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Bruselas, en pie de guerra: ¿puede evitar la UE que Hungría asuma la presidencia europea?
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Bruselas, en pie de guerra: ¿puede evitar la UE que Hungría asuma la presidencia europea?

Hungría asume la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea después de España y Bélgica. Ahora un sector de Bruselas intenta frenar a Budapest

Foto: Retrato de Viktor Orbán en una protesta en mayo de 2023. (EFE/Martin Divisek)
Retrato de Viktor Orbán en una protesta en mayo de 2023. (EFE/Martin Divisek)

La rueda de las presidencias rotatorias del Consejo de la Unión Europea nunca se para. Cada seis meses, un nuevo Estado miembro asume las riendas de la presidencia. El próximo 1 de julio España asumirá su semestre europeo, uno inusualmente intenso por encontrarse hacia el final de la legislatura, con muchas negociaciones que cerrar y dosieres que sacar adelante. Después llegará la presidencia belga, relativamente aburrida: comenzará en enero de 2024, con el trabajo legislativo ya prácticamente paralizado a la espera de las elecciones europeas de junio. Y después, en julio de ese año, será el turno de la presidencia húngara.

Un sector de Bruselas está mirando ya a julio de 2024 y exigiendo que se impida que Hungría asuma la presidencia del Consejo de la Unión Europea. ¿Por qué? Budapest lleva, desde hace más de una década, bajo el Gobierno del autoritario primer ministro Viktor Orbán, minando el estado de derecho en Hungría, como demuestra que el país tenga activado el artículo 7 de los Tratados, que precisamente consagra la protección del estado de derecho en la Unión Europea.

Foto: Viktor Orbán. (Reuters/Bernadett Szabo)

El argumento de los que piden evitar que Budapest coja las riendas del Consejo de la UE señala que un país que está sometido a ese procedimiento y que tiene problemas estructurales de estado de derecho no puede asumir esa responsabilidad, que no puede ser considerado un "mediador honesto", que es lo que se espera del Estado miembro que asume la presidencia. Se trata de un grupo de académicos y de eurodiputados que llevan años exigiendo a las instituciones europeas y al resto de los países que sean más exigentes con Hungría.

En contra de sus argumentos está la realidad política. Fuentes diplomáticas consultadas descartan por completo que se vaya a intentar quitarle la presidencia a Hungría, e incluso explican que por su situación, justo al inicio de la siguiente legislatura, limita el impacto negativo que pudiera tener sobre el trabajo del Consejo, y que es mejor pasar ese semestre dentro de un año que dentro de dos o tres. Porque no se puede quitar por completo el semestre a Budapest. En todo caso se podría retrasar, pero no eliminarlo, así que el problema que ahora plantean los detractores de la presidencia húngara seguirá ahí cuando a Hungría le toque asumir su semestre retrasado. Esa es, quizás, la peor noticia para los defensores del estado de derecho en Bruselas: la posibilidad de que la situación mejore en el país centroeuropeo en los próximos años está descartada.

El Parlamento Europeo ha tomado el testigo de un documento de una serie de académicos y analistas, en la que se planteaban distintas opciones, desde que Hungría se abstuviera de presidir las reuniones en las que se abordaran cuestiones de estado de derecho, hasta que España y Bélgica se repartieran el semestre europeo húngaro, y ha solicitado a los Estados miembros a través de una resolución no vinculante que estudien las vías para evitar que Hungría asuma la presidencia rotatoria. En la resolución "se cuestiona que pueda desarrollar con total credibilidad las tareas".

Daño a las relaciones

En la Eurocámara saben que las capitales no van a seguir su estrategia y que son muy pocos los que tienen algún apetito por evitar que Hungría asuma su presidencia. Es cierto que algunos ministros se han expresado en esa dirección, pero son una minoría, como la secretaria de Estado de asuntos europeos alemana, la verde Anna Lührmann. En todo caso, el Gobierno húngaro ha reaccionado de forma muy contundente a la iniciativa y Judit Varga, ministra de Justicia y mano derecha de Orbán en los tratos con las instituciones europeas, ha cargado contra la Eurocámara.

El trabajo de una presidencia consiste en mediar entre Estados miembros, intentar sacar adelante dosieres y negociar con otras instituciones europeas, fundamentalmente la Comisión y el Parlamento Europeo, en los conocidos como "trílogos" en los que se negocian las nuevas directivas y reglamentos. Y el problema real de la presidencia húngara será la mala relación del Gobierno con la Eurocámara, que tiene un largo historial de oposición al Ejecutivo de Orbán, como demuestra la resolución aprobada esta semana.

Foto: El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán. (EFE/Leszek Szymanski)

En el pasado, el Parlamento Europeo ha calificado de "autocracia electoral" a Hungría, ha presionado a la Comisión Europea para que corte la llegada de fondos europeos a Budapest y, en general, ha exigido mano dura con el Gobierno de Orbán, que a su vez ha cargado repetidamente contra todas las instituciones europeas, pero especialmente contra la Eurocámara, llegando incluso a solicitar que sea eliminada. Esas pésimas relaciones pueden hacer muy difícil el trato entre la presidencia de turno y el Parlamento Europeo, siendo este el principal riesgo para el buen funcionamiento de la agenda europea.

La rueda de las presidencias rotatorias del Consejo de la Unión Europea nunca se para. Cada seis meses, un nuevo Estado miembro asume las riendas de la presidencia. El próximo 1 de julio España asumirá su semestre europeo, uno inusualmente intenso por encontrarse hacia el final de la legislatura, con muchas negociaciones que cerrar y dosieres que sacar adelante. Después llegará la presidencia belga, relativamente aburrida: comenzará en enero de 2024, con el trabajo legislativo ya prácticamente paralizado a la espera de las elecciones europeas de junio. Y después, en julio de ese año, será el turno de la presidencia húngara.

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