Es noticia
El pregón más largo del mundo para decir que los de pueblo somos más listos
  1. Cultura
Mala fama

El pregón más largo del mundo para decir que los de pueblo somos más listos

El cineasta Albert Serra proclama en 'Un brindis por San Martiriano' que la provincia es superior a la gran ciudad

Foto: El cineasta Albert Serra. (EFE/Mario Guzmán)
El cineasta Albert Serra. (EFE/Mario Guzmán)

Reconozcamos que un pregón no suena muy moderno ni muy urbanita ni apenas vivo, y consecuentemente el moderno total de Albert Serra lo ha elegido como vehículo literario para ordenar sus ideas y recuerdos. Un brindis por San Martiriano (H&O) es el desbordamiento por escrito (nos informan desde la contracubierta) de la improvisación que hizo el director de cine cuando le encomendaron dar el pregón de las fiestas de su pueblo. Realmente Banyoles (Girona; pob. 20.000) tiene una gran suerte de que Albert Serra sea de allí, porque así puede llevar el nombre del municipio por la parte cinematográfica del mundo, aparejado a todas esas películas que nadie ve.

Albert Serra es un tipo interesantísimo, y de él puede decirse lo que decía Fernando Trueba (aunque uno no lo comparta) de Jean-Luc Godard: lo mejor son sus entrevistas, no sus películas. Lo mejor de Serra es todo lo que no son sus películas. Cuando hace declaraciones, opina o, como es el caso, escribe, resulta muy divertido y estimulante. Luego su cine es una cosa lenta para gente con veinte años que cree que la vida no se acaba nunca. Se acaba, sí.

placeholder Portada de 'Un brindis por San Martiriano', del cineasta Albert Serra.
Portada de 'Un brindis por San Martiriano', del cineasta Albert Serra.

El pregón, como subgénero literario municipal, choca de primeras con lo que nuestro autor pretende hacer con él: hablar de sí mismo. Todos tenemos en mente el pregón como un discurso más o menos inflamado que se da desde el balcón del ayuntamiento y que busca instilar en los cuatro gatos que aún viven en el pueblo la creencia de que el nombre mismo del pueblo tiene la menor importancia para el telediario del canal autonómico. El pregón de Serra busca, y consigue, sobre todo, hacer creer que Albert Serra es el director más importante de España, y un poco del mundo. Al menos del mundo visto desde Francia.

Serra lo deja claro enseguida: "… en el nivel en el que yo me muevo- es decir, de gente que goza de cierto reconocimiento internacional por parte de la crítica", no sea que alguien no se haya enterado. Después revisa el camino que le ha llevado desde su pueblo a la gloria francesa. Ahí vienen páginas muy jugosas sobre irse a Madrid, a Barcelona, sobre ser de pueblo y sobre la ventaja secreta que tienen en realidad los de provincias. "En los años formativos, una ciudad pequeña puede ser mucho más beneficiosa" que la gran ciudad.

El pregón de Serra busca, y consigue, sobre todo, hacer creer que es el director más importante de España, y un poco del mundo

Serra teoriza que las capitales "acumulan vida nerviosa", al tiempo que sumergen a sus habitantes en el tedio, algo que no sucede en provincias, lo que favorece la vida creativa. El pequeño debate aquí sería si la gente que va a Madrid y consigue el éxito (Almodóvar, Umbral, Jabois…) conforma un pelotón de talento más impresionante que aquellos nacidos en Madrid y que contaban ya con la ventaja de una red de contactos o, cuando menos, con una casa en el centro. Y dice Serra: "No he encontrado nunca a casi nadie, o puede afirmar que directamente a nadie, que haya nacido en una gran ciudad y que me impresionara".

Esta alabanza de aldea, por sus puntas artísticas, la certifica nuestro gran hombre diciendo que durante sus años de estudiante en Barcelona no quiso "conocer absolutamente a nadie", algo que no podemos sino comprender perfectamente; y además les dice a los imaginarios bañolenses: "no vayáis a ninguna parte. Ninguno de mis ídolos ha recomendado jamás salir de casa".

Sin embargo, contradictoriamente (ser contradictorio es ser Albert Serra) también afirma que parte de su éxito se debe a "mis pequeñas habilidades sociales". Así, el director encarna al mismo tiempo la figura del provinciano sabio, la del arribista brillante y la del trepa obligatorio.

placeholder Albert Serra. (EFE)
Albert Serra. (EFE)

Quizá estas tres visiones justifican los ecos de su prosa, donde a veces parece Josep Pla, otras, Thomas Bernhard, y otras desprende un delirio similar al que encontramos en el Diario de Nijinsky.

Con una larga trayectoria en el cine, Serra estudió Filología y quería ser escritor. Es curioso que considere el juego y la fiesta ("lo lúdico") la esencia de su trabajo, cuando este trabajo, para el espectador, apunta más bien hacia el tedio. Debemos entender, por tanto, que Serra se lo pasa en grande haciendo películas que luego, para el espectador, no resultan particularmente entretenidas. "Una cosa poca edificante que se llamaba, y se llama, Festival de Málaga", dice en un momento dado, para dejar claras sus antipatías hacia el cine corriente.

Porque él, en fin, es ya, según sus propias palabras, "ciudadano ilustre y ejemplar" en su pueblo. No tiene uno que pedirle más a la vida.

Reconozcamos que un pregón no suena muy moderno ni muy urbanita ni apenas vivo, y consecuentemente el moderno total de Albert Serra lo ha elegido como vehículo literario para ordenar sus ideas y recuerdos. Un brindis por San Martiriano (H&O) es el desbordamiento por escrito (nos informan desde la contracubierta) de la improvisación que hizo el director de cine cuando le encomendaron dar el pregón de las fiestas de su pueblo. Realmente Banyoles (Girona; pob. 20.000) tiene una gran suerte de que Albert Serra sea de allí, porque así puede llevar el nombre del municipio por la parte cinematográfica del mundo, aparejado a todas esas películas que nadie ve.

Literatura Cine
El redactor recomienda