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Paco Cabezas, el sevillano que triunfa en Netflix, Amazon...: "Le dije no a Spielberg"
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ENTREVISTA

Paco Cabezas, el sevillano que triunfa en Netflix, Amazon...: "Le dije no a Spielberg"

El director sevillano, que ha trabajado en series como 'Penny Dreadful', 'The Alienist' e 'Into the Badlands', ha vuelto al cine español con 'Adiós', que se estrena el 22 de noviembre

Foto: Paco Cabezas en Sevilla durante el rodaje de 'Adiós'. (Julio Vergne)
Paco Cabezas en Sevilla durante el rodaje de 'Adiós'. (Julio Vergne)

Fue hace diez años cuando Paco Cabezas se cruzó en la vida de Mario Casas. El actor gallego quería quitarse la pesada losa del ídolo adolescente nacido en televisión y el director sevillano intentaba meter la cabeza en el cine con ambición de público masivo, y ambos confluyeron en 'Carne de neón', un 'thriller' de tres millones de euros de presupuesto que, para ambos, se convirtió en el punto de inflexión de sus carreras. No sabían dónde estarían una década más tarde. Mario Casas sostiene desde hace años un ritmo de —mínimo— dos largometrajes anuales y ha trabajado a las órdenes de Álex de la Iglesia, Alberto Rodríguez y Kike Maíllo. El Goya se le resiste —de momento—, pero ya sabe cómo es estar nominado a un Fotogramas, un Gaudí y un Feroz. Paco Cabezas, vecino del barrio de Rochelambert, trabaja ahora en Estados Unidos y ha dirigido capítulos de algunas de las series más potentes de la parrilla americana: 'Penny Dreadful' (Netflix), 'The Alienist' (Netflix), 'American Gods' (Amazon en España), 'Fear The Walking Dead' (AMC) e 'Into de Badlands' (AMC). De momento, 22 capítulos en nueve series. Le ofrecieron también dirigir algunos capítulos de la adaptación del videojuego 'Halo' que preparan Showtime, Microsoft Studios y Amblin Television, propiedad esta última del gran pope de Hollywood, Steven Spielberg.

Pero Cabezas decidió rechazarlo para volver a casa. Y de la mano de Casas. El 22 de noviembre estrenan 'Adiós', un 'thriller' ambientado en Sevilla en el que el actor comparte pantalla con una de las mejores intérpretes del momento, Natalia de Molina, en el que Cabezas se mete en el barrio de las Tres Mil Viviendas para contar una historia de venganza, narcotráfico y familias rivales. La película, además, clausurará el Festival de Sevilla y se perfila como una de las producciones de acción españolas del año. Además, con 'Adiós' es la primera vez que una película de ficción de tal envergadura se mete en el barrio más conflictivo de España, donde ni siquiera se atreven a entrar los servicios de limpieza.

PREGUNTA. ¿Por qué volver a España, diez años después, con una carrera tan sólida en Estados Unidos?

RESPUESTA. Yo llevaba muchísimo tiempo buscando un proyecto que conectara con mis raíces. Yo tengo una relación con mi padre muy curiosa; cuando te dedicas a algo tan loco como es el cine, siempre estás poniéndote a prueba a ti mismo, y, cuando le puse a mi padre ‘Carne de neón’, me dijo: “Está muy bien, está muy bien, pero yo lo hubiese hecho mejor. Paco, esta es una película un poco rara. Tú lo que tienes que hacer es algo así, como con flamenco, con Andalucía, algo más nuestro”. No le hice mucho caso, pero de repente, quizás por centrarme en el cine y las series americanas, he dejado de lado algo que estaba dentro y que he ido bloqueando y silenciando. Y, de repente, al leer este guion, aunque había muchas cosas que faltaba por desarrollar —trabajé mucho con José Rodríguez y con Carmen Jiménez—, fui a dar con que todo esto que yo encontraba en el cine de Scorsese o lo que me enganchaba del cine americano estaba aquí, que solo tenía que reinterpretarlo y traérmelo mucho más cerca. Ha sido muy bonito el aplicar todo lo que he aprendido en el cine americano y traérmelo a casa. Para mí rodar una redada en Los Pajaritos, con esos personajes, ha sido un gustazo cada día.

P. ¿Tenías claro que querías volver a trabajar con Mario Casas?

R. Con Mario tengo una relación muy bonita y especial porque siempre le saco lo más duro. El otro día volví a ver la película y pensé: "Madre mía, qué par de huevos le echa para hacer esta película tan controvertida y tan dura". Yo le admiro y creo que no se le aprecia lo suficiente. Arrastra todavía el haber sido un ídolo adolescente, pero me parece uno de los mejores actores de este país, en mi opinión. Es un tío que se entrega al doscientos por cien. Una cosa que tiene mi cine, y siento decir mi cine porque no quiero que suene pedante, que es un cine apasionado, que entras o no entras. Al ser un chaval de barrio y considerar que es un privilegio poder hacer cine, yo siempre voy a poner la carne en el asador. Voy con el corazón abierto. Y creo que Mario encaja muy bien en ese tipo de películas.

P. Os encontrasteis los dos hace diez años cuando estabais prácticamente al principio de vuestras carreras. A partir de ahí, ambas han ido hacia arriba...

R. Yo creo que la clave de mi carrera es que he sido muy cabezota. Siempre muy cabezón, de ahí que me viene bien el nombre. Siempre que me he encontrado un reto me he dado cabezazos contra la pared hasta que o perdía el conocimiento o rompía el muro. Cuando hice ‘Aparecidos’, mi primera película de terror, salimos casi sin promoción y solo con 20 copias. Me fui a la puerta de Kinépolis con unas mil polaroids de la película para repartirlas a la puerta. Le dije a la gente: "Ve a ver esta película de terror, que te va a gustar, y si no te gusta te devuelvo el dinero". En ese cine la película fue de puta madre. Y por el tema de las polaroids me llamaron del programa de Buenafuente y salí en la tele. Creo que los momentos clave en mi vida han sido producto de la inconsciencia total; si las hubiese pensado dos veces no creo que las hubiese hecho. Son viscerales, salidas totalmente de las entrañas. Sin riego no hay cine.

"Creo que los momentos clave en mi vida han sido producto de la inconsciencia total; si las hubiese pensado dos veces no creo que las hubiese hecho"

P. ¿Cómo llega un tipo de un barrio humilde de Sevilla, hijo de un obrero, a trabajar en Hollywood?

R. Yo soy una especie de 'rara avis'. Enrique [López Lavigne], que es uno de los mejores productores de España y apoya mucho al creador, me decía que mi carrera en muchos momentos ha parecido que no existía, pero siempre he vuelto a resurgir. Después de hacer ‘Carne de neón’ mi carrera se fue un poco a pique, porque fue una película que no funcionó en taquilla en España. El productor quería hacer una película más abierta, más comedia, pero yo me empeñé en que fuese una película dura, triste, oscura y extraña. Eso hizo que la película fuera seleccionada en Tribeca y que John Logan [guionista que ha trabajado con Scorsese, Sam Mendes y creador de ‘Penny Dreadful’] viera mi trabajo y me ofreciera dirigir algunos capítulos de ‘Penny Dreadful’. En el momento en el que me seleccionaron en Tribeca me salió un representante en Estados Unidos. Primero quiso ver el nivel de inglés que yo tenía. Resulta que yo había estado durante un año, más o menos, cantando con mi guitarra en el metro de Antón Martín canciones de Bowie y Lou Reed y de ahí cogí un nivel más o menos alto. Y mi mánager me decía: "Está muy bien tu inglés pero dices demasiado la palabra ‘fuck’. Deberías cortarte". Pero es que yo había aprendido inglés viendo las películas de Scorsese. La paradoja es que lo que no me hizo funcionar en la taquilla española de repente me abrió las puertas en Estados Unidos. Y ahora vuelvo a España.

P. ¿Qué necesitabas para lanzarte a volver a España a rodar?

R. Los americanos son muy listos para saber lo bueno que hay en ti. Enseguida te ven y se dan cuenta si sirves para el 'thriller', para la comedia, para el drama, si mezclas bien los géneros. Te das cuenta de que hay que apostar por aquello que ellos ven en ti. Pero esa caja que te han construido y en la que te metes también te encorseta. A nivel de series americanas yo he rodado escenas de acción que no pueden ir a más. En la última, en ‘Into the Badlands’, he rodado unas secuencias de campo de batalla en las que ha habido caballos y fuego y explosiones y arqueros. La siguiente que me ofrecieron es la adaptación del videojuego ‘Halo’, pero le dije que no a Spielberg para rodar ‘Adiós’ en España. Eso ya era una serie con extraterrestres, con soldados de tres metros, con espartanos y no sé qué más, y yo pensaba: "Es que quiero volver a otra cosa".

placeholder Cabezas en otro momento del rodaje de 'Adiós'. (Manu Trillo)
Cabezas en otro momento del rodaje de 'Adiós'. (Manu Trillo)

P. ¿Qué era esa "otra cosa"?

R. Yo no soy creyente. Soy bastante ateo. Pero, para mí, el cine es una especie de religión. Me gusta el cine que me agarra, me divierte y me lleva a otro lugar. Pero también me gusta ese otro cine que intenta dar algunas respuestas a las cosas que nos pasan en la vida. Todos hemos vivido pérdidas familiares, y para mí el cine es también una terapia. La vida no tiene guion, no tiene primer acto, segundo acto y tercer acto. La vida es caos. Pero en el cine colocas la vida y tiene un final, tiene un orden. Por temas familiares he lidiado últimamente con la muerte, así que necesitaba hacer una película dura y oscura, pero que tuviera un final luminoso, una redención. Me parece tal el privilegio de hacer cine que, aunque arrastre al espectador por la mierda y por el barro, necesito que acabe en un lugar luminoso.

P. Además has vuelto a rodar cerca de donde te criaste... ¿Cómo ha sido la experiencia de adentrarse en las Tres Mil Viviendas? ¿Era una condición innegociable, aunque hiciese más duro el rodaje?

R. Primero fuimos al barrio a hablar con las familias, con los patriarcas. Cada zona tiene su patriarca. Yo quería que el centro neurálgico fuese el grafiti de Camarón, que nunca había salido en una película. Cuando decidimos en qué calles queríamos rodar, hablamos con la gente de esas calles y, aunque al principio no estábamos muy seguros, creo que ayudó mucho que yo sea un chaval de barrio. Yo me he criado en Rochelambert, que está al lado de Los Pajaritos, muy cerca de las Tres Mil Viviendas. Yo recuerdo que en mi barrio había una parada de autobús que la gente quería quitar porque era muy peligrosa. Cuando iba de camino al colegio me encontraba gatos ahorcados. Recuerdo también que el ayuntamiento puso canastas por toda Sevilla y que las destrozaron todas, salvo una que la protegían los gitanos y era donde yo iba a jugar al baloncesto. Pero lo que realmente me ganó a la gente de las Tres Mil Viviendas es haber rodado una película con Nicolas Cage.

Me llamó la atención que había muchísimos pájaros. Como los servicios de limpieza allí no entran en las calles encuentran su comida. Algún día acabábamos de rodar a las doce de la noche y nos encontrábamos con ratas del tamaño de gatos. Nos encontramos también con muchos niños que no habían visto en su vida una cámara de cine, y les explicábamos que por aquí se grababa y tal, y para ellos era: "Entonces, ¿se puede hacer esto?". Y yo no me he criado en las Tres Mil, pero sí dos barrios más allá, y ahora estoy haciendo películas en Estados Unidos. Esto es un sueño, pero se puede hacer. Al igual que la música o lo que quieras. Para mí eso era muy bonito.

"Lo que realmente me ganó a la gente de las Tres Mil Viviendas es haber rodado una película con Nicolas Cage"

P. Es el tipo de barrio que no está acostumbrado a que le presten atención más allá de las páginas de sucesos, ¿no?

R. Hemos trabajado con ellos de corazón, de verdad. Aunque la película habla de cosas terribles que ocurren en barrios como el de las Tres Mil Viviendas, también habla de que la gente que vive allí tiene dignidad, tienen corazón y les importan los que tienen alrededor. El día que rodamos con Mario en la zona del grafiti estaba todo el barrio allí, y no podíamos controlar a tanta gente. Había tres mil personas mirando el rodaje y cuando acabamos rompieron en aplausos. Vieron que lo que estábamos haciendo lo hacíamos de verdad. Se nos acercaron patriarcas, se nos acercaron familias que habían pasado por desgracias parecidas a las de los protagonistas y nos abrazaron. Y es esa sensación de que es un barrio olvidado, con gente a la que han dejado olvidada, y es bonito que la ficción pueda de alguna forma sanarlo y darle oxígeno.

P. ¿Echabas de menos tener la libertad creativa y las posibilidades de tener una voz propia que te ofrece una película frente a una serie?

R. Me gustaría dejar claro que no es cierto que en las series americanas el director sea un realizador. En ‘El alienista’, por ejemplo, Daniel Brühl no estaba muy contento de cómo se estaba desarrollando su personaje en la serie. Él quería que fuese más oscuro, más jodido. Le dije: “Vamos a pensar a ver qué se nos ocurre”. Fuimos al guionista y le dijimos que queríamos una escena en la que su personaje fuese a la morgue y le metiese un bisturí y no sé qué historias al cadáver de un niño. Y ese momento ha sido uno de los favoritos de los creadores de la serie. Ahora en ‘Penny Dreadful’ con John Logan me pasa igual. John es muy bueno con los diálogos y los personajes, mientras que yo lo soy con el terror y con lo visual.

placeholder En 'Adiós', Mario Casas interpreta a Juan, que acaba de recibir la condicional. (Sony)
En 'Adiós', Mario Casas interpreta a Juan, que acaba de recibir la condicional. (Sony)

P. ¿Y el trabajo con los actores para construir los personajes desde cero?

R. Para mí, lo que hace Natalia en esta película es espectacular. Y lo que hace Mario también. Sobre todo me gusta que sé que como amigo y como director puedo cogerles y decirles: "No, a mí no me vas a engañar. Vamos a llevarlo hasta el límite". Incluso con papeles pequeños. Si tengo al personaje de una yonqui, quiero que esa yonqui sea espectacular. Aquí solo vale la verdad. Hay una anécdota de Lumet con Marlon Brando en el libro ‘Así se hacen las películas’ en la que Marlon empieza a hacer su rollo y Lumet le llama y le dice: "¿Qué pasa, Marlon, por qué me estás dando el 40%?". Y Marlon le contesta: "¡Ah! ¿Te has dado cuenta? Pues ahora te doy el 100%".

La agenda de Cabezas está tan apretada que nada más acabar el rodaje de 'Adiós' tuvo que volver a Estados Unidos a seguir con 'Penny Dreadful'. Un ritmo de trabajo inimaginable para aquel trabajador de videoclub —sí, como Tarantino— que fue el sevillano antes de poder ganarse la vida como cineasta. Con 17 años tuvo un accidente de coche que casi acaba con su vida —hoy no tiene carné de conducir—, una experiencia que le hizo entregarse en cuerpo y alma a su pasión: el cine. Cabezas es de verdad un hombre hecho a sí mismo. No estudió en ninguna escuela de cine, pero sí en el Centro Andaluz de Teatro (CAT), una institución pública. En el año 2000, con 24 años, codirigió junto a Jerónimo de los Santos su primera película, el mediometraje 'Invasión travesti', una fantasía pop protagonizada por la última chica heterosexual del planeta Tierra que sufre una invasión travesti, como bien describe su título, y necesita encontrar a un hombre heterosexual para sobrevivir.

Ese carácter transgresor y 'petardo' también está presente en algunos de sus trabajos como guionista: suya es la historia de 'Sexykiller, morirás por ella' (2008), en la que Macarena Gómez interpreta a una 'fashion victim' con "el fondo de armario de Paris Hilton" y "el carácter de Hannibal Lecter". Suyo —y de Eneko Lizarraga— es también el guion de 'Spanish Movie' (2009), la primera película que adaptó al cine español la fórmula de 'Scary Movie' y que parodia títulos como 'Mar adentro', 'El orfanato' o 'El laberinto del fauno'.

De adolescente vio 'Reservoir Dogs' y decidió ser como Tarantino. Ahora se codea con Ben Stiller y compañía en las fiestas de Showtime y puede presumir de haber dirigido a actores como Nicolas Cage —ganador del Oscar—, Sam Rockwell —ganador del Oscar—, Anna Kendrick —nominada al Oscar— o Tim Roth —nominado al Oscar—. El mismo Tim Roth de 'Reservoir Dogs'.

P. Supongo que tampoco será igual la tensión para el director frente al estreno de una película y de una serie de televisión.

R. Obviamente en una película estás mucho más expuesto que en una serie. Cuando hice el último capítulo de 'Penny Dreadful' John fue muy generoso y puso mi nombre en rojo sobre negro: "Dirigido por Paco Cabezas". Pero normalmente el nombre del director en una serie pasa bastante desapercibido, para bien y para mal. Cuando la serie es mala nadie te lo echa en cara, y cuando es buena no te aplauden demasiado a no ser que te nominen a un Emmy o algo. En el cine, para bien o para mal se entiende que el director es como el padre, y si la película no funciona hay que tirarle piedras al padre. O al revés si va bien. Pero es que lo bonito del cine es que es un arte familiar: las razones por las que una película funciona normalmente son las razones que están fuera de tu control. El factor humano. La química entre los actores. La fuerza de una interpretación. Te dejas llevar por la intuición, por las entrañas. Pero nunca sabes. ¿Por qué Scorsese puede hacer 'Uno de los nuestros' y luego hace 'Kundun'? Todos intentamos hacer la mejor película posible y a veces los elementos tienen magia y confluyen y a veces no. Cada película es un pequeño milagro. Que exista el cine es un milagro.

P. Desde que marchaste a trabajar a Estados Unidos el panorama audiovisual ha cambiado mucho con la llegada de las plataformas. ¿Qué es lo que te has encontrado a tu vuelta?

R. Bueno, básicamente ahora tengo que decir "no" una vez a la semana porque me ofrecen una serie cada semana. También películas. Sobre todo porque mi agente no me deja; me ofrecen proyectos muy grandes en Estados Unidos y crear el hueco para hacer 'Adiós' me ha costado la misma vida. Lo que me he encontrado a la vuelta es una industria muy sana donde se está empezando a valorar el talento y lo específico, lo único, lo genuino, lo especial. Por ejemplo, Javier Ruiz Caldera es un muy buen director de comedia. 'Nosequién' es un buen director de acción. Este es un buen guionista. Se empieza a crear una estructura, una red de industria en la que sabemos quién es bueno para qué cosas y el público está lo suficientemente educado para coger una serie como 'La peste' y saber por qué es bueno y valorarlo y verlo y que funcione. Eso es un salto exponencial desde 'Farmacia de guardia' o 'Benito y compañía', con todo el respeto a 'Farmacia de guardia'. Después de cantar en el metro y antes de irme a Estados Unidos trabajé cargando muebles en una serie en Antena 3 y montaba los decorados sin tener ni idea de cómo se hacían las cosas. Tenía que llamar a mi padre, que es obrero, para que me dijese cómo tenía que hacer un cuarto de baño o montar un aplique.

placeholder Ruth Díaz y Natalia de Molina, las dos protagonistas de 'Adiós'. (Sony)
Ruth Díaz y Natalia de Molina, las dos protagonistas de 'Adiós'. (Sony)

P. ¿Qué recuerdas de tu aterrizaje en Hollywood?

R. Sin exagerar habré tenido unas 600 reuniones con los estudios americanos. Muchas veces, la primera va de puta madre y piensas: “Todo el mundo me adora en Hollywood”. Pero es que allí tienen una cosa que es totalmente diferente que en España. Aquí hay un pesimismo continuo y una flagelación perpetua de “somos lo peor, somos la mierda”. Eso es un poco la vieja Europa. En Estados unidos es al revés. Todo es maravilloso. Todo se puede hacer. Y hay una parte positiva y una parte negativa en todo eso. La negativa es que esa sobreexcitación de los americanos tienes que medirla muy bien, porque probablemente tengas cincuenta reuniones para cincuenta proyectos, pero de esas cincuenta una es la que realmente cuente. Tienes que saber dividir la paja del heno y tener muy claro qué es lo que quieres hacer. Mucha gente aterriza en Hollywood, se hace una foto con las palmeras y piensa que ya está. Eso no es Hollywood. Hollywood es trabajo y cabezonería y hay una competencia brutal.

"¿De dónde sacas la financiación en Hollywood? ¿De un oligarca ruso que quiere meter a su hija en la película o se mete en el montaje y te lo cambia?"

P. Has trabajado para las plataformas, pero también ruedas cine independiente. ¿Crees que se puede mantener esa independencia bajo el modelo que plantea Netflix?

R. Me alegro de que esta película se estrene en cines y se estrene bien. Me da un poco de pena que películas como 'Diecisiete', que la vi el otro día, las lancen en cuatro salas y luego la estrenen a las dos semanas en la plataforma, que es lo que pasará con Scorsese y lo que pasó con 'Roma'. Pero tampoco tengo una opinión formada de eso porque yo vivo de ambos mundos. Lo que sí te puedo decir es que a mí me encanta hacer cine independiente español y me encanta hacer televisión americana. Encuentro que en los dos lugares se valora al autor. Sin embargo, en el cine independiente americano están en una posición muy jodida. ¿De dónde sacan el dinero? ¿De lo que les da un jeque árabe o de un oligarca ruso que, de repente, quiere meter a su hija en la película o se mete en el montaje y te lo cambia, como me pasó a mí en la película de Nicolas Cage? Los productores estaban fuera de control y no sabían de cine. En el cine español hay elementos que te permiten financiar la película y a la vez se valora la voz del autor. Creo que lo que debemos es encontrar un equilibrio.

P. ¿Es difícil dar el salto de la televisión de alto presupuesto al cine de alto presupuesto en Estados Unidos?

R. ¿Te refieres a Marvel, por ejemplo?

P. Por ejemplo.

R. El haber entrado en el mundo de la televisión se considera un gran salto ya de por sí. Te recomiendo un 'podcast' que está muy bien que se llama 'The Movie Crypt', en el que dos directores de cine de terror independiente que son Joe Lynch y Adam Green llevan a otros directores que van a hablar allí sobre sus experiencias frustrantes y me decían: "Joder, qué suerte tiene tú de estar en el club de la televisión; nosotros no estamos y no sabemos cómo entrar". Entrar en el club de James Gunn y toda esta gente de Marvel puede estar bien, pero no te creas que les tengo mucha envidia. Ahí sí que creo que eres un mandado. Tiene que haber unas presiones espectaculares.

placeholder Paco Cabezas en otro momento del rodaje. (Julio Vergne)
Paco Cabezas en otro momento del rodaje. (Julio Vergne)

P. ¿Sientes que, como español, te enfrentas a algún tipo de brecha cultural con el público estadounidense?

R. Sí, hay una cosa muy curiosa. En Estados Unidos la gente es mucho más naíf y en Europa estamos más jodidos. Somos más cínicos. Como público, los americanos reaccionan en el momento. Son mucho más directos y claros. Ellos te lo vomitan todo y no se avergüenzan de decir "esta es la mejor película que he visto en mi vida" o "esto es maravilloso". El público europeo es muy diferente.

P. ¿Y el público español?

R. Sin entrar en guerracivilismos, estamos muy influenciados por lo goyesco, por el conflicto y tenemos una posición política frente a todo. Todo tiene un sesgo político y es muy jodido encontrar un espectador virgen.

Fue hace diez años cuando Paco Cabezas se cruzó en la vida de Mario Casas. El actor gallego quería quitarse la pesada losa del ídolo adolescente nacido en televisión y el director sevillano intentaba meter la cabeza en el cine con ambición de público masivo, y ambos confluyeron en 'Carne de neón', un 'thriller' de tres millones de euros de presupuesto que, para ambos, se convirtió en el punto de inflexión de sus carreras. No sabían dónde estarían una década más tarde. Mario Casas sostiene desde hace años un ritmo de —mínimo— dos largometrajes anuales y ha trabajado a las órdenes de Álex de la Iglesia, Alberto Rodríguez y Kike Maíllo. El Goya se le resiste —de momento—, pero ya sabe cómo es estar nominado a un Fotogramas, un Gaudí y un Feroz. Paco Cabezas, vecino del barrio de Rochelambert, trabaja ahora en Estados Unidos y ha dirigido capítulos de algunas de las series más potentes de la parrilla americana: 'Penny Dreadful' (Netflix), 'The Alienist' (Netflix), 'American Gods' (Amazon en España), 'Fear The Walking Dead' (AMC) e 'Into de Badlands' (AMC). De momento, 22 capítulos en nueve series. Le ofrecieron también dirigir algunos capítulos de la adaptación del videojuego 'Halo' que preparan Showtime, Microsoft Studios y Amblin Television, propiedad esta última del gran pope de Hollywood, Steven Spielberg.

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