifras, sus barones autonómicos alardean de la misma estadística por el descenso del paro que se ha registrado en sus respectivos territorios. "Avanzamos en todos los sectores y en todas las provincias. Somos la tercera comunidad con menor tasa de desempleo", reiteraba, por ejemplo, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. "Los datos de paro son positivos y un aliciente para seguir avanzando. Son los mejores de un mes de marzo en 20 años", resaltaba por su parte el andaluz Juanma Moreno.

Hace tiempo que los populares evitan utilizar advertencias relativas a una hipotética crisis económica, en paralelo a la optimista evolución de los principales marcadores económicos. Pero siguen obcecados en tratar de pinchar el globo de optimismo del Gobierno, poniendo negro sobre blanco que "España no ha recuperado las cifras previas a la pandemia"; los efectos de la inflación —la subyacente se enquista en el 7,5%—; el encarecimiento de las hipotecas o de la factura energética, o el "abandono" al que, a juicio de los populares, están sometidas las clases medias por parte de un Gobierno al que achacan un "afán recaudatorio" para "cambiar cheques por votos" en las próximas elecciones generales.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Miguel Osés)

El último caballo de batalla ha sido el de la reforma de las pensiones de Escrivá, que los populares se comprometen a derogar si Feijóo logra llegar a la Moncloa. No obstante, el primer partido de la oposición no detallará cuál es su propuesta alternativa antes de finalizar su camino en la oposición, consciente de que cualquier análisis que conlleve "ajustes" puede provocar una fuga masiva de voto. El PP tampoco derogará la reforma laboral a la que achaca el descontrol de las cifras oficiales de parados en España, si bien se compromete a reformar los aspectos que considera más lesivos de la misma. Importante recordar en este punto que la propuesta impulsada por Yolanda Díaz contó con el visto bueno de la CEOE, y Feijóo convirtió en una prioridad recomponer los puentes con la patronal a su llegada a Génova.

Más allá de estas cuestiones, lo cierto es que el PP ha asumido que la economía ya no será la única cuna en la que llegue mecido a la Moncloa. Feijóo, que aterrizó en Génova con la idea de exhibir perfil gestor por encima de otros "debates estériles" para arreglar el supuesto desaguisado económico de Sánchez, se ha visto obligado a despuntar en otras áreas. "En el ámbito social, estamos imponiendo un discurso que está devastando en términos de voto. Cuando ha subido la inflación o el paro, el PP no ha apostado por la economía. Esa ya no es la única baza, en lo social les hacemos más daño [al Gobierno]", analizan en el entorno del líder nacional. El mismo Feijóo, que en su día ordenó a su grupo parlamentario fiscalizar al Gobierno solo por la economía, hoy pide ampliar el abanico y abordar la batalla ideológica que en su día minusvaloró.

Foto: Feijóo, rodeado de mujeres este viernes en un acto en Teruel. (EFE/Antonio García)

Génova comenzó a aparcar el discurso económico el pasado mes de diciembre, cuando la reforma del Código Penal para eliminar el delito de sedición y modificar el de malversación se llevó todas las portadas. Entonces, la dirección aseveró que recuperaría la batalla económica tras la Navidad, aprovechando el impacto que a su juicio tendría la "cuesta de enero" en los hogares. Pero no fue así. Sus cálculos demoscópicos avalaban que desviar el foco de su tema fetiche no les había perjudicado, sino más bien todo lo contrario. A día de hoy, los populares apuntan a que el trasvase de votantes socialistas se sitúa por encima del 11%, mientras que los de Vox crecen hasta el 21%. En la cúpula nacional, ven dos motivos: el hecho de que Feijóo haya entrado en la arena ideológica en su estrategia de oposición al Ejecutivo y la inercia del voto útil hacia la opción mayoritaria. "Durante un tiempo, una parte del electorado entendía que merecía la pena una alternativa de guerrilla. El voto de Vox es el voto de la frustración, pero ahora existe una opción competitiva, un candidato con experiencia en gestión pública", presumen en Génova.

El feminismo, la ley trans, el aborto, la ley del solo sí es sí o la gestación subrogada son algunos de los charcos en los que se ha metido últimamente Alberto Núñez Feijóo. Algunas de estas cuestiones entrarían dentro de los "debates estériles" que el líder popular pidió aparcar durante el congreso del PP de Madrid, frente a una Ayuso que defendía, por contra, no desatender el carril de la batalla cultural. "Hemos combatido a la izquierda cuerpo a cuerpo y en su terreno", inciden los populares, convencidos de poder ocupar el carril que, a su juicio, deja huérfano el PSOE por ceder ante Podemos en el terreno ideológico, capitalizando el descontento del colectivo feminista contrario a la ley trans y al "borrado de mujeres" o del sector poblacional que repudia la legislación que ha provocado un goteo incesante de rebajas de condenas a agresores sexuales.

El PP asume que no va a tener un camino triunfal a la Moncloa gracias a una debacle económica derivada de las políticas erráticas del actual inquilino en el Gobierno. Esa fue la premisa que se marcó a fuego Alberto Núñez Feijóo cuando se hizo con las riendas del partido, hace hoy poco más de un año, pero Génova enmienda ahora su propia baza electoral. Las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, aunque importantes, no han enseñado aún la cara casi apocalíptica que pronosticaban los populares hace meses. "Ni estamos en crisis, ni vamos hacia una crisis", reconocen en la planta noble del partido, un discurso que choca con los augurios iniciales que hacía la misma dirección. "Nos dirigimos hacia una profundísima crisis económica (...). La situación es muy compleja, y ya no estamos hablando de síntomas, sino de hechos claros", retrató Feijóo el pasado mes de julio, cuando el PP comenzó a agitar el fantasma de una feroz recesión económica como vía de desgaste a Sánchez.

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