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Entregar la cabeza de Sergio Ramos: el peligro en el alborotado PSG
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la afición parisina da su veredicto

Entregar la cabeza de Sergio Ramos: el peligro en el alborotado PSG

La pitada de los aficionados del PSG a Sergio Ramos está hecha con alevosía y es para reprocharle que no ha jugado ningún partido de la Champions y por las continuas lesiones

Foto: Sergio Ramos, durante el partido entre el PSG y el Lorient. (EFE/Mohammed Badra))
Sergio Ramos, durante el partido entre el PSG y el Lorient. (EFE/Mohammed Badra))

En el Paris Saint-Germain siguen buscando culpables de la eliminación en la Champions. Las críticas han sido feroces contra Nasser Al-Khelaifi y Leonardo por la planificación de un proyecto que ficha nombres y no consigue hacer un equipo. Neymar ha sido pitado e insultado. La misma ración se lleva el entrenador Mauricio Pochettino. Faltaba por comprobar qué sucedería con Sergio Ramos y, en su regreso a la competición en el partido del domingo en el Parque de los Príncipes, no se libró del castigo. Recibió una sonora pitada. Los aficionados persistieron en cada acción en la que entraba en juego. El veredicto de la grada es echar a Sergio Ramos. Se considera que es un fracaso de fichaje y es otro de los señalados por una afición que exige un equipo y da la espalda a las estrellas.

Messi es el único que consigue salvarse del clima tenso y hostil de la hinchada del PSG. El argentino, que solo lleva tres goles en la Ligue 1 y falló un penalti en el partido de ida contra el Real Madrid, mantiene el respeto. Recibe críticas, pero más leves y, por supuesto, menos humillantes y dañinas. A Ramos le han puesto la cruz, le llaman exjugador y fantasma, y este episodio plantea un nuevo escenario. ¿Será capaz el PSG de entregar la cabeza de Sergio Ramos a sus aficionados? Algo tienen que hacer en Qatar para calmar el mal ambiente, buscar soluciones a los problemas y recuperar la unión con la grada.

placeholder Sergio Ramos conduce el balón en el partido entre el PSG y el Lorient
Sergio Ramos conduce el balón en el partido entre el PSG y el Lorient

Alguna de esas decisiones van a ser duras y tendrán impacto en un proyecto que tiene que reinventarse. No solo puede afectar al cambio de entrenador, que ya se da por hecho que Mauricio Pochettino no va a seguir. Entregar la cabeza de Sergio Ramos, reconocer que el fichaje ha sido un error, algo que ya deslizó Leonardo en una entrevista, entra dentro de lo posible en las medidas que tomará el PSG a final de la temporada.

Sin respeto por las lesiones

Despedir a Sergio Ramos es una manera de señalar a un chivo expiatorio en el Paris Saint-Germain. De quien no se pueden desprender en Qatar es de Neymar, que tendrá que aguantar el chaparrón de las críticas y los pitos, ni de Messi. El brasileño y el argentino no se negocian y tienen más posibilidades de cambiar los pitos por aplausos, de volver a ilusionar y dar esperanzas si se ponen a marcar goles y llenan el vacío que puede dejar la salida de Kylian Mbappé. Con Sergio Ramos hay otro tipo de decepción. Ha pasado a ser prescindible, tras la reacción de los seguidores y una crítica que la despedaza por las numerosas lesiones.

Foto: Carlos Alcaraz besa el trofeo del Open de Miami. (EFE/Erik S. Lesser)

Los 18 minutos que jugó en el tramo final del encuentro contra el Lorient ponen de manifiesto el elevado grado de indignación que existe entre los aficionados del Paris Saint-Germain. Pitaron a Sergio Ramos para echarle en cara que no ha jugado ningún partido de la Champions, para reprocharle las continuas lesiones, sin ningún respeto y con alevosía. Ramos llevaba más de dos meses sin jugar un partido. El último fue el 23 de enero, no llegó a la eliminatoria contra el Real Madrid, pero viajó a Madrid para hacer piña, demostrar que tenía compromiso. Este tipo de gestos no los tienen en cuenta. La decepción y la rabia es tan grande en París que fue inevitable la bronca. Ramos entró para sustituir a Marquinhos, el mismo jugador que regaló el tercer gol al Real Madrid en el Bernabéu, y el Parque de los Príncipes dictó sentencia con los pitos.

El problema de Sergio Ramos no ha sido extradeportivo. No es el caso de Neymar, que acaba con la paciencia de los aficionados que no soportan sus fiestas y una imagen de escasa profesionalidad. A Ramos, incluso, no hay nada que reprocharle en lo económico porque gana la mitad (6 millones de euros netos) que en el Real Madrid. Su cruz ha sido una lesión en el sóleo que ha provocado diferentes recaídas. Es un tema de salud, con el que hay que ser comprensivos y hasta cariñosos, y ni aun así, le ha sido posible salir indemne de los silbidos.

Le llaman viejo

Los pitos no son justos. Cualquier futbolista, persona, sufre con las lesiones. Ramos ha puesto todo de su parte, seguido un plan médico detallado por los médicos del club, para intentar reaparecer lo antes posible y ayudar al equipo. Esto no hace otra cosa más que agravar el problema de Sergio Ramos en el PSG. La conclusión es que no le quieren por estar acabado. No hay el convencimiento de que se vuelva a ver su mejor versión. Acaba de cumplir 36 años y donde veían una virtud por su experiencia ahora le llaman viejo y veterano. Esta es la sensación que produce Ramos a los aficionados y parte de la prensa francesa, que no tiene reparo en ir más lejos que una crítica constructiva y pasa a la burla. En el club también dudan de la salud del sevillano.

No merece este trato, aunque de alguna manera se pueda entender la decepción que suscitó entre los aficionados por sentirse engañados. Es una leyenda del fútbol, incluso un jugador que ha ganado más títulos (26) que el PSG (24). Es un futbolista que tenido una mala racha de lesiones y los aficionados no han sabido separar la parte deportiva de la personal. Todo esto es lo que pone a Sergio Ramos en una situación crítica en el Paris Saint-Germain y por lo que tiene que esperar al final de la temporada para saber qué evaluación hace el club. Le queda un año más de contrato y demuestra que tiene espaldas para aguantar lo que le echen encima. Tras un regreso con pitos, el sevillano reaccionó con un mensaje en sus redes sociales en el que quería mostrar normalidad: "Feliz por los tres puntos y por volver con el equipo. ¡Seguimos!".

Foto: Mesut Özil durante un partido con el Fenerbahçe. (EFE/Eredem Sahin)

Ramos no puede estar feliz con la respuesta de sus aficionados tras un calvario de lesiones desafortunadas. Conociendo su carácter e, incluso, su orgullo, tiene que estar desencantado. El dolor y la frustración la lleva por dentro y la única salida es callarse y demostrarse a sí mismo que no está acabado. Pero el apoyo, el cariño y el respeto no lo tiene un futbolista de su categoría y prestigio internacional. Lo acaba de comprobar en sus carnes. Si se queda en el PSG está en uno de los mayores desafíos, por no decir el mayor, en su extensa carrera. Tendrá que recuperar la mejor forma física, no le van a perdonar más lesiones y cuando se gane el puesto mirarán con lupa su rendimiento y que no cometa errores. Si todo esto sale bien, luego vendrá la exigencia de ganar títulos y, por supuesto, no fallar en la Champions.

El Sergio Ramos del Real Madrid podía con esto y todo lo que le echaran. Muchas veces ha mostrado su valentía y personalidad. Es competitivo y ganador. Pero en el Real Madrid era un jugador sagrado. Criticado cuando no estaba acertado en el campo, pero respetado y admirado. En el PSG han demostrado que no tienen en consideración su historia ni la desgracia que es sufrir lesiones. En lugar de darle un empujón para recuperar el estado de ánimo y apoyarle cuando está de vuelta, el gesto de los pitos es un mazazo.

Si es otro jugador, con otro carácter, no habría dudas de que pediría salir. Pero conociendo a Ramos esto que tanto le duele hoy, lo tomará como una lección más de la vida y de su profesión para ser más fuerte. Está en un club alborotado por la exigencia de tener que ganar la Champions y si no cumple el año de contrato es porque le han echado.

En el Paris Saint-Germain siguen buscando culpables de la eliminación en la Champions. Las críticas han sido feroces contra Nasser Al-Khelaifi y Leonardo por la planificación de un proyecto que ficha nombres y no consigue hacer un equipo. Neymar ha sido pitado e insultado. La misma ración se lleva el entrenador Mauricio Pochettino. Faltaba por comprobar qué sucedería con Sergio Ramos y, en su regreso a la competición en el partido del domingo en el Parque de los Príncipes, no se libró del castigo. Recibió una sonora pitada. Los aficionados persistieron en cada acción en la que entraba en juego. El veredicto de la grada es echar a Sergio Ramos. Se considera que es un fracaso de fichaje y es otro de los señalados por una afición que exige un equipo y da la espalda a las estrellas.

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