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Ningún soldado ucraniano ha muerto a bordo de un Leopard, y esto explica mucho de Rusia
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Ningún soldado ucraniano ha muerto a bordo de un Leopard, y esto explica mucho de Rusia

Rusia habría perdido más de 2.270 carros, frente a unos 630 de Ucrania. La clave está en el diseño de los tanques occidentales, pensado para proteger a su tripulación, frente a los rusos, que son una ratonera

Foto: El cañón de un tanque Leopard II alemán. (EFE)
El cañón de un tanque Leopard II alemán. (EFE)
Las claves
placeholder Un mensaje blindado de 60 toneladas para Vladímir Putin

Los Leopard marchan a Ucrania

Un mensaje blindado de 60 toneladas para Vladímir Putin
Juanjo Fernández Emma Esser Rocío Márquez María Mateo Patricia Seijas K.A.Pretel
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Si hay algo que está claro en la guerra de Ucrania, es que el apoyo occidental está siendo determinante. Si bien al principio las imágenes que circulaban eran de artillería, lanzagranadas y contracarros, ahora, cada vez más, el campo de batalla se está llenando de blindados extranjeros. La cuestión es que la llegada de estos vehículos ha marcado una diferencia trascendental que no se mide en avances ni en contraofensivas. Se mide en supervivencia y esto lo aprecian, vaya si lo hacen, los ucranianos que combaten en ellos.

Cuando un blindado es alcanzado, y nos referimos a los occidentales, hay bastantes detalles que nos dicen que la gente suele salir con vida. Hay incluso imágenes que lo demuestran, pero las recientes declaraciones de un oficial alemán de carros de combate, han puesto el dedo en la llaga. Se trata del teniente coronel Sebastian Worgull, un experto carrista, ahora al mando del contingente alemán que se integra en el Battlegroup multinacional de la OTAN, en Eslovaquia. En unas declaraciones a un medio checo, el oficial alemán afirmaba que ningún tripulante ucraniano había muerto en los Leopard 2A6 que habían entrado en combate.

Foto: F-16C Fighting Falcon de la USAF. (USAF)

El tema es de enorme interés porque, de alguna manera, está confirmando algo que ya se sabía, pero que es de gran importancia: los niveles de protección de los modelos occidentales son muy superiores a los de su contraparte rusa. Y esto se traduce no solo en vidas salvadas, sino en una tripulación adiestrada y experimentada que, tras perder su vehículo, puede volver a combatir al día siguiente.

Un tema que viene de lejos

Es muy difícil pensar que, sin los sucesivos envíos de material y munición, hubiera sido posible detener la embestida rusa. Haciendo frente a una superioridad numérica abrumadora, sobre todo al principio, Ucrania se sostiene e incluso recupera terreno gracias a la ayuda internacional y también, por supuesto, a la determinación de su gente a la hora de hacer frente al invasor. Todo lo suministrado, aunque heterogéneo y a veces de manera un poco caótica, ha sido bien recibido y en la mayoría de casos, bien empleado. Pensemos en los ya archifamosos Javelin o los Himars.

placeholder Trasera de un BMP-1 polaco. La dificultad de movimientos es patente, así como los depósitos de combustible en las puertas. (Polish DoD)
Trasera de un BMP-1 polaco. La dificultad de movimientos es patente, así como los depósitos de combustible en las puertas. (Polish DoD)

En el caso de los blindados, que se empezaron a transferir por parte de Occidente más tarde y con muchas dudas —recordemos las famosas líneas rojas—, fue lo mismo, pero hay en este caso algunas diferencias notables. Ucrania, como antiguo miembro de la URSS, utilizaba material soviético. En general, podemos decir que, al inicio de las hostilidades, los modelos ucranianos eran los mismos que tenía Rusia, la mayoría en versiones de exportación —con menos capacidades— y algunos con diferentes grados de modificación local. Pero su origen, su diseño, era común para todos.

Casi todo el material que se podía ver en la guerra durante los primeros meses era, salvo contadísimas excepciones, de diseño soviético o con diversas modernizaciones incorporadas. Que la espina dorsal de las fuerzas acorazadas rusas siga siendo el T-72, por mucho blindaje reactivo que se le ponga, no deja de ser sintomático.

La doctrina de basarse en los sistemas legacy, es decir, diseños ya probados sobre los que únicamente se actualizan, en lugar de nuevos productos partiendo de cero, es lo que tiene. Se ahorra mucho dinero, se puede fabricar en grandes cantidades, pero a la larga el resultado es un material que no está a la altura de una guerra moderna, con tácticas y tecnologías que han evolucionado. Este, junto a la calidad de fabricación y haber quedado anquilosada ante la falta de innovación, son los grandes problemas de la industria militar rusa.

placeholder Parte trasera de un M2-Bradley, con su gran rampa, espacioso interior y suficiente altura. (US Army)
Parte trasera de un M2-Bradley, con su gran rampa, espacioso interior y suficiente altura. (US Army)

Mantener unos diseños pensados para una guerra fría, donde la doctrina soviética era atacar en masa sin importar las pérdidas, produjo unos vehículos de pequeño tamaño, nada ergonómicos y con una protección tan solo eficaz en su parte frontal. Llevar este tipo de blindados a un conflicto con armas modernas, con emboscadas, ataques desde arriba con drones o aeronaves y con combates a pequeña escala, no podía traer nada bueno.

Conceptos radicalmente opuestos

El diseño occidental ha sido bien diferente al ruso. En occidente, desde los carros de combate Leopard 2, Abrams o Challenger y desde los IFV para infantería Marder, Bradley, etc., se puso un énfasis muy importante en la protección, no solo del vehículo, sino de su tripulación. Para los ejércitos occidentales, las tripulaciones eran mucho más valiosas que los vehículos. Eran un bien muy costoso de formar (en tiempo y dinero) y, sobre todo, muy escaso.

Esto hizo que sus desarrollos se orientaran hacia vehículos más grandes y pesados, que permitían a las tripulaciones combatir durante períodos más largos y soportar más daños. Esta fue una de las lecciones aprendidas en cabeza ajena tras la guerra del Yom Kipur. Se vio que los tripulantes sirios y egipcios de los carros soviéticos, T-54/55 y T-62, bajaban el rendimiento de manera dramática a las pocas horas de entrar en acción, aparte de los defectos conocidos de escaso blindaje en laterales, trasera y techo.

La contrapartida fue que, frente a una producción rusa de miles de unidades, occidente solo podía hablar de cientos. Sus modelos eran más complejos, se tardaban más en fabricar y, sobre todo, eran mucho más caros. Quizás todo ha sido una continuación del gran dilema a la hora de fabricar material militar: calidad versus cantidad.

placeholder La comparación del tamaño de un PT-91 (versión polaca del T-72) y de un Leopardo 2E, no deja lugar a dudas. (Juanjo Fernández)
La comparación del tamaño de un PT-91 (versión polaca del T-72) y de un Leopardo 2E, no deja lugar a dudas. (Juanjo Fernández)

La guerra de Ucrania ha sacado bastante de esto a la luz. Mucho hemos hablado ya de la falta de protección de los blindados rusos y de la vulnerabilidad de sus carruseles de munición sin protección bajo la torre. La prueba está en que un carro alcanzado significa incendio inmediato, llamaradas y torre volando por los aires. Tres cuartos de lo mismo podríamos decir de sus vehículos de combate de infantería, tanto de cadenas como toda la familia BMP, como los de ruedas, los BTR. Todos ellos adolecen de escaso blindaje, unos habitáculos demasiado reducidos, unas salidas casi impracticables y almacenes de munición y combustible sin protección alguna.

Pongamos el ejemplo de un BMP-2 de orugas, uno de los más extendidos y de los que Rusia disponía al inicio de la guerra de unos 3.000 ejemplares, más otros 1.000 o 1.500 en reserva. Estar dentro de uno es una experiencia casi angustiosa. El espacio para la infantería es mínimo y en el interior en teoría deben ir siete fusileros, un conductor y dos tripulantes en la torre. No hay almacenes protegidos para munición y esta se suele llevar por cualquier sitio. Los fusileros van sentados muy encogidos y el techo es tan bajo que es imposible incorporarse, ni pensar en ponerse en pie. Para remate, en lugar de ir sentados frente a frente, la tropa va situada espalda con espalda, con una separación central que restringe aún más los movimientos. Salir del interior es una odisea, incluso estando de visita.

placeholder BTR-80. No hace falta añadir nada sobre la dificultad para salir del vehículo. (Vitaly Kuzmin)
BTR-80. No hace falta añadir nada sobre la dificultad para salir del vehículo. (Vitaly Kuzmin)

En la parte trasera no hay rampa, sino dos compuertas muy estrechas que, además, sirven de depósitos de combustible, con un blindaje que apenas detiene proyectiles de bajo calibre. En el techo, donde el blindaje es ridículo, tan solo hay dos pequeñas compuertas. Todo esto hace que, si el vehículo es alcanzado o pisa una mina, de los que van en el interior solo tengan alguna posibilidad de salir los más cercanos a las puertas traseras, motivo por el cual casi siempre – por no decir siempre – la infantería suele ir en el exterior, subida al techo.

Los números no engañan

Todo lo anterior cambia como de la noche al día cuando se entra en cualquier modelo occidental moderno. Todos tienen rampa en la parte trasera, lo que facilita su abandono rápido. La ergonomía es grande, la mayoría (los más modernos) disponen de asientos individuales para la tropa, con cinturones de seguridad y amortiguación. La protección es grande y se prueban para aguantar explosiones de minas. El vehículo se puede reemplazar, la tripulación no.

Los números, en definitiva, no engañan. El BMP de nuestro ejemplo pesa unas 15 toneladas con una altura de tan solo 2,45 metros. Un Marder alemán (ya retirado del servicio) pesa entre 30 y 36 toneladas y el Bradley americano anda por las 29, siendo su altura de 3 metros. En su interior va un máximo de seis fusileros, dispone de una gran rampa en la parte trasera que permite un rápido embarque y desembarque de las tropas, a la vez que también tiene un portón de generosas dimensiones en su parte superior. Cuando varios vehículos tienen funciones equivalentes y unos pesan casi el doble que el otro, la razón —y la explicación— es obvia.

placeholder BMP-2. (Vitaly Kuzmin)
BMP-2. (Vitaly Kuzmin)

De los carros de combate se podría decir casi lo mismo. Un T-72 B3M, la versión más avanzada, pesa 45 toneladas y un T-90M, el mejor en el inventario ruso, no llega a las 50 toneladas. Frente a estos pesos, un Leopard 2A4 (el menos protegido hasta que aparezcan los Leopard 1A5) son 55 toneladas, que pasan a las 62 del Leopard 2A6, a las 67 – 70 del Abrams M1A1 y M1A2 o las 71 del Challenger.

Ningún blindado ni ningún carro es invulnerable, por lo que es normal que en cuanto entren en acción algunos queden destruidos. Pero es mucho más probable que la tripulación sobreviva en uno occidental que en uno soviético y no digamos si, además, se trata de ejemplares sacados casi del museo. Lo que dijo el oficial alemán tiene sentido y es creíble, teniendo en cuenta que habla de los A6, no de los A4, de los que se sabe que al menos un tripulante falleció. Hablamos de un modelo del que se han perdido 6 ejemplares de A4 y 9 de A6, algunos de los cuales ha podido ser recuperado y se está reparando.

Imágenes de Leopard y Bradley destruidos, hemos visto y vamos a ver. Lo mismo que de cualquier otro que entre en acción. Rusia, según el portal Oryx, habría perdido más de 2.270 carros, por unos 630 ucranianos. Pero mientras los modelos rusos arden y explotan, los occidentales permiten que la tripulación los abandone. En este sentido, la pérdida de carristas experimentados debe ser otra fuente de preocupación para el mando ruso.

Si hay algo que está claro en la guerra de Ucrania, es que el apoyo occidental está siendo determinante. Si bien al principio las imágenes que circulaban eran de artillería, lanzagranadas y contracarros, ahora, cada vez más, el campo de batalla se está llenando de blindados extranjeros. La cuestión es que la llegada de estos vehículos ha marcado una diferencia trascendental que no se mide en avances ni en contraofensivas. Se mide en supervivencia y esto lo aprecian, vaya si lo hacen, los ucranianos que combaten en ellos.

Conflicto de Ucrania Defensa
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