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Max Verstappen, o cuando el talento no siempre va acompañado por la inteligencia
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LA ACTITUD CON PÉREZ Y RED BULL

Max Verstappen, o cuando el talento no siempre va acompañado por la inteligencia

La decisión del neerlandés de no ayudar a su compañero y poner en evidencia la autoridad del equipo no le supuso ninguna ventaja y sí un coste para todos, incluido él mismo

Foto: La polémica decisión de Verstappen no le ha reportado ningún beneficio personal, tampoco a su equipo. (Reuters/Ricardo Moraes)
La polémica decisión de Verstappen no le ha reportado ningún beneficio personal, tampoco a su equipo. (Reuters/Ricardo Moraes)

Max Verstappen quizás cosechó en Brasil su mayor derrota de la temporada por la potencial proyección en su percepción pública e imagen al desobedecer las órdenes de su equipo en Interlagos. Checo Pérez no opuso resistencia a ser adelantado por el neerlandés en los compases finales del Gran Premio de Brasil, confiado en que su compañero le devolvería la posición si Verstappen no lograba superar a Fernando Alonso. Todo, retransmitido por la radio. Verstappen se reafirmó en su actitud y Pérez hoy está empatado con Charles Leclerc en segunda posición del campeonato.

Verstappen evidenció el pasado domingo una espesa inteligencia para gestionar un episodio sin rédito alguno para él, a la vez que erosionaba ese intangible que también acompaña la imagen de un piloto: la capacidad para alejar o acercar los afectos y la admiración. La justificación desplegada por su entorno no mejoró precisamente su posición. A pesar de la soberbia actuación en la pista en el año de su segundo título, Max Verstappen ha derramado un bote de tinta china sobre su figura. Lo peor de todo, sin necesidad ni recompensa alguna.

placeholder El incidente de Interlagos arroja sombras sobre la relación en el futuro entre Verstappen y Pérez. (Reuters/Edgard Garrido)
El incidente de Interlagos arroja sombras sobre la relación en el futuro entre Verstappen y Pérez. (Reuters/Edgard Garrido)

¿Qué ventajas obtenía Verstappen?

Cada decisión se pesa en una balanza de pros y contras que determinan las consecuencias finales una vez ponderados los dos fieles de aquella. "Os lo dije la última vez, chicos, no me volváis a preguntar lo mismo ¿De acuerdo? ¿Está claro? Di mis razones, y me mantengo en ellas". A bote pronto, Verstappen dejaba en evidencia la autoridad de Christian Horner y los suyos, además de dibujarse como un compañero desleal y un deportista de valores discutibles. ¿A cambio de qué? ¿Qué ventaja le reportaba a Verstappen actuar como lo hizo?

Con los dos títulos en el bolsillo, el neerlandés no obtenía ningún rédito deportivo personal, a diferencia de su equipo, que busca un doblete de pilotos que nunca antes ha logrado. Después de la carrera, Verstappen dejó claro que se trataba de cuestiones personales, que no iba a especificar. "Di mis razones. No voy a decir por qué, pero creo que lo entendieron, se lo he explicado antes, así que no es nuevo para mí ni para ellos", reconocía crípticamente el neerlandés. “Entiendo por qué está decepcionado, pero también tienen que entender por qué lo hice", comentó en referencia a Checo Pérez.

Poco tiempo después de la carrera, el entorno de Verstappen, por boca del piloto compatriota Tom Coronel, desvelaba esas razones: era la respuesta al trompo de Checo Pérez en los compases finales del Gran Premio de Mónaco, deliberado a los ojos de Verstappen, para evitar que le superara en la parrilla. Coronel cerraba la puerta a la crítica de actuar bajo suposiciones, añadiendo que Pérez lo había reconocido internamente al propio equipo.

El coste de una decisión innecesaria

Verstappen se enfrentaba al dilema de ajustar cuentas con el mexicano, o a quedar en evidencia públicamente con su desleal actitud hacia su equipo y compañero. El neerlandés pudo haber apostado por el rol de la generosidad, pero eligió la primera opción. Disfrutaría por comer en el plato frío de la venganza, pero a costa de un precio elevado e innecesario.

Por un lado, la posición en la que dejaba a Horner y su equipo directivo frente a casi 1.000 trabajadores de Red Bull, que la cúpula directiva no admitiría de cualquiera de los miembros de su plantilla. En segundo lugar, cierta o no su suposición sobre Pérez, se lanzaba un torpedo hacia la credibilidad de su propio equipo. Ahora, la FIA y el resto de los rivales reciben motivos para cuestionar el resultado del Gran Premio de Mónaco. Ferrari, el más perjudicado, por ejemplo.

En tercer lugar, habrá un rubicón en la carrera de Max Verstappen, porque la actitud de Interlagos ha impregnado su figura con tintes poco agradecidos por la ausencia de valores que se esperan de un deportista o cualquier ser humano. Al margen de la verosimilitud de las razones que movieron a Verstappen, Checo Pérez efectivamente ha ayudado y se ha sacrificado por su compañero. Será obligación profesional del mexicano, pero lo cortés tampoco quita lo valiente. Tanto Pérez como futuros compañeros de Verstappen recordarán esta faceta de su personalidad.

El precio a pagar como deportista

Red Bull intentó sofocar la hoguera rápidamente. Con Verstappen incluyéndose en el mismo paquete. "Vamos a Abu Dabi. Por supuesto, queremos ganar la carrera, pero si hay una posibilidad de ayudar a Checo, lo haré. Por eso era importante que tuviéramos esta reunión ahora", explicaba el neerlandés tras la reunión con Pérez y el equipo. "Creo que los pilotos lo han discutido muy abiertamente entre ellos, son muy, muy claros al respecto, y somos un equipo, por lo que no voy a revelar el contenido de eso, es muy claro al final. Se ha discutido a puerta cerrada, y creo que lo tienen muy claro, saben cuál es el objetivo, se han despejado, se han dado la mano y nos centramos en la próxima carrera en Abu Dabi". Entonces, ¿Qué sentido había tenido la decisión de Verstappen en la pista si se volvía a la casilla de salida?

Checo Pérez perdió puntos clave en Interlagos por no intercambiar las posiciones, aunque ahora Verstappen ayude a su compañero. Un equipo cae bajo sospecha, su dirección es ninguneada por su piloto líder, quien tampoco obtenía ventaja alguna en términos deportivos. Al contrario, con todo en el bolsillo, denegaba su colaboración a quien le había ayudado antes… Con motivo de la sanción a Red Bull por los topes presupuestarios, Toto Wolff recordaba el concepto de daño reputacional que ninguna organización puede permitirse en estos tiempos, en los que la imagen está sometida a un brutal escrutinio de los medios y las redes sociales que modelan la percepción pública de los protagonistas. En este caso, Verstappen ha erosionado su figura sin beneficio alguno para nadie. Puede, eso sí, que haya reafirmado su imagen de killer implacable como piloto. La del deportista ha sufrido una severa derrota. Infligida por él mismo.

Max Verstappen quizás cosechó en Brasil su mayor derrota de la temporada por la potencial proyección en su percepción pública e imagen al desobedecer las órdenes de su equipo en Interlagos. Checo Pérez no opuso resistencia a ser adelantado por el neerlandés en los compases finales del Gran Premio de Brasil, confiado en que su compañero le devolvería la posición si Verstappen no lograba superar a Fernando Alonso. Todo, retransmitido por la radio. Verstappen se reafirmó en su actitud y Pérez hoy está empatado con Charles Leclerc en segunda posición del campeonato.

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