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Roberto Saviano rabia después de quince años confinado: "Aún estoy vivo, hijos de puta"
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Roberto Saviano rabia después de quince años confinado: "Aún estoy vivo, hijos de puta"

El escritor italiano que fue condenado a muerte por la Camorra en 2006 tras la publicación de 'Gomorra' se abre en canal en la reciente novela gráfica 'Todavía estoy vivo'

Foto: Viñeta de la novela gráfica 'Todavía estoy vivo'
Viñeta de la novela gráfica 'Todavía estoy vivo'

“La gente me reprocha que esté vivo, que siga yendo a fiestas, que siga escribiendo libros”. Esto se lo contó Salman Rushdie a Roberto Saviano (Nápoles, 1979) en la ceremonia de entrega de los Nobel de 2008. Y al escritor napolitano se le quedó grabado. De alguna manera era lo que sentía tras dos años confinado por haber recibido amenazas de muerte de la Camorra por su libro ‘Gomorra’ (Anagrama, 2006). Rushdie, el escritor al que los musulmanes radicales le habían montado una fatwa por ‘Los versos satánicos’, le confesaba su hartazgo de aquellos que, sin ser los que le habían amenazado, no le permitían volver a la vida. Y Saviano recogía el guante, porque sabía de lo que hablaba: “Hay ejércitos de haters que siempre tienen la misma artillería: “¡Lo único que te interesa es el dinero!” “¡Lo que tú dijiste lo dijeron antes centenares de periodistas”, afirma. Pero su respuesta, tanto a los de la Camorra como a los odiadores, la tiene clara: “Todavía estoy vivo, ¡hijos de puta!”.

“Hay ejércitos de haters que siempre tienen la misma artillería: “¡Lo único que te interesa es el dinero!”

Después de quince años de vivir con protección y con identidades falsas -la amenaza mafiosa persiste-, el escritor italiano se ha abierto en canal y ha mostrado toda su rabia en la novela gráfica 'Todavía estoy vivo', que se publicó el año pasado en Italia y que a finales de este mes aparece en español publicado por Reservoir Books. A partir de los dibujos del israelí Asaf Hanuka (Tel Aviv, 1974), quien suele colaborar con el también escritor israelí Etgar Keret, es una confesión de sus tres lustros de vida en los que se acabaron las relaciones familiares, sentimentales y de cualquier índole social. De sus quince años viviendo en cuarteles de la policía, en pisos protegidos. Y, sobre todo, del hartazgo de quienes lo ponen todo en duda y piensan que realmente vive en un aticazo en Manhattan dándose fiestas y caprichos. “La realidad es distinta, pero en mi país la realidad no importa demasiado”, escribe Saviano mientras la viñeta muestra un minúsculo apartamento solitario. Eso sí, con libros por todas partes. Mucho mejor que las fake news que sobre él corren impunes por la red.

placeholder 'Todavía estoy vivo', de Roberto Saviano
'Todavía estoy vivo', de Roberto Saviano

El cura Peppe, Camus y Capote

En esta novela gráfica Saviano derrama su frustración y su dolor, pero también hay mucha ternura. No es solo una respuesta airada a los odiadores. Avisa desde el principio: “Lo que estáis a punto de leer es mi herida”. Por eso lo primero que hace es presentar a su hermano, cuatro años menor que él y con el que jugaba al Subbuteo en casa. Tras la publicación del libro, el hermano, enfermero, tuvo que irse a vivir al norte de Italia. Hasta él llegaron las amenazas mafiosas. Ya no han podido jugar nunca más a nada. Tampoco están ya su abuelo, ni su padre, que le llevaba montado en bicicleta.

Explica cómo empezó un poco todo. Hay quizá una pizca de arrepentimiento ('Dos vidas en un instante'), pero recuerda bien cómo se puso a contar lo que tenía que contar inspirado por un cura de su infancia, Peppe, a quien se cargaron en 1991 por escribir un manifiesto en el que decía “No me callaré”. Y también por las palabras de Corrado Álvaro, Albert Camus y Truman Capote: “Existe la belleza y existen los oprimidos. Por difícil que sea la empresa, nunca querría ser infiel ni a la primera ni a los segundos (Camus).

placeholder Viñetas de la novela gráfica
Viñetas de la novela gráfica

Sabe que no hubiera pasado gran cosa si el libro “solo hubiera circulado entre el público habitual: abogados, magistrados, periodistas y algún que otro interesado en el tema”. Pero tuvo la buena/mala suerte de que lo leyeran millones de personas -hasta la fecha se han vendido más de diez millones de ejemplares según la editorial- y que con solo 26 años se convirtiera en un mega bestseller mundial. Y eso a algunos sí les molestó. Tras las primeras amenazas le dijeron que todo duraría como mucho un par de semanas. “Han pasado quince años. 5.475 días”, escribe. Como si fuera una condena por homicidio.

Salvini, el 'hater'

El libro se va pespunteando con seis fragmentos de entrevistas que el escritor ha concedido y en las que habla de las amenazas. Hay un tono irónico: ¿qué pasa, que no te lo crees? El escritor recuerda cómo le amenazaron con la explosión de un coche bomba a su paso, con ametrallarle en un baño, con dispararle un balazo en un acto público y con envenenarle con un plato de espaguetis. Al final habla de cómo lo peor es llegar a figurarse encañonado por sí mismo o tener que mandar mensajes a su madre para desmentirle otro titular que asegura que ha sido asesinado.

“Ya me había acostumbrado a los ataques verbales de los representantes de los clanes. Para la malicia de la gente respetable, en cambio, no estaba preparado”, escribe. “Ah, así que te pegas una vidorra”. “Sales a cenar por ahí”. “O sea, que nos estás tomando por idiotas”. Son frases que ha escuchado más de una vez y que, asegura, son las que más ganas le han dado acabar de una vez por todas con todo.

“Ya me había acostumbrado a los ataques verbales de los representantes de los clanes. Para la malicia de la gente respetable no estaba preparado”

Entre estos odiadores -que no los mafiosos profesionales- Saviano no olvida a Matteo Salvini cuando este era Ministro de Interior. Además de alentar a los haters, este le puso una querella por haberle llamado “el ministro de la mala vida”, ya que Saviano estaba totalmente en contra de la política de inmigración de Salvini. Pero lo que este no sabía -lo cual tampoco resulta sorprendente- es que el escritor estaba citando a Gaetano Salvemini, un historiador que en 1910 escribió el libro ‘El ministro de la mala vida’ en el que criticaba las corruptelas políticas de entonces. Salvemini fue detenido en 1925, pero consiguió huir a Francia y Gran Bretaña y allí escribió sobre los orígenes del fascismo en Italia. Salvini no tenía ni idea de por dónde le venía el dardo.

placeholder La aparición estelar de Salvini en el libro
La aparición estelar de Salvini en el libro

Después de tres lustros con una vida que reconoce que ya no es vida y en la que todavía sufre juicios por amenazas -la última sentencia salió el 24 de mayo de 2021-, Saviano se abre para desvelar todo lo que echa de menos: tener una relación amorosa con una chica, amigos que le escuchen, pasear todo lo que quiera (le gustaría hasta ese acto fastidioso de volver a casa porque se te ha olvidado algo), volver a jugar con su hermano al Subbuteo. Pero lo que más: no volver a escuchar a los que, cuando va a coger un vuelo, le dicen que si está de vacaciones. Pese a todo se guarda la última palabra contra mafiosos y todo tipo de odiadores y al final lo grita a pleno pulmón: “¡Todavía estoy vivo, hijos de la gran puta!”. Tras terminar el libro la conclusión es cristalina: tenía muchas ganas de decirlo.

“La gente me reprocha que esté vivo, que siga yendo a fiestas, que siga escribiendo libros”. Esto se lo contó Salman Rushdie a Roberto Saviano (Nápoles, 1979) en la ceremonia de entrega de los Nobel de 2008. Y al escritor napolitano se le quedó grabado. De alguna manera era lo que sentía tras dos años confinado por haber recibido amenazas de muerte de la Camorra por su libro ‘Gomorra’ (Anagrama, 2006). Rushdie, el escritor al que los musulmanes radicales le habían montado una fatwa por ‘Los versos satánicos’, le confesaba su hartazgo de aquellos que, sin ser los que le habían amenazado, no le permitían volver a la vida. Y Saviano recogía el guante, porque sabía de lo que hablaba: “Hay ejércitos de haters que siempre tienen la misma artillería: “¡Lo único que te interesa es el dinero!” “¡Lo que tú dijiste lo dijeron antes centenares de periodistas”, afirma. Pero su respuesta, tanto a los de la Camorra como a los odiadores, la tiene clara: “Todavía estoy vivo, ¡hijos de puta!”.