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El problema afgano de la artillería española: debates que vienen sobre ruedas y orugas
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El problema afgano de la artillería española: debates que vienen sobre ruedas y orugas

La 'reina de la batalla' se ha reivindicado con un papel estratégico clave en Ucrania. Analizamos cómo se ha utilizado, qué equipos y cómo aplicarlo en nuestra modernización de las Fuerzas Armadas

Foto: Pieza francesa Caesar de la Task Force Wagram en Al Quim, frontera siria. (US Army)
Pieza francesa Caesar de la Task Force Wagram en Al Quim, frontera siria. (US Army)
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Los análisis del frente en Ucrania están dejando conclusiones clave sobre el desempeño de ambos ejércitos y las armas empleadas que los expertos militares y estrategas estudiarán durante años. Una de las más importantes en esta guerra, como lo ha sido en muchas otras, es la artillería. La reina de la batalla se ha reivindicado con un papel estratégico de máxima relevancia en las ofensivas y resulta de gran utilidad estudiar cómo se ha utilizado, qué material resulta idóneo y cómo aplicar estas enseñanzas en pleno proceso de inversión y modernización de nuestras Fuerzas Armadas.

Rusos y ucranianos han hecho un empleo masivo de esta arma. Para los primeros era lo esperado, pues está grabado en el ADN de su doctrina militar. Una doctrina de Guerra Fría que ha condicionado todo en la forma de Moscú de dirigir la guerra, desde el diseño del material hasta el modo de empleo y el sobredimensionamiento de su fuerza artillera. En su manual, el éxito del ataque se basa en una brutal concentración de fuego, haciendo que casi todos los demás elementos ofensivos y logísticos giren a su alrededor.

En los primeros compases de la guerra, los rusos contaban con toda la ventaja, tanto en número como en calidad de material. Los ucranianos compartían algunos modelos del enemigo, pero en menor número y peor estado. En las primeras fases de la contienda, las tropas del Kremlin llegaron disparar del orden de 60.000 proyectiles cada día. Una cifra estremecedora que ha venido seguida de un brutal descenso en la intensidad del ritmo, que ahora ronda los 5.000-15.000 disparos diarios —aunque en un frente mucho más concentrado—.

En la doctrina rusa, por cada unidad de infantería, mecanizada o acorazada, cuentan con dos o tres unidades de artillería. Esto se traduce en que cada brigada acorazada o mecanizada (también las motorizadas) dispone de un grupo (equivalente a un batallón) ATP o autopropulsado y otro lanzacohetes. Un grupo autopropulsado de unidades de primer nivel —como las desplegadas en el comienzo de la invasión— dispone de tres baterías, cada una formada por seis piezas de 152 mm 2S-19 Msta.

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Las baterías lanzacohetes tienen una organización similar, pero utilizando sobre todo los sistemas móviles BM-27 Uragan y los BM-30 Smerch. Los primeros, más antiguos, constan de un lanzador de 16 tubos de 220 mm sobre chasis de camión con un alcance eficaz de unos 40 km. Los segundos, además de más modernos y letales, ganan mucho en precisión. El Smerch utiliza un camión de ocho ruedas sobre el que se dispone un lanzador de 12 tubos de 300 mm, con alcance eficaz de 90 km.

A esta fuerza hay que sumar la artillería divisionaria, donde encontramos las brigadas independientes que integran cada una dos grupos (batallones) autopropulsados y uno de lanzacohetes, más sus elementos de apoyo. Aquí suele haber material más diverso como los 2S7M Malka de 203 mm y el 2S3 Akatsiya de 152 mm.

placeholder Obús remolcado español SIAC de 155 mm del GACA VII. (Juanjo Fernández)
Obús remolcado español SIAC de 155 mm del GACA VII. (Juanjo Fernández)

Alcance, precisión y 'targeting'

La principal ventaja rusa en los primeros meses fue su capacidad para hacer fuego de contrabatería de largo alcance y anular el fuego ucraniano. Esto lo hacían gracias a sus lanzacohetes Smerch. Por eso, tras conseguir frenar a las columnas de blindados rusos que amenazaban Kiev y otras ciudades ucranianas, la siguiente petición del presidente Volodímir Zelenski fue obuses de largo alcance. Llegaron entonces los M777, con sus proyectiles Excalibur de precisión y largo alcance, y todo cambió. Con esas piezas de 155 mm, más las que llegaron de otros países —como los Caesar franceses, PzH 2000 alemanes o los M109 de origen estadounidense—, las baterías rusas dejaron de estar a salvo.

Ya con las baterías rusas a tiro, era perentorio atacar su capacidad de organización y abastecimiento. Para ello llegaron los lanzacohetes norteamericanos, el M270 MLRS con chasis de orugas y el M142 Himars de ruedas, ambos con autoposicionamiento y cohetes de elevada precisión. Eran ideales para atacar la retaguardia del enemigo y, cada noche, los centros logísticos y puestos de mando destruidos daban fe de ello.

Los rusos se volvieron poco eficaces. Su escasa precisión se vio lastrada por sistemas anticuados y falta de suficiente munición guiada —como sus proyectiles de artillería Krasnopol—. Pero sobre todo por su deficiente red de mando y control, así como de medios ISR (reconocimiento y vigilancia), que le permitieran obtener una adecuada inteligencia sobre el terreno. Si no localizas a el objetivo a disparar, cómo lo vas a destruir.

¿Y nuestros cañones?

La situación —excluyendo la antiaérea, que sigue su propio camino— deja bastante que desear fruto de una afganización de nuestro arsenal. Y una de las lecciones de este conflicto es que las unidades deben actuar, en la medida de lo posible, con material homogéneo. Esto, en el caso español, brilla por su ausencia. La realidad es se dispone de tres tipos de obuses: piezas de 105 mm Light Gun, un 155 mm SBS APU-SIAC remolcada y los ATP M-109A5E, también de 155 mm.

placeholder Obús autopropulsado M-109 A5 español. (Juanjo Fernández)
Obús autopropulsado M-109 A5 español. (Juanjo Fernández)

Todas las brigadas están dotadas de una mezcla de piezas, herencia de la anterior organización del Ejército de Tierra. Fue cuando se crearon las BOP (Brigadas Orgánicas Polivalentes), otro producto de la afganización que buscaba unidades dotadas de medios similares entre ellas. El objetivo es que todas pudieran rotar por igual en las misiones internacionales. En resumen, un canto al conocido lema de café para todos.

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Las BOP trajeron cosas difíciles de entender aún vigentes, como el hecho de que los grupos de artillería de las brigadas acorazadas dispongan de dos baterías de ATP M-109 y una de Light Gun. Es decir, dos baterías dotadas con material sobre orugas, ideales para maniobrar apoyando a los carros de combate y, además, una batería de cañones remolcados que muchas veces son más un incordio que una ayuda. A poco que el terreno se complique, no pueden acompañar al resto de las unidades mecanizadas en una maniobra rápida. Por el contrario, unidades ligeras con clara vocación de despliegue rápido, como son la Brigada Paracaidista o la Legión, se vieron dotadas de baterías con las piezas de 155 mm remolcadas que no se pueden trasladar de manera rápida, y mucho menos helitransportar o lanzar. Por último, no hay nada de sistemas lanzacohetes y ha quedado claro que en Ucrania, han sido fundamentales.

placeholder Pieza de 105 mm Light Gun. (Juanjo Fernández)
Pieza de 105 mm Light Gun. (Juanjo Fernández)

Un futuro de cadenas y ruedas

Tanto los SIAC remolcados como los M-109A5E son piezas con muchos años a sus espaldas. Se han mantenido con algunas modernizaciones que dieron un excelente resultado, pero se deben reemplazar. Para ambas piezas de 155 mm cabrían varias posibilidades. Pero el primer debate es el que orbita sobre si se opta por ruedas o cadenas. Aquí una decisión de café para todos llevaría, casi con seguridad, a una única plataforma de ruedas, lo que a la larga podría resultar contraproducente.

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Esa solución con un modelo similar al francés Caesar podría ser ideal para reemplazar a las piezas SIAC remolcadas, ganando enteros en movilidad y, sobre todo, rapidez para entrar y salir de posición y cambiar de emplazamiento. Pero no sería bueno para las piezas ATP de orugas, que se deberían reemplazar por un modelo equivalente. La solución para el M-109A5E podría ser, por lógica, su evolución M109A6 Paladin, una versión probada, económica y con varias mejoras, pero que habría que adquirir en EEUU. Sin embargo, se podría explorar una solución nacional que utilizara la plataforma del futuro VAC (vehículo de apoyo al combate), sobre el que ya trabajan en GDELS Santa Bárbara Sistemas. Pero es vital que se mantenga un modelo sobre cadenas para el apoyo de las unidades acorazadas.

placeholder Pieza ATP de 155 mm M109A6 Paladin. (US Army)
Pieza ATP de 155 mm M109A6 Paladin. (US Army)

Además, la experiencia en Ucrania dice que la artillería sobre plataforma ruedas se ha revelado menos robusta de lo esperado y con menos movilidad —también teniendo en cuenta el terreno— de la que se precisaba para ciertas operaciones. Por otro lado, el material en exceso sofisticado y complejo, como ha sido el caso del PzH 2000, también ha dado muestras de ser delicado y demasiado exigente con el mantenimiento para lo que es un conflicto de alta intensidad. Ambos aspectos se deberían tener muy en cuenta la hora de tomar las decisiones de reemplazo de material que viene en el próximo cuatrienio.

La gran asignatura pendiente

Otra de las grandes lecciones es la necesidad de contar con lanzacohetes. Una capacidad que España tuvo con el lanzador autóctono Teruel —dado de baja en 2011— y que es imprescindible recuperar. Para ello había varias posibilidades, desde la adquisición de los Himars, a la fabricación nacional del brasileño Astros o la colaboración con Israel para fabricar su sistema PULS. La primera opción es la forma más expedita de tener un lanzacohetes fiable, probado y de calidad incontestable, pero es muy caro y no habría transferencia tecnológica. La segunda tan solo ofrece la ventaja de tener todo el control sobre el producto.

placeholder Sistema lanzacohetes PULS. (Elbit)
Sistema lanzacohetes PULS. (Elbit)

La alternativa que parece más interesante es la colaboración con la empresa israelí Elbit para fabricar en España el PULS (Precise and Universal Launching System). Sería la respuesta al programa Silam lanzado por el Ejército de Tierra y se está llevando a cabo entre las empresas Expal —recientemente adquirida por la alemana Rheinmetall— y Escribano M&E, con experiencia en proyectos de innovación de defensa. Con este sistema, basado sobre plataforma de camión Iveco, se podrían lanzar varios tipos de cohete en sus dos módulos con una amplia versatilidad: Accular de 122 mm (18 cohetes) con un alcance de hasta 35 km, Accular 160 mm (10 cohetes), con un alcance de hasta 40 km, Extra (4 cohetes), con un alcance de hasta 150 km, y Predator Hawk (2 cohetes), con un alcance de hasta 300 km.

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La foto final debería ser una artillería con cuatro tipos de piezas. Una ligera de 105 mm como el actual Light Gun, fácil de transportar e ideal para paracaidistas y legionarios; un modelo de 155 mm sobre camión para brigadas ligeras; un modelo de 155 mm sobre chasis oruga para las brigadas acorazadas, y un sistema lanzacohetes.

Pero esto debe venir acompañado de otros esfuerzos complementarios. Entre ellos, el desarrollo de proyectiles guiados propios, que nos den cierta independencia de proveedores externos. En este sentido, Escribano está trabajando en unos desarrollos avanzados junto a Expal, que se basan en una espoleta FGK con guiado por GPS y sistemas compatibles, que se acoplaría a proyectiles convencionales, cohetes de entre 70 y 300 mm, así como a proyectiles de mortero.

También resulta esencial potenciar la red de mando y control con mejoras en el sistema actual Talos de control de fuegos, así como dotarse de medios para inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR) que permitan hacer una buena designación de objetivos (targeting), aspecto hoy todavía precario. Por último, mejorar los radares de contrabatería, reemplazando los viejos modelos analógicos y mejorando los radares Arthur digitales por otros de mayor alcance. Sin todo esto, disponer de muchos cañones sirve de poco. Nos lo dice Ucrania.

Los análisis del frente en Ucrania están dejando conclusiones clave sobre el desempeño de ambos ejércitos y las armas empleadas que los expertos militares y estrategas estudiarán durante años. Una de las más importantes en esta guerra, como lo ha sido en muchas otras, es la artillería. La reina de la batalla se ha reivindicado con un papel estratégico de máxima relevancia en las ofensivas y resulta de gran utilidad estudiar cómo se ha utilizado, qué material resulta idóneo y cómo aplicar estas enseñanzas en pleno proceso de inversión y modernización de nuestras Fuerzas Armadas.

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