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Las Cruzadas: ¿guerra de liberación o agresión imperialista?
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Las Cruzadas: ¿guerra de liberación o agresión imperialista?

Thomas Asbridge, uno de los mayores expertos mundiales en las Cruzadas publica una nueva y decisiva historia de los dos siglos que enfrentaron a la Cristiandad y al Islam

Foto: Detalle de portada de 'Lass Cruzadas', de Thomas Asbridge (Ático de los Libros)
Detalle de portada de 'Lass Cruzadas', de Thomas Asbridge (Ático de los Libros)

Últimos días de Julio de 1192. La Tercera Cruzada ha entrado en tablas. Ni las huestes del islam ni los efectivos de la cristiandad son capaces de ganar la guerra en Palestina. Aprovechando una ausencia temporal de Ricardo Corazón de León, Saladino lanza un ataque sobre el puerto de Jaffa pero el rey inglés, alertado, regresa a toda velocidad en barco, salta por la borda y avanza furioso por la playa con el agua por la cintura logrando repeler el asalto musulmán. Un testigo de los hechos escribe: "Blandía la espada con rápidos mandobles, abriéndose paso a cuchilladas por entre la muchedumbre del enemigo que atacaba, partiéndolos en dos de un tajo al llegar a su altura, primero a un lado y luego al otro".

Así describe el británico Thomas Asbridge (1969) en 'Las Cruzadas. Una nueva historia de las guerras por Tierra Santa' una de las innumerables batallas del acontecimiento que convulsionó el mundo conocido a la largo de dos siglos, entre 1095 y 1291, alteró críticamente las relaciones entre Occidente y Oriente y cuyas derivadas llegan hasta hoy y sirven aún de justificación de ideologías perversas, del yihadismo terrorista al populismo nativista que alerta de un 'choque de civilizaciones'. El profesor de Historia Medieval de la Queen Mary University de Londres ha logrado a lo largo de casi mil páginas ofrecer una historia tan vibrante como objetiva de las Cruzadas en la que, con un encomiable afán de neutralidad, alterna la versión musulmana y cristiana atendiendo a un desbordante caudal de fuentes, algunas de ellas inéditas hasta la actualidad.

placeholder 'Las Cruzadas' (Ático)
'Las Cruzadas' (Ático)

PREGUNTA. Escribió este libro que ahora se traduce al español hace una década y no era precisamente la primera historia delLas Cruzadas. ¿Qué pensaba que podía aportar entonces?

RESPUESTA. Era muy consciente del reto que suponía escribir esta historia y hacerlo además en un solo volumen. Llevo enamorado de las Cruzadas desde los 16 años, desde que por primera vez las estudié en el colegio y ya en ese momento supe que quería dedicar toda mi vida a ellas. Es realmente la gran fascinación de mi vida. Lo que me llevó mucho tiempo fue encontrar la estructura adecuada para el libro que quería hacer para arrojar una nueva luz sobre un tema del que, como usted dice, tanto se ha escrito. Lo que sí tenía claro es que las Cruzadas deben verse desde varias perspectivas. Muchos historiadores las han contemplado desde la perspectiva de Europa y yo quería ofrecer al menos dos, la de los cristianos y la de los musulmanes. Esto se refleja en el lenguaje que usa el historiador. Si hablas, por ejemplo, de "la toma de Jerusalén" en la Primera Cruzada como una "victoria", te estás poniendo del lado de los cristianos. Un amigo mío tituló su libro sobre las Cruzadas 'Victoria en el este', lo cual dejaba las cosas bastante claras, ¿no cree? Por ello yo decidí dividir la estructura en cinco partes que fueran alternando las distintas visiones de los cristianos y de los musulmanes. Pretendía así descolocar al lector.

placeholder Thomas Asbridge
Thomas Asbridge

P. Pero, ¿es eso posible? ¿es posible para un historiador británico como usted ponerse en el lugar de Saladino?

R. Probablemente no... Jajaja. Ser 100% objetivo es imposible y, ante esta realidad, hay dos respuestas. Asumir que eres tu bagaje y no puedes hacer nada o la segunda opción, que es la que tomé yo: asumirlo como un reto con el fin de forzarte a ti mismo a interpretar los acontecimientos de la forma más objetiva posible. Como historiador, lo más importante consistía en reflexionar acerca de lo que significaba ser humano en la Edad Media. Quería entender cómo pensaban aquellas gentes. Sabemos que, fisiológicamente, nuestros cerebros y los de entonces son muy similares pero también que el cerebro aprende y evoluciona sutilmente a lo largo del tiempo. Así que es posible que las personas de la Edad Media fueran tan ajenas a nosotros que no podemos entenderlas nunca completamente. Esto me llevó a ser muy cuidadoso a la hora de afrontar las fuentes y a no ser categórico. Presento hipótesis lo más subjetivas posibles.

P. Es muy interesante esto que comenta del cerebro porque, entre 1095 y 1291, ejércitos de cruzados atraviesan Europa para luchar contra los musulmanes por la estrecha franja de Tierra que llamaban Tierra Santa. Hasta ese momento, los occidentales habían permanecido sin moverse gran cosa de sus territorios matándose tranquilamente entre ellos. ¿Qué ocurrió de pronto? ¿Obedeció a causas económicas, sociales y políticas más amplias como las que suelen buscar los historiadores o se trató más bien de un fenómeno de locura colectiva?

R. Desde una perspectiva moderna es fácil pensar en las Cruzadas como una locura colectiva, una respuesta de éxtasis. De hecho hay fenómenos similares mucho más cercanos, como lo que ocurrió en la Alemania de Hitler. Y por supuesto, los predicadores medievales sabían que podían activar algo así en su beneficio. Pero tampoco podemos pensar que las personas de la Edad Media eran tontas y que bastaba con que el Papa pulsara un botón para que todos se levantaran en armas como ovejitas. Aunque Urbano fue el primero en dar con la fórmula para encender el entusiasmo de la gente, ya se había intentado antes sin éxito. ¿Por qué cuando Urbano clamó que las Cruzadas podían limpiar el alma y ofrecer una recompensa espiritual todos lo aceptaron? La clave estuvo en que lo presentó como una forma de peregrinaje. Y esto, que ya se había visto antes en Roma o en Santiago, funcionó. Los historiadores actuales debemos ir más allá de esa locura colectiva para comprender el fenómeno

placeholder El papa Urbano II predica la I Cruzada
El papa Urbano II predica la I Cruzada

P. Pese a la guerra incesante entendida como choque de civilizaciones, usted defiende que el contacto tan cercano y sostenido en el tiempo entre cristianos y musulmanes abrió la posibilidad de una coexistencia pacífica entre ambas religiones. ¿No parece esta tesis una imaginación liberal actual de la que aquellos fieros guerreros se habrían carcajeado?

R. Ya conocerá eso de que la belleza está en nuestros propios ojos... Si hay algo que intento explicar a mis alumnos es que la historia es como un mosaico con miles de piezas del que solo dispongo de unas pocas. Con esas pocas piezas puedo crear una imagen y presentarla como lo que realmente ocurrió pero otro historiador puede llegar y, con esas mismas piezas, dar otra imagen diferente de los hechos. Soy muy consciente de que lo que yo presento es mi propia visión y siendo consciente de que miramos al pasado como un reflejo de nuestro tiempo, buscando lecciones para nuestro tiempo. Y eso es peligroso. Por una parte, las Cruzadas muestran que la Humanidad puede derivar hacia la violencia extrema pero también que cuando se juntan diferentes culturas y se ponen frente a frente también se despliega el reto de la coexistencia. Ambas, la violencia y la coexistencia, están en cierto modo en un fino equilibrio. Las personas conviven juntas, comercian, tejen alianzas... El reto que presento a mis lectores es que no hay ningún periodo en la historia en el que dos vecinos hayan convivido en completa paz. La paz que hemos vivido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial es un fenómeno extraordinario que nunca había ocurrido.

P. Saladino y Ricardo Corazón de León, combatientes de la III Cruzada, son los dos grandes protagonistas del libro en un gran enfrentamiento que acabó en tablas. Usted elogia sus virtudes militares y diplomáticas pero sin mitificarlos.

R. No niego que en muchos aspectos el centro del libro se encuentre en Saladino y Ricardo Corazón de León. Esto fue así por la cantidad de fuentes que existen sobre la III Cruzada lo que resulta una suerte para el historiador pero también es frustrante porque de la I Cruzada existen muchas menos y básicamente occidentales. En cambio de la III Cruzada contamos hasta con una fuente del secretario y confidente de Saladino, cartas que son como diarios... A veces me gusta pensar que en estas fuentes he encontrado algo que ningún otro historiador había encontrado como, por ejemplo, cuando Corazón de León está a seis millas de Jerusalén y manifiesta sus dudas sobre si seguir avanzando. Al mismo tiempo, Saladino duda a su vez si podrá defender la ciudad. Es un momento de equilibrio en el que el destino estaba a punto de decidirse. Sin embargo, es muy difícil hacerse una idea correcta de las personalidades de estos dos personajes, aunque yo quería intentarlo.

Se presenta la Primera Cruzada como un acto de defensa pero debemos preguntarnos si la Cristiandad estaba verdaderamente en peligro

P. ¿Se pueden entender las Cruzadas como una agresión imperialista occidental o, al contrario, como una operación de liberación?

R. Esa es una de las preguntas más importantes sobre las Cruzadas que se puede hacer y yo animo a mis alumnos a debatir sobre ello. Diría que en los últimos años algunos colegas míos historiadores no han sido lo suficientemente cautos acerca de este tema. Han presentado la Primera Cruzada como un acto de defensa pero debemos preguntarnos si la Cristiandad estaba verdaderamente en peligro. Se trata de una mala interpretación de lo que sucedió en verdad. Las fuentes occidentales nos dicen que indudablemente los primeros cruzados pensaban que estaban defendiendo su religión pero, sin embargo, al cotejar las fuentes musulmanas, llegué a la conclusión como historiador de que en realidad Europa no estaba en peligro. El único lugar de peligro era precisamente la Península Ibérica, entonces en plena Reconquista. El Papado debía haber llamado a luchar aquí pero no fue lo que ocurrió. Es peligroso entender las Cruzadas desde Occidente con orgullo como uno se encuentre si busca en Internet. Porque desde el otro lado se entendió como una catástrofe. Y hay pruebas en ambos sentidos.

P. Las Cruzadas han servido históricamente de combustible ideológico de políticas nefastas. El bando nacional, por ejemplo, bautizó como Cruzada la guerra civil española. Hoy, el islamismo radical se sirve del imaginario de la Cruzadas para justificar sus atentados terroristas.

R. Suelo decir que quedarse con solo un poco de historia siempre es algo peligroso. Los retazos sueltos son más fácilmente manipulables. Hay que ser muy cuidadosos antes de relacionar hechos que ocurrieron hace más de 800 años con la actualidad. Yo no veo hoy ninguna relación con las Cruzadas. El mayor reto para Europa hoy es preguntarse por su identidad, por cómo nuestra identidad interacciona con la de otras culturas, especialmente en asuntos tan complejos como la inmigración. Defiendo que las Cruzadas nos han dado cosas positivas y otras negativas. Sabemos que personas de diferentes culturas pueden pelearse y sufrir conflictos pero también sabemos que pueden coexistir y convivir.

P. Por cierto que el Choque de Civilizaciones que bebe de las Cruzadas vuelve a defenderlo hoy la derecha nacionalista y populista a propósito de la crisis de los refugiados y los flujos migratorios, asunto principal del Brexit y que utilizó por ejemplo su primer ministro actual Boris Johnson, quien, por otra parte, creo que tiene ascendencia turca…

R. Sí, pero no se encuentra muy cómodo con ello...

P. ¿Cómo asisten historiadores ingleses como usted a la locura del Brexit?

R. Una tragedia, el Brexit es una completa tragedia. La mayoría de mis colegas historiadores están de acuerdo en eso. Y en que también fue una tragedia la forma en la que se llevó a cabo el referéndum después de unos debates pobres y claramente insuficientes. Se trata de un fracaso de toda nuestra clase política. La noche de la votación, cuando se supo el resultado, no pude dormir. No paraba de darle vueltas a la idea de que, si me lo hubieran advertido diez años antes, no habría creído que algo así podría ocurrir en mi país. Y cualquiera que afirme que todo esto nos va a llevar a un buen lugar, nos está engañando y se está engañando. Este siglo enfrentaremos temibles amenazas. Me queda la esperanza de que todo va a salir bien pero cada vez lo veo más difícil.

P. ¿Quién fue el ganador de las Cruzadas?

R. En términos materiales, sí puede decirse que el Islam venció, porque conservaron los territorios, aunque también es cierto que la guerra se libró en su área de influencia y la geografía siempre juega un importante papel. Pero la cuestión no es tanto quién ganó como qué cambios profundos tuvieron lugar en ambos bandos después de las Cruzadas. El comercio en el Mediterráneo no hubiera sido igual sin las Cruzadas, el intercambio cultural fue impresionante, sobre todo en la Península Ibérica, pero también forjó una identidad mucho más agresiva tanto en Occidente como en el Islam. Los historiadores dicen hoy que al final Occidente ganó más... Pero repito, lo importante es que el efecto de aquella convulsión transformó el mundo.

Últimos días de Julio de 1192. La Tercera Cruzada ha entrado en tablas. Ni las huestes del islam ni los efectivos de la cristiandad son capaces de ganar la guerra en Palestina. Aprovechando una ausencia temporal de Ricardo Corazón de León, Saladino lanza un ataque sobre el puerto de Jaffa pero el rey inglés, alertado, regresa a toda velocidad en barco, salta por la borda y avanza furioso por la playa con el agua por la cintura logrando repeler el asalto musulmán. Un testigo de los hechos escribe: "Blandía la espada con rápidos mandobles, abriéndose paso a cuchilladas por entre la muchedumbre del enemigo que atacaba, partiéndolos en dos de un tajo al llegar a su altura, primero a un lado y luego al otro".

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