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La guía de los malos horarios españoles: todo lo que hacemos mal (y cómo podemos mejorar)
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UNA NUEVA AGENDA, HORA A HORA

La guía de los malos horarios españoles: todo lo que hacemos mal (y cómo podemos mejorar)

Presentamos un repaso hora a hora de todas aquellas costumbres que perjudican nuestra salud y productividad y una alternativa que sería mucho más provechosa

Foto: Foto: Reuters/Nacho Doce.
Foto: Reuters/Nacho Doce.
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Que los horarios de nuestro país no funcionan es una de las pocas cosas que ponen de acuerdo a millones de españoles, quemados, fatigados, con problemas de sueño e incapaces de conciliar trabajo y vida personal. También a todos los partidos políticos, como explica a El Confidencial Marta Junqué, coordinadora de la Time Use Initiative, que el pasado mes presentó la ley de usos del tiempo.

Desde entonces, Junqué se ha reunido con representantes de partidos políticos de izquierdas y derechas, y todos están de acuerdo en el diagnóstico, aunque no tanto en las soluciones. El grupo de trabajo que ha sacado adelante el estudio ha contado con más de 60 expertos que durante meses han colaborado para elaborar las 100 propuestas finales.

"No es por ser mediterráneos, porque Italia o Portugal tienen mejores horarios"

Sin embargo, estas apenas se han colado en la agenda pública, salvo en momentos como cuando la vicepresidenta Yolanda Díaz lamentó que la restauración estuviese abierta hasta tan tarde. En realidad, recuerda Junqué, se trata de reconfigurar un complicado puzle de horarios que consista no solo en adelantar cierres sino en compactar toda la jornada española, el principal debe de los horarios de nuestro país, además de introducir otras medidas como el acortamiento de la jornada laboral hasta las 37,5 horas en 2026 y las 32 en 2032.

“Hace 20 años, no sabíamos que existía ese reloj interno y por eso no hay políticas para tener horarios más razonables en nuestro día a día”, explica Junqué. Aunque recuerda que, "lógicamente, es imposible que todo el mundo tenga la misma jornada, hemos intentado esbozar una guía de nuestros horarios actuales y de los ideales para entender qué es lo que estamos haciendo mal, y cómo podríamos mejorarlos".

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Foto: Reuters/Javier Barbancho.

7:00-9:30

Qué hacemos: nos levantamos a una hora parecida a la del resto de Europa aunque, como recuerda Junqué, estamos desalineados con los horarios del continente por aquella famosa decisión del franquismo. “No es una cuestión de norte y sur, porque Italia o Portugal tienen horarios más saludables que nosotros”, recuerda.

Uno de los grandes problemas de la mañana son los atascos de tráfico o la congestión en el transporte público que dificulta llevar a los niños al colegio, como explica Elisa Stinus, investigadora del Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona, que ha formado parte del grupo de trabajo: “El problema en nuestro país es la falta de servicio público, porque si entras a las 9:00 a trabajar y no tienes un servicio de recogida, muchas mujeres se ven obligadas o a reducir jornada o a salir del mercado laboral”, explica.

"Deberíamos poder entrar al trabajo cuando quisiéramos entre las 8:00 y las 9:30"

Qué podríamos hacer: para mejorar la conciliación y ahorrar tiempo en desplazamientos, la solución puede ser la entrada escalonada a centros de estudio y de trabajo, como ocurre en algunas ciudades francesas. “Tenemos que fomentar una entrada gradual a la ciudad para que no todo el mundo entre a las 9:00”, explica Junqué. “Los niños se despiertan muy temprano, así que pueden entrar a la escuela a las 8:30 y que las empresas permitieran un margen de entrada de 8:00 a 9:30. Los jóvenes, como su reloj biológico es más tardío, podrían entrar a la universidad a partir de las 9:30, lo que permite reducir los atascos y que el transporte público no esté tan masificado”.

La clave es la flexibilidad, recuerda Stinus: “Uno de los problemas es la rigidez de la hora de entrada, si la empresa te facilita entrar antes o después, es más fácil organizarte”.

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Foto: Reuters/Susana Vera.

9:30-13:00

Qué hacemos: por la mañana, nuestra capacidad cognitiva y nuestra memoria se encuentran en su mejor momento. Sin embargo, debido a que comemos más tarde, en España tendemos a hacer más pausas y a tomarnos la mañana con calma, porque tenemos toda la tarde por delante. “Si he desayunado a las 7:00 y a lo mejor hasta las 15:00 no como, tengo que hacer una pausa para un bocata”, recuerda Junqué. “Eso no quiere decir que no hagas un descanso para tomarte un café, pero no una pausa de media hora o 40 minutos”.

Qué podemos hacer: saltarnos las largas pausas e intentar compactar la jornada. Una de las medidas propuestas es limitar el número de pausas a dos al día, lo que permitiría compactar y aprovechar la jornada, porque “no puede ser que una persona tenga cuatro pausas en una media jornada”.

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Foto: Reuters/Jon Nazca.

13:00-16:00

Qué hacemos: a mediodía, todo se tuerce. La larga pausa que las empresas imponen para comer alarga toda la jornada. Un reducto, de nuevo, del franquismo, cuando “muchas familias tenían que recurrir al pluriempleo para llegar a final de mes, así que empezaban muy pronto, paraban dos o tres horas para descansar un poco y luego acudir a su segundo trabajo”. En 2012, la jornada partida aún estaba implantada en el 45% de empresas españolas.

"Hay muchas personas que trabajan ocho horas, pero sienten que están trabajando 10"

“Una de las grandes diferencias con otros países es la pausa para comer, hay muchos trabajadores que tienen una pausa de dos horas, de 14:00 a 16:00 o incluso 16:30, o comercios que incluso abren a las 17:30”, explica Anna Ginés, profesora titular del Departamento de Derecho de Esade y también parte del grupo de trabajo. “Esto conlleva que nuestras jornadas laborales sean fraccionadas, no compactas, y que muchas personas que trabajan ocho horas parece que trabajan 10, o personas que trabajan a tiempo parcial parece que están trabajando a tiempo completo”.

Qué podemos hacer: adelantar y reducir el tiempo destinado a la comida. “Se trataría de comer entre las 13:00 y las 14:30”, explica Junqué. “Con una hora es suficiente. No digo que no haya menús y que todos comamos de sándwich, pero pueden ser un poco más exprés, para que puedas salir un poco más temprano de tu trabajo”.

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Foto: Reuters/Albert Gea.

16:00-20:00

Qué hacemos: la mayoría, trabajar. Como recuerda el grupo de trabajo y ya explicaron otros estudios como el de Libertad González, a las 19:00, el 28% de los españoles aún está trabajando, mientras que en el resto de Europa el porcentaje desciende a alrededor de un 10%. “A partir de aquí, ¿cómo quieres que los niños se vayan a dormir temprano y que el comercio cierre antes?”, se pregunta Junqué.

Sin embargo, la jornada escolar ha terminado mucho antes, entre las 16:30 y las 17:00. Un desfase que obliga a los padres a buscar soluciones y a hacer malabarismos con sus horarios. “Lo que nosotros entendemos por tarde es muy tarde en comparación con otros países, y cuando salen los niños muchos padres aún están trabajando”, recuerda Ginés. “Esto presenta una problemática de género, porque las madres tienen que coger reducciones de jornada para poder salir antes”.

Hay otra razón productiva por la que no es bueno dejar para la tarde lo que se pueda hacer por la mañana. Como explica Junqué, “los datos muestran que en los países europeos la mayoría de decisiones se toman por la mañana, y en España tiende a ser a última hora del mediodía o por la tarde, cuando estamos más cansados”. Tras la comida, la somnolencia aumenta y no es momento de grandes proyectos, sino, tal vez, de dedicarse a tareas menos creativas y más mecánicas, como responder correos electrónicos.

"Lo ideal sería poder salir del trabajo entre las 17:00 y las 18:30"

Qué podemos hacer: salir antes. “Proponemos avanzar la hora de salida: no hay ninguna fórmula fija, pero tal vez salir del trabajo entre las 17:00 y las 18:30 y a las 19:00 o como mucho 19:30 cerrar el colegio, con la idea de que a partir de las 20:00 todo el mundo ya esté en casa”.

Stinus apuesta por mantener abiertos durante más tiempo los colegios para ofrecer clases extraescolares que sean “educativas y accesibles para todas las familias”: “Ellos aprenden y se lo pasan bien y nosotros tenemos ese respiro para alargar la jornada o no tener que ir a buscar a nuestros hijos sin haber comido”.

Nuestro modelo actual sigue siendo el del breadwinner, en el que el hombre tenía una presencia absoluta en el mercado laboral, por lo que pasaba el día en su puesto de trabajo sin tener que encargarse de nada más. Sin embargo, esto apenas ha variado tras la entrada de la mujer al mercado laboral. “Si todo acaba tan tarde, tienes que dejar a tu hijo en extraescolares que acaban a las 19:30 y llegas a casa como pronto a las 20:00, lo que retarda todo”, añade Stinus.

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Foto: Reuters/Heino Kalis.

20:00-21:00

Qué hacemos: muchos, seguir trabajando. Alrededor de un 18% de trabajadores termina su jornada laboral después de las ocho de la tarde, y a las nueve de la noche aún lo sigue haciendo un 10%, recuerda Ginés. Es muy raro que una familia española (trabajadora) cene antes de las nueve de la noche, y en muchos casos la última comida se retrasa hasta la 10 o incluso las 11 de la noche, cuando la mayor parte de las cocinas de los restaurantes siguen abiertas.

Qué podemos hacer: como el resto de horarios se han adelantado, habremos tenido un poco de tiempo para el ocio (“deporte o echar una cerveza”, como dice Junqué) y a partir de las ocho podemos preparar la cena y relajarnos.

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Foto: Reuters/Paul Hanna.

21:00-00:00

Qué hacemos: por fin, cenar y ver la tele, ya sea el tradicional prime time, que empieza después de la 10 de la noche, o las plataformas que han terminado ocupando el mismo espacio en nuestra agenda diaria que la televisión convencional: “No es solo que pongan los programas tarde, es que nos sentamos en el sofá a las 11 de la noche”.

Junqué se ha reunido con representantes de las principales televisiones, y la respuesta que ha recibido en todos los casos es que ninguna cadena se atreve a adelantar el telediario a las ocho de la tarde “porque no hay nadie en casa”.

"Dile a tu cuerpo que se duerma cuando has terminado de ver una película a la una"

Qué podemos hacer: adelantar el prime time a través de un pacto con las televisiones públicas que anime también a las privadas a cambiar sus horarios. En el resto de Europa, el prime time empieza entre las 19:30 y las 20:00. “También se debería complementar con educación a nivel de plataformas, por ejemplo, un mensaje que diga que ‘no es recomendable a esta hora’ si a las 10 de la noche ponemos un programa infantil, que el público sepa qué horarios son saludables para el joven”, explica Junqué.

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Foto: Corbis.

00:00-02:00

Qué hacemos: mirar el móvil en la cama y apagar la luz muy tarde. España es uno de los países con más problemas de sueño de toda la Unión Europea: entre un 20 y un 48% de la población ha tenido en algún momento problemas para dormir, según la Sociedad Española del Sueño, y eso se debe, entre otras razones, a estos horarios descabalados. “Dormimos 20 minutos de media menos que el resto de Europa: pero los fines de semana dormimos más que ellos, lo que quiere decir que entre semana dormimos incluso menos”, recuerda Junqué. “Comparativamente, España es el país que más comprimidos para dormir toma”.

Es posible que nos hayamos levantado al mismo tiempo que Europa, pero nos apagamos la luz cuando muchos de nuestros vecinos comunitarios llevan ya varias horas en el séptimo sueño, lo que reduce significativamente el tiempo dedicado al descanso. “Dile a tu cuerpo que se vaya a dormir cuando has terminado de ver una película a la una de la mañana”, recuerda la experta: es necesario respetar la producción natural de melatonina para conciliar bien el sueño y las pantallas lo impiden.

Qué podemos hacer: a dormir prontito, que mañana será otro día.

Que los horarios de nuestro país no funcionan es una de las pocas cosas que ponen de acuerdo a millones de españoles, quemados, fatigados, con problemas de sueño e incapaces de conciliar trabajo y vida personal. También a todos los partidos políticos, como explica a El Confidencial Marta Junqué, coordinadora de la Time Use Initiative, que el pasado mes presentó la ley de usos del tiempo.

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