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Martín-Aceña: "El Ibex no manda nada. No creo que dicte la política de Rajoy o Sánchez"
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ENTREVISTA CON EL HISTORIADOR ECONÓMICO

Martín-Aceña: "El Ibex no manda nada. No creo que dicte la política de Rajoy o Sánchez"

¿Somos ricos o somos pobres? ¿Quién manda en la política económica: el Ibex o el Gobierno? El historiador Martín-Aceña responde en este entrevista a algunas de las claves que han movido este país en los últimos años

Foto: Pablo Martín-Aceña posa para El Confidencial en la Residencia de Estudiantes de Madrid. (A. B.)
Pablo Martín-Aceña posa para El Confidencial en la Residencia de Estudiantes de Madrid. (A. B.)
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No puede haber mejor sitio que la Residencia de Estudiantes para hacer una entrevista a Pablo Martín-Aceña (Madrid,1950). Y lo es porque pocos historiadores como él conocen los entresijos de una institución que no solo fue un símbolo de resistencia del conocimiento frente a la barbarie, sino que, además, sigue hoy, bajo la impertérrita mirada del busto de Alberto Jiménez Fraud, su alma mater, inspirando a generaciones de investigadores a la sombra de la colina de los chopos. Martín-Aceña, al que la edad lo ha sacado de la Universidad después de años como decano de las Facultad de Económicas de la Universidad de Alcalá de Henares, lo sabe todo sobre la historia del Banco de España, el sector público, los dineros que movió la guerra civil o el desarrollo económico de un país acostumbrado históricamente al sobresalto. También en la economía. Y por eso su mirada se muestra comprensible con el nivel de progreso alcanzado en las últimas décadas. Cualquier tiempo pasado no fue mejor para el historiador económico. Al contrario, fue bastante peor.

PREGUNTA. Uno de los debates más recurrentes en los últimos tiempos, se puede decir que desde la crisis de 2008, es que esta generación de jóvenes vivirá peor que sus padres. ¿Desde la historia económica, es creíble esta afirmación?

RESPUESTA. Bueno, es una pregunta complicada porque no ha pasado suficiente tiempo para evaluar y juzgar si al final vivirán peor que sus padres. Lo que sí es cierto es que han tenido mala suerte. Primero la crisis, después la pandemia, también la globalización, los cambios tecnológicos… Todo eso les ha afectado mucho y hay muchos empleos que en el mundo más desarrollado van a ser sustituidos o bien por máquinas o bien por trabajadores de otras partes con salarios más baratos. Y lo que le digo es que sí, es posible que aquellos que no tengan la formación y la flexibilidad suficiente, por ejemplo, para moverse geográficamente de un lado a otro o para aceptar nuevas condiciones, es posible que vivan peor que sus padres. Esos sí que van a sufrir. Hay un tema clave, y es la vivienda. A nosotros, los de mi generación, nos fue relativamente fácil, aunque con sacrificios, adquirir una vivienda y ahora, sin embargo, va a ser mucho más complicado. Y a la hora de la jubilación no es lo mismo tener una vivienda en propiedad que tener una alquilada, porque al tener una vivienda en propiedad tienes un ingreso implícito, no monetario, pero implícito: no tienes que pagar alquiler.

R. ¿Usted recuerda un periodo histórico en el que se hayan sucedido tantas crisis? Crisis de las punto com en los primeros años 2000, la financiera de 2008, la doble recesión en la economía española, algo nunca visto, la alta inflación desconocida en 40 años… Parece que vivimos permanentemente en crisis.

P. En el pasado siempre hubo crisis, pero es verdad que con menos frecuencia. ¿Qué es lo que pasa ahora? Pues que se transmite rapidísimamente de un lugar a otro. Antes ocurría una crisis en el sudeste asiático o en EEUU y los mecanismos de transmisión eran mucho más lentos. Pero ahora hay una crisis en esos mismos países o en Latinoamérica y llegan a toda velocidad porque el mundo está mucho más conectado. También están mucho más conectadas las causas de las crisis. Aunque una crisis de tipos de cambio o de deuda soberana son distintas en su origen, inmediatamente se conectan entre sí. Como decía Schumpeter, cada innovación tecnológica trae consigo la destrucción de algo y la creación de algo nuevo. Y como el ritmo de cambio tecnológico se ha acelerado, también lo ha hecho el ritmo de transmisión. Lo que sucedía antes era que entre una invención, como la máquina de vapor, las baterías o los motores de combustión interna pasaban 20 o 30 años hasta que comenzaba la innovación. Le voy a poner un ejemplo histórico que es el descubrimiento del convertidor de Bessemer, que permitía producir acero en primera colada. Antes, en los altos hornos, había que purgar haciendo una primera colada, luego salía hierro colado, luego había que meter otra vez la carga en el horno, hasta que al final se iban depurando los elementos o eliminando el fósforo hasta que salía acero dúctil, maleable, resistente. En 1870 se inventa este nuevo horno, pero se tardan 20 y 30 años en el sector siderúrgico hasta que se generaliza. ¿Ahora, cuánto puede tardar en innovarse una invención patentada?

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Foto: A. B.

P. Fíjese que la revolución electrónica parecía que iba a cambiar nuestra vida en los años 80 y 90 y se ha desvanecido en favor de la digitalización.

R. Claro, la transmisión es mucho más rápida y eso ha contribuido a que las crisis se sucedan con mayor rapidez.

P. Es curioso, sin embargo, que el mundo tiene unos niveles de bienestar desconocidos, obviamente con muchos desequilibrios, como el ensanchamiento de la desigualdad, pero parece que el pesimismo tiene cada vez más prestigio.

R. Creo que lo que dice es verdad. Mire, hace 50 años o incluso menos, el 50% de la población mundial vivía con un dólar o por debajo. Ahora ese 50% vive con 2 dólares o por debajo. Es poquísimo, pero se ha avanzado bastante. La esperanza media de vida ha pasado de los 40, 50 años a los 60 y 70 años, independientemente a veces del nivel de renta per cápita de los países. El porcentaje de población que pasa hambre se ha reducido… El mundo de hoy es mejor que el mundo de ayer, al contrario de lo que decía el libro de Stefan Zweig, que era un mundo para las élites, como decía Keynes cuando escribió ese libro espléndido sobre las consecuencias económicas de la paz tras el acuerdo de Versalles. Pienso que una persona de renta media vive hoy mejor que los reyes medievales. Desde luego que sí. Creo que el pesimismo está sobrevalorado.

"El mundo de hoy es mejor que el mundo de ayer, al contrario de lo que decía el libro de Stefan Zweig, que era un mundo para las élites"

P. Fíjese que se está hablando incluso de estancamiento secular, que es un concepto heredado de los años 30.

R. Sí, se habla de ello, pero es como los que hablan desde la ideología de que hay que decrecer para sostener el planeta y luchar contra el cambio climático. Bueno, dígaselo usted a los indios, a los chinos. O dígaselo a la mayor parte de la población de África. Eso se lo puede decir a los países donde la renta media per cápita es superior a los 20.000 o 25.000 dólares. Crecer no es incompatible con buscar mecanismos para proteger el medio ambiente.

P. ¿España ha dejado ya atrás eso que se llamó durante muchos años el atraso histórico respecto de los países de nuestro entorno?

R. Estamos en el grupo de las economías más desarrolladas, no hay duda, entre 25.000 y 30.000 dólares per cápita. No digo que nademos en abundancia, pero es uno de los países más ricos. Otra cosa es que haya empeorado la desigualdad. Casi diría que a veces nos quejamos de vicio porque no nos comparamos con el mundo que está peor que nosotros. Es cierto también que todavía hay alguna distancia. La convergencia hacia el núcleo más rico no se ha producido. ¿Sabe cuál es la mayor diferencia que yo veo ahora de España con los países de la Unión Europea o, si lo prefiere, del euro? La lacra española es el desempleo, que se sitúa de forma sistemática por encima de la Unión Europea. Y no me pregunte por qué, porque es un enigma. Es evidente que se trata de una combinación de factores, en particular, el peso del pasado, del proteccionismo, del paternalismo franquista, un régimen que a cambio de no dar libertades políticas y de prohibir los partidos, los sindicatos…, protegía a sus ciudadanos. Es decir, usted no puede votar, pero yo le aseguro una protección social.

P. ¿En qué medida ha influido la calidad institucional en el atraso de España?

R. Hay muchos autores que señalan que la clave son las instituciones. Si usted tiene instituciones buenas, no extractivas, entonces la probabilidad de crecimiento y desarrollo es mayor. No siempre está asegurado, pero lo que sí es verdad es que sin instituciones de calidad que funcionen, donde no haya corrupción, es imposible crecer. Durante la democracia han aparecido instituciones comparables a las que había en otras partes del mundo desarrollado. Pese a todos los problemas, las instituciones han mejorado, son más independientes de los poderes políticos.

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Foto: A. B.

P. Pero fíjese que hasta hace no demasiados años se habló de capitalismo de amiguetes. Un capitalismo nutrido de clases extractivas que se aprovecha de un Estado débil y de poca calidad.

R. Es verdad que todavía existe algo de capitalismo de amiguetes, pero ahora hay mayores contrapesos, es más complicado. El Estado está muy profesionalizado y es muy complicado corromper a los grandes cuerpos del Estado, a la Abogacía, del Estado, a la Inspección, a los técnicos comerciales del Estado. Ellos son los baluartes del funcionamiento de la Administración. El Estado español ya no es un Estado débil, es un Estado con sus defectos, pero da igual que cambie el Gobierno, como en Italia.

"Una persona de renta media vive hoy mejor que los reyes medievales. Creo que el pesimismo está sobrevalorado"

P. ¿El Ibex manda hoy mucho, con respecto a otros períodos históricos, o manda muy poco?

R. Yo creo que no manda nada. No creo que la política económica del presidente Rajoy o del presidente Sánchez esté dictada por el Ibex. Eso son elucubraciones de la izquierda radical. Elucubraciones de gente que ve conspiraciones por todas partes propias de marxistas irredentos que piensan que el poder económico es quien domina el poder político, cuando todos los politólogos y sociólogos han demostrado que el margen de maniobra de la política y de los políticos es amplísimo. No creo que nada de lo que haga la ministra de Economía, que es técnico comercial del Estado, o el gobernador del Banco de España esté dictado por el Ibex o por los empresarios…, más quisieran. Otra cosa es que lo intenten, pero más quisieran. Entre otras cosas, porque los poderes están en Bruselas. ¿Qué pueden hacer? A lo sumo, pueden dar algunas subvenciones o conceder desgravaciones, pero solo eso. El capitalismo de amiguetes existe.

P. Pero los caciques son una vieja tradición española.

R. El caciquismo de la Restauración, que sí que existía, fue compatible, sin embargo, con un sistema de partidos y hubo progreso. Entonces sí estaba muy extendido, y ahora, si me apura, existe a nivel local o de las comunidades autónomas más que en el Estado. ¿Pero en el Estado? Me tendrían que dar ejemplos muy claros de que los caciques deciden la política de la ministra de Economía o del ministerio del cambio climático.

P. ¿Sigue siendo la Administración una maquinaria poco engrasada y anquilosada?

R. La maquinaria funciona. Recuerdo a Fuentes Quintana, que fue profesor mío, que cuando fue nombrado vicepresidente con Adolfo Suárez, lo primero que dijo era que quería hablar con los directores o con los subdirectores generales y no con los secretarios de Estado u otros altos cargos. Precisamente, porque ellos eran los que sabían lo que pasaba en el Ministerio. Hay un economista que seguro que conoce que es Carlos Sebastián, que fue discípulo de Luis Ángel Rojo, que ha escrito varios libros diciendo que en España las instituciones dejan mucho que desear. Yo creo que tiene razón, pero discrepo con él en que todas las instituciones sean tan deficientes. El Banco de España es independiente, la CNMV, etc.

"Los jóvenes sin formación y que no tengan la flexibilidad suficiente es posible que vivan peor que sus padres"

P. Pero estará de acuerdo en que ya hay pocos políticos como Fuentes Quintana.

R. Es verdad que la calidad de los políticos se ha reducido. ¿Por qué? Porque antes los políticos que formaban los gobiernos tenían una alternativa. Eran políticos, digamos, vocacionales, y si dejaban la Subsecretaría o la Secretaría de Estado volvían a sus profesiones. No quiero parecer elitista, pero ahí está el drama que viven muchos tras haber perdido las elecciones.

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Foto: A. B.

P. No le llama la atención la escasez de ingenieros, científicos o economistas en el parlamento en favor de los abogados. Algo que, por cierto, ha sido una constante histórica.

R. Es verdad, pero en el parlamento de la Restauración de Cánovas no existía la carrera de Económicas. Había algún científico, algún matemático, como Echegaray, que además era escritor, y fue quien le concedió el monopolio de emisión al Banco de España. Ahora las profesiones están muy dispersas. Hay sociólogos, economistas, de todo. No, no creo yo que sea una de las causas del atraso, y mira que hay causas. ¿Debería haber más gente de ciencias en el Parlamento, más químicos, físicos, biólogos, paleontólogos, geólogos? Es posible que sí.

"Es verdad que todavía existe algo de capitalismo de amiguetes, pero ahora hay mayores contrapesos, es más complicado"

P. Usted ha estudiado con especial interés el sector público y en particular el Banco de España. No le da la sensación de que el Estado, tras las privatizaciones, es hoy muy débil frente a las grandes corporaciones. No solo en España, sino en los países de nuestro entorno. Hay muchas empresas privadas que son más potentes, cuentan con más abogados para litigar, que el propio sector público.

P. Claro, ahora hay grandes multinacionales, sobre todo en el mundo tecnológico, que tienen un enorme tamaño e influencia. Pero una cosa es privatizar empresas y otra distinta es privatizar bienes públicos o semipúblicos, como la sanidad o la educación. Cuando en los 70 comenzó la despatrimonialización del Estado fue porque el sector público, como decía Luis Ángel Rojo, había crecido de forma desmesurada en áreas donde no tenía que haber crecido. Había que redefinir el papel del Estado. ¿Qué es lo que tiene que suministrar a los ciudadanos? ¿Tiene que ser propietario de astilleros o de una compañía como Iberia?

P. Muchas de esas empresas llegaron al Estado porque estaban en ruina. Fue una socialización de pérdidas…

R. Si, claro, muchas estaban en pérdidas. Eso fue lo que se vendió en casi todos los países del mundo, porque era lo que causaba los grandes déficits o el enorme volumen de subvenciones. Lo que tiene que hacer el Estado es suministrar bienes públicos.

Foto: Entrada a la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Brendan McDermid)

P. ¿No se ha ido demasiado lejos en las privatizaciones? Por ejemplo, se echa de menos el papel del Banco Hipotecario. Hasta el Estado tiene que tirar de las big four para distribuir los fondos Next Generation.

R. Es verdad que puede ser un problema. Es cierto en algunas áreas específicas, pero eso lo conozco poco. Hay un déficit de capacitación porque los recursos son limitados. Tenga en cuenta que en España hay dos partidas que no tienen nada que ver con los bienes públicos, que absorben muchísimos recursos. Una de ellas es el desempleo. Y la otra es la derivada de las pensiones en un contexto de envejecimiento. La mayor desigualdad que hay en el mundo y particularmente en España, a mi modo de ver, está entre quienes tienen empleo y los que no lo tienen.

P. ¿Los dos momentos más relevantes en la reciente historia económica de España son el Plan de Estabilización del 59 y la adhesión a la antigua CEE?

R. La Unión Europea es muy importante, estoy de acuerdo. El Plan de Estabilización acaba con dos décadas largas de autarquía y aislamiento internacional. Es una apuesta por el mercado, por la libre concurrencia, aunque luego el proceso se alarga. Ese fue un giro muy importante. El siguiente giro es la adhesión a las comunidades, que significó un cambio de mentalidad política y un cambio de mentalidad en la gente, empresarios o consumidores. Creo que lo del euro también ha sido muy importante para la economía española.

"España vive el mejor momento de su historia económica porque estamos en un área de prosperidad"

P. Fíjese que la clave de bóveda del Plan de Estabilización del 59 fue que España pudo ofrecer mano de obra barata para que se instalaran muchas empresas extranjeras, sobre todo en la industria del automóvil. No sé si ahora España sigue suministrando mano de obra barata, que es nuestra ventaja competitiva.

R. El Plan de Estabilización lo que hizo fue abrir el mercado interior a las empresas, a la inversión extranjera a través de inversión directa o de cartera. Es verdad que el nivel de salarios en España en aquel entonces era muy atractivo, pero no fue el Plan el que abarató la mano de obra. Ya era mano de obra más barata que la que existía en Francia o en Alemania. Claro, las empresas se aprovecharon de ello. Pero ahora los salarios del capital humano son próximos a los que hay en otras partes del mundo. Es verdad que los profesores universitarios cobramos menos que en Francia, y me imagino que también los periodistas.

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Foto: A. B.

P. Efectivamente. Fíjese que muchos trabajadores, principalmente jóvenes, han vuelto a emigrar, que era un proceso de otra época.

R. Sí, claro, la diferencia está en que ahora se va gente muy bien formada: arquitectos, ingenieros… También profesores universitarios o enfermeras. No, no voy a descubrir nada que usted no sepa, pero la realidad es que todavía los niveles de desarrollo tecnológico en España no están al nivel de lo que encontramos en Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos o, incluso, el Reino Unido.

P. ¿Cuál ha sido el mejor momento de la historia económica de España en los últimos 200 años?

R. Creo que el actual porque estamos afortunadamente dentro de un área de prosperidad, con unos niveles de vida que nos permiten decir que la esperanza media de vida en España es de las mayores del mundo. Y con un sistema donde los niños no se mueren y existe una elevada protección estatal y familiar. Yo no me creo las encuestas que miden la felicidad, pero siempre estamos entre los cuatro o cinco mejores. Lo que tenemos es el vicio de quejarnos. El prestigio del pesimismo que hablábamos antes, pero usted y yo tenemos suerte porque vivimos, a mi modo de ver, en la mejor época de la historia.

No puede haber mejor sitio que la Residencia de Estudiantes para hacer una entrevista a Pablo Martín-Aceña (Madrid,1950). Y lo es porque pocos historiadores como él conocen los entresijos de una institución que no solo fue un símbolo de resistencia del conocimiento frente a la barbarie, sino que, además, sigue hoy, bajo la impertérrita mirada del busto de Alberto Jiménez Fraud, su alma mater, inspirando a generaciones de investigadores a la sombra de la colina de los chopos. Martín-Aceña, al que la edad lo ha sacado de la Universidad después de años como decano de las Facultad de Económicas de la Universidad de Alcalá de Henares, lo sabe todo sobre la historia del Banco de España, el sector público, los dineros que movió la guerra civil o el desarrollo económico de un país acostumbrado históricamente al sobresalto. También en la economía. Y por eso su mirada se muestra comprensible con el nivel de progreso alcanzado en las últimas décadas. Cualquier tiempo pasado no fue mejor para el historiador económico. Al contrario, fue bastante peor.

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