Así era la vida en la guarida de Matteo Messina Denaro, el mafioso que amasó un patrimonio de 4.000 M

Pizzería, bar, un apartamento discreto, consultas médicas e, incluso, las tres vacunas al día contra el coronavirus. Lejos del glamur con el que nos vendió Hollywood la vida de los mafiosos, Matteo Messina Denaro, el capo de capos, último gran nombre de los padrinos mafiosos, vivía una "vida prácticamente normal" de jubilado en la localidad siciliana de Campobello di Mazara donde —al menos en los últimos tiempos— tenía su guarida. Desde ahí se desplazaba a Palermo, a poco más de 100 kilómetros, para tratarse del cáncer de colon que sufría.

"Yo no hablaría de refugio, sino de la residencia de un sujeto que hacía una vida prácticamente normal y utilizaba ese apartamento para vivir e irse a curar a Palermo", aseguraba al canal Skytg24 el fiscal que condujo su detención, Maurizio De Lucia.

Una austera vida encubierta que no debe dar lugar a engaños: el patrimonio de Messina Denaro dista mucho de lo sencillo, ya que, según los últimos cálculos de las autoridades, su fortuna puede ascender a 4.000 millones de euros, un pozo sin fondo de negocios y corruptelas amasado durante tres décadas.

Esa es la estimación de los bienes incautados y confiscados a los varios testaferros del mafioso que hoy detalla el diario económico italiano Il sole 24 ore. Denaro, haciendo honor a su nombre ('dinero', en italiano) supo amasar una vasta fortuna en varios sectores, desde las redes de distribución comercial a gran escala hasta los parques eólicos, las mansiones turísticas, la construcción, las inversiones en obras de arte e incluso la adquisición de tesoros arqueológicos, según confesiones de algunos pentiti (mafiosos arrepentidos).

Una larga fuga de tres décadas

Quién sabe cuántas vueltas y en cuántos otros lugares se escondió Messina Denaro en su larga vida de prófugo de la justicia para acabar de nuevo en el punto de origen, a 15 minutos en coche de su pueblo natal, Castelvetrano.

Una sanguinaria vida que siempre permaneció en la sombra y que ayer dejó pasar la luz entre las primeras grietas. El jefe de la Cosa Nostra, autor de todo tipo de crímenes y atentados, fue detenido este lunes, 16 de enero, frente a la clínica La Maddalena a la que acudía por su enfermedad. Tenía un carné de identidad en el que se hacía llamar Andrea Bonafede —el nombre del sobrino de uno de sus colaboradores—, y donde se indicaba que tenía 50 años y era geómetra de profesión.

Era el mafioso más buscado de Italia y uno de los más perseguidos del mundo, pero vivía desde hace un año en un apartamento en Campobello. Su centro de operaciones se encontraba en un pequeño callejón sin salida perpendicular a la Via Emanuele II. El coronel Marco Bottino, comandante de los carabinieri de la provincia de Trapani, afirma que el piso estaba decorado con gusto, sin lujos pero con objetos de valor.

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Irene Savio. Roma

Los primeros registros por parte de las autoridades, según los medios italianos, no revelan ostentaciones ni arsenales dignos de guiones de cine: no se han encontrado armas, pero sí algunos perfumes y ropa de marca, algo que siempre gustó al capo del mandamento (así es como se conocen los territorios de Sicilia en la geografía dibujada por la Cosa Nostra) de Trapani, como el reloj suizo valorado en 35.000 euros que llevaba en el momento de su captura. Sin embargo, las autoridades saben que esto es solo la punta del iceberg y seguirán, como han hecho hasta ahora, la pista del dinero.

Algunos de sus vecinos en todos estos meses han relatado que nunca sospecharon que aquel hombre alto y calvo era en realidad el jefe de una de las organizaciones criminales más temidas del planeta, pese a verlo "a veces" en el bar o en la pizzería. Incluso su vecino del primero cumple con el tópico: según recoge Il Corriere della sera, Rosario Cognata, que vivía en el mismo edificio donde se escondía el gran mafioso, afirma que "de vez en cuando veía a esta persona, lo saludaba y nada más. Él respondía de forma cordial".

El registro permitirá entender cómo era la vida del criminal: "Vivía bien", asegura el fiscal De Lucia, que centra ahora sus esfuerzos en destapar la evidente red de contactos que lo encubrió durante su larga fuga de tres décadas. Se buscan pruebas que revelen la identidad de sus colaboradores y se investiga también al doctor Alfonso Tumbarello, de 70 años, que se ocupaba de su tratamiento.

Su detención y el hallazgo de su último escondite, sin embargo, va mucho más allá. Para Italia, por supuesto, representa un hito simbólico en su lucha contra la mafia, pero destapa también la primera alcantarilla donde buscar los documentos secretos de la Cosa Nostra heredados de Toto Riina, el anterior jefe de jefes de la mafia siciliana. Estos incluirían los detalles de los atentados de los años 90 y de la supuesta negociación entre el Estado y la mafia, así como otros datos que pueden contribuir a identificar la red de protección que le ayudó a esconderse durante 30 años y que el fiscal de Palermo, Maurizio De Lucia, definió como miembros "de la burguesía mafiosa".

Eso es lo que buscan los investigadores, que piden tiempo para seguir tirando de un hilo que teje la historia no solo de los últimos años de la mafia, sino de la historia de Italia de las últimas décadas.