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¿Invertir en arte? Estos son los autores cada vez más revalorizados

Por Ignacio Mateos

Julie Curtiss

Invertir en algo tan subjetivo como el arte siempre acarrea un cierto nivel de riesgo. Así que, al igual que hacen los coleccionistas, no deje de hacer sus deberes antes de comprar. Pero, sobre todo, disfrute tanto del proceso como de la obra una vez conviva con ella. De ese modo nunca se arrepentirá.

Compre solo arte que de verdad le guste”. No lo decimos nosotros, sino que lo repiten los consultores de arte a sus clientes como si de un mantra se tratase. Y no les falta razón. Ante un mercado tan cambiante, el mejor consejo siempre es el de adquirir obras cuyas cualidades nos provoquen un sentimiento especial, que nos ayuden a trascender. Al fin y al cabo, comprar arte define nuestra personalidad. Pero, ¿es también una buena herramienta de inversión?

Tras su mayor recesión en una década y a pesar de su comportamiento poco predecible, el mercado del arte parece desafiar a la economía, dando signos de recuperación tras la pandemia y poniendo a prueba su resiliencia. El Mei Moses All Art Index, que rastrea el valor de las reventas de arte, registró un aumento del 17% en todas las categorías. Es el sector de las subastas el que muestra un mayor avance interanual, con un aumento de las ventas en subasta pública del 47%. Y es que en los últimos meses han ocurrido algunas de las ventas más lucrativas: desde una de las codiciadas ‘Shot Marilyns’ de Warhol, vendida por la cifra récord de 185 millones de euros; hasta el histórico NFT de Beeple que alcanzó los 69 millones, fruto tal vez de una evolución en el gusto y en los modos de consumir y comprar arte.

‘Shot Marilyns’ de Warhol

A pesar de estas halagüeñas cifras, lo cierto es que tan solo un mínimo porcentaje de lo puesto a la venta, tangible o digital, se considera realmente una buena inversión. Con la apertura oficial de la temporada, comprar en galería es una excelente idea pues en ellas tenemos más posibilidades de encontrar obra fresca a un precio económico y, en ocasiones, de mejor calidad que en subasta. En estas últimas, además de las centenarias Sotheby’s y Christie’s, no hay que olvidar otras como Durán, Segre o Ansorena en las que es posible descubrir oportunidades que difícilmente se pueden hallar en el mercado primario. Sin olvidarnos de la proliferación de plataformas de arte online…

En cualquiera de los casos, si está pensando en hacer una inversión importante asegúrese de contar con una opinión experta, tener clara la procedencia de la obra, así como de cerciorarse de su inclusión en el correspondiente catálogo razonado. Estos son algunos de los autores (y sus obras) a los que actualmente no habría que quitarles el ojo.

Escultura

Si hay una escultora española que no deja de brillar en el panorama internacional, esa es sin duda Cristina Iglesias. La donostiarra, siempre impulsada por la magnífica labor de una de nuestras más reconocidas galeristas, Elba Benítez, y tras inaugurar sus instalaciones en la Royal Academy of Arts y en el Madison Square Park, acaba de presentar sus características estructuras de exuberancia vegetal en Gagosian Londres. El conocido marchante de origen armenio tiene la capacidad de lograr que los precios de las obras de sus artistas se revaloricen, por lo que no le quiten el ojo a este momento irrepetible de su trayectoria.

También la obra escultórica de quien fuera su marido, Juan Muñoz, sigue ganando visibilidad en el mercado global gracias a la reciente adquisición de su legado por otra de las galerías más influyentes, David Zwirner. Mientras, el nombre de Louise Bourgeois sigue cosechando buenos resultados en subasta, con una de sus arañas llegando a la cifra de los 40 millones de dólares. Palabras mayores.

Vegetation Room XVIII (wet maze), 2016. Cristina Iglesias

Pintura

Si pasamos al terreno de lo pictórico, asistimos en los últimos años a la consagración en el mercado secundario de autores como Millares o Zóbel. Este último no solo ha entrado en el Prado, junto a Picasso, sino que además es también muy apreciado en Asia. También los galeristas reportan un buen momento de la obra del demandado Manolo Valdés, nuestro artista más genuinamente pop.

Pero si, como muchos otros compradores que desean explorar lo nuevo y excitante, lo que desea es obra de pintores más contemporáneos, jóvenes y aún infravalorados, es probable que todas las pistas le lleven al terreno de una nueva escuela de figuración más potente y espontánea que la surgida durante la segunda mitad de siglo XX, no solo en su aspecto estético sino también en términos de popularidad. De figuras de exageradas proporciones y carácter irreverente, a nivel global son cada vez más deseables las obras de GaHee Park, Julie Curtiss, Amanda Baldwin o Ismail Isshaq. El interés que se ha despertado en subasta por el último, junto a otros artistas de África occidental, es notable.

Fernando Zóbel

Pero también dentro de nuestras fronteras tenemos una buena hornada de nuevos artistas de esta corriente: el malagueño Javier Calleja, el barcelonés Jordi Ribes, la jerezana Ana Barriga o los madrileños Rafael Macarrón y Edgar Plans dan vida a personajes insólitos y de proporciones deformadas o exageradas. De clara inspiración en el arte callejero y el mundo del cómic, algunos de ellos están logrando buenos resultados no solo en el mercado secundario sino también en el continente asiático.

Y dado que la figuración vuelve a ser tendencia, en esta dirección de elementos de estética pop, aunque de herencia más clásica, encontramos el trabajo de Dis Berlin. Coleccionado por Pedro Almódovar, no es ningún secreto la utilización de sus obras en muchas de las películas del manchego. En la galería Guillermo de Osma se pueden encontrar magníficos ejemplares. Precisamente esta misma galería acaba de inaugurar con motivo de la apertura de la nueva temporada una exposición de Joaquín Torres García, figura clave de la vanguardia latinoamericana. Casualidad o no, el uruguayo fue compañero del también cada vez más cotizado Piet Mondrian. Y es que en esta misma línea de abstracción tampoco conviene quitarle el ojo a las decorativas geometrías del argentino César Paternosto. Sin embargo, si hay un récord que merece la pena referenciar, ese es el de Stanley Whitney, pues una de sus coloridas geometrías alcanzó en venta pública los 2,3 millones de dólares en Sotheby’s Nueva York.

Dis Berlín

Dis Berlín

Jordi Ribes

The Meeting (part 2)
Jordi Ribes

La dama de los peines

La dama de los peines. Ana Barriga

Desde entonces (detalle)

Desde entonces (detalle), 2017
Rafa Macarrón

Desde entonces (detalle)

Love Birds, de Gahee Park

Para los amantes del paisaje por su parte, tal vez sea un buen momento para volver a prestar atención a Corot, rey del género e influencia decisiva para los primeros impresionistas. Una de sus obras en subasta reciente en Christie’s casi triplicó su máximo estimado. Y en el ámbito de la pintura antigua (Old Masters) es interesante comprobar cómo están resurgiendo con fuerza nombres de talentosas mujeres injustamente tapados por la historia. Anoten especialmente el de Artemisia Gentileschi. La demanda por hacerse con una de sus obras no cesa de aumentar. No será la única, ya que muchas otras aguardan a ser redescubiertas.

También se observan en subasta buenos resultados en pintura flamenca, incluso en aquellos trabajos realizados por seguidores de El Bosco o Brueghel, entre otros. Tal vez haya quien pueda servirse de aquellos tiempos oscuros para ver un preludio de los que vienen, como ya lo hizo otra artista actualmente objeto de interés para notables museos y colecciones: Leonora Carrington.

Dis Berlín

La posada del caballo del alba (Autorretrato) (1936-1937)
Leonora Carrington

Stanley Whitney

Stanley Whitney

La dama de los peines

Autorretrato como alegoría de la pintura. Artemisia Gentileschi

Desde entonces (detalle)

Los proverbios flamencos (1559), Gemäldegalerie de Berlín.
Brueghel

Automóviles

El debate sobre qué se considera arte ha abarcado todo tipo de ámbitos, desde edificios hasta videojuegos, pasando por la gastronomía. Una discusión que, en ocasiones, se ha extendido al mundo de los automóviles. ¿Pueden los coches ser considerados obras de arte? ¿Puede una máquina ideada originalmente para cumplir una función práctica usarse como un lienzo para expresar pensamientos o emociones? La respuesta es sí.

El célebre arquitecto británico Norman Foster —galardonado con el Pritzker en 1999 y premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2009— zanjó recientemente la polémica (si todavía le quedaban dudas a alguien) a través de ‘Motion: Autos, Art, Architecture’, una exposición en el museo Guggenheim Bilbao que exploró los vínculos entre la industria del automóvil y el mundo del arte, el diseño y la arquitectura.

Motion: Autos, Art, Architecture

Los coleccionistas de la generación X están reavivando el mercado de la automobilia. La pasada Monterey Car Week acumuló 469 millones de dólares en ventas en coches de colección, que no es poca cosa. En la misma, un histórico Ferrari rojo cereza de 1955, un 410 Sport Spider by Scaglietti, alcanzó la friolera de los 22 millones de dólares. Los más nostálgicos podrán recordar cuando Carroll Shelby ganó con este coche más carreras que con cualquier otro en su carrera como piloto.

Coleccionistas de todo el mundo pujan por incluir en sus colecciones a los big three: el McLaren F1, el Alfa Romeo 8C 2900 y el Ferrari 250 GTO. En venta privada, también se observa un aumento en la demanda de antiguos Ferrari F50 y Porsche 911, modelos que sentaron nuevos precedentes tanto en rendimiento como en estética. Parece que la carrera no ha hecho más que comenzar.

¿Arte digital o valores refugio?

Pero, ¿y qué pasa con lo digital? Sin duda estamos ante su consolidación. Sirva de ejemplo el MoMA que, por lo pronto, ha comenzado a subastar una parte de su colección física para poder proseguir con sus esfuerzos de digitalización del museo. No están solos. Casas de subastas, ferias, galerías… Todas las instituciones han aceptado y quieren hablar en lenguaje digital para poder dirigirse a las nuevas generaciones.

En Max Estrella, galería madrileña con una firme apuesta por el arte digital, podemos encontrar obra del méxicano Rafael Lozano-Hemmer, tal vez una de las oportunidades del mercado en este ámbito. A su reciente instalación inmersiva e interactiva en Art Basel, habría que añadir su primera exposición en solitario en la siempre influyente Pace Gallery. Ciencia y arte nunca estuvieron tan cerca.

Y si lo que desea es comprar en el modo en que lo harían los nativos digitales, siempre puede acudir al impredecible mercado de los NFTs, los tokens no fungibles. Le harán falta buenas dosis de fe y de intrepidez si lo que quiere es invertir sus criptopelas. También un amplio conocimiento de blockchain y de las tecnologías en las que están basadas, así como una wallet. Si no aguanta bien la extrema volatilidad ni la velocidad característica de la Generación Z, mejor ni lo intente.

Encode / Decode, Rafael Lozano-Hemmer, 2020

Arte generativo, NFTs evolutivos, el metaverso… La idea de hacer el arte accesible a todo el mundo viene de lejos. Sin embargo, cuando a pesar del hype sigue habiendo tan pocas galerías vendiendo NFTs, inversores se pelean teatralmente por un Beeple en subasta y el artista británico Damien Hirst obliga a sus compradores a elegir entre el cuadro físico o el NFT, algunos podrían pensar que todo ello se trata más bien de una performance macabra o de un experimento especulativo. No obstante, muchos otros son los que piensan que, en realidad, pronto los NFTs reemplazarán a los cromos coleccionables y otras memorabilia. ¿Quién tendrá razón? En un par de décadas saldremos de dudas.

En definitiva, una obra vale aquello que otro esté dispuesto a pagar. Invertir en algo tan subjetivo como el arte siempre acarrea un cierto nivel de riesgo. Así que, al igual que hacen todos los buenos coleccionistas, no deje de hacer sus deberes antes de comprar. Pero, sobre todo, disfrute tanto del proceso como de la obra una vez conviva con ella. De ese modo nunca se arrepentirá de su inversión.