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Por qué Verstappen y Netflix (y no Hamilton) son el nuevo santo grial de la Fórmula 1
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LOS NUEVOS SEGUIDORES MANDAN

Por qué Verstappen y Netflix (y no Hamilton) son el nuevo santo grial de la Fórmula 1

La deserción del piloto neerlandés de la serie de Netflix encendió todas las alarmas. El actual campeón mundial es la pieza clave del novedoso engranaje mediático de la Fórmula 1

Foto: Max Verstappen es el favorito de los nuevos seguidores de la F1. (Reuters/Eric Gaillard)
Max Verstappen es el favorito de los nuevos seguidores de la F1. (Reuters/Eric Gaillard)

Cuando Max Verstappen anunció que no quería aparecer más en la serie de Netflix 'Fórmula 1: la emoción de un Grand Prix', no se le dio excesiva importancia porque se dio por hecho que tenía éxito por sí misma sin depender de un piloto concreto. Tampoco pensaron que la figura del neerlandés fuera tan clave para el éxito, no solo del formato, sino de la propia competición. En Liberty Media -aunque desde fuera no diera la impresión-, la cuestión se abordó como el gabinete de crisis más importante desde que la empresa americana tomara el control de la Fórmula 1 en 2016 de manos de Bernie Ecclestone: Max tenía que volver sí o sí.

Las razones del éxito de la serie son variadas. Y se sostienen por las inmensas posibilidades que ofrece la Fórmula 1 para captar la atención del espectador a través de rivalidades entre pilotos, acción espectacular y su componente tecnológico. No es que otros deportes no puedan ofrecer un contenido igual de interesante, pero la clave radica en que Liberty Media se ha adelantado al resto y ya se sabe que el que pega primero, pega dos veces.

Un modelo alternativo de seguimiento

La gente joven y los aficionados no 'aborígenes' del automovilismo nunca iban a seguir la Fórmula 1 del modo tradicional, pero si podían hacerlo a través de una serie documental de tintes cinematográficos. El resto de deportes, incluso los más poderosos clubes de fútbol, buscan ahora replicar este modelo de éxito. El docudrama deportivo es el santo grial que todos los deportes estaban buscando, en un entorno de desapego por parte del público joven y unas audiencias televisivas en caída libre. El modelo tradicional de negocio ante las nuevas formas de entretenimiento se derrumbaba y, deliberada o fortuitamente, esta serie mostró el camino a seguir.

Los datos hablan por sí solos. Según la empresa de investigación de mercados Nielsen, de 2008 a 2016 la audiencia acumulada de la Fórmula 1 bajó de 625 millones de espectadores a apenas 400 millones. Sin embargo, desde que empezó hace cuatro temporadas la serie documental, no solo se recuperaron los números de antaño, sino que se espera que a final de año la audiencia supere la cifra mágica de 1.000 millones. De todos modos, hay que resaltar también, que no todo es acierto de mercadotecnia y 'know-how' mediático, porque es evidente que sin una competición muy reñida, como la vivida en 2020 y que prosigue en 2021, no hay magia posible. De hecho, el verdadero despegue de popularidad se fue cociendo según avanzaba la temporada pasada, a medida que la pelea entre Verstappen y Hamilton aumentó.

placeholder Hamilton y Verstappen son los dos colosos F1. (Reuters/Eric Gaillard)
Hamilton y Verstappen son los dos colosos F1. (Reuters/Eric Gaillard)

Excesiva 'creatividad'

Sin embargo, quizá embriagados por el éxito de la serie, a los guionistas se les fue la mano y se tomaron demasiadas licencias narrativas. Y se escoraron cada vez más hacia la telenovela que hacia la realidad. Verstappen ya había sido reticente con algunos capítulos, pero dio portazo a la serie tras la distorsión con su amigo Lando Norris. "Tratan de elegir momentos de aquí y de allá y luego, de alguna manera, fabrican una historia", argumentó Max. "No me gustó nada cuando hablaron de la rivalidad entre Lando y Daniel [Ricciardo]. Creo que los son dos grandes tipos, pero hicieron que pareciera que Lando era un cretino y no lo es en absoluto".

Stefano Domenicali actuó inmediatamente como mandamás actual de la Fórmula 1. De hecho, se dio cuenta de la magnitud del problema de que Verstappen se bajara del tren. No solo era peligroso porque otros pilotos siguieran su ejemplo, sino porque eran muy conscientes que Max es el absoluto rey de la popularidad entre los nuevos espectadores. Casi todos dábamos por hecho que Lewis Hamilton era el principal icono del automovilismo, pero eso era cierto para los aficionados que ya estaban, porque los nuevos siguen abrumadoramente al piloto neerlandés.

placeholder Los datos de seguidores del deporte en documentales. (Ampere/Sports Pro Media)
Los datos de seguidores del deporte en documentales. (Ampere/Sports Pro Media)

La Formula 1 es el deporte que globalmente más ha crecido en los últimos tres años, según la consultora Ampere. No obstante, su grupo demográfico de más rápido crecimiento es el situado entre los 18 a 24 años, con una afinidad que ha crecido en un diez por ciento durante este período. Es decir, la puerta de entrada de todos estos nuevos seguidores en buena medida ha sido Netflix. Posteriormente, han sido acompañados por un trabajo excelente en redes sociales a cargo de Liberty Media. Finalmente, los propios perfiles de los pilotos en sus propias redes sociales pusieron la guinda. Algunos de estos nuevos seguidores han empezado a seguir posteriormente las carreras en directo por televisión o por las plataformas digitales. Esto ha hecho subir algo las audiencias, pero lo ha hecho de un modo 'regalado' por todo lo anterior, no como un crecimiento televisivo orgánico al modo que sucedió toda la vida.

Max vuelve, pero con condiciones

Verstappen comprendió gracias a Domenicali cómo de importante era su presencia para el éxito global de su deporte. Y la responsabilidad que tenía como su principal icono. Fruto de ello, el campeón neerlandés ha vuelto a la serie. Eso sí, exigiendo ver el producto terminado antes de que se transmita al mundo. "Me senté con ellos y hablamos de todo lo que no me gustó", explicó Max recientemente. "Simplemente, pido tener voz sobre cómo vas a ser retratado, porque no es como cuando das una entrevista. Lo que quiero es que se refleje exactamente la realidad, al menos por mi parte".

Según el mismo estudio de Ampere, aproximadamente un tercio de los seguidores de la Fórmula 1 la siguen a través de la serie y las redes sociales. Atención, porque son aproximadamente 300 millones de personas. Solamente en Norteamérica, el crecimiento de ese perfil de seguidor ha aumentado un 34% de 2019 a 2021 que, por poner una referencia, es un crecimiento superior al de la Nascar, los Juegos Olímpicos y la Premier League.

Fernando Alonso recientemente se quejó de que toda esta nueva hornada de seguidores carece de cultura automovilista y no le falta razón. Sin embargo, la cuestión es que quizá haya que ver el vaso medio lleno, porque la llegada de los 'futbolizados', a los que aludía el piloto español, no resta. En cambio, se suman a los aficionados de toda la vida, que no se han ido, sino que simplemente ahora tienen que convivir con un tipo de aficionados absolutamente diferente. Esto en sí no es algo ni bueno ni malo, pero si lo suficientemente importante como para que Max Verstappen quiera realidad y no narrativas raras. Es decir, que quede claro siempre que su sitio está en el circuito de Zandvoort y no en un plató de Hollywood.

Cuando Max Verstappen anunció que no quería aparecer más en la serie de Netflix 'Fórmula 1: la emoción de un Grand Prix', no se le dio excesiva importancia porque se dio por hecho que tenía éxito por sí misma sin depender de un piloto concreto. Tampoco pensaron que la figura del neerlandés fuera tan clave para el éxito, no solo del formato, sino de la propia competición. En Liberty Media -aunque desde fuera no diera la impresión-, la cuestión se abordó como el gabinete de crisis más importante desde que la empresa americana tomara el control de la Fórmula 1 en 2016 de manos de Bernie Ecclestone: Max tenía que volver sí o sí.

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