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Engañar al GPS: así ha logrado Rusia inutilizar el arma más temida de Ucrania (y EEUU)
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La clave: romper el cifrado

Engañar al GPS: así ha logrado Rusia inutilizar el arma más temida de Ucrania (y EEUU)

Los lanzadores Himars han cambiado las reglas del juego en la guerra de Ucrania. Sin embargo, ahora Rusia ha conseguido encontrar su talón de Aquiles: el sistema de guiado

Foto: Lanzacohetes Himars en acción. (US Army)
Lanzacohetes Himars en acción. (US Army)
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Ha sido una de las armas más famosas en esta ya larga contienda. Se hablaba de él como un game changer, un armamento capaz de cambiar el curso de la guerra y en verdad fue de una eficacia tremenda. Nos referimos a los famosos Himars. Les contábamos sobre su precisión, su gran alcance y los estragos que hacían en la retaguardia rusa. Ahora las cosas han cambiado. Los rusos se han aplicado y han conseguido encontrar su talón de Aquiles: el sistema de guiado. Ya no son tan eficaces y han pasado a segundo plano.

Tras los primeros meses de guerra, Ucrania necesitaba contrarrestar a la artillería rusa y Zelenski clamaba por recibir artillería pesada. Las cosas mejoraron cuando los obuses norteamericanos M777 o los PzH2000 alemanes comenzaron a llegar. Pero fueron los Himars quienes cambiaron las reglas del juego. Como artillería lanzacohetes que son, funcionan muy bien para hacer fuego de contrabatería, es decir, cazar a la artillería enemiga que acaba de disparar. Es así por su largo alcance y rapidez en hacer fuego. Pero, además, añadían algo que los rusos no eran capaces de igualar: una endiablada precisión.

A mediados de 2022 (junio), comienzan a llegar las primeras baterías del M142 y con ellas, noche tras noche, puestos de mando, depósitos de munición, centros logísticos y de comunicaciones quedaban arrasados. A la vez, objetivos como radares, baterías antiaéreas o concentraciones de tropas, eran sistemáticamente alcanzados con una precisión milimétrica. La eficacia del arma junto al acceso a inteligencia y asesoramiento de primer nivel facilitado por occidente, formaron un tándem imbatible.

Precisión es, sin duda, la principal característica de los M142 y radica en dos factores: la dirección de tiro que se encuentra en el vehículo y los sistemas de guiado que lleva cada uno de los cohetes GMLRS que dispara.

Foto: Baterías HIMARS lanzando misiles. (EFE EPA ROBERT GHEMENT)

En Ucrania se han venido utilizando los cohetes GMLRS de varias versiones, siendo al principio M31A1 y M31A2. Ambas son de 227 mm y tienen una cabeza de guerra con 200 kg de explosivo. El M31A1 no es más que una versión mejorada del anterior con la unidad propulsora protegida. Ambas versiones tienen una cabeza de guerra con 91 kg de explosivo. Con posterioridad, hacia octubre de 2022, llegó una nueva versión, la M30A1, que cambia su ojiva de guerra de explosivo por un conjunto de 182.000 pequeñas bolas de tungsteno (como las de los rodamientos). El efecto es devastador contra objetivos no protegidos y no plantea problemas de daños colaterales por munición sin explotar.

Pero la verdadera clave de los GMLRS, además de su gran alcance de alrededor de 90 km, es su sistema de funcionamiento y guiado. Una vez seleccionado el objetivo y desde la cabina blindada del lanzador, las coordenadas se graban en el sistema de guiado del cohete, que incluye un módulo dual por GPS y por INS, cuyas señales van hacia unas pequeñas aletas que van corrigiendo la trayectoria.

Los rusos se han aplicado y han conseguido encontrar su talón de Aquiles: el sistema de guiado. Y ya no son tan eficaces

El guiado por GPS es fácil de entender, pues en esencia hace lo mismo que un navegador en nuestro teléfono o automóvil. Un receptor de GPS va continuamente calculando la posición del cohete, la compara con el punto donde quiere llegar y va realizando correcciones. El sistema inercial o INS es más complejo. Se basa en un conjunto de acelerómetros que miden los movimientos que realiza el cohete y sus parámetros de vuelo. Conocido el punto de partida, puede establecer dónde está y a dónde quiere llegar.

Este sistema redundante tiene ventajas. El guiado por GPS es mucho más preciso que el INS —de hecho, el INS era algo muy sofisticado y caro antes de aparecer el GPS— pero la señal es susceptible de perderse.

placeholder Lanzador Himars. (US Army)
Lanzador Himars. (US Army)

Nos habrá pasado alguna vez a cualquiera de nosotros. En el ámbito militar puede perderse la recepción por circunstancias fortuitas, pero si ocurre lo normal es que sea porque el enemigo la inhibe e impide su recepción. Aquí entra entonces el sistema INS de respaldo y, con menor precisión, sigue dirigiendo el cohete al objetivo. Si la señal se recupera, de nuevo el GPS toma el mando y sigue con su trabajo.

Alternativa e intentos fallidos

Muchas veces es posible que los árboles de los errores y bajo desempeño rusos no nos hayan dejado ver el bosque de que están mejorando en muchos aspectos. La guerra electrónica y las interferencias —lo que se denomina jamming— es uno de ellos. Lo que ocurre es que son cuestiones difíciles de conseguir y que llevan su tiempo.

Los rusos han dedicado muchos esfuerzos a contrarrestar el dolor de cabeza que les suponían los lanzacohetes Himars. Para ello había algunas fórmulas posibles. La más evidente era atacar los lanzadores, pero se encontraron de inmediato con varios problemas. El primero es la gran capacidad del M142 de hacer lo que se denomina shoot-and-scoot, que no es otra cosa que la rapidez para entrar en posición: estar preparado para hacer fuego, disparar y marcharse del lugar.

Esta habilidad se ha convertido en el paradigma de las artillerías modernas, pues con esa rapidez de movimientos, hablamos de un proceso que pude durar unos minutos, las piezas o lanzadores se podían poner a cubierto del letal fuego de contrabatería.

Foto: Soldados ucranianos, cerca de la localidad de Bakhmut, en la región de Donetsk. (Reuters)

Recordemos que, una vez cualquier obús o lanzacohetes dispara, hay medios muy eficaces como son los radares de contrabatería, que detectan los proyectiles y calculan el punto de salida, es decir, la ubicación de la pieza. Acto seguido, la artillería propia dispara sobre ese punto y aniquila al enemigo. Pero si la pieza enemiga realiza su proceso de tiro con mucha rapidez, no da tiempo a realizar los disparos de respuesta o, si se hacen, cuando caen el enemigo ya se ha ido. Esto es lo que ocurría con los Himars.

Descartado el fuego de contrabatería, solo quedaba el ataque aéreo, pero esto obliga a mantener patrullas de aviones armados muy cerca del frente para que, una vez detectados los disparos, acudan al área y localicen la artillería enemiga, aunque sea en movimiento de cambio de posición.

Pero ya sabemos que la aviación rusa no ha sido capaz de hacer este trabajo. Mantener sus aviones expuestos cerca del frente suponía un riesgo inaceptable.

La jugada de los rusos

Ante el fracaso de los medios hard, optaron por los soft. Los primeros esfuerzos fueron en tratar de inhibir el GPS y lo consiguieron. Esto supone negar al cohete la posibilidad de recibir las señales de los satélites, lo que en teoría les dejaría sin guiado y de hecho, con otras armas guiadas, funciona. Pero recordemos que los cohetes GMLRS disponen del sistema INS de respaldo, por lo que, al inhibir la señal, los rusos tan solo conseguían que el cohete perdiera algo de precisión, pero casi nunca lo suficiente para errar el blanco.

placeholder Lanzador Himars. (Reuters)
Lanzador Himars. (Reuters)

Hay también que tener en cuenta que, aunque pueda resultar paradójico, la precisión con guiado GPS puede aumentar cuanto mayor es el alcance del cohete —o munición, porque ocurre exactamente lo mismo con proyectiles como el Excalibur—, debido a que las posibles desviaciones durante el vuelo pueden ser corregidas con mayor facilidad, al aumentar el tiempo disponible. En cambio, para el INS es justo lo contrario. Al ser cálculos realizados a partir de medir los propios movimientos del proyectil, se producen errores que son acumulativos, por lo que el INS se vuelve más impreciso a mayor tiempo de vuelo, es decir, mayor distancia. En definitiva, los rusos podían incordiar, pero no anular a los temibles Himars.

Todo ha cambiado desde que han sido capaces de hackear el GPS, haciendo que el sistema de guiado recibiera una indicación de posicionamiento falsa. Es como si nuestro navegador del coche recibiera unas coordenadas de destino que no fuesen las reales. En el ámbito militar, el GPS es mucho más que la herramienta para navegación que cualquiera de nosotros entiende. Va mucho más allá pues, además de posicionamiento, ofrece otra funcionalidad clave: la sincronización horaria, vital para las operaciones militares.

Foto: Obuses M777 utilizando municiones guiadas M982 Excalibur. (USMC)

Es por ello que las señales de GPS para uso militar van codificadas con un encriptado de alta seguridad —se habla de "grado militar"— con un código de seguridad común para los países OTAN. Es precisamente esta encriptación, que se materializa en un módulo de desencriptado acoplado o integrado (es lo normal) al receptor de GPS, lo que en esencia diferencia un navegador comercial (en nuestro teléfono o coche) del militar y es el motivo por el que el precio de este último se multiplique hasta extremos insospechados.

Su función principal es evitar que la señal pueda ser suplantada, lo que, por decirlo de alguna manera, engañaría al GPS, no solo en su posicionamiento, sino en la hora. Esto último puede ser incluso más grave, pues sin esa sincronización horaria (o con una falsa), por ejemplo, se pueden bloquear las comunicaciones e intercambio de datos entre centros de mando. Como ven, algo muy serio.

placeholder M143 Himars en Afganistán. (US Army)
M143 Himars en Afganistán. (US Army)

Eso es lo que los rusos habrían conseguido, romper el cifrado del GPS y conseguir enviar una señal que suplante a la verdadera. Para el guiado de los cohetes GMLRS es catastrófico. El receptor de GPS no se entera del engaño y, mientras reciba alguna señal de GPS, no entra en funcionamiento el inercial (INS) de respaldo, por lo que el cohete va a cualquier sitio menos a donde fue enviado. Con esto sí se consiguió anular al temido Himars.

Esperada reacción

Aunque parezca raro, esta maniobra rusa era conocida e incluso esperada, por lo que ya se lleva tiempo trabajando en un nuevo modelo de cifrado para cambiar el encriptado actual, código P(Y), en uso desde 2006, por otro más moderno y robusto que ya está empezando a estar operativo, el denominado M-Code.

Mientras, también hay soluciones sencillas, como modificar la lógica del sistema de guiado de estas armas para hacer que, ante una discrepancia entre el posicionamiento calculado por GPS y el ofrecido por el módulo INS, se dé prioridad al inercial, pues aunque es menos preciso, es imposible de interferir. Y también lo más obvio y que ya se está haciendo en Ucrania: utilizar armamento, como los misiles de crucero SCALP, cuyo guiado es por seguimiento del terreno, algo que, hoy por hoy es imposible de engañar. Por ello han tomado el relevo del Himars para convertirse en el nuevo azote para las tropas de Putin.

Ha sido una de las armas más famosas en esta ya larga contienda. Se hablaba de él como un game changer, un armamento capaz de cambiar el curso de la guerra y en verdad fue de una eficacia tremenda. Nos referimos a los famosos Himars. Les contábamos sobre su precisión, su gran alcance y los estragos que hacían en la retaguardia rusa. Ahora las cosas han cambiado. Los rusos se han aplicado y han conseguido encontrar su talón de Aquiles: el sistema de guiado. Ya no son tan eficaces y han pasado a segundo plano.

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