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Cómo Francia pasó de potencia del automovilismo y de la F1 a ser casi irrelevante
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La Francia que cae... también en coches

Cómo Francia pasó de potencia del automovilismo y de la F1 a ser casi irrelevante

El país donde se inventaron las carreras de coches y se creó la palabra 'Grand Prix' ha perdido su supremacía. Su decadencia ha ido en paralelo al declive del país en general

Foto: Esteban Ocon en 2021 en el circuito de Paul Ricard. (EFE/EPA/Sebastien Nogier)
Esteban Ocon en 2021 en el circuito de Paul Ricard. (EFE/EPA/Sebastien Nogier)

Hace casi un par de décadas el libro 'La France qui tombe' (La Francia que cae) sacudió de una forma terrible la sociedad francesa, porque por primera vez alguien se atrevía a poner con datos, una realidad que nadie del país vecino quería reconocer: por encima de los pirineos ya no se encontraba ni de lejos, esa nación líder mundial que muchos de sus orgullosos ciudadanos presumían. Nicolas Baverez, su autor, detallaba con pelos y señales como otros países a los que tradicionalmente desdeñaban les habían superado en sectores del ámbito de la cultura, la industria, la moda o la gastronomía, donde anteriormente fueron claros líderes. Dentro de su certero análisis se dejó quizás sin mencionar su pérdida de protagonismo en el automovilismo en general y la Fórmula 1 en particular.

Dejemos claro primero una cosa, pese a su innegable declive, Francia sigue siendo un país importante en el mundo de las carreras de coches. Mucho más fuerte que España, por ejemplo, que sigue estando a enorme distancia en cultura automovilística, número de licencias o industria relacionada. Pero en nuestro país, sin embargo, ahora tenemos por ejemplo más pistas de kárting de nivel o también mejores circuitos permanentes. No se trata de hacer de todos modos una comparación entre los dos países, sino de reflejar la enorme pérdida de peso específico de Francia en el concierto automovilístico global.

Un declive espectacular

Nada ilustra mejor este declive, que recordar una imagen que justo estos días cumple cuarenta años, como es el pódium del Gran Premio de Francia de 1982. En esa carrera ganó un coche francés (Renault), los tres primeros clasificados fueron pilotos franceses (René Arnoux, Alain Prost y Didier Pironi), el premio lo entregó un francés de nombre Jean Marie Balestre, que era presidente de la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) y la carrera se celebró en el circuito de Paul Ricard, que en su momento fue el autódromo más avanzado del mundo. Eso es dominio.

Pero es que había más, el cuarto clasificado también era francés (Patrick Tambay), el otro gran constructor francés de automóviles, además de Renault, el grupo PSA (Peugeot-Citroën) también estaba presente a través del equipo Ligier-Matra, (a su vez esta última un peso pesado de la industria aeronáutica de la época). Las grandes empresas del país galo como SEITA (Gitanes), Michelin, o la petrolera ELF tenían un enorme protagonismo, e incluso una marca francesa de cascos (GPA) era la preferida por la mayoría de los pilotos de la parrilla. Nada o casi nada de aquello queda.

Hoy día la presencia francesa en la parrilla de Fórmula 1 se limita a la presencia de Renault (Via Alpine) que al menos siguen fabricando sus motores a las afueras de París y Esteban Ocon, como único piloto representante. Es fácil imaginar que quien partía el bacalao en el paddock en aquellos momentos era la prensa francesa, mucho más poderosa en aquellos momentos que la británica que es quien domina hoy día. Además, se daba la circunstancia que aparte de coincidir aquellos años con una generación muy brillante de pilotos también lo hizo con otra de grandes periodistas como Jose Rosinski, Gerard Crombac, Renaud de Laborderie o Johnny Rives, que eran las grandes luminarias informativas de la época.

placeholder El éxito arrollador de Sebastien Loeb (en la foto) y Sebastien Ogier, hizo que virara hacia los rallyes la atención de la Francia automovilística en detrimento de la Fórmula 1. (AP Photo/Lionel Cironneau)
El éxito arrollador de Sebastien Loeb (en la foto) y Sebastien Ogier, hizo que virara hacia los rallyes la atención de la Francia automovilística en detrimento de la Fórmula 1. (AP Photo/Lionel Cironneau)

Los Rallyes y los ‘enarcas’.

¿Qué ha ocurrido para que se produzca semejante declive? Es cierto que no puede explicarse una debacle similar sin atender a múltiples razones, pero a priori parecen destacar dos por encima del resto: El cambio de foco de los circuitos a los rallyes y el poder de los ‘enarcas’. Es decir, toda la atención para los fenómenos rallysticos de los ‘Sebastianes’ (Loeb y Ogier) y ni un duro para la Fórmula 1, por parte de la aristocracia empresarial y financiera surgida de la ENA (Ecole National d’Administration).

Cuando a principios de siglo, el equipo Prost de Fórmula 1 fracasó estrepitosamente, se produjo un enorme desapego en Francia hacia la Fórmula 1, porque aquello fue una píldora de humillación muy difícil de tragar para el orgullo de los franceses. Un equipo dirigido por el gran mito de su automovilismo como es Alain Prost, con las empresas mas potentes del país apoyando el proyecto y el talento de pilotos locales como Olivier Panis o Jean Alesi, tenía que triunfar sí o sí. Pero lejos de hacerlo la aventura acabó deshonrosamente en el cubo de la basura.

El propio Alain Prost, reconoció que uno de sus principales errores fue haber tardado tanto en contratar al español Joan Villadelprat para dirigir la nave. A Prost le pudo la ilusión de hacer un proyecto 100% francés y le faltó el pragmatismo de contratar al mejor talento disponible independiente de que fuera o no de Francia. El daño ya estaba hecho y la palabra Fórmula 1 se convirtió en tabú en los cenáculos se los enarcas, que es como se conoce a los egresados de la prestigiosa escuela nacional de administración francesa. Se conocen todos entre ellos y representan el verdadero poder en la sombra de Francia, con sus tentáculos dominantes en la política, la empresa, la cultura y los medios de comunicación.

placeholder La petrolera ELF tuvo un protagonismo extraordinario décadas atrás en la Fórmula 1, del que ya no queda nada (Goodyear)
La petrolera ELF tuvo un protagonismo extraordinario décadas atrás en la Fórmula 1, del que ya no queda nada (Goodyear)

El caso total

Un buen ejemplo de este desapego de la elite empresarial francesa con la Fórmula 1, es que ni siquiera TOTAL, la gran empresa gala del sector petrolífero, patrocina hoy día a Alpine, que como socio en el terreno de los lubricantes ha tenido que recurrir a la británica Castrol. Y es que TOTAL no es cualquier empresa en el mundo de la Fórmula 1, porque es la actual propietaria hoy día de la marca ELF, que además de ser en su época patrocinador de dos titanes como Tyrrell, Renault o Ligier, gracias a sus actividades promocionales llegaron a la Fórmula 1 nombres como Cevert, Depailler, Tambay, Pironi, Laffite, Jabouille, Arnoux, Jarier, Prost, Alesi, Comas, Bernard, Panis… ¡Casi nada!

TOTAL anunció su retirada de la Fórmula 1, justificando que debían concentrar sus esfuerzos en el desarrollo de su negocio en el emergente mercado africano. Pero es una excusa muy pobre, porque realmente en un coloso como es la empresa resultante de la amalgama TOTAL/FINA/ELF, una inversión en patrocinio en Fórmula 1 es una gota en el océano. Si hubieran seguido con entusiasmo en la Fórmula 1 les habría permitido seguir gozando de una percepción de liderazgo tecnológico que con el paso de los años su ausencia la va diluyendo. Como decía Sócrates, la ausencia de emoción envejece mucho más que el paso de los años. Y eso es lo que le ha pasado a Francia. Sin emoción, ha envejecido a pasos agigantados.

Hace casi un par de décadas el libro 'La France qui tombe' (La Francia que cae) sacudió de una forma terrible la sociedad francesa, porque por primera vez alguien se atrevía a poner con datos, una realidad que nadie del país vecino quería reconocer: por encima de los pirineos ya no se encontraba ni de lejos, esa nación líder mundial que muchos de sus orgullosos ciudadanos presumían. Nicolas Baverez, su autor, detallaba con pelos y señales como otros países a los que tradicionalmente desdeñaban les habían superado en sectores del ámbito de la cultura, la industria, la moda o la gastronomía, donde anteriormente fueron claros líderes. Dentro de su certero análisis se dejó quizás sin mencionar su pérdida de protagonismo en el automovilismo en general y la Fórmula 1 en particular.

Gran Premio de Francia Fórmula 1 Alain Prost
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