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Italia y España: cuando las elecciones no solucionan nada y ganan los mercados
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LA REPETICIÓN DE ELECCIONES SE CUELA EN EL SUR DE EUROPA

Italia y España: cuando las elecciones no solucionan nada y ganan los mercados

El sur de Europa comienza a asumir que la repetición de las elecciones es la vía para solucionar los problemas políticos. Los mercados y Bruselas vigilan el futuro del euro

Foto: Vista de un panel que muestra la evolución del Ibex 35 en la jornada de ayer. (EFE)
Vista de un panel que muestra la evolución del Ibex 35 en la jornada de ayer. (EFE)

Hubo un tiempo, no muy lejano, en que las elecciones lo resolvían todo. O casi todo. El resto dependía de los pactos políticos. Ese tiempo empieza a ser superado. Incluso parece ser un mal del sur de Europa. Italia va camino de las segundas elecciones generales en medio año; España, si prosperan algunas iniciativas, habría celebrado tres elecciones generales en menos de tres años, y Grecia, en 2015, celebró dos elecciones generales con apenas unos meses de diferencia. ¿Qué está sucediendo?

Ni más ni menos que el desgaste de los viejos partidos y la eclosión de nuevas formaciones que tienen prisa por llegar al poder. En el fondo, un debate entre lo viejo y lo nuevo. Aunque con una particularidad. La presión exterior sobre las democracias europeas en forma de prima de riesgo: 230 puntos básicos en Italia y 117 en España; la depreciación del tipo de cambio del euro (1,16 euros por dólar) o la rebaja de la calidad crediticia son consecuencia de la inestabilidad política, cada vez más determinante en la formación de los gobiernos. La ortodoxia frente a la heterodoxia. Pero también la tensión entre los mercados y la esencia de la democracia, que es pasar por las urnas.

Foto: El líder de la eurófoba la Liga, Matteo Salvini. (EFE)

Carlo Cottarelli (64 años), antiguo alto funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI), representa la ortodoxia. Una especie de Mario Monti, el ex primer ministro italiano, pero con una diferencia. Monti fue colocado por la troika al frente del consejo de ministros de Italia en los momentos más duros del euro, cuando la unión monetaria estaba al borde del colapso; mientras que Cottarelli —apodado Mr. Tijeras en sus tiempos del FMI por la agencia Reuters— es fruto del fracaso de la política tras unas elecciones que dieron unos resultados endiablados.

Tres partidos —el Movimiento Cinco Estrellas, la Liga y Forza Italia— luchando por el mismo espacio político: el populismo. Y ahora, desde luego los dos primeros, pueden disponer de un argumento muy poderoso: después de unas elecciones que han ganado con más del 50% de los votos, quien impone al primer ministro es el eje Berlín-París-Bruselas, lo cual es una bomba de relojería en términos políticos. La propia Marine Le Pen ya ha arremetido contra el presidente italiano por “confiscar la democracia”. La situación es tan kafkiana que, de hecho, ya se da por descontado que el presidente Mattarella —con amplios poderes heredados de un momento político completamente superado— solo ha ganado tiempo con la expulsión del profesor Giuseppe Conte de la arena política. La llegada de un Gobierno euroescéptico solo es cuestión de meses.

Mattarella encarga la formación de un nuevo Gobierno de transición en Italia

Todo es tan endiablado que Italia, un país acostumbrado a navegar políticamente sobre aguas algo más que turbulentas, es probable que tenga que repetir elecciones. Algo que no ha ocurrido nunca desde 1945. Es decir, un país que ha tenido decenas de gobiernos viviendo en el alambre nunca ha tenido que volver a las urnas, lo que pone de relieve la dimensión de la crisis de representación que se vive, no solo en el país transalpino. También España tuvo que repetir comicios (casi un año con un Gobierno en funciones), mientras que en Alemania sucedió algo insólito. La gran coalición se formó cuatro meses después de las elecciones, lo que se considera un récord en un país acostumbrado a la estabilidad política.

El norte y el sur

La gran novedad que introduce la crisis en Italia (históricamente uno de los países más europeístas) es que el 'leit motiv' es el euro. O mejor dicho, su credibilidad, cuestionada por cada vez más ciudadanos. No solo los del sur (Portugal y Grecia fueron intervenidos y sufrieron los rigores del ajuste) sino también los del norte (Suecia, Holanda, Dinamarca, Finlandia, los bálticos, y hasta Irlanda) se han negado a mutualizar riesgos y no quieren saber nada de mayor integración monetaria.

Foto: Carlo Cottarelli, exdirectivo del FMI, ante los medios tras su reunión con Sergio Mattarella. (Reuters)

Habrá quien piense que se trata de indocumentados quienes se oponen a más euro, pero basta recordar que Paolo Savona (81 años), el economista italiano que ha desatado la crisis al no haber sido aceptado su nombramiento por el presidente Sergio Mattarella, es una auténtica autoridad en política monetaria a nivel mundial. No se trata, por lo tanto, de ningún desarrapado intelectual.

Tampoco lo es Cottarelli, el candidato propuesto por el presidente italiano, pero si Monti tuvo que gobernar con un parlamento que no era euroescéptico, en esta ocasión la mayoría absoluta la tienen la Liga y Cinco Estrellas, que no solo aborrecen la moneda única, sino que amenazan la continuidad del presidente de la república, al que acusan de alta traición, por lo que no se puede descartar un 'impeachment' com el argumento de que ha actuado bajo presión extranjera. ¿Se puede gobernar con el parlamento en contra después de unas elecciones celebradas hace unos meses? Esa es la gran incógnita. Y es que a veces las elecciones no lo resuelven todo. El viejo paradigma de la democracia, pasar por las urnas para dirimir quién gobierna, comienza a quebrarse.

Hubo un tiempo, no muy lejano, en que las elecciones lo resolvían todo. O casi todo. El resto dependía de los pactos políticos. Ese tiempo empieza a ser superado. Incluso parece ser un mal del sur de Europa. Italia va camino de las segundas elecciones generales en medio año; España, si prosperan algunas iniciativas, habría celebrado tres elecciones generales en menos de tres años, y Grecia, en 2015, celebró dos elecciones generales con apenas unos meses de diferencia. ¿Qué está sucediendo?

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