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El mejor libro para pasar el verano en la Edad Media
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EL ERIZO Y EL ZORRO

El mejor libro para pasar el verano en la Edad Media

El británico Dan Jones escribe 'Poder y tronos. Una nueva historia de la Edad Media' (Ático de los Libros), un repaso a nuestros mitos fundacionales europeos

Foto: Estatua del Cid Campeador en Burgos. (iStock)
Estatua del Cid Campeador en Burgos. (iStock)

Es uno de los grandes héroes de la historia de España. El protagonista de una de las obras literarias más importantes de todos los tiempos. Fue objeto de una adaptación cinematográfica (muy buena) y una televisiva (bastante mala). Vox llegó a utilizarlo como reclamo electoral, al asegurar que, si el partido ganaba las elecciones, él volvería a cabalgar por Castilla y León. Se llamaba Rodrigo Díaz de Vivar y era un caballero mercenario conocido por un sobrenombre de origen musulmán, el Cid. Pero ¿por qué él, como tantas otras cosas de la Edad Media, perdura en nuestro imaginario?

Una nueva historia de los mil años que abarca la Edad Media intenta responder a esa pregunta. No contiene descubrimientos historiográficos recientes, sino que es un mamotreto de 800 páginas que la resume de manera magistral en una narración unitaria; es, a mi modo de ver, la mejor obra divulgativa sobre este periodo publicada en mucho tiempo. Se titula Poder y tronos. Una nueva historia de la Edad Media (Ático de los Libros) y está escrita por Dan Jones, un joven historiador británico con un talento especial para explicar de manera comprensible procesos históricos complejos.

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Jones dedica un largo capítulo a los mercenarios como el Cid y cuenta cómo esta figura era habitual en esa época. Entonces no existían los ejércitos profesionales tal como los entendemos hoy y los Estados no eran los inmensos aparatos administrativos que han acabado siendo en los últimos siglos. Era un momento, cuenta, en el que el arte de la guerra se había transformado gracias, en parte, al dominio de la crianza de caballos en Occidente y al uso generalizado de los estribos y nuevos tipos de lanzas. Todo ello había creado una nueva clase social: la de los caballeros que trabajaban para distintos señores a cambio de dinero (el Cid lo hizo también para musulmanes). Pero más allá de cuestiones puramente factuales, dice Jones, "poco después de su muerte, el Cid ya estaba destinado a sumarse a un nuevo panteón de inmortales. Del mismo modo que la Iglesia hacía que sus santos enseñaran a los simples mortales lecciones de buena conducta moral, el mundo laico estaba desarrollando sus semidioses (...) Junto al Cid están Roland, el rey Arturo, Perceval y Lancelot; héroes que ejemplificaban una forma de vivir y un código guerrero que se fusionó con la caballería". Con el tiempo, esta “se convirtió en una poderosa institución psicológica que se diseminó a través de la cultura literaria y conformó el comportamiento en la vida real de los hombres y las mujeres del mundo occidental”. Los caballeros eran en gran medida invenciones literarias que tanto servían para formar guerreros como, un milenio más tarde, para hacer una serie comercial o intentar ganar unas elecciones. La Edad Media sigue con nosotros.

La Iglesia hacía que sus santos enseñaran lecciones de buena conducta y el mundo laico desarrollaba en sus caballeros sus semidioses

Poder y tronos está lleno de retratos de personajes fascinantes. Por sus páginas pasan, además de los caballeros, los últimos emperadores romanos, los fundadores de la saga carolingia, los creadores de los monasterios, los inventores del islam, cruzados, reyes triunfantes y otros fracasados, tiranos mongoles, emperadores chinos, navegantes visionarios y reformistas protestantes. El libro empieza con el fin del Imperio romano y explica cómo, desde entonces, las pequeñas naciones emergentes estuvieron obsesionadas por reconstruir, de algún modo, la unidad geográfica, religiosa y jurídica que se había desvanecido con el Imperio y la posterior fragmentación de Europa. Pero también tiene el talento de conectar la Edad Media europea, que en ocasiones es vista como una época de espacios pequeños y dominios menores, con lo que sucedía en el resto del mundo, sobre todo en Oriente Medio —el escenario de unas cruzadas que Jones describe como una mezcla de chapuzas y suerte de los cristianos—, la estepa rusa, Mongolia y el Imperio chino. Esos acontecimientos tuvieron repercusiones en nuestra Edad Media, al igual que las tuvo el clima —que generó migraciones— y la tecnología, desde los estribos de los caballos a las técnicas arquitectónicas que permitieron la expansión de monasterios y la construcción de catedrales.

Poder y tronos también es muy efectivo cuando explica en qué creían los reyes, los sacerdotes, los guerreros, los nobles y los simples siervos que vivieron en esos mil años que, de acuerdo con este relato, no tuvieron nada de oscuros. ¿Cuál era su percepción del sexo y la muerte? ¿Cómo compaginaban las creencias religiosas con unos niveles de violencia y crueldad que hoy nos parecen increíbles? ¿Qué significado tuvieron cuestiones estéticas como la tonsura de algunos clérigos o el pelo largo de los reyes merovingios?

No solo nuestros mitos, como el Cid, sino también nuestras guerras, como la de Ucrania, tienen su origen en tiempos medievales

Sin embargo, ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros, que vivimos en un mundo que dio por terminada la Edad Media hace más de medio milenio? Jones no quiere dar lecciones políticas, ni comete el error de trasladar la geopolítica medieval a nuestro tiempo, pero deja claro que no solo nuestros mitos, como el Cid, sino también nuestras guerras, como la de Ucrania, tienen su origen en tiempos medievales. "La historia —dice— sigue girando a nuestro alrededor, conformando actitudes, creencias, prejuicios y visiones del mundo. Hasta tal punto que la palabra de Dios revelada en una cueva de Hijaz [actual Arabia Saudí] en el siglo VII sigue afectando a la vida cotidiana de los hombres y las mujeres que viven en la era del smartphone y el coche autónomo".

Si usted quiere aprender detalles sobre cuestiones específicas de ese milenio que, como cualquier otro periodo tan largo, experimentó innumerables cambios, encontrará libros más especializados. Si quiere tomar nota de los últimos descubrimientos historiográficos, los hallará en monografías de carácter académico. Pero para pasar unas semanas completamente absorto en el mundo medieval, sus mutaciones, su incipiente proceso de globalización y su capacidad para forjar mitos que aún nos acompañan, sobre la autoridad y la guerra durante estos siglos, Poder y tronos es una lectura adictiva. Su invitación a regresar a mitos que creemos conocer de sobra, como el del Cid, es poderosa; no rompedora, aunque sí inusualmente amena. "Mi objetivo con todos mis libros es entretener además de informar —dice Jones en la introducción del libro—. Si este consigue un poco de cada una de las dos cosas, lo consideraré una bendición". Créanme: objetivo conseguido.

Es uno de los grandes héroes de la historia de España. El protagonista de una de las obras literarias más importantes de todos los tiempos. Fue objeto de una adaptación cinematográfica (muy buena) y una televisiva (bastante mala). Vox llegó a utilizarlo como reclamo electoral, al asegurar que, si el partido ganaba las elecciones, él volvería a cabalgar por Castilla y León. Se llamaba Rodrigo Díaz de Vivar y era un caballero mercenario conocido por un sobrenombre de origen musulmán, el Cid. Pero ¿por qué él, como tantas otras cosas de la Edad Media, perdura en nuestro imaginario?

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