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'La novia gitana': una serie sórdida y adictiva que adapta el 'bestseller' de Carmen Mola
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SERIE DE ATRESPLAYER

'La novia gitana': una serie sórdida y adictiva que adapta el 'bestseller' de Carmen Mola

Paco Cabezas dirige esta serie policíaca de ocho capítulos que acaba de estrenar Atresplayer y protagonizada por Nerea Barros, Ignacio Montes y Darío Grandinetti

Foto: Nerea Barros es Elena Blanco en 'La novia gitana'. (Atresplayer)
Nerea Barros es Elena Blanco en 'La novia gitana'. (Atresplayer)

Una joven vestida de novia, muerta bajo la lluvia y con gusanos carnívoros dentro de la cabeza. Un caso idéntico ocurrido seis años atrás. Una detective introvertida que esconde un terrible trauma familiar. Muchas son las preguntas que desde el primer minuto plantea la serie 'La novia gitana'. Y, normalmente, la respuesta suele ser "el coño de tu puta madre". Testosterónica, sórdida y barroca, la adaptación de la saga policíaca escrita por Carmen Mola, también conocida como Antonio Mercero Santos, Agustín Martínez y Jorge Díaz —¿recuerdan aquel Premio Planeta 2021 en el que descubrimos que detrás de una gran mujer había tres hombres?—, responde, como las novelas de Mola, a esa tradición de historias de asesinatos esperpénticos y peliculeros e investigadores solitarios y dipsómanos que escupen palabrotas, reniegan del amor y esconden una tara psicopática que se manifiesta en alguna extraña manía, que puede ir desde coleccionar pelo humano hasta tener colocada una cámara de fotos frente a la plaza Mayor que dispara una vez cada equis segundos. Mercero, por cierto, es, junto a José Rodríguez ('Adiós', 2019), el cabeza del equipo de guionistas encargados de adaptar la novela.

En 'La novia gitana', además de recurrir mucho al "coño" y "tu puta madre", sentencian con frases que podrían haber robado a Lorca. Frases contundentes, literarias, de esas que uno pondría en su epitafio. Todos los personajes parecen culpables del asesinato que ellos mismos están investigando. Siempre hay pistas equívocas que llevan a pensar que todo el mundo está en el ajo. También hay gente que se droga, gente tuerta o con la cara rajada o con las dos cosas. Y hay un universo de extrarradio en el que payos y gitanos conviven en los límites de la legalidad, ese espacio que tan bien ha hecho suyo el director sevillano Paco Cabezas, y que acaba mezclando el estilo 'Training Day' con la Virgen de la Macarena.

placeholder Los detectives encargados de la investigación. (AtresPlayer)
Los detectives encargados de la investigación. (AtresPlayer)

Hay también una especie de miseria estilizada en la que, por ejemplo, un grupo de agentes investigan desde una habitación con los muros a medio derruir y en la que las casas de los personajes están revestidas de papel pintado de flores, eso sí, con sus jirones y su desgastado. La luz, muy cuidada para que la luz fría azul contraste con la luz cálida y diegética de las lámparas, con colores saturados y mucho claroscuro, parece sacada de un cuento gótico. Las imágenes parecen pinturas. Hay algo demasiado limpio, demasiado pensado, que contradice las localizaciones de los exteriores del barrio de Amposta, en el distrito de San Blas, una zona obrera con pisos de protección oficial en el que discurre parte de la investigación. Se nota que Cabezas ha pasado por la televisión americana con 'Penny Dreadful', 'Into the Badlands' o 'The Umbrella Academy': hay una factura muy trabajada y muy cuidada, pero que se siente un poco encorsetada.

Madrid, en la actualidad. Nerea Barros goya por 'La isla mínima'— es la detective Elena Blanco, de la Brigada de Análisis de Casos —una unidad cuya principal función es la de reabrir casos que están a punto de prescribir—, la encargada de encabezar la búsqueda del asesino de Susana Macaya (Zaira Romero), una chica gitana que aparece muerta en la Quinta de las Ventas de Carabanchel vestida de novia el día de su despedida de soltera. Seis años antes, su hermana había aparecido de la misma forma en un caso al que bautizaron como el de 'La novia gitana'. Parece que el asesinato lo cometió la misma persona. Pero Miguel Vistas (Darío Grandinetti), el supuesto asesino de la primera, lleva años dentro de la cárcel.

placeholder La familia de Susana, 'La novia gitana'. (AtresPlayer)
La familia de Susana, 'La novia gitana'. (AtresPlayer)

Por la investigación pasan colaboradores habituales de Cabezas, como Vicente Romero (en el papel del agente Orduño), Mona Martínez (Mariajo, encargada del apartado de ciberdelincuencia y lo relacionado con la informática) y Moreno Borja (como Moisés, el padre de la chica muerta). También Ignacio Montes como el detective Zárate y Lucía Martín Abello, como Chesca, una versión más civilizada de Lisbeth Salander.

La serie cuenta con ocho capítulos de entre 50 minutos y una hora de duración, aunque Atresplayer, de momento, solo ha estrenado los tres primeros. Y, a lo largo de los primeros capítulos, 'La novia gitana' consigue plantar la semilla de la curiosidad alrededor de la trama y de los secretos de sus personajes. Por un lado, seguimos la trama de los detectives, que van buscando pistas entre los mendigos que suelen frecuentar el parque donde apareció el cadáver. Por otro lado, la de la comunidad gitana a la que pertenecía la chica, que intenta descubrir quién era el chico con quien Susana pretendía casarse. Entre tanto, la cárcel, el trapicheo, las amenazas de muerte. No existen los personajes virtuosos, sino que todos se mueven entre las luces y las sombras.

placeholder Otro momento de 'La novia gitana'. (AtresPlayer)
Otro momento de 'La novia gitana'. (AtresPlayer)

Esa intersección entre la cultura gitana y la paya es un terreno del que pocos como Paco Cabezas han podido hacer suyo. Es un terreno en el que se mueve cómodo y que conoce. Sin embargo, todo ese mundo está pasado aquí por un filtro de denominador común, en el que los personajes hablan todos de una forma similar, con un tono similar, apesadumbrados, oscuros, desencantados. Los personajes femeninos son, también todos ellos, muy testosterónicos y muy chungos, de esos que te pegan una paliza cuando las cámaras no miran.

'La novia gitana' es, probablemente, la perfecta traslación a la televisión de la novela que adapta. Entretenida, de digestión fácil y que enseguida engancha. Bien ejecutada, no hay nada que se salga del esquema, nada que desafine. Pero también el foco está muy centrado en la trama y no deja que esta respire y deje la puerta abierta a que se cuele esa realidad social que retrata. También es verdad que ese no es su código, sino uno más novelesco, más irreal. Hay una intensidad dramática persistente, una exaltación de las emociones, del amor, el odio, la sexualidad. Todo es fácilmente inflamable. Quizás un estilo 'noir' americano 'old school' pasado por el carácter cañí. Y hacer de eso un sello propio es, al menos, un mérito.

Una joven vestida de novia, muerta bajo la lluvia y con gusanos carnívoros dentro de la cabeza. Un caso idéntico ocurrido seis años atrás. Una detective introvertida que esconde un terrible trauma familiar. Muchas son las preguntas que desde el primer minuto plantea la serie 'La novia gitana'. Y, normalmente, la respuesta suele ser "el coño de tu puta madre". Testosterónica, sórdida y barroca, la adaptación de la saga policíaca escrita por Carmen Mola, también conocida como Antonio Mercero Santos, Agustín Martínez y Jorge Díaz —¿recuerdan aquel Premio Planeta 2021 en el que descubrimos que detrás de una gran mujer había tres hombres?—, responde, como las novelas de Mola, a esa tradición de historias de asesinatos esperpénticos y peliculeros e investigadores solitarios y dipsómanos que escupen palabrotas, reniegan del amor y esconden una tara psicopática que se manifiesta en alguna extraña manía, que puede ir desde coleccionar pelo humano hasta tener colocada una cámara de fotos frente a la plaza Mayor que dispara una vez cada equis segundos. Mercero, por cierto, es, junto a José Rodríguez ('Adiós', 2019), el cabeza del equipo de guionistas encargados de adaptar la novela.

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