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"Me voy a aburrir de esto". Por qué Verstappen y Pérez llegarán 'a las manos' en Red Bull
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LA ACTITUD DE VERSTAPPEN COMO PILOTO

"Me voy a aburrir de esto". Por qué Verstappen y Pérez llegarán 'a las manos' en Red Bull

La actitud de Verstappen revela una y otra vez que el neerlandés se considera más allá de las estrategias de su equipo, por lo que Sergio Pérez se encuentra en una difícil posición

Foto: Verstappen y Pérez están condenados a polémicos mano a mano en la pista. (Reuters/Rula Rouhana)
Verstappen y Pérez están condenados a polémicos mano a mano en la pista. (Reuters/Rula Rouhana)
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Que Max Verstappen y Sergio Pérez van a acabar como el rosario de la aurora en 2023 es tan ineludible como la fuerza de la gravedad. Tarde o temprano, ambos terminarán con un incidente -o varios- sobre el asfalto. Y con polémica fuera de él. La única condición para evitarlo será que el mexicano agache la cabeza cuando llegue el momento. Sin embargo, Pérez es un piloto de orgullo latino, cuenta con todo un país detrás, y ya ha soportado varios desplantes y desafíos del neerlandés y la pusilanimidad de su equipo. En su carácter residirá la respuesta para que ambos lleguen o no "a las manos" en la pista, mientras que en Red Bull parecen impotentes para evitarlas.

El pasado Gran Premio de Brasil 2022 ya ejerció como otro botón de muestra. En las dos primeras carreras de este año Verstappen ha reafirmado el patrón mental y psicológico que le define: imposición total de su voluntad absoluta, al margen incluso de los criterios del equipo, sobrepasado por su piloto.Sergio Pérez constató una vez más en Jeddah que debe prepararse para el cruce de espadas que se avecina en la pista con el monoplaza dominador del campeonato. No se trata del "si", sino del "cuando".

Preparando el terreno

El cableado de Max Verstappen como piloto de carreras le convierte en una máquina implacable por su talento, pero también por una mente "killer" programada para la crueldad deportiva hacia el rival, máxime si se trata de su compañero de equipo, a quien intentará destruir en el asfalto y fuera de él, pasando por encima de la estrategia y las instrucciones de su propio equipo cuando fuere menester. Dos carreras, dos ejemplos.

Porque, además, el neerlandés ya quiere preparar el terreno: lo avisó tras el Gran Premio de Arabia Saudí. "Todo el mundo está contento personalmente, pero yo no estoy contento porque no estoy aquí para ser segundo", afirmó. "Este año el título va a ser una lucha entre dos pilotos, así que la fiabilidad es fundamental", añadió. Consciente de la brutal superioridad del RB19, sabe que su principal rival será su compañero de equipo, y está intentando imprimir en Sergio Pérez esa superioridad mental y psicológica. Además, como el pasado recuerda, que dos pilotos que comparte un monoplaza dominador llegarán al contacto físico en la pista. O aunque se trate de dos coches de rendimiento parejo, como fue el caso de Verstappen con Hamilton. Solo cabe recordar Silverstone o Monza 2021.

"Pero a mí sí me importa"

Tras su remontada, Verstappen intentó alcanzar a Pérez en las vueltas finales, pero el mexicano le resistió el intenso toma y daca. Un duelo quizás innecesario ante el doblete asegurado. Sin duda, en Red Bull temían que Verstappen les desobedeciera de nuevo si le ordenaban parar, como ocurrió en Interlagos. Solo cuando comprobó que no alcanzaría al mexicano bajó la guardia en la pugna por alcanzarle. Pero no por la vuelta rápida.

La anécdota fue reveladora tras el banderazo a cuadros en Jeddah. "Me dijeron que mantuviera un cierto ritmo, que tenía la vuelta más rápida y que mantuviera un cierto ritmo, así que pensé que la comunicación era la misma para Max", explicó el mexicano en la rueda de prensa. En la entrevista previa al podio quedó sorprendido ante la pregunta del entrevistador, porque ignoraba que Verstappen le había robado la vuelta rápida en el giro final.

Más curioso fue cuando el mexicano le preguntó en la vuelta de deceleración a Hugh Bird, su ingeniero, que le confirmara si la vuelta rápida era finalmente suya. Este le contestó que alguien se la había arrebatado pero, sorprendentemente, no le comunicó que había sido el propio Verstappen. A Pérez le hubiera ayudado conocer el dato para no quedar en evidencia ante las televisiones. En la sala prepodio le pidió explicaciones al neerlandés quien, poco más o menos, pasó del mexicano con su respuesta.

Aquí mando yo

"¿Cúal es la vuelta rápida?", pregunto Verstappen en el giro 46. "No nos importa eso en este momento", le contestó su ingeniero, Gianpiero Lambiase. "Pero a mí, sí", contestó el piloto. Pérez, por su parte, confiaba en que los ambos bajaban la guardia ante los mensajes por la radio. Negativo. Verstappen marcó un 1.31.9, en la última vuelta para no dejar capacidad de reacción al mexicano quien, relajado, rodó casi dos segundos más rápido. El punto perdido le hubiera otorgado el liderato en el campeonato ¿Habría permitido Horner y compañía lo mismo a Pérez en una situación inversa? Aun resuena, por ejemplo, la filípica de Verstappen padre tras la estrategia de Red Bull en el pasado Gran Premio de Mónaco, que se llevó el mexicano.

El despotismo de Verstappen alcanza a sus compañeros, pero también a su propio equipo, como en Brasil del pasado año. En Red Bull son conscientes de las tormentas que desatan los Verstappen cuando no se pliega la estrategia a sus deseos o intereses. Quienes conocen la historia de Toro Rosso -muy pocos- saben qué pasó internamente cuando Sainz plantó cara a Verstappen en el equipo italiano. Ricciardo decidió salir de Red Bull o después del famoso incidente con Verstappen en Baku. En Red Bull saben quién manda y, de lo contrario, el neerlandés y su entorno se encargan de recordarlo.

"Max, me voy a aburrir de esto"

Último Gran Premio de Baréin. Ante la diferencia sobre Pérez, en segunda posición, Lambiase le pidió a Verstappen que levantara el pie. "Target 37.0". "No me importa ir más lento, pero solo si ambos vamos más lentos", respondió a su ingeniero."No estás compitiendo en este momento, Max. Así que el target es 37.0, por favor". Ni caso, "Max, estás viendo +0.7 en el panel del volante. Me voy a aburrir de esto, así que, por favor, hazlo". Era la situación opuesta a Jeddah. Checo ya juega con la seguridad de que si sigue las instrucciones del equipo, Verstappen no lo hará. Las cartas están marcadas en su contra.

placeholder Se vienen curvas en Red Bull. (Reuters/Rula Rouhana)
Se vienen curvas en Red Bull. (Reuters/Rula Rouhana)

Verstappen impone su voluntad, por principio. En Jeddah, el equipo era consciente de que sería ninguneado si ordenaba deponer las armas al neerlandés en la pugna por la vuelta rápida. Para que no quedaran dudas, el propio Verstappen explicó en la rueda de prensa que fueron sus propios cálculos y no las instrucciones del equipo las que le hicieron renunciar a seguir presionando a Pérez. Pero no a la vuelta rápida, jugando con los temores de su muro de boxes.

¿Cuál será la respuesta de Sergio Pérez cuando llegue un cuerpo a cuerpo, por ejemplo, como los de Verstappen y Hamilton en 2021? ¿Obedecerá las órdenes de equipo en un momento dado, considerando la actitud de reto e independencia permanente del campeón del mundo, ahora consciente de que el único rival será su compañero mexicano? Para Sergio Pérez, hay en juego algo más que un título.

Que Max Verstappen y Sergio Pérez van a acabar como el rosario de la aurora en 2023 es tan ineludible como la fuerza de la gravedad. Tarde o temprano, ambos terminarán con un incidente -o varios- sobre el asfalto. Y con polémica fuera de él. La única condición para evitarlo será que el mexicano agache la cabeza cuando llegue el momento. Sin embargo, Pérez es un piloto de orgullo latino, cuenta con todo un país detrás, y ya ha soportado varios desplantes y desafíos del neerlandés y la pusilanimidad de su equipo. En su carácter residirá la respuesta para que ambos lleguen o no "a las manos" en la pista, mientras que en Red Bull parecen impotentes para evitarlas.

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