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Dos Van Gogh cogiendo polvo en un adosado de Nápoles: el as en la manga de la mafia
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ARMA DE NEGOCIACIÓN

Dos Van Gogh cogiendo polvo en un adosado de Nápoles: el as en la manga de la mafia

El crimen organizado no solo vive de drogas, tráfico de personas y extorsiones: hace ya tiempo que extendió sus tentáculos al mundo del arte y de los restos arqueológicos

Foto: Dos 'carabinieri' vigilan en 2016 los dos lienzos de Van Gogh recién recuperados en la vivienda del capo de la mafia Rafaelle Imperiale. (Reuters/Ciro de Luca)
Dos 'carabinieri' vigilan en 2016 los dos lienzos de Van Gogh recién recuperados en la vivienda del capo de la mafia Rafaelle Imperiale. (Reuters/Ciro de Luca)
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En un chalet del montón a las afueras de la localidad napolitana de Castellammare di Stabia, rodeado de espantosas edificaciones de cemento, permanecieron ocultos durante 14 largos años dos cuadros de Vincent Van Gogh: Vista del mar en Scheveningen y Congregación dejando la iglesia reformada en Nuenen. Los dos lienzos fueron robados en 2002 del museo Van Gogh de Ámsterdam y aunque los ladrones acabaron detenidos pocos meses después -señalados por un gorro lleno de cabellos y de ADN que se les cayó durante el hurto- se negaron a colaborar con la justicia y a indicar a quién le habían vendido las dos obras.

Esos dos lienzos no podían venderse ni subastarse: eran los cuadros más buscados del planeta, estaban en la lista del FBI de los diez peores delitos contra obras de arte, la denominada Top Ten Art Crimes. Los investigadores barajaron la posibilidad de que hubieran podido haber acabado en la dacia de un oligarca ruso o en el yate de un emir. Pero no: los dos cuadros se encontraban en esa vivienda unifamiliar de Castellammare di Stabia, en la que vivían sin grandes lujos los padres del gran capo de la Camorra Raffaele Imperiale.

Al mafioso le pareció que la contemplación de esas dos obras de Van Gogh podía servirle a su madre, entonces enferma de cáncer, para evadirse de su sufrimiento. Pero ese no fue el único motivo por el que Lello de Ponte Persica (como era conocido Imperiale por los investigadores) adquirió aquellos dos lienzos, pagando por ellos en total dos millones de euros, un precio absolutamente irrisorio. La prueba es que en 2021 la sala Christie’s vendió en subasta tres obras de Van Gogh por más de 150 millones de dólares en total.

“Decía que esos cuadros eran su as en la manga”, confesaría después Gennaro Carra, un camorrista reconvertido en colaborador de la Justicia. Carra asegura que estuvo presente cuando en 2013 otro mafioso llevó a una villa de Lago Patria, a las afueras de Nápoles, dos pinturas envueltas en un trozo de tela y se las mostró a varios miembros del crimen organizado, entre los que se encontraba Raffaele Imperiale, diciéndoles que eran obra de Van Gogh. “Yo por entonces ni siquiera sabía quién era Van Gogh”, admitía.

placeholder 'Vista del mar en Scheveningen', uno de los dos cuadros de Van Gogh robados del Museo Van Gogh en Ámsterdam el 7 de diciembre de 2002. (Getty Images)
'Vista del mar en Scheveningen', uno de los dos cuadros de Van Gogh robados del Museo Van Gogh en Ámsterdam el 7 de diciembre de 2002. (Getty Images)

Imperiale sí que lo sabía. El capo de la camorra conocía bien el valor artístico y económico de esos dos lienzos y, sobre todo, entendió que en caso de que le vinieran mal dadas esas dos telas podían convertirse en un excelente elemento de negociación; en objeto de trueque. Su as en la manga, en definitiva.

Y, efectivamente, así fue. Imperiale fue condenado en 2016 por vez primera por un tribunal italiano, le cayeron 18 años de cárcel por tráfico de cocaína. Pero en 2018, y después de devolver esos dos cuadros, ¡voilà!, la condena le fue reducida a la tercera parte: cinco años, diez meses y 10 días de prisión.

Narcotráfico, prostitución, armas, extorsión… Son algunos de los negocios a los que tradicionalmente se ha dedicado la mafia. Pero el crimen organizado hace ya tiempo que también extendió sus tentáculos hacia otras áreas, logrando infiltrarse en sectores en los que en principio sería difícil imaginarse su presencia. Pero ahí están. “El arte y los restos arqueológicos son desde hace tiempo uno de los campos de interés de las organizaciones mafiosas, en especial de las italianas”, nos cuenta Floriana Bulfon, una periodista italiana de investigación experta en criminalidad organizada y autora de Macro Mafia, un ensayo en el que analiza cómo las multinacionales del crimen organizado están conquistando el mundo y en el que da buena cuenta del asunto de los van goghs.

“Compré esos dos cuadros no solo porque me convenía sino también porque los amaba. Por supuesto estaba al corriente de su valor artístico, debo mi sensibilidad artística a mi padre, una buena persona que me llevaba a los museos”, declaró al diario Il Mattino Lello de Ponte Persica.

placeholder El capo de Cosa Nostra Matteo Messina Denaro, tras ser detenido en Palermo en enero de 2023 después de 30 años como fugitivo. EFE
El capo de Cosa Nostra Matteo Messina Denaro, tras ser detenido en Palermo en enero de 2023 después de 30 años como fugitivo. EFE

No era el primer mafioso al que se le ocurría robar patrimonio artístico para emplearlo como arma de negociación. La Camorra ya tuvo esa idea en los años 70, cuando se planteó robar el Fauno Danzante, la famosa escultura hallada en Pompeya. No llegó a hacerlo, pero lo que sí hizo el crimen organizado en 1993, en plena guerra contra el estado italiano, fue llevar a cabo atentados con bomba en Milán, en Florencia y en Roma, tres ciudades con un importantísimo patrimonio cultural.

En el atentado en Florencia de mayo de 1993 perdieron la vida cinco personas pero, además, la explosión destruyó una torre y varios edificios del centro, incluida la Galería de los Uffizi, provocando daños a 173 cuadros y a medio centenar de esculturas. No es, ni mucho menos, el único mafioso que ha extendido sus garras a piezas de arte. El atentado de Milán que se registró el 27 de julio de ese mismo año, provocó la muerte de otras cinco personas y causó deterioros en la Galería de Arte Moderno de Milán y en algunas obras. Y esa misma noche, en Roma, estallaron dos coches-bomba, el primero dañó la fachada de la Basílica de San Juan de Letrán y el segundo, algunos muros y estructuras de la Iglesia de San Giorgio al Velabro. El mensaje de la mafia al estado italiano era claro: mucho cuidado, que podemos causar daños irreparables al patrimonio cultural del país.

El propio Matteo Messina Denaro, el gran capo de Cosa Nostra detenido en enero de 2023 tras 30 años en busca y captura, no tuvo ningún problema en declarar en su último interrogatorio antes de morir en septiembre pasado que buena parte de su fortuna provenía del tráfico de bienes culturales y arqueológicos. “Si quiere saber cómo he hecho dinero se lo puedo explicar”, aseguraba al fiscal Alfredo Montalto. Según el jefe de Cosa Nostra, el ingente patrimonio económico acumulado por su familia no procedería de delitos graves sino de lo que él mismo calificaba como “una nadería de delito”: el tráfico de piezas robadas del Parque Arqueológico de Selinute, situado en la costa sudoeste de Sicilia y que acoge los restos de una antigua ciudad griega de los siglos VIII a III a. C.

placeholder La 'Venus Morgantina' al ser expuesta en 2011 en el museo de Aidone en Enna, Sicilia, tras ser devuelta a Italia .(EFE/Franco Lannino)
La 'Venus Morgantina' al ser expuesta en 2011 en el museo de Aidone en Enna, Sicilia, tras ser devuelta a Italia .(EFE/Franco Lannino)

Es verdad que Messina Denaro estaba deseoso por desviar la atención de los investigadores de los numerosos delitos de violencia y sangre que se le atribuyen. Pero eso no quita para que, efectivamente, la mafia lleve tiempo infiltrada en el comercio ilegal de bienes culturales. El capo dei capi no tenía en ese sentido ningún problema en declarar que su padre, Francesco 'Ciccio' Messina Denaro, ya se había dedicado al tráfico de restos arqueológicos como trozos de cerámica antigua o monedas griegas de plata guardadas en vasijas milenarias… Según su testimonio, con 16 años fue testigo de varias operaciones en las que su padre vendió restos arqueológicos saqueados de Selinute.

“El padre se dedicaba al tráfico de bienes arqueológicos y le transmitió al hijo esa pasión”, destaca la periodista Floriana Bulfon. “La familia saqueó muchos restos arqueológicos en Selinute, restos que desde Sicilia pasaron luego a Suiza a través de Gianfranco Becchina, un marchante italiano condenado numerosas veces por tráfico ilegal y que tenía una galería de arte en Basilea”.

Messina Denaro admitió que su familia mantenía relaciones con Gianfranco Becchina, quien como marchante vendió objetos de arte al Museo del Louvre, al de Boston, al Metropolitan de Nueva York o al J. Paul Getty Museum, entre otros muchos. “Algunas de esas obras, como por ejemplo varias de las que acabaron en el Museo Getty, procedían de excavaciones arqueológicas ilegales, eran obras saqueadas”, señala la autora de Macro Mafia. Es el caso de Orfeo y las sirenas, un grupo escultórico en terracota a tamaño real del año 300 a.C y que el Getty se vio obligado en 2022 a devolver a Italia después de que se demostrara su origen fraudulento. O el caso de la llamada Venus Morgantina, una imponente escultura en mármol de 2,20 metros de altura realizada en el siglo V a. de C. y que representa a Afrodita: fue robada en una excavación en Sicilia en 1979 y adquirida después en una subasta por el museo Paul Getty de Malibu. Tras una larga batalla judicial, la escultura fue devuelta a Sicilia en 2011.

placeholder 'Natividad con san Francisco y san Lorenzo', obra de Caravaggio robada en 1969 en Sicilia. (Wikipedia)
'Natividad con san Francisco y san Lorenzo', obra de Caravaggio robada en 1969 en Sicilia. (Wikipedia)

También se dice que el crimen organizado estaría detrás de la desaparición hace ya 55 años de la famosa Natividad con san Francisco y san Lorenzo del Caravaggio, robada en 1969 del Oratorio de San Lorenzo en Palermo y de la que desde entonces no se tienen noticias. Algún mafioso reconvertido en colaborador de la Justicia contó que la Natividad fue robada por criminales comunes sicilianos y que luego se hizo con ella el capo Gaetano Badalamenti, quien la habría cortado en cuatro trozos y se la habría vendido a un marchante suizo. Aunque otro mafioso arrepentido, Francesco Marino Mannoia, declaró que el caravaggio se guardaba en un almacén que sufrió un incendio, causándole el fuego daños irreparables. Aunque después cambió de versión y dijo que la obra se encontraba a salvo. Pero nunca ha sido encontrado.

En un chalet del montón a las afueras de la localidad napolitana de Castellammare di Stabia, rodeado de espantosas edificaciones de cemento, permanecieron ocultos durante 14 largos años dos cuadros de Vincent Van Gogh: Vista del mar en Scheveningen y Congregación dejando la iglesia reformada en Nuenen. Los dos lienzos fueron robados en 2002 del museo Van Gogh de Ámsterdam y aunque los ladrones acabaron detenidos pocos meses después -señalados por un gorro lleno de cabellos y de ADN que se les cayó durante el hurto- se negaron a colaborar con la justicia y a indicar a quién le habían vendido las dos obras.

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