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"¿Quién va a querer venir?". Cómo la segunda cámara espacial más potente del mundo acabó en Teruel
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IMPULSADO POR MARIANO MOLES

"¿Quién va a querer venir?". Cómo la segunda cámara espacial más potente del mundo acabó en Teruel

El Observatorio Astrofísico de Javalambre da sus primeros pasos, un proyecto de varias décadas que aprovechará un cielo extraordinario para ofrecer imágenes y datos inéditos

Foto: Observatorio Astronómico de Javalambre. (Augusto Llacer)
Observatorio Astronómico de Javalambre. (Augusto Llacer)

Hace solo unos días, la Vuelta a España, que finaliza este domingo, llegó al Pico del Buitre, donde se ubica el Observatorio Astrofísico de Javalambre (Teruel), una de esas metas en alto que, rozando los 2.000 metros de altitud, apasionan a los aficionados. Sin embargo, pocos de ellos conocerán que esta cima no solo es capaz de congregar a la élite del ciclismo, sino que también se ha convertido en un punto de referencia para la astronomía mundial.

Mientras las cámaras de televisión apuntaban al suelo desde el aire para ofrecer imágenes espectaculares al paso de los corredores, en tierra, el telescopio con la segunda cámara más potente del mundo en número de píxeles apuntaba hacia el cielo para mostrarnos, desde hace apenas unos meses, millones de galaxias y una visión inédita del universo.

Con 117 habitantes, el municipio turolense de Arcos de las Salinas puede presumir de tener una de las instalaciones científicas más singulares de España y de ofrecer a los astrofísicos de todo el mundo información inédita. Su reto ahora es aprovechar el tirón y revertir la decadencia demográfica de uno de los rincones más olvidados de la España vacía gracias a este proyecto que ha cuajado después de décadas de trabajo y que ya atrae tanto a científicos como a visitantes, a través de Galáctica, un proyecto turístico vinculado a las estrellas y que también es realmente único. Pero ¿por qué aquí?

Foto: El investigador del CIEMAT, Tarek Hassan. (CIEMAT)

La idea que ha culminado en este 2023 surge a principios de la década de los noventa, con una filosofía casi inédita en la ciencia española: pensar a lo grande, a largo plazo y desarrollando tecnología inexistente. El gran impulsor fue Mariano Moles, ingeniero aeronáutico que por aquel entonces era director del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Con la idea de crear un observatorio distinto, lo primero fue buscar la ubicación. Calar Alto (Almería) y las instalaciones de Canarias, aún en pañales comparadas con las actuales, eran la referencia, pero buscaron “nuevos lugares donde se pudiera optimizar la observación a través de parámetros que ofrecieran una calidad excepcional”, explica en declaraciones a El Confidencial.

Analizando el cielo en una caravana

La primera pista fueron las imágenes de satélite. ¿Qué enclave podría estar libre de contaminación lumínica y tener unas condiciones atmosféricas adecuadas? La vertiente sur de la sierra de Javalambre parecía un lugar excepcional. Además, los datos que había recogido en la zona un colaborador del Instituto Nacional de Meteorología (hoy, Aemet) desde 1953 a 1974 sobre nubosidad y precipitaciones indicaban lo poco que se cubría el cielo. Por si fuera poco, “contacté con astrónomos aficionados que, sin datos cuantitativos, tenían la sensación de que era un cielo muy oscuro, tranquilo y quieto”, afirma Moles, que a sus 77 años (y jubilado "a la fuerza", asegura), mantiene el cargo honorífico de director fundador del Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (Cefca).

placeholder Mariano Moles. (Antonio Calvo Roy)
Mariano Moles. (Antonio Calvo Roy)

Así que, como mínimo, valía la pena estudiar a fondo el Pico del Buitre. Tras recabar los apoyos del CSIC, el Gobierno de Aragón e instituciones locales, Moles se lanza a la aventura, abandonando la dirección del Instituto de Astrofísica de Andalucía para formar un pequeño equipo de tres personas becadas para realizar su tesis e instalar en la cumbre, a 1.957 metros, “una caravana nórdica que calentábamos con gas propano”. Era un sistema “bastante primitivo”, reconoce, acompañado por una torre de observaciones y un pequeño equipo que les permitía obtener los datos clave que necesitaban.

Había que ratificar que la cobertura nubosa era escasa a lo largo del año, pero también analizar la transparencia atmosférica. Este parámetro analiza la cantidad de luz que absorbe la atmósfera, que depende del polvo y los aerosoles: los valores eran los más bajos posible. Otro factor clave era la turbulencia atmosférica (seeing). Como la atmósfera no es homogénea, la luz que nos llega puede estar más o menos distorsionada, algo que se aprecia en el titilar de las estrellas: en función de las condiciones, las podemos ver de forma nítida o como una mancha. En este caso, su brillo era perfecto. Así que todos los parámetros eran prometedores, pero la crisis de 1993 frena en seco las expectativas. “Hicimos un informe con todos los datos y asunto cerrado”, recuerda.

placeholder Observatorio Astronómico de Javalambre. (CEFCA/Óscar Blanco Varela)
Observatorio Astronómico de Javalambre. (CEFCA/Óscar Blanco Varela)

“La buena estrella” y los golpes de suerte

Mariano Moles regresó a Andalucía para montar el Proyecto Alhambra en Calar Alto, otra ambiciosa iniciativa que ha permitido elaborar el mejor catálogo estelar para estudiar la evolución del universo. Sin embargo, en 2007 recibió una llamada que le volvería a situar en Teruel, el primer golpe de suerte que explica la existencia del observatorio de Javalambre: se ponían en marcha los Fondos de Inversiones de Teruel (FITE): 60 millones de euros anuales para proyectos de gran envergadura con financiación estable. Gracias al Proyecto Alhambra, había creado un gran equipo de físicos teóricos, físicos de altas energías y astrofísicos para estudiar el contenido del universo y la energía oscura. Ahora, llegaba el dinero para recuperar la idea del observatorio de Javalambre. Todo parecía inmejorable, aunque un alto cargo del Gobierno de Aragón no dudó en mostrarle su escepticismo: “¿Y quién va a venir a investigar a Teruel?”, le espetó.

La apuesta siguió adelante gracias a la fortuna. Es lo que Moles llama “la buena estrella”: a finales de 2007 se aprobó un presupuesto plurianual que garantizaba su ejecución, justo antes de que la crisis económica de 2008 destrozase durante una década los presupuestos de ciencia en España. En 2008 se funda el Cefca y en 2009 ya están contratando personal. Un año más tarde comienzan las obras y en 2014 el potencial de este proyecto hace que se incluya entre las exclusivas infraestructuras científicas y técnicas singulares (ICTS).

placeholder Mariano Moles, en Javalambre. (Antonio Calvo Roy)
Mariano Moles, en Javalambre. (Antonio Calvo Roy)

Todo había transcurrido con una celeridad bastante inusual, salvo por un par de problemas. El primero fue que, en un momento dado, casi se rompe el contrato con la empresa constructora, nada fuera de lo común en las obras públicas de este país. El segundo es que faltaba el dinero para la pieza clave: la cámara del telescopio grande, de más de 1.200 millones de píxeles, que finalmente fue financiada por Brasil en la primera etapa de Lula da Silva. Cuando se diseñó, era la cámara más grande del mundo y hasta ahora solo ha sido superada por la del telescopio Pan-STARRS, de Hawái (1.400 millones de píxeles).

No obstante, antes de empezar a funcionar, el proyecto sufrió otra travesía por el desierto. España no acababa de dejar la crisis atrás y “nos cortaron el grifo entre 2015 y 2018”, lamenta el impulsor. La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, con el astronauta Pedro Duque en la cartera de ciencia, trajo nuevos aires, pero el golpe de suerte definitivo llegaría en el momento más inesperado. “Era diciembre de 2020, en plena pandemia, y lo cerramos por videoconferencia, el ministerio entró en el proyecto con un presupuesto anual y nos permitió contratar a 22 personas”, relata Moles. Ya no había vuelta atrás. Entonces comenzaron las pruebas y, por fin, desde este año el sistema funciona “a pleno rendimiento”.

placeholder Visita a Javalambre. (Curso de Periodismo de Alcañiz)
Visita a Javalambre. (Curso de Periodismo de Alcañiz)

El "gran angular" que retrata el universo

Pero ¿qué tiene este proyecto para haber despertado tanto interés? La idea es obtener datos de cientos de millones de galaxias. Las más lejanas ofrecerán señales débiles, pero al menos un centenar van a proporcionar imágenes inéditas con una resolución extraordinaria. “La gran virtud de nuestros telescopios, única hasta el momento, es que tienen un gran campo de visión, es como tener un gran angular apuntando al espacio”, explica el científico. Combinar esta característica con una gran calidad de imagen “nos hace únicos, no hay nada parecido”, y solo es posible con las condiciones de este cielo.

De hecho, toda la tecnología con la que cuenta el Observatorio Astrofísico de Javalambre ha sido desarrollada específicamente para este proyecto: los telescopios, las cámaras y hasta el centro de datos. Una parte fundamental del sistema es la existencia de 56 filtros distintos: “Cada uno deja pasar un tipo de luz. Por ejemplo, la luz azul indica que hay estrellas jóvenes; la roja, que son viejas”. Al analizar los diferentes espectros, se mide, por ejemplo, el “desplazamiento al rojo”, un concepto relacionado con la distancia a la que se alejan las galaxias. No se trata de obtener detalles de cada una de ellas, sino de estudios estadísticos de conjunto que serán útiles “para todas las ramas de la astrofísica”, asegura el experto, “ya que no preseleccionamos lo que observamos, todo lo que cae en nuestro encuadre nos vale y cada captura tiene decenas de miles de galaxias”.

placeholder Galáctica. (Curso de Periodismo de Alcañiz)
Galáctica. (Curso de Periodismo de Alcañiz)

En eso se diferencia de otros grandes proyectos de cartografía del universo, por ejemplo, los telescopios espaciales James Webb o Euclid. “Son datos complementarios, ellos se centran en un campo muy pequeño y hasta que abarquen tantos grados cuadrados de cielo como nosotros pasarán décadas”, explica. Por eso, “nuestro proyecto no compite con nadie y tampoco le hace sombra a ningún otro”, resume. En ese sentido, el barrido del cielo no solo es amplio, sino también rápido, es decir, que se lleva a cabo en un tiempo mucho más corto que en cualquier otro observatorio del mundo.

La respuesta a la pregunta

Estas características tan singulares han llamado la atención de todo el mundo de la astrofísica. Javalambre ha firmado acuerdos de colaboración con varios países europeos, con la misión Euclid y hasta con un grupo de universidades y centros de investigación de China, que participan aportando financiación para después tener acceso prioritario a los datos científicos. “Queremos determinar la geometría del universo y, a partir de ahí, su contenido energético y material, porque las ecuaciones de Einstein nos dicen que estos conceptos están relacionados”, explica Moles.

Foto: Ingenieros junto al sistema de comunicaciones de Euclid. (Thales Alenia Space)

Quizás ahora ha llegado el momento de responder a aquella pregunta que le hicieron a Moles hace unos años: “¿Y quién va a venir a investigar a Teruel?”. En realidad, hay que reconocer que era una cuestión bastante pertinente, como bien saben en esta provincia por otros proyectos. Por ejemplo, en Alcañiz, han querido aprovechar el tirón del circuito MotorLand Aragón, que durante muchos años ha acogido una prueba de MotoGP, para atraer empresas punteras del sector de la automoción y que realicen sus desarrollos, pero el éxito ha sido más bien escaso. En cambio, en Javalambre ya trabajan 60 personas y “tenemos ocho o nueve nacionalidades distintas”, destaca el investigador.

Parece que los científicos tienen menos reparos que los ingenieros, a pesar de la falta de infraestructuras. Arcos de las Salinas apenas cuenta con unas pocas plazas hoteleras, pero espera un gran crecimiento. Los compromisos del observatorio con universidades españolas y extranjeras para realizar prácticas de astronomía auguran bastantes visitas, pero el gran flujo vendrá por parte de los turistas. Asociado al observatorio y a los pies de la montaña, se inauguró el pasado mes de abril Galáctica, Centro de Difusión y Práctica de la Astronomía, otra iniciativa diferente y única, que pone telescopios a disposición del público u ofrece puestos de observación a quienes llevan su propio material. En Teruel lo llaman “el Dinópolis de las estrellas”, en referencia al exitoso parque temático dedicado a los dinosaurios, ubicado a las afueras de la capital.

Hace solo unos días, la Vuelta a España, que finaliza este domingo, llegó al Pico del Buitre, donde se ubica el Observatorio Astrofísico de Javalambre (Teruel), una de esas metas en alto que, rozando los 2.000 metros de altitud, apasionan a los aficionados. Sin embargo, pocos de ellos conocerán que esta cima no solo es capaz de congregar a la élite del ciclismo, sino que también se ha convertido en un punto de referencia para la astronomía mundial.

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