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La venganza de Checo Pérez al doble rasero del 'establishment' británico de la F1
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VICTORIA CON REIVINDICACION

La venganza de Checo Pérez al doble rasero del 'establishment' británico de la F1

De nada sirvió que el mexicano fuera el primer piloto en muchos años en estar cerca de Max Verstappen. A la mínima, un sector del paddock le cuestionaba por no ser ‘de los suyos’

Foto: Checo logró una expecional victoria en Singapur. (EFE/EPA/TOM WHITE)
Checo logró una expecional victoria en Singapur. (EFE/EPA/TOM WHITE)

Desde que Daniel Ricciardo dejara RedBull hace cuatro temporadas, ningún piloto ha estado ocasionalmente tan cerca de Max Verstappen como lo ha hecho Sergio 'Checo' Pérez. No es una opinión, sino hechos incontestables. Tanto Pierre Gasly como Alex Albon cuando compartieron equipo con el holandés no le olieron ni de lejos. Sin embargo, nunca nada parece ser suficiente para cierto sector británico de la Fórmula 1 empeñado en negarle siempre a Checo el pan y la sal.

Cuando el equipo de las bebidas energéticas decidió prescindir de Alex Albon, Red Bull fichó a Checo que acababa de quedarse sin equipo cuando Lance Stroll adquirió Racing Point y decidió renombrarlo como Aston Martin. Haciendo bueno el dicho de que no hay mal que por bien no venga, pasó Pérez de estar en la lista del paro a tener a su disposición uno de los coches más competitivos del campeonato. El problema de ese fichaje, es que iba a tener en el box de al lado a Max Verstappen, un piloto que aparte de su abrumador talento, era evidente que contaba con un equipo construido absolutamente a su alrededor. La literal boca del lobo.

No estaba Checo en condiciones de denegar la oferta, pero la realidad es que a nivel de reputación personal era un paso muy arriesgado. El mexicano tenía buena fama de piloto rápido y buen carrerista no habiendo sido superado a lo largo de su carrera de forma clara por ninguno de sus compañeros de equipo. Sin embargo, medirse con ‘Supermax’ con su coche y en su casa es un desafío de otra dimensión. Un camino sobre el abismo similar al de todos los pilotos triturados con el mismo coche en su momento por Senna, Schumacher, Alonso o Hamilton.

placeholder Checo ha demostrado ser el piloto ideal para acompañar a Max en Red Bull (EFE/EPA/SEM VAN DER WAL))
Checo ha demostrado ser el piloto ideal para acompañar a Max en Red Bull (EFE/EPA/SEM VAN DER WAL))

Todo gira alrededor de Max

Es lógico preguntarse qué sucede con pilotos como Pierre Gasly o Alex Albon, que cuando estuvieron compartiendo equipo con Verstappen parecían pilotos de una mediocridad absoluta y, sin embargo, cuando han continuado sus carreras lejos de del neerlandés han demostrado ser pilotos de gran valía. Más sorprendente resulta aún, cuando ambos pilotos en ocasiones estaban mas cerca de Max pilotando para Alpha Tauri que haciéndolo para Red Bull. ¿Cómo es posible brillar con el coche del equipo filial y fracasar con el ‘pata negra’ del equipo titular? La respuesta parece obvia: Verstappen tiene una forma muy particular de pilotar y toda la dirección técnica del equipo apunta a sus necesidades, olvidándose de lo que precise el segundo piloto.

Sabedores de este problema, Helmut Marko, el asesor de pilotos de Red Bull y el jefe de equipo Christian Horner, optaron por un piloto con mucha experiencia como era Checo. Aunque asumieran que iba a ser muy complicado que estuviera al nivel de Verstappen, confiaban que sabría lidiar el problema mejor que cualquier joven talento surgido de sus programas de jóvenes pilotos. Y acertaron en su apuesta, porque en 2021 el mexicano cumplió con el reto. Nunca estuvo a la altura de Max, pero de media estaba mucho más cerca de él de lo que nunca estuvieron sus predecesores. Por si esto fuera poco, en momentos clave del campeonato, su labor de equipo fue importante para lograr el campeonato. Desde luego Lewis Hamilton, puede dar fe de ello.

Este año las cosas cambiaron, porque con el cambio reglamentario a nivel aerodinámico, la concepción general del chasis y en consecuencia su comportamiento a nivel de conducción, de repente catapultó a Checo a disputarle ‘pole positions’ a Max Verstappen y a estar mucho más cerca del actual campeón del mundo en ritmo de carrera. La victoria en el Gran Premio de Mónaco demostraba, que cuando el mexicano contaba en sus manos con un coche en el que se sentía cómodo, su pilotaje era de muchos quilates. La renovación de su contrato por dos temporadas además de justa, era la decisión más razonable por parte de su equipo. Por primera vez en mucho tiempo, tenían al lado de Verstappen un piloto que ocasionalmente podía apretarle las clavijas y sumaba buenos puntos para el mundial de constructores.

Sin embargo, a partir de ahí la estrella de Pérez comenzó a desvanecerse. Parecía que la renovación de su contrato le había acomodado y que las ganas de jugarse el pellejo para estar a la altura de Verstappen se iban disipando. Pero nada más lejos de la realidad. Lo que comenzó a pasar es que la evolución técnica del equipo cada vez iba generando un coche más radical a la medida del neerlandés y cada vez menos más difícil de digerir para el mexicano. Es un hecho comprobable, que a medida que los Ferrari se fueron descolgando de los Red Bull en ritmo de carrera, las diferencias entre Checo y Max crecieron. La carrera de Spa-Francorchamps fue el epítome de esta situación, con una diferencia tal, que hasta los mayores detractores de Checo, empezaban a dudar si pilotaban coches iguales.

La memoria selectiva contra Checo

Luego se demostró, que por problemas de suministros de piezas, (y quizá de límites presupuestarios) los dos pilotos no llevan coches exactamente iguales. Con diferencias inapreciables según Christian Horner, pero diferentes a fin de cuentas al llevar suelos aerodinámicos distintos. Estaba claro, que algo tenía que suceder porque una cosa son las tres décimas de turno que puede sacar un piloto excepcional a su compañero de equipo y otra bien distinta, que te saquen alrededor de un segundo por vuelta. Pero la frágil memoria de buena parte del establishment británico volvió enseguida al ataque y daba igual que Checo siguiera sumando puntos de forma consistente. Daba igual también que el mexicano, a pesar de estar lejos del nivel de Max, a base de no cometer errores se encaramara a la segunda plaza de la clasificación del mundial de pilotos. Su ventajista veredicto ya estaba escrito sugiriendo que Checo no valía y había que reactivar la ‘Operación regreso de Alex Albon’.

Albon lo está haciendo bien en Williams sí, pero nada indica que lo fuera hacer mejor que Pérez frente a Verstappen. Si esto ya quedó claro la temporada que estuvieron juntos, ¿para qué volver con la misma historia? Muy sencillo: Albon es de los ‘suyos’ y Pérez no. Es ese mismo sector que siempre ha hablado con desdén de Checo destacando más el apoyo financiero prestado por las empresas mexicanas, que los méritos de su pilotaje. Son los mismos que se escandalizan con un estúpido insulto racista de Juri Vips en una partida de videojuegos, pero que miran para otro lado con los exabruptos xénofobos, que de cuando en cuando le dedica a Checo el Dr. Helmut Marko. El odioso doble rasero de toda la vida.

En Singapur, en la carrera probablemente más difícil de la temporada, Checo logró una excepcional victoria trabajada vuelta a vuelta y sin errores. Junto a la lógica alegría, no quiso, sin embargo, el piloto de Jalisco dejar de enviar un recado de lo más literal a sus detractores: “Esta victoria es muy importante para mí, porque quizá porque por ser mexicano, hay medios que exageraron mi mala racha y si había dos carreras que no estaba en el podio, mi temporada era horrible y Red Bull debería despedirme. Estoy muy contento”. Lo que se dice un mensaje para cerrar bocas de esos que te salen del alma.

Desde que Daniel Ricciardo dejara RedBull hace cuatro temporadas, ningún piloto ha estado ocasionalmente tan cerca de Max Verstappen como lo ha hecho Sergio 'Checo' Pérez. No es una opinión, sino hechos incontestables. Tanto Pierre Gasly como Alex Albon cuando compartieron equipo con el holandés no le olieron ni de lejos. Sin embargo, nunca nada parece ser suficiente para cierto sector británico de la Fórmula 1 empeñado en negarle siempre a Checo el pan y la sal.

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