Los CDR querían provocar una intervención militar: "Sería una victoria el Ejército aquí..."
Los detenidos en la operación Judas querían sacar a las calles a miles de independentistas para obligar a intervenir a las Fuerzas Armadas y provocar "otro 1 de octubre"
Las conversaciones interceptadas por la Guardia Civil en la llamada operación Judas revelan que los nueve miembros de los CDR detenidos participaron activamente en el diseño de la respuesta independentista a la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del 'procés'. Los arrestados y varios colaboradores se coordinaron con asociaciones y colectivos soberanistas de todo el territorio catalán para decidir qué acciones se llevarían a cabo y qué necesitaban para ejecutarlas con éxito. El objetivo de su estrategia era llevar de nuevo al Estado al límite hasta provocar la intervención del Ejército en Cataluña.
Una de las conversaciones clave para la investigación se produjo la tarde del pasado 19 de septiembre —cuatro días antes de las detenciones— en el interior de un coche, según recoge el sumario del caso, al que ha tenido acceso El Confidencial. Los protagonistas del audio son uno de los acusados, Eduard Garzón, enviado a prisión provisional con cargos de terrorismo, y otro militante de los CDR que responde al nombre de Erik y no está implicado en el procedimiento por ahora. Ninguno de los dos sabía que estaban siendo escuchados en tiempo real por los agentes del Servicio de Información de la Guardia Civil.
De la conversación se desprende que Eduard, uno de los más activos del grupo y con contactos al más alto nivel, había recibido información de otros dirigentes de los CDR y conocía los planes de Tsunami Democràtic, que ya en ese momento se había convertido en la apuesta de todos los partidos secesionistas para responder de forma unitaria a la sentencia. En una fase del diálogo, Eduard aseguró que “seis 'terris' [territoriales]” de los CDR ya habían votado a favor de bloquear el aeropuerto, como finalmente ocurrió el 14 de octubre.
Para alcanzar esa meta, el investigado consideró que era necesario coordinarse con los de Pícnic por la República —un colectivo que se ha especializado en ocupar espacios públicos con la coartada festiva de celebrar un almuerzo— para que las acciones se produjeran de forma “escalonada, no en las mismas fechas”. Otros grupos también debían estar al tanto para que no se solaparan las acciones de protesta, señaló Eduard.
El otro interlocutor, Erik, señaló que, en efecto, si se programaban muchas movilizaciones, no habría gente suficiente para todas, sobre todo, para bloquear el aeropuerto. “Esto hay que programarlo con mucha gente, y además con turnos, que vayan y vengan”, captó el micrófono de la Guardia Civil. Eduard asintió, pero fue más concreto. “(…) Que siempre haya 10.000 personas (…) porque, además, lo que se pretende si esto va escalonado, es que si hay 10.000 personas, ya no solo por impedir a los Mossos sino para que se vea algo que... Ni inicio, o sea, ni la intención de desalojar, porque ya ha habido muchas cosas, esto va escalonado, ¿sabes? Y esto, que la única forma de desalojarnos es que venga el Ejercito, ¿sabes?”, aseguró el detenido.
Erik le dio la razón. “Los Mossos no actúan, con 10.000 personas ya ni actúan”, afirmó. Pero el objetivo no era impedir que los Mossos pudieran desalojar el aeropuerto. Ni siquiera las Fuerzas de Seguridad del Estado. “Con 10.000 personas, tienen que llamar al Ejército”, insistió Erik. “Sería lo mejor”, consideró. A Eduard le pareció el mejor escenario: “Sería una victoria el Ejército aquí...”. “Sería lo mejor”, repitió su compañero. “Y que nos desaloje el Ejército”, añadió Eduard, antes de opinar que eso “sería como otro 1 de octubre”, una fecha que ya tiene carácter totémico en el imaginario separatista por el nerviosismo que provocó en Madrid.
La Guardia Civil detuvo a nueve de estos CDR pero, tres semanas después, se produjo finalmente el asalto al aeropuerto de El Prat, aunque la acción fue promovida por Tsunami Democràtic, una plataforma que también está siendo investigada en la Audiencia Nacional, aunque, según fuentes próximas al caso, no guardaría relación con los arrestados de la operación Judas. No fue necesario que interviniera el Ejército para liberar el aeródromo, pero sí hubo cargas de los Mossos d’Esquadra y de la Policía Nacional, y el independentismo utilizó las imágenes de los antidisturbios para retroalimentar su discurso sobre el supuesto carácter violento y represivo del Estado.
Las relaciones de los CDR con otros organismos de la galaxia independentista no siempre fueron cordiales. En otro momento de la misma conversación, Erik contó que la ANC no era de “fiar”. Precisó que había estado en reuniones con la actual presidenta de la Asamblea, Elisenda Paluzie, para coordinar acciones y protestas. “Paluzie ha estado sentada en una puta reunión y nos ha dicho sí, sí, sí, y luego nos la han dado por detrás”, porque, según Erik, la ANC siempre quería figurar como responsable de todas las movilizaciones.
En todo caso, la anécdota ilustra el altísimo nivel de interlocución que tenían los arrestados en el mundo soberanista y probaría que hubo contactos entre la ANC y la presunta organización terrorista desarticulada por la Guardia Civil. La propia Paluzie aseguró hace tres semanas que los disturbios de Barcelona eran útiles porque hacían “visible el conflicto catalán”.
El sumario contiene decenas de conversaciones igual de valiosas para desentrañar el funcionamiento de un complejo sistema de redes de cooperación clandestinas que están basadas en la confianza personal pero, al mismo tiempo, son capaces de sacar a miles de personas a la calle, cortar carreteras y colapsar un aeropuerto en tan solo unos pocos minutos. Los audios demuestran que la Guardia Civil llegó hasta la cocina del reverso más oscuro del independentismo. Además de decenas de kilos de sustancias para fabricar explosivos, los agentes hallaron en los registros dos pistolas.
Las conversaciones interceptadas por la Guardia Civil en la llamada operación Judas revelan que los nueve miembros de los CDR detenidos participaron activamente en el diseño de la respuesta independentista a la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del 'procés'. Los arrestados y varios colaboradores se coordinaron con asociaciones y colectivos soberanistas de todo el territorio catalán para decidir qué acciones se llevarían a cabo y qué necesitaban para ejecutarlas con éxito. El objetivo de su estrategia era llevar de nuevo al Estado al límite hasta provocar la intervención del Ejército en Cataluña.
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