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Pensionistas y ricos, los únicos que recuperaron en 2021 el gasto prepandemia
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Se amplían las diferencias por hogares

Pensionistas y ricos, los únicos que recuperaron en 2021 el gasto prepandemia

Los hogares que salen reforzados de la crisis son los que tenían una situación económica más holgada e ingresos estables. Los pensionistas gastan ya un 16% más que los trabajadores

Foto: Foto: Unsplash/Bruno Martins.
Foto: Unsplash/Bruno Martins.
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Cada español realizó un gasto en el año 2021 de 11.802 euros, lo que supuso seguir todavía un 3% por debajo de los niveles prepandemia. Ni siquiera la inflación consiguió dar el impulso suficiente para alcanzar las cifras del año 2019, y eso que la cesta de la compra fue casi un 3% más cara que la de 2019. La mayor parte de las familias se apretó el cinturón ante la situación económica todavía complicada durante 2021, pero no todos tuvieron que hacerlo.

Las rentas más altas y los pensionistas recuperaron el año pasado el nivel de gasto previo al covid, e incluso lo superaron. Fueron los únicos que lo consiguieron, lo que evidencia que son quienes salieron fortalecidos de la pandemia, aunque por motivos muy diferentes. Los pensionistas se consolidan como el gran grupo social con mayor consumo, superando ya en más de un 16% el nivel de consumo que tienen los trabajadores, como muestra la 'Encuesta de presupuestos familiares' publicada por el INE. Esto es, los trabajadores ya no tienen la ‘prima’ de la que disfrutaban tradicionalmente por estar en activo. También hay otro paradigma que está cambiando: que los mayores gastan menos y ahorran más. Es posible que ahorren más, pero también consumen más gracias al montante y la estabilidad de sus ingresos.

Foto: La inflación lastra el poder de compra. (EFE/David Arquimbau Sintes)

Los hogares en que la principal fuente de ingresos fue una pensión tuvieron un gasto por persona de algo más de 13.330 euros anuales. Una cifra que supera los 13.300 euros de gasto del año 2019, previo al covid y que supone el mayor nivel de toda la serie histórica. La recuperación tan rápida de su consumo en un año en que todavía el covid tuvo una gran presencia se debe a dos motivos. El primero, la protección de sus ingresos, que definitivamente han quedado ligados al IPC, de modo que no perderán poder adquisitivo ni siquiera en un contexto de altísima inflación. El segundo es que la mayor parte de los jubilados cuenta con una vivienda en propiedad, de modo que son 'inmunes' a la escalada de los precios inmobiliarios de la última década.

No ha ocurrido lo mismo con los trabajadores, que están perdiendo poder adquisitivo a gran velocidad como consecuencia de la congelación de los salarios y la escalada de los precios. Su renta real ya empezó a deteriorarse en 2021, cuando los salarios subieron un 1,5% (variación pactada en los convenios) mientras que la inflación escaló un 2,5%. Esta pérdida de capacidad de compra se está multiplicando en 2022, con un IPC por encima del 8% y una subida salarial inferior al 2,5%. Además, durante los peores meses de la pandemia, la brecha se amplió por la destrucción de empleo. Mientras los ingresos de los pensionistas estaban blindados, los de muchos trabajadores se hundieron porque fueron despedidos o enviados al ERTE. En definitiva, tanto durante la fase recesiva como en la actual, los trabajadores están perdiendo capacidad de compra respecto a los pensionistas.

Esta diferencia en la evolución de los ingresos explica que los pensionistas hayan recuperado rápidamente el nivel de consumo previo a la pandemia, mientras que los trabajadores siguen un 3,5% por debajo. Y si se observan solo los hogares en los que el ‘cabeza de familia’ es un autónomo, el ajuste ha sido muy superior, del 6%. En definitiva, el desequilibrio en la protección de las rentas y la elevada inflación hace que los trabajadores sean quienes están pagando la crisis, mientras que los pensionistas tienen sus ingresos blindados.

Es previsible que esta brecha se amplíe en 2023, cuando las pensiones se actualicen con el IPC de este año, mientras que los salarios seguirán perdiendo capacidad de compra. De hecho, en 2022 ya están soportando una parte del aumento del gasto en pensiones con una carga adicional de cotización: una subida de 0,6 puntos porcentuales en las cuotas a la Seguridad Social aprobada tras la reforma de pensiones que vincula las prestaciones al IPC.

Según los cálculos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), la revalorización de las pensiones con el IPC llevará a elevar el gasto en 14.000 millones de euros el próximo año. Solo la subida de las pensiones se llevará más del 85% del margen de incremento del gasto que ha recomendado la Comisión Europea para España.

Este gasto se sigue financiando con cargo a deuda pública, lo que supone una fuente de incertidumbre adicional para los trabajadores, ya que en algún momento tendrán que soportar una subida de impuestos para corregir este desequilibrio. Por el contrario, los trabajadores empezaron a perder poder adquisitivo en 2021 como consecuencia de la escalada de la inflación y la congelación de los salarios, y el problema se está multiplicando en 2022. Los convenios colectivos muestran que la subida de salarios este año está siendo inferior al 3%.

Foto: Imagen de un puerto de carga. (iStock)

Todos estos factores explican que la brecha de gasto por hogares se haya incrementado rápidamente en los últimos años. El gasto per cápita en las familias con pensionistas es ya un 16% superior al de los hogares en que los ingresos proceden del trabajo. En cifras absolutas, son casi 2.000 euros más de gasto al año. Esto significa que su nivel de vida es ya muy superior (de media) al de los trabajadores, una situación que es una excepción histórica.

Antes de la crisis inmobiliaria de 2008, los trabajadores tenían un nivel de consumo superior al de los pensionistas. En 2006 o 2007, los autónomos gastaban un 15% más que los pensionistas, y los asalariados, un 9% más. Sin embargo, esa brecha se dio la vuelta rápidamente, hasta el punto de que hoy son los hogares encabezados por un pensionista quienes disfrutan de un mayor nivel de vida.

Foto: La ministra María Jesús Montero. (Reuters)

Si se compara el nivel de gasto de los pensionistas con el de los desempleados, la cifra se incrementa todavía más, hasta el punto de que los pensionistas gastan el doble: 13.330 euros de los pensionistas frente a los menos de 7.000 de los desempleados y otros hogares con ayudas públicas. Cifra que pone de relieve el diferente esfuerzo público que realizan las administraciones por sacar de la pobreza a los diferentes individuos en función de su edad.

Quienes más han elevado su consumo desde el inicio de la pandemia son los hogares cuya fuente principal de ingresos son las rentas de la propiedad. Esto es, el 'top' de hogares que acumulan más patrimonio como para que ganen más por las rentas del capital que por su trabajo. El nivel medio de gasto de estos hogares en 2021 superó los 14.400 euros, un 2,2% más que antes de la pandemia. Esto es, prácticamente realizaron el mismo consumo y el incremento del gasto fue consecuencia de la inflación. Estas familias se vieron beneficiadas por el rebote de los activos financieros e inmobiliarios posterior a la pandemia, estimulados gracias a las inyecciones masivas de dinero en los mercados de los bancos centrales.

Vivienda y alimentación

La principal partida de gasto de los pensionistas es la vivienda. Este concepto es importante, porque esta estadística imputa el gasto en vivienda también para las familias que son propietarias. Esto es, el gasto que tendrían que realizar para vivir donde viven si no tuviesen la propiedad, ya que es la única forma de comparar el gasto con el que hacen los que viven de alquiler.

En el caso de los hogares ‘encabezados’ por un pensionista, el gasto total en vivienda (incluye los suministros) en el año 2021 ascendió a 5.400 euros, un 55% más que los trabajadores. Esto significa que las viviendas de los pensionistas son significativamente mejores que las de los trabajadores.

Los pensionistas también destinan una buena parte de su renta a la alimentación, unos 2.500 euros al año, casi un 40% más que los trabajadores. Y en sanidad gastan casi 650 euros al año, un 45% más que los trabajadores.

Por el contrario, los hogares ‘encabezados’ por trabajadores gastan más en turismo, en ropa y en educación para la formación propia y de sus hijos. En restaurantes y hoteles se dejan más de 1.000 euros al año, un 9% de su presupuesto anual, frente al 5% de los pensionistas. En transporte también gastan más, no solo por los viajes, también por los desplazamientos de trabajo. En total, destinan 1.400 euros a esta partida, un tercio más que los hogares de pensionistas.

Uno de los datos más sorprendentes de la encuesta es que los hogares ‘encabezados’ por un pensionista hacen ya mayor gasto en alcohol y tabaco (sin contabilizar el gasto en bares) que los trabajadores. Si hace una década los trabajadores gastaban 33 euros más en esta partida, ahora los pensionistas gastan 21 euros más.

Lo mismo ocurre con el apartado de comunicaciones (incluye desde los teléfonos móviles hasta la tarifa de internet). Tradicionalmente, realizaban mayor consumo los trabajadores, en torno a 60 euros más, pero en los últimos años son los pensionistas quienes lideran el gasto con casi 30 euros más. Esto evidencia un cambio en el patrón de consumo de nuevas tecnologías, que cada vez llegan con mayor intensidad a las personas mayores.

De esta forma, los pensionistas han superado en nivel de gasto a los trabajadores en sectores en los que tradicionalmente el consumo era más ‘joven’. Una buena muestra de hasta qué punto los hogares llevan años conteniendo su nivel de gasto, mientras que crece permanentemente entre los pensionistas. Una parte de este incremento se debe al efecto composición: los trabajadores recién jubilados tienen pensiones más altas que los que causan baja (los fallecidos), y también gastan más.

Pero este efecto composición determina el gasto público en pensiones y, por extensión, el nivel de impuestos requerido para financiarlo. Si los nuevos jubilados tienen una renta superior a la de los trabajadores y esta queda blindada de la inflación, las desigualdades generacionales irán en aumento.

Cada español realizó un gasto en el año 2021 de 11.802 euros, lo que supuso seguir todavía un 3% por debajo de los niveles prepandemia. Ni siquiera la inflación consiguió dar el impulso suficiente para alcanzar las cifras del año 2019, y eso que la cesta de la compra fue casi un 3% más cara que la de 2019. La mayor parte de las familias se apretó el cinturón ante la situación económica todavía complicada durante 2021, pero no todos tuvieron que hacerlo.

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