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Censurar RT y Sputnik nos desacredita
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Censurar RT y Sputnik nos desacredita

Europa sabe cómo se las gasta Rusia con la desinformación. Ante el conflicto, quiere limitar sus posibilidades de envenenar a la ciudadanía europea y corta dos cabezas de serpiente

Foto: Ilustración: CSA
Ilustración: CSA

No ha habido una guerra sin censura en toda la historia de la humanidad. Por eso, la noticia de que la Unión Europea censurará los medios de propaganda rusa Sputnik y Russia Today (RT) en nuestro territorio es para mí la constatación definitiva de que esta vez, pese a que no mandemos tropas, sí que estamos en guerra. Se censuran estos medios en Europa por el mismo motivo que se cerraron periódicos cuando ETA mataba (también a periodistas) en España. La propaganda es un arma y al enemigo se le arrebatan.

Estos dos medios son productores de basura, y muchos de sus colaboradores europeos lo saben. El Kremlin riega con dinero a profesionales extranjeros que de otro modo estarían mal pagados para sujetarlos, pero algunos han antepuesto estos días sus principios a su economía y han renunciado. Es el caso de Danny Armstrong y de Daniel Bernabé: ambos han abandonado RT en el inicio de la guerra.

Europa sabe cómo se las gasta Rusia con la desinformación. Ante el conflicto, quiere limitar sus posibilidades de envenenar a la ciudadanía europea y corta dos cabezas de serpiente. La democracia es mucho más débil ante la desinformación que un país como Rusia, básicamente porque Putin no solo cierra medios con líneas editoriales adversas a sus intereses, sino que asesina a periodistas concretos. Aquí hay medios de comunicación (mejorables). Allí, medios de propaganda. La ventaja táctica de un país sin libertad de prensa ante una guerra es brutal.

Los estados de sitio y de excepción, expresiones jurídicas de la democracia para suspenderse en una guerra, limitan las libertades civiles. La democracia se blinda a sí misma como el coche de Batman y deja de ser democracia temporalmente, siempre en aras de protegerse de la destrucción. El cierre de dos medios rusos no es ir tan lejos, pero debe ser leído como un primer síntoma del ambiente belicoso en Europa. Una vez que se toma esta decisión, hay otras que están más cerca.

Precedentes

Como ha ocurrido durante la pandemia en Occidente, se han ido sentando precedentes. Unos podían conducir a lugares peores y otros se quedaban en nada. España limitó las libertades civiles de forma mucho más estricta que Canadá, pero Canadá ha llegado mucho más lejos en su persecución de los no vacunados. Nunca se puede saber adónde conduce el precedente, siempre hay espacio para el enfriamiento y el retroceso, pero jugamos con lo imprevisible. La pendiente es resbaladiza.

Foto: El presidente Putin, durante una entrevista en Russia Today. (RT)

Se empiezan cerrando dos medios rusos que son objetivamente fábricas de propaganda y desinformación, pero nunca se sabe si se acabará persiguiendo a figuras concretas, como tuiteros o 'freelances' adictos a la versión rusa. Se empieza cerrando un diario de falacias dirigidas y se puede acabar cancelando una exposición, persiguiendo a un artista, disolviendo una organización cultural. No digo que esto vaya a pasar: digo que puede pasar, porque hay un precedente. Ya ocurren en los márgenes cosas inquietantes, como la detención del periodista español Pablo González, acusado de "prorruso".

Durante la pandemia, se ha repetido en ciertos ambientes que las dictaduras son más funcionales a la hora de lidiar con un virus: yo siempre he pensado que prefiero morir en una democracia a sobrevivir en una dictadura. Lo mismo me pasa con las libertades civiles en un ambiente bélico. Sé que los valores centrales de la democracia son debilidades en una batalla, pero prefiero esos valores a jugar con las reglas del enemigo. Dejadme poner un ejemplo:

En Estados Unidos se encerró a los japoneses en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. La simple identidad japonesa, más allá de la ideología o el activismo, y por supuesto más allá de las sospechas concretas de espionaje, sirvió de justificación moral para esta medida dura y antidemocrática que la población japonesa americana acató dócil. No fueron torturados, ni maltratados. Simplemente fueron apartados. No es tan grave, ¿no?

Foto: Foto: EFE/Sergey Dolzhenko.

Aquella decisión se entendió en su momento como necesaria en tiempo de guerra y se disolvió al terminar el conflicto. Sin embargo, fue un punto de apoyo para la siguiente acometida del Estado, que ya había empezado a fraguarse antes de la guerra: la caza de brujas contra los sospechosos de comunismo, uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de los Estados Unidos con permiso de la infame persecución de los negros. La justificación moral de la persecución de los comunistas fue la misma que la del confinamiento de los japoneses.

No equiparo la caza de brujas con el cierre de RT y Sputnik. Simplemente digo que hemos de ser conscientes de que esto es un precedente y de que la pendiente más allá se vuelve resbaladiza. No es una guerra contra la propaganda, sino contra la propaganda del bando enemigo. Esto debilita la decisión, puesto que seguiremos permitiendo la propaganda de nuestro bando. Si Europa luchara contra la propaganda de manera radical, no quedarían muchos medios en pie.

Objetivos

Las guerras las ganan quienes eligen mejor sus objetivos. Cabe preguntarse entonces cuál es el objetivo de cerrar RT y Sputnik. La respuesta que da Europa es que desean limitar la capacidad de desinformación rusa en territorio europeo. En este sentido, la medida es como parar la fuga de agua de una piscina con una tirita. Si el pretexto es pragmático, no funciona.

Foto: El presidente de Rusia, Vladimir Putin. (Reuters/Carlos García Rawlins)

Nada más conocerse la noticia, RT y Sputnik anunciaron que seguirían emitiendo su contenido por otros canales como Telegram. Pese a que Facebook y otras redes sociales han anunciado que controlarán la desinformación rusa, sabemos que esto es poner puertas al campo en internet. Envíos masivos por redes semiprivadas pueden ser mucho más contaminantes que dos medios que airean sus mentiras.

A Donald Trump le cerraron Facebook y Twitter en Estados Unidos y su popularidad no se ha visto dañada: al contrario. Sus capacidades de promoción se han multiplicado y ahora tiene la ventaja de haber sufrido la censura, lo que aporta credibilidad a cualquier cosa que se le ocurra decir, porque será lo que los grandes manipuladores de masas no quieren que las masas sepan.

En un ambiente mediático tan poco creíble como el de la Europa de la posverdad, la censura contra medios tan poco relevantes como RT y Sputnik supone colocar sobre ellos una lente de aumento e invitar a muchos europeos escépticos o conspiranoicos a creer a pies juntillas todo lo que digan. En el siglo XXI, la gente no es dócil a efectos informativos, y la censura es una magnífica forma de promoción.

Foto: Entrevista a Putin en RT

Así que, si el objetivo es que la gente no conozca la versión de la propaganda rusa, esta decisión es un error. Hoy la opinión pública está bastante alineada contra Rusia, en general. Más allá de algunas voces, la gente sabe que allí no hay derechos civiles, que se cierran medios, que se encarcela a opositores. Asimilar nuestro comportamiento al suyo, aunque sea con este pequeño acto, me parece un error.

Esto en lo que respecta al objetivo pragmático de la Unión Europea, pero también es complicado justificar la decisión desde el punto de vista moral. Se dice que se está luchando contra la desinformación, pero esto implica dar por bueno que las autoridades políticas de la Unión Europea están en posesión de la verdad. Y esto no deja de ser algo terrorífico, si lo pensamos.

En las guerras, hay bandos legítimos e ilegítimos. El Gobierno ucraniano ostenta la legitimidad en la invasión unilateral de Rusia, pero no suele haber demasiadas acciones morales en el campo de batalla. Las noticias sobre las atrocidades que puedan cometer las milicias ucranianas podrían ser la próxima diana. ¿Qué lo impide, cuando las autoridades se deciden a perseguir lo que ellas consideran 'mentira'?

Foto: El presidente ruso, Vladimir Putin, vota 'online' en las elecciones parlamentarias. (Sputnik / Alexei Druzhinin / Kremlin)

Las opiniones derrotistas podrían ser el siguiente objetivo, ¿por qué no? Miremos los libros de historia: el pacifismo fue una postura condenada en el liberal Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial. A los pacifistas se les emplumaba por la calle y las mujeres los insultaban. Si el objetivo de la Unión Europea es la mentira, a saber qué considerarán desinformación mañana.

Durante los últimos años hemos visto, cada vez más, pretextos supuestamente virtuosos para la censura, aceptada cada vez por más gente. Se ha equiparado con el discurso de odio la opinión minoritaria en temas de lo más variopintos, y se ha reclamado el control de los bulos desde medios que, en mayor o menor medida, también seleccionan las manipulaciones que se adaptan mejor a su visión de la realidad.

El veto de esas dos plataformas de propaganda rusa en Europa no es más que un detalle, y quizá no conduzca a ninguna otra cosa. Pero en Europa no deberíamos aceptar sin discutir una decisión como esa, básicamente porque en Europa no somos así. Es lo que nos diferencia de la Rusia de Putin, ese país que no queremos que invada Ucrania y destruya su frágil democracia. Ese país en el que nos gustaría que hubiera medios de comunicación plurales, y no sólo los que interesan al zar.

No ha habido una guerra sin censura en toda la historia de la humanidad. Por eso, la noticia de que la Unión Europea censurará los medios de propaganda rusa Sputnik y Russia Today (RT) en nuestro territorio es para mí la constatación definitiva de que esta vez, pese a que no mandemos tropas, sí que estamos en guerra. Se censuran estos medios en Europa por el mismo motivo que se cerraron periódicos cuando ETA mataba (también a periodistas) en España. La propaganda es un arma y al enemigo se le arrebatan.

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