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El plan de alta tecnología para resucitar las minas europeas se está diseñando en Ávila
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EN BUSCA DE MATERIAS PRIMAS

El plan de alta tecnología para resucitar las minas europeas se está diseñando en Ávila

Un proyecto europeo apuesta por la minería de precisión mediante gemelos digitales, drones, sensores y robots: el reto es obtener materias primas contaminando menos

Foto: Imagen de un trabajador en una mina. (EFE/Martín Mejía/POOL)
Imagen de un trabajador en una mina. (EFE/Martín Mejía/POOL)

En algunos sectores de la economía, salta a la vista la hipocresía de los países avanzados. Necesitamos ciertos recursos para mantener nuestro estilo de vida, pero los obtenemos lo más lejos posible, de forma tan sucia como barata. Esa doble moral se hace evidente en la minería, tal y como relata el libro Cobalto rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes (editado en España por Capitán Swing). Apenas hace falta explicar el título: el 75% del cobalto del mundo, presente en las baterías de los móviles y de los coches eléctricos, lo extraen niños y campesinos de la República Democrática del Congo en condiciones de vida infrahumanas y provocando, al mismo tiempo, una catástrofe medioambiental, según relata el escritor y activista Siddharth Kara.

Por el contrario, en Europa llevamos décadas cerrando minas, preocupados por su impacto medioambiental y el lastre negativo que puede dejar en otras actividades económicas en los lugares afectados. Esta política, coherente con la reducción de emisiones en el caso de las minas de carbón, no parece serlo tanto con respecto a la extracción de minerales esenciales para la tecnología y las fuentes de energía renovables, es decir, si queremos producir coches eléctricos y paneles solares. Aun así, los europeos nos habíamos conformado con las importaciones de otros continentes hasta que la geopolítica nos dio un zarpazo de realidad. La pandemia, la crisis de la cadena de suministros y la guerra de Ucrania desaconsejan esa dependencia.

Foto: Mar de Noruega. (EC)

En diciembre de 2023, el Parlamento Europeo dio luz verde a la nueva Ley Europea de Materias Primas Críticas. La idea es que la UE sea capaz de extraer de su propio territorio el 10% de las materias primas estratégicas que consume, así como procesar un 40% y reciclar otro 25%. Sin embargo, aunque estos objetivos parezcan modestos, lo cierto es que no va a ser nada fácil alcanzarlos. Cada proyecto minero que se plantea nace con polémica, porque gran parte de los ciudadanos los identifican con destrucción y contaminación irreversibles.

Así que Europa ha decidido que la única vía para resucitar su minería es cambiar de paradigma y recurrir a tecnologías avanzadas y de gran precisión que minimicen los costes medioambientales. Con ese objetivo, a la vez que la UE trazaba nuevas vías legislativas, lanzaba una convocatoria para financiar un proyecto de investigación disruptivo. El ganador, denominado XTRACT, pretende explotar las minas en un futuro próximo de manera sostenible y sin emisiones, de forma “microinvasiva” y rentable.

placeholder Proyecto XTRACT. (Universidad de Salamanca)
Proyecto XTRACT. (Universidad de Salamanca)

La mina, monitorizada “como un paciente”

En la iniciativa participan 14 entidades de nueve países, que disponen de tres años y cinco millones de euros para diseñar una verdadera revolución minera que, en gran medida, pasa por Ávila. En el campus de la Universidad de Salamanca en esta ciudad, el grupo de investigación TIDOP (Tecnologías de la Información para la Digitalización Inteligente de Objetos y Procesos) lidera el proyecto. “Vamos a digitalizar los espacios mineros, metiendo drones y todo tipo de sensores, vamos a tratar las minas como si fueran pacientes”, afirma el catedrático de Ingeniería Diego González Aguilera, en declaraciones a El Confidencial.

La plataforma que creará este grupo de investigación desde la Escuela Politécnica Superior de Ávila permitirá diseñar un “gemelo digital” de cada mina, reproduciendo estos espacios al detalle mediante un modelo tridimensional. “Estamos hablando de la parte física, pero también es la parte cognitiva”, asegura, “no es que la mina pueda llegar a pensar, pero podemos medir todos los parámetros importantes para tomar decisiones: la presión, la humedad, la temperatura o las emisiones”, explica el experto.

placeholder Perforación minera. (EFE)
Perforación minera. (EFE)

Con ayuda de la inteligencia artificial y echando mano de todos los datos geológicos e históricos, los investigadores que forman parte del consorcio europeo podrán estudiar el comportamiento de la explotación minera, analizar señales de alarma temprana y adelantarse a posibles problemas. Todos los dispositivos estarán conectados mediante internet de las cosas (IoT) y los vehículos que deambulen por las minas estarán electrificados y serán autónomos, un salto enorme porque en la actualidad se sigue utilizando gasoil.

Drones volando en espacios angostos

En cualquier caso, una de las mayores novedades será el uso de drones con capacidad de volar de forma autónoma por los angostos pasillos de una mina subterránea. “Es muy complicado meter un dron en un espacio tan estrecho y hostil, tienen que orientarse por sí mismos, no chocarse con nada e ir equipados con sensores que nos van a dar información muy valiosa, no solo de lo visible, sino también de lo que hay detrás de las rocas”, asegura el investigador.

placeholder Pequeño dron. (EFE)
Pequeño dron. (EFE)

Se trata de sensores geofísicos y geomáticos que detallarán “cuál es la composición de los minerales y otras propiedades que el ojo humano no puede ver”. Transitar con un vehículo terrestre por la mina para este objetivo sería muy complicado, pero conocer estos datos “es muy importante cuando se está abriendo el frente de roca”, apunta González Aguilera, así que lo mejor es volar por el interior de las cavidades subterráneas.

Por el momento, “no se ha desarrollado nada parecido en ninguna parte del mundo”, pero los promotores de la idea están convencidos de que repercutirá en explotaciones más eficientes y menos contaminantes. La automatización afinará la búsqueda de recursos y la extracción de los minerales, que se podrá realizar mediante tecnologías robotizadas, de manera que también minimizará los riesgos personales. “Un proyecto como este no va a sustituir a los operadores, pero va a complementar su trabajo”, comenta el experto.

placeholder Diego González Aguilera. (Universidad de Salamanca)
Diego González Aguilera. (Universidad de Salamanca)

Proyectos piloto de Portugal a Suecia

A la hora de la verdad, el desarrollo concreto dependerá del tipo de mina —subterránea, a cielo abierto o pozos de perforación— y de materiales que se vayan a extraer. Por eso, el proyecto incluye cuatro proyectos piloto muy diferentes: una mina de estaño en Tellerhäuser (Alemania), donde se probarán métodos alternativos de obtención del metal; la mina de oro de Björkdal (Suecia), donde se ensayará la recuperación del entorno natural; la histórica mina a cielo abierto de São Domingos (Portugal), de donde se han extraído minerales muy diversos durante siglos, y donde se llevará a cabo un mapeo geoquímico de alta resolución de los desechos mineros con ayuda de los drones, y la de Lavrion (Grecia), que plantea el reto de desarrollar nuevas técnicas mineras de extracción, además de monitorizar la contaminación.

“Cada explotación minera tiene sus peculiaridades, necesidades y requerimientos”, destaca el líder del grupo TIDOP. Por ejemplo, la griega será “el escenario ideal para probar las tecnologías robotizadas” y, al mismo tiempo, teniendo en cuenta que allí ya se han soterrado materiales contaminantes, “podremos comprobar el estado del suelo o de las aguas”. Toda esa información es muy valiosa para hipotéticas explotaciones en un futuro cercano, porque todos los proyectos mineros “pasan por una fase de exploración, otra de extracción y, finalmente, está la de restauración, una vuelta al estado natural del espacio”. A través de esta iniciativa, el objetivo es llegar a esa última fase en el mejor estado posible, es decir, “utilizar la minería de precisión para causar el menor daño posible”.

Foto: Mina de uranio. (Fuente: iStock)

La respuesta social

No obstante, tanto los financiadores europeos como los investigadores son conscientes de la importancia de la aceptación social. Por todo el continente, incluyendo la geografía española, se multiplica el rechazo social a los proyectos mineros. Sin salir de la provincia de Ávila, un buen ejemplo es el Valle del Corneja, donde llevan años luchando contra dos proyectos de minas a cielo abierto para la extracción de feldespato. A juicio de las plataformas que se oponen, supondría un gran impacto medioambiental, sanitario y sobre la calidad de vida.

¿La tecnología puede hacer que este tipo de explotaciones sean realmente limpias y seguras? “Europa quiere ser referente en la extracción de materias primas y, al mismo tiempo, en la transición digital y en la descarbonización”, recuerda González Aguilera. “A todos nos gusta tener la tecnología en nuestras manos, pero está hecha con los minerales que extraemos en África, a pesar de que los tenemos en Europa y que podrían generar puestos de trabajo; pero no nos paramos a pensar en estas cosas”, apunta. Así que, en su opinión, es necesario “trasladar a la sociedad” todos estos matices.

No obstante, se muestra optimista con respecto a que tecnología y los avances científicos consigan aunar las visiones contrapuestas. Por una parte, “en España ya tenemos casos de espacios mineros en los que la restauración ha sido ejemplar”, asegura. Por otra, la investigación también abrirá la puerta a nuevas formas de obtención y recuperación de estos recursos, por ejemplo, a través de la llamada “minería urbana”: reciclar baterías de coches y placas fotovoltaicas.

En algunos sectores de la economía, salta a la vista la hipocresía de los países avanzados. Necesitamos ciertos recursos para mantener nuestro estilo de vida, pero los obtenemos lo más lejos posible, de forma tan sucia como barata. Esa doble moral se hace evidente en la minería, tal y como relata el libro Cobalto rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes (editado en España por Capitán Swing). Apenas hace falta explicar el título: el 75% del cobalto del mundo, presente en las baterías de los móviles y de los coches eléctricos, lo extraen niños y campesinos de la República Democrática del Congo en condiciones de vida infrahumanas y provocando, al mismo tiempo, una catástrofe medioambiental, según relata el escritor y activista Siddharth Kara.

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