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Jos Verstappen o la siempre difícil situación del 'papá del artista' en las carreras
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Jos Verstappen o la siempre difícil situación del 'papá del artista' en las carreras

El padre de Max Verstappen no pierde ocasión para alimentar polémicas y escenificar la dificultad que supone a veces mantenerse en un segundo plano para los padres de pilotos

Foto: Jos Verstappen junto a su hijo Max, la temporada pasada. (Reuters/Ricardo Arduengo)
Jos Verstappen junto a su hijo Max, la temporada pasada. (Reuters/Ricardo Arduengo)

La imagen al término del Gran Premio de Arabia Saudí, donde se veía a Jos Verstappen como si estuviera tieso como un muñeco de cera, llamó poderosamente la atención. Mientras que el vencedor Checo Pérez, abrazaba con júbilo a todos los miembros de su equipo, el padre de Max ni se inmutaba y a duras penas logró conectar la mano con el piloto mexicano, una vez que este se la ofreció. Difícil mayor frialdad y falta de camaradería deportiva, la que expresó en esos momentos el progenitor del actual campeón del mundo. Pero si en alguien no sorprende esta actitud, desde luego es en él. Hablamos de alguien con una trayectoria personal bastante conflictiva y cuyas historias acerca de como educó a su hijo Max, levantaron bastante controversia por decirlo todo de una forma suave.

Por si quedaran dudas del profundo resquemor que Verstappen Sr., tenía ante la derrota de su hijo por parte de Pérez, sus declaraciones posteriores al pódium, no dejaban lugar a dudas: "Checo sabe que no va a tener este tipo de oportunidades muy a menudo. Él es consciente y por eso fue a por ello". Tampoco se mordió la lengua cuando dijo que de no haber mediado la avería mecánica en su coche, su hijo habría logrado "con facilidad" la pole position. La cuestión es la siguiente. Si tan clara tiene la superioridad de su hijo y por tanto Checo Pérez no es alguien que pueda inquietarle, ¿a qué viene tanta amargura y falta de señorío el día que las cosas no salen bien?

Pues quizá, porque dada la situación actual de insultante superioridad de Red Bull, la única persona que podría amenazar una tercera corona del mundial de pilotos sería el mexicano. Difícil, muy difícil que ocurra, sin duda. Pero Nico Rosberg ya demostró en 2016, que se podía derrotar a un compañero de equipo superior en talento como era Lewis Hamilton. Y como muchas veces los hijos son una prolongación de sus padres, Max Verstappen con frecuencia también saca a pasear una actitud que deja bastante que desear, no solamente respecto a Checo, sino también hacia el resto de miembros de su equipo.

El neerlandés se sabe superior, cabría decir a cualquier otro piloto de la parrilla y eso le hace sentirse imprescindible a su vez en Red Bull. Y siendo quizá tan cierto lo primero como lo segundo, los Verstappen padre e hijo harían bien en domar su bravuconería. En la Fórmula 1 se perdona todo mientras no haya más remedio que aguantar, pero a la primera oportunidad que se tiene de cobrarse ofensas y agravios pasados, tampoco se escatima en la venganza. Confundir mentalidad ganadora con faltas de respeto no hace ningún bien a tu imagen y tarde o temprano se acaba pagando.

La herencia recibibida

Son muchos los que argumentan que si Max Verstappen es el piloto descomunal que es hoy día, es gracias a esa mentalidad ganadora rayana en lo enfermizo de su padre. Pero esto es una enorme falacia, que basta ir a cualquier carrera de karting de cierto nivel para comprobarlo. Está claro que Max debe mucho a la mentalidad de legionario que le inculcó su padre desde niño, pero si es el fuera de serie que es hoy día, fundamentalmente se debe, a estar dotado de un talento sobrenatural que otros compañeros de quinta carecían. Padres como el suyo, igual de tóxicos o exigentes según quiera verse, los hubo, hay y habrá siempre. Pero la diferencia en el caso de Max, es que ninguno contaba con los medios y el diamante en bruto que, a diferencia de otros padres, si poseía Jos con su hijo.

Hay ciertos momentos y este con claridad es uno de ellos, donde se percibe que la presencia de un padre resta más que suma a un piloto. Al igual que Felipe González decía en su día que los expresidentes de gobierno son una especie de jarrón chino para su partido y sus sucesores, algo parecido pasa con los padres de los pilotos dentro de un box. En su momento pasó por ejemplo con el padre de Fernando Alonso, que después de la fatídica temporada 2007, padre e hijo decidieron que lo mejor es que el padre se dedicara en cuerpo y alma a los proyectos personales del piloto asturiano fuera de los circuitos y, que sus apariciones por las carreras fueran contadas.

placeholder La tensión entre Verstappen y Pérez en el pódio de Yeda saltaba a la vista (REUTERS/Hamad I Mohammed)
La tensión entre Verstappen y Pérez en el pódio de Yeda saltaba a la vista (REUTERS/Hamad I Mohammed)

Es sin duda muy difícil pedir a un padre que se haga a un lado cuando ha sido el artífice de los éxitos de su hijo, pero llegado un punto es algo a veces necesario. En el caso de los Alonso supieron gestionarlo bien, pero por ejemplo en el caso de Lewis Hamilton con su padre, la cosa acabó como el rosario de la aurora y solo muchos años después de la ruptura, las aguas entre padre e hijo volvieron a su cauce.

Luego están casos como el de Carlos Sainz padre, que aun llevando un control exhaustivo de la carrera deportiva de su hijo, le concede el espacio necesario y delega en su sobrino Carlos Oñoro para llevar todo el día a día. Caco, aparte de tener una excelente relación con su primo, es un profesional muy capacitado y es la compañía ideal de Sainz Jr. en los circuitos junto al preparador físico Rupert Manwaring. Sainz padre, desde hace tiempo, adoptó un rol lo más invisible posible antes las cámaras, todo lo contrario por ejemplo del padre de Checo Pérez, que siempre está feliz al lado de su hijo con los focos apuntan hacia él. Cada persona es un mundo con sus virtudes y sus defectos, pero lo que parece claro es que si hay alguien que en la actualidad está resultando perjudicial para los intereses de su hijo, ese es Jos Verstappen.

Nadie es imprescindible

A sus 25 años, SuperMax ya no es ningún niño y puede navegar sin problemas en solitario por las turbulentas aguas del paddock. Son muchos los que piensan que muchas de sus salidas de tono, obedecen más a seguir la corriente de un padre especialista en apagar fuegos con gasolina, que porque realmente le nazca o necesite comportarse así. ¿Hasta cuando va a durar la paciencia de Christian Horner ante las continuas faltas de disciplina y respeto que exhiben los Verstappen padre e hijo? Pues básicamente, el tiempo necesario en encontrar el George Russell que encontró Toto Wolff para demostrarle a Lewis Hamilton que no era imprescindible.

placeholder Alonso celebra el podio junto a Verstappen. (EFE/Epa Str)
Alonso celebra el podio junto a Verstappen. (EFE/Epa Str)

Parece imposible a día de hoy encontrar alguien que pueda toser al neerlandés, pero Max haría mal en confiarse, porque el tremendo nivel competitivo actual de los Red Bull es un arma de doble filo. La actual superioridad de su equipo podría enfocarse como la alfombra perfecta para caminar con comodidad hacia un tercer título mundial, podría también tentar a su equipo a prestar a Checo Pérez una atención que hasta la fecha se le ha negado. Es más, llegado el momento, los equipos tienen muchas formas a su alcance para favorecer a un determinado piloto para bajar los humos al díscolo. Bastan sutiles acciones o inacciones en la configuración del coche indetectables para el pilotaje, que de repente verá como la superioridad que antaño gozaba sobre su compañero de box se esfuma.

Quien crea que lo anterior son conjeturas conspiratorias, que recuerde como en 2014 Daniel Ricciardo batió de forma clara a Sebastian Vettel. Curiosamente, el mismo equipo Red Bull, con las mismas personas al frente, deseosas de demostrar que los cuatro títulos mundiales del alemán, eran más cosa del coche que de aquel piloto 'traidor' que se marchaba a Ferrari. La historia está para aprender de ella y Jos Verstappen debería mejor que nadie saber que en el 'estanque de los tiburones', la venganza siempre se sirve en plato frío. De ignorar los peligros que encierran su actitud, el 'papá del artista' podría hacer un daño irreparable a la carrera deportiva de su hijo.

La imagen al término del Gran Premio de Arabia Saudí, donde se veía a Jos Verstappen como si estuviera tieso como un muñeco de cera, llamó poderosamente la atención. Mientras que el vencedor Checo Pérez, abrazaba con júbilo a todos los miembros de su equipo, el padre de Max ni se inmutaba y a duras penas logró conectar la mano con el piloto mexicano, una vez que este se la ofreció. Difícil mayor frialdad y falta de camaradería deportiva, la que expresó en esos momentos el progenitor del actual campeón del mundo. Pero si en alguien no sorprende esta actitud, desde luego es en él. Hablamos de alguien con una trayectoria personal bastante conflictiva y cuyas historias acerca de como educó a su hijo Max, levantaron bastante controversia por decirlo todo de una forma suave.

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