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Sánchez arranca la campaña con ataques a Podemos y a la caza del voto de Ciudadanos
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CULPA A DERECHA E IZQUIERDA DEL FRACASO

Sánchez arranca la campaña con ataques a Podemos y a la caza del voto de Ciudadanos

El presidente traza las líneas básicas de su discurso hacia el 10-N: acusación a Iglesias por frustrar "por cuarta vez" un Gobierno progresista y búsqueda de los electores decepcionados con Rivera

Foto: El presidente en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, este 17 de septiembre durante su rueda de prensa en la Moncloa. (Reuters)
El presidente en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, este 17 de septiembre durante su rueda de prensa en la Moncloa. (Reuters)

Eran las nueve de la noche clavadas en el reloj. Pedro Sánchez se adentraba en la sala de ruedas de prensa de la Moncloa. Paso firme.

Dentro campaña.

—Les pediremos a los españoles que lo digan aún más claro el próximo 10 de noviembre, para que se respete el resultado electoral y todos los partidos lo atiendan.

El presidente del Gobierno en funciones daba por cerrado el agónico proceso de investidura que se abrió tras las generales del 28 de abril, las mismas que él ganó de manera amplia, en las que creció de 84 a 123 escaños, pero en las que se quedó lejos de la absoluta y las que, casi cinco meses después, no han servido para sacar a España del bloqueo. Tras la decisión del Rey de no postular a ningún candidato para la investidura, empezaba ya la siguiente competición, la del 10-N. Muy incierta, complicada para Sánchez y para un partido, el PSOE, cuyos cimientos tiemblan por la inquietud ante el cansancio y una presumible apatía del electorado progresista y por la proyección de un hemiciclo que, sustancialmente, no mude demasiado y no arroje un resultado contundente. Quizá la única certidumbre es que no habrá terceros comicios, como no los hubo en 2016.

El jefe del Ejecutivo no perdió un solo segundo en su breve comparecencia, 20 minutos, en la Moncloa. Repartió culpas a izquierda y derecha por el fracaso de su investidura —"Ha sido imposible cumplir con el mandato electoral de los españoles el pasado 28 de abril. Lo he intentado por todos los medios, pero nos lo han hecho imposible"—, dio por cerrada toda opción de acuerdo 'in extremis', sentó las bases de su discurso de campaña y fijó sus objetivos y su reclamo a los votantes: que le concedan una "mayoría parlamentaria" más amplia y sólida "para que no haya más bloqueos", para que sea posible, esta vez sí, forjar un Gobierno "estable", "fuerte", "coherente", que abra paso a una legislatura duradera y entierre la inestabilidad que ha atizado España en menos de un lustro. Y es que las del 10-N serán las cuartas elecciones en cuatro años, las segundas que se activan automáticamente para intentar constituir, al segundo intento, un Ejecutivo. El nuevo ensayo para salir de la espiral de parálisis inaugurada en 2015.

Sánchez quiere fidelizar a los votantes progresistas y atraer a los de centro, porque Rivera ha puesto "cordón sanitario" al PSOE y se "abraza" a Vox


Sánchez condensó en su intervención inicial [aquí en PDF] y en las respuestas a los cuatro turnos de preguntas de los periodistas posteriores su mensaje en este pistoletazo de salida del 10-N. No hizo concesiones a la autocrítica, pese a meses sin negociación real, a juicio de la oposición. Se mostró durísimo con Unidas Podemos, a quien recriminó incansablemente que por "cuarta vez" —en dos ocasiones en 2016 y en otras dos en 2019, en julio y ahora— impida que acceda a la Moncloa un presidente socialista. Pero se exhibió implacable también con las derechas, por no facilitar un Ejecutivo que no dependa de los secesionistas para así poder zaherirle luego por echarse en brazos de ellos. El presidente-candidato busca fidelizar a los votantes progresistas, erigiéndose como la única opción viable, pero también se lanza a por los españoles que se ubican en el centro del tablero, aquellos que confiaron en Ciudadanos y que ven cómo la formación de Albert Rivera ya no tiene "nada que ver con el centro, ni con los liberales de Europa y prefiere poner un cordón sanitario a la socialdemocracia y abrazar, como ha sucedido en distintos gobiernos autonómicos, a la ultraderecha española", a Vox.

Foto: El rey Felipe VI recibe en audiencia a Pedro Sánchez, este 17 de septiembre en la Zarzuela. (EFE)

La guerra de la izquierda

Ataques a Pablo Iglesias y búsqueda de los votantes desencantados con Rivera. Afianzar la izquierda y ocupar el centro. Esa es la estrategia de Sánchez para crecer el 10-N y pasar de los 123 diputados a los 140 asientos, quizá 150, según sueñan algunos en la cúpula. Un diseño de campaña que forzosamente será distinto al del 28-A, en la que apeló al miedo a las tres derechas. Ahora el 'claim' será la "estabilidad" —una idea fuerza que, reconocen algunos en Ferraz, puede ser poco atractiva y emocional para los electores progresistas— y las acometidas contra Unidas Podemos, formación con la que apenas se rozó en las anteriores generales. Del guante blanco que se dispensaron Sánchez e Iglesias en el 28-A se pasará a un cuerpo a cuerpo a cara de perro. De los juegos florales a la guerra cainita de la izquierda, a sumar a la batalla aún pendiente de rematar por la derecha, entre PP, Cs y Vox.

El líder ha seguido una estrategia con paso firme: ni coalición tras la investidura fallida, ni golpes de efecto ni contraofertas de última hora

Los anclajes de la campaña ya estaban definidos hace días. Semanas. Un espejo de la que guio a Mariano Rajoy en 2016 y que le funcionó al PP. Porque este final, la repetición electoral, no podía sorpresa para nadie, por muchas especulaciones que corrieran. Sánchez había definido con su núcleo de confianza —la vicepresidenta, Carmen Calvo; la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra; la ministra de Hacienda, María Jesús Montero; el secretario de Organización y titular de Fomento, José Luis Ábalos, y por supuesto el director de Gabinete del presidente, Iván Redondo— una calculada y arriesgada estrategia. Tras la investidura fallida de julio, en la que Unidas Podemos rechazó la oferta de coalición del PSOE (vicepresidencia social y tres ministerios), el líder del Ejecutivo tenía muy claro hasta dónde quería llegar. No a una coalición con los morados. Ni blanda ni dura, ni directa ni en diferido, ni en "prácticas". Nada.

Sánchez culpa a PP, Cs y Unidas Podemos de bloquear la formación de gobierno

En el entorno de Sánchez recordaban este martes que la advertencia a los de Iglesias ya estaba presente en aquel momento. Porque el presidente no estaba convencido de armar un Ejecutivo compartido con los morados —él mismo reconocía ayer que llegó más lejos de lo que tenía "previsto"—, y la bofetada de julio le sirvió para reforzarse en sus argumentos y convencer a los que eran más proclives a alinearse con el jefe. No habría septiembre.

Sánchez dice que fue "imposible" cumplir el mandato electoral

Así fue. No hubo coalición. Y tampoco golpe de efecto de última hora, como habían advertido en las últimas semanas desde Ferraz y la Moncloa y había publicado este diario. El PSOE se precia de ser un partido "predecible". La última oferta era la presentada con boato por Sánchez el 3 de septiembre —acuerdo programático, triple garantía de cumplimiento del pacto y cargos en instituciones para Podemos— y no habría más. Los socialistas no se movieron tampoco tras el inesperado volantazo de Rivera, que se abrió en plena ronda del Rey a una abstención coordinada con el PP —iniciativa a la que no se sumó Pablo Casado—, siempre que se cumplieran tres condiciones. Requisitos que el PSOE consideraba ya "cumplidos". Sánchez, en pos del manido relato (esa llave presuntamente mágica que todos los partidos han perseguido para ir mejor pertrechados el 10-N), se dispuso a una ronda telefónica con UP, PP y Cs. Sin resultados. Lo esperado. Felipe VI cortó de cuajo con un serial que se iba haciendo indigesto mediante un comunicado [aquí en PDF] en el que decía que no había candidato con apoyos suficientes para ser elegido presidente.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante la rueda de prensa tras verse con el Rey. (EFE)

Unidad interna

El giro de Rivera alivió las costuras del PSOE. Distintos dirigentes lo calificaban de pura "maniobra electoral" sin más hondura, de un movimiento a la desesperada para intentar no desangrarse el 10-N, dadas las malas perspectivas de las encuestas. "Podría haber durado más la cosa para que hubiera sido más creíble: la propuesta les ha durado un día", ironizaba un ministro en el Congreso. Y barones no alineados con Ferraz, como los presidentes de Aragón y Castilla-La Mancha, Javier Lambán y Emiliano García-Page, desecharon la oferta "sobre la bocina" de Cs y prestaron su "apoyo" a Sánchez. Prueba de que la maquinaria del PSOE volverá a engrasarse para arropar al líder, pese a que la preocupación por la suerte que deparen las urnas y la presumible desmovilización de la izquierda esté muy extendida entre barones y cuadros medios.

Acusa a Iglesias de querer un Gobierno "dividido", condenado al "fracaso" y advierte de que España necesita un Ejecutivo "progresista" y "moderado"

El presidente tocó los primeros compases de la campaña del 10-N durante su comparecencia en la Moncloa. Repitió sin cesar que Unidas Podemos ha impedido "cuatro veces" la investidura de un presidente socialista. Machacaba ese dato consciente de que la investidura fallida de 2016 pesó sobre los morados como una losa hasta que se libraron de ella con la moción de censura de 2018 que desalojó a Rajoy del poder. Insistió en que Iglesias buscaba un Gobierno "compartimentado", "dividido", "minado por la desconfianza", un "cogobierno", "dos gobiernos en uno". Una coalición condenada, dijo, "al fracaso". Y se detuvo en que fue el líder de UP quien rechazó la propuesta de Ejecutivo bipartito en julio. "Todas" las fórmulas de entendimiento planteadas a Iglesias fueron desechadas por él, se quejó. Argumentos que inundarán las próximas semanas y que engrosarán el rosario de ataques en los debates (o debate) electorales.

Los ciudadanos no confían en que la nueva convocatoria electoral sea una solución

El PSOE pretende comerse parte de la tarta de UP. Y también apuntillar a Rivera. De ahí que recordara que Cs ya no es aquella formación "que se dice de centro liberal", porque a la hora de la verdad se "abraza" a Vox. A la ultraderecha. Meta: atraer a los descontentos con Rivera. Sánchez subrayó que todo su afán ha sido conformar un Gobierno, sí, pero "no cualquier Gobierno", sino el que él cree que necesita España ante los "desafíos" que tiene por delante, como la sentencia del 'procés', la desaceleración económica o un Brexit duro. "Un Gobierno moderado, sin frentismos, desde el acuerdo, que gobierne desde valores progresistas, pero que lo haga para la mayoría social de nuestro país, con vocación de transformación y también de acuerdo en las grandes reformas que necesita España". Porque los españoles, el 28-A, "eligieron avanzar" y no retroceder al pasado. Pero "avanzar sin aventuras, avanzar con seguridad, con moderación". "Votaron a un Gobierno progresista, cuya estabilidad dependiera de fuerzas no independentistas". De nuevo, la búsqueda del centro sin soltar la izquierda. De eso irá la campaña socialista, cuyo andamiaje empezará a construirse en la reunión de la ejecutiva federal ya convocada para este jueves.

Meritxell Batet anuncia nuevas elecciones

Minar a los nuevos partidos

Irá de eso, y del llamamiento desde ya al voto útil. El PSOE pedirá a los españoles que sean "mucho más claros" que el 28-A y el 26-M, que le concedan una mayoría incontestable y los partidos "atiendan" y "asuman" ese resultado, que fue a juicio de Sánchez lo que no hicieron tras las primeras generales. El objetivo es diáfano: minar las fuerzas de Podemos y Ciudadanos. En Ferraz no se prevé que la derecha pueda sumar, aunque sí se admite que el PP recuperará escaños. Dicho de otro modo, se espera que el 10-N refuerce al bipartidismo tras cuatro años con un hemiciclo más plural pero más difícil de gobernar. Y se confía en que se apuntale al PSOE, porque los españoles, en palabras de Calvo en 'Hora 25', "votan para que haya Gobierno y esperan que lo haya".

En campaña el PSOE hará hincapié en que hace falta "estabilidad" tras cuatro años de zozobra y pedirá a los españoles que hablen "más claro" aún

Apenas segundos antes de que Sánchez, a las nueve de la noche —la hora de los informativos de televisión—, enfilase hacia el atril de la Moncloa, había ocupado su sitio, en primera fila, Iván Redondo. Su director de Gabinete. El hombre a quien muchos miran. El 'spin doctor', el gurú del presidente. Una sonrisa de contenida satisfacción se podía atisbar en su rostro. Muchos habrían afirmado que ese era su plan desde el inicio, buscar una repetición electoral para fortalecer a su jefe. Él lo niega pero, en cualquier caso, en la cocina de la estrategia no ha estado nunca solo. La vicepresidenta, Lastra, Ábalos y un puñado corto de dirigentes ha apoyado al líder en sus decisiones.

Sánchez pide a los españoles una mayoría amplia para que no haya más bloqueos

Porque fue él, Sánchez, quien definió el campo de actuación. Y el que optó por un camino, acertado o no, que le llevó al 10-N. Como les ocurrió a los demás líderes. Los españoles decidirán de nuevo en las urnas quién tuvo la culpa de llevarles a ellas y quién quieren que les gobierne. Pero quizá el resultado no sea "más claro", como aspira el PSOE. La respuesta llegará en 53 días.

Viaje a Nueva York desde el domingo

El presidente del Gobierno en funciones hará un paréntesis en el arranque de la precampaña a partir del domingo. Entonces viajará a Nueva York, para acudir a la Cumbre del Clima primero y luego a la apertura del periodo de sesiones en la Asamblea General de Naciones Unidas

El Ejecutivo había programado este viaje hace tiempo, con la previsión de tener que suspenderlo, o parcial o totalmente en caso de que hubiera una investidura 'in extremis'. Pero no la ha habido ni la habrá, así que Pedro Sánchez volará hasta Estados Unidos. El líder socialista considera que su Gobierno ha resituado a España en el mapa internacional y no quiere renunciar a su presencia en foros internacionales.

El presidente no ha protagonizado viajes en estos meses en funciones de calado político, a diferencia del tiempo en el que estuvo con plenitud de poderes. Se ha limitado a ir a cumbres internacionales en las que la presencia de España es obligada o en foros a los que ha sido invitada. "Hemos recuperado el protagonismo internacional, hemos constatado que se pueden defender los intereses de España sin aislarse. Es más, los interese de España se defienden mejor con la máxima presencia en espacios de poder e instituciones internacionales y europeas", dijo este martes en la Moncloa.

Eran las nueve de la noche clavadas en el reloj. Pedro Sánchez se adentraba en la sala de ruedas de prensa de la Moncloa. Paso firme.

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