Bruselas sitúa a España en riesgo alto: el déficit estructural será del 4% hasta 2032
Los altos niveles de déficit público se han convertido en estructurales. Esto es lo que opina la Comisión Europa, que sitúa a España en zona de riesgo alto. El análisis está hecho hasta 2032
Las previsiones están aquí, y reflejan los problemas que tiene la economía española, según los servicios técnicos de la Comisión Europea, para enderezar las cuentas públicas. Un par de datos lo dice todo. En el escenario base, es decir, sin reformas económicas desde el lado de los ingresos y de los gastos, o ambos, el déficit público estructural, el que no tiene en cuenta el impacto del ciclo económico, se situará hasta 2032 entre un mínimo del 3,7% (2027) y un máximo del 4,6% (2023).
Por lo tanto, elevados desequilibrios presupuestarios durante un periodo tan largo en un contexto de progresivo endurecimiento de la política monetaria, que se traduce, lisa y llanamente, en un incremento de los costes de financiación del Estado y del sector privado. Hasta el punto de que, según las previsiones de los economistas de la Comisión Europea, las necesidades brutas de financiación del sector público se situarán en la próxima década por encima del 20% del PIB, con un máximo del 22,6% este año. El Tesoro, en concreto, ha estimado para 2022 una emisión bruta (contando las amortizaciones) equivalente a 237.500 millones, aunque esta cifra suele estar sesgada al alza para cubrirse en salud.
Las dificultades de España para reducir su desequilibrio fiscal tienen que ver, fundamentalmente, con la incapacidad de generar superávits primarios, es decir, aquellos que excluyen los gastos financieros, que son muy relevantes porque muestran la intensidad de la reducción de los desequilibrios fiscales sin tener en cuenta el gasto ‘heredado’ en forma de deuda pública.
La Comisión Europea, en concreto, estima que España producirá un déficit primario superior al 2% del PIB hasta 2032, a lo que hay que sumar algo más de dos puntos de déficit procedentes del servicio de la deuda. En total, por lo tanto, un desequilibrio fiscal de carácter estructural superior al 4% del PIB, lo que da idea del tamaño del diferencial entre ingresos y gastos, y que no se puede achacar a causas coyunturales (la guerra o la pandemia).
El resultado de esta evolución, lógicamente, determina el volumen del endeudamiento público, y lo que estima la Comisión Europea es que la deuda se mantenga en niveles próximos al 120% durante la próxima década, con un ligero descenso en 2022 y 2023, pero debido, sobre todo, al incremento del PIB nominal (con inflación). Ese porcentaje contrasta con lo previsto por la vicepresidenta Calviño, que en el último Programa de Estabilidad estimó posible rebajar la deuda hasta el 112,1% en 2024, aunque esta previsión se modificará a finales de esta semana, cuando España envíe una nueva actualización a Bruselas.
Equilibrio primario
España, como recuerda un trabajo de los profesores Vicente Esteve (Universidad de Valencia) y María A. Prats (Universidad de Murcia), tuvo su último equilibrio primario (después de años con fuertes déficits) en 2018, pero desde entonces ese excedente “se resiste a reaparecer”, lo que impide la reducción del endeudamiento. En 2009, en medio de la anterior crisis económica, se llegó a alcanzar un déficit primario equivalente al 9,3% del PIB, un récord histórico (casi 100.000 millones de euros). Esteve y Prats recuerdan que, según Bruselas, el déficit primario se situará este año en el 3,1% del PIB, mientras que bajará al 2,1% el próximo.
En su estudio, achacan los altos desequilibrios fiscales a un problema conocido como ‘paradoja fiscal’. Es decir, existen tipos impositivos altos en relación con los países de la zona euro, pero, a la vez, la recaudación fiscal es menor en todas las figuras impositivas. Las razones que encuentran son, por una parte, el mayor fraude fiscal (últimas estimaciones en 25.000 millones de euros) y, por otra, el exceso de beneficios fiscales (o gastos fiscales), que generan una "insuficiencia recaudatoria". Por lo tanto, lo que Hacienda deja de ingresar por todos los tipos de deducciones y desgravaciones.
A la luz de estos datos, la Comisión Europea sostiene que los riesgos de sostenibilidad de la deuda a corto plazo, entre otras razones, por los bajos tipos de interés y porque la economía está todavía recuperándose del desplome de 2020, son bajos, pero a medio plazo son muy altos.
Para sostener esta conclusión, los técnicos de la Comisión se apoyan en simulaciones que apuntan a una probabilidad del 57% de que la ratio de endeudamiento en 2026 seguirá siendo mayor que en 2021, lo que implica, dice Bruselas, “un alto riesgo debido a que el actual nivel de deuda se sitúa en el 120% del PIB”. Entre otras razones, porque la economía española, con una elevada volatilidad, es muy vulnerable a los choques macroeconómicos. De hecho, España suele estar entre los países que más sufren cuando emerge una crisis, independientemente de su naturaleza. Ocurrió en 2008 (crisis financiera) y 2020 (crisis derivada del covid).
La Comisión Europea, de hecho, sitúa España entre los 11 países con “alto riesgo de sostenibilidad fiscal a medio plazo”. Fundamentalmente, por el alto volumen de endeudamiento (Bélgica, Grecia, España, Francia, Italia, Eslovenia y Eslovaquia), junto con la existencia de elevadas incertidumbres en torno a las proyecciones de referencia (Portugal) o elevada vulnerabilidad a condiciones macrofinancieras más adversas (Croacia) o una posición fiscal más débil (Malta).
El informe destaca que las necesidades de financiación proyectadas sugieren que los países con los índices de endeudamiento más elevados también pueden enfrentarse a mayores desafíos de liquidez. Es decir, que en un contexto de endurecimiento de la política monetaria, los mercados comiencen de nuevo a castigar a los países más endeudados y con peores expectativas fiscales, como sucedió durante la crisis financiera, cuando se tensaron las primas de riesgo.
Las previsiones están aquí, y reflejan los problemas que tiene la economía española, según los servicios técnicos de la Comisión Europea, para enderezar las cuentas públicas. Un par de datos lo dice todo. En el escenario base, es decir, sin reformas económicas desde el lado de los ingresos y de los gastos, o ambos, el déficit público estructural, el que no tiene en cuenta el impacto del ciclo económico, se situará hasta 2032 entre un mínimo del 3,7% (2027) y un máximo del 4,6% (2023).