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El primer año de las guerras: 'spoiler alert' de la historia para dejar de sorprendernos
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El primer año de las guerras: 'spoiler alert' de la historia para dejar de sorprendernos

Contra todo pronóstico, cayeron Troya, Tenochtitlán y Saigón. La lista de lo que se creía y lo que ocurrió realmente en las guerras tras el primer año es bastante larga. Ya nada debería sorprendernos

Foto: Veteranos de EEUU. (EFE/Justin Lane)
Veteranos de EEUU. (EFE/Justin Lane)

Contra todo pronóstico, cayeron Troya, Tenochtitlán y Saigón. Los griegos de Aquiles, según la narración de Homero, no fueron capaces de derribar las inexpugnables murallas hasta el ardid del caballo, Moctezuma perdió la increíble ventaja numérica de la que disponía frente a los hombres de Hernán Cortes y EEUU sucumbió en Vietnam a un ejército sobre el papel muy inferior en medios. Nada hacía pensar que el desequilibrio de fuerzas en los tres casos resultara al final inútil. Lo que se conoce de la primera es el poema épico de Homero, basado lejanamente en lo que pudieron ser una serie de guerras entre griegos y troyanos en la antigüedad; de la segunda, una serie de crónicas escritas por los españoles que derrotaron a Moctezuma, y de la tercera, una multitud ingente de análisis, memorias, estudios e interpretaciones sobre lo que pasó y, en su momento, predicciones sobre lo que iba a pasar.

La lista de lo que se creía y lo que ocurrió realmente en las guerras tras el primer año es bastante larga: en 1914, el inicio de la Primera Guerra Mundial, el Gobierno francés desarrolló el Plan XVII, que facilitó que el imperio alemán del káiser Guillermo y una buena parte de la prensa Europea diera la guerra casi por ganada en los primeros meses tras un increíble avance en el frente occidental fruto del fallo estratégico de los franceses. Al final, perdieron y tuvieron que firmar una paz humillante.

¿El Ejército de la URSS era superior a los talibanes afganos? Sí, pero para cuando descubrieron el alcance y la resistencia correosa de la insurgencia, estaban metidos de lleno en una pesadilla que se alargó durante 10 interminables años ¿Existía la idea de que la engrasada maquinaria bélica inglesa de Jorge III era superior al improvisado ejército de los colonos americanos? Sí, y también perdieron cuando parecía a priori improbable, tras la internacionalización del conflicto debido al apoyo de Francia y España. ¿Habría imaginado alguien el año pasado que Ucrania resistiría la invasión rusa cuando sobre el papel era un ejército infinitamente superior? Casi nadie, porque parecía obvio que era así. Kiev iba a caer y no lo hizo.

Lo improbable se cumple

Un año después de que Putin lanzara su brutal ofensiva contra la aparentemente indefensa Ucrania, nada de lo que parecía previsible se ha cumplido. Los rusos tenían un buen ejemplo en casa con la Rusia del zar Nicolás I, que se estrelló precisamente en Crimea contra un decadente Imperio Otomano que era inferior sobre el papel, por mucho que las circunstancias sean distintas.

La amenaza zarista sobre Crimea, el Cáucaso y los Balcanes convocó pronto a una alianza de esas democracias liberales: Gran Bretaña y Francia, que socorrieron al Imperio Otomano en virtud de mantener el equilibrio contra el expansionismo ruso. Aunque ahora no combata ningún ejército al lado de Ucrania, la ayuda exterior de EEUU y de la UE, fundamentalmente, ha desestabilizado también la balanza inicial, al igual que en Crimea en 1853. Precisamente en esa disputada península se produjo la Batalla de Balaclava que protagonizó la caballería británica con la célebre carga de la Brigada Ligera, inmortalizada en el poema de Tennyson:

“¡Adelante, Brigada Ligera!” “¡Cargad sobre los cañones!”,
dijo. En el valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos” (...)

Foto: Volodímir Zelenski y su exportavo Iuliia Mendel. (Cedida)

Una gesta épica que ha acompañado a generaciones de ingleses en el colegio desde entonces y de donde parece sacado el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Tennyson escribió su poema basado en un artículo de The Times que ensalzó la valentía de la heroica derrota: la caballería británica se lanzó contra los cañones rusos de forma casi suicida y desprotegidos frente a la artillería fueron prácticamente masacrados. Algunos lograron alcanzar la línea rusa, fueron abatidos después por la caballería del zar, aunque los rusos se acabarían retirando.

La primera guerra moderna, preludio de la Gran Guerra, se suele citar como la del inicio de los corresponsales de prensa —el relato popular de la guerra— mientras la propaganda se convertía en uno de los componentes básicos de la guerra moderna. ¿En qué medida eran certeros los análisis y las percepciones de los primeros años de guerra?

Con el mapa en la mano

Con el mapa en la mano, el Tercer Reich había ganado la guerra en Europa al finalizar el primer año de guerra en junio de 1940 y su poderío militar era incuestionable. Sin embargo, no tenía marina y perdería la aviación en los siguientes meses durante la Batalla de Inglaterra, además de que no acababa de dominar el norte de África —según explica el historiador británico Antony Beevor en La Segunda Guerra Mundial—. Se podría haber vaticinado la invasión de la URSS, en virtud del Mein Kampf de Adolf Hitler, que exponía claramente desde los años veinte su intención de expandirse hacia el este. Pero en general resultó una sorpresa que cambió el conflicto y que, sabemos ahora, selló el destino de Alemania. Todo lo que pasó después fue absolutamente inimaginable en ese momento, por mucho que ahora tengamos en la cabeza la cuenta de los hechos.

Foto: Desfile del ejército franquista. (Keystone/Getty Images)

Es también el caso de la Guerra Civil española, que se sigue debatiendo más de 80 años después. ¿Se habría terminado la guerra en apenas tres meses si Franco hubiera marchado hacia Madrid en vez de desviarse al Alcázar de Toledo? Con un ejército superior también en ese momento y el camino hacia la capital expedito, la liberación del Alcázar retrasó a las columnas de Franco y permitió que la defensa de Madrid se reorganizara con la llegada de las Brigadas Internacionales y el material soviético.

Más allá de la intencionalidad, o no, de Franco de posponer la toma de Madrid a cambio de una guerra extermino —como sostiene Jorge Martínez Reverte en La batalla de Madrid—, la oportunidad se perdió cuando parecía impensable que la capital resistiera y, sin embargo, el relato de la liberación del Alcázar fue clave para la génesis del nuevo estado que lideraría el general Franco ¿Habría sido igual la guerra sin el mando único otorgado por los generales rebeldes precisamente después de la liberación?

Estrellarse contra la narrativa

En Vietnam, EEUU se dio de bruces contra su propia narración. Era también impensable que pudieran perder, a pesar de haber quedado en tablas en Corea. Bastaba con defender Vietnam del Sur de la guerrilla del Vietcong, ya que no tenían la posibilidad de invadir a los comunistas. Aunque el plan de guerra de EEUU fuera confuso, nada hacía pensar tras el primer año que acabaría siendo su mayor derrota militar hasta la fecha.

La realidad es que, durante los primeros años de guerra, el general William Westmoreland llevó a término su propia estrategia: matar más que el enemigo. El famoso mantra del body count (recuento de bajas), la diferencia entre los muertos del Vietcong y los de EEUU, era más que favorable. Según su estrategia, estaban ganando la guerra.

Foto: Un legionario en la capital del Ifni, Sidi-Ifni circa 1968

Pero en 1968, cuando se produjo la Ofensiva del Tet, en las que la guerrilla comunista que tomó las ciudades más importantes de Vietnam del Sur, ningún relato oficial pudo hacer creer a nadie que la victoria estaba cerca. De repente, todo el planeta fue testigo de que el esfuerzo norteamericano era inútil: podían matar más pero la superioridad se había desvanecido por completo. Cuando Walter Kronkite criticó duramente la Ofensiva de Tet, el presidente Lyndon B. Johnson comentó: “Si he perdido a Walter, he perdido a la clase media” (según narra la historiadora estadounidense Barbara T. Tuchmann en La marcha de la locura).

En Ucrania, Putin se ha estrellado con su propia historia. Ha demostrado a sus enemigos que su ejército no era tan temible y, lo que es aún peor, ha provocado una alianza cada vez más férrea contra él, como le sucedió a Nicolás I en Crimea. La historia ha cambiado radicalmente desde febrero del año pasado, cuando todo el mundo daba por hecho que habría un gobierno prorruso en Kiev. Y no sabemos cómo podría volver a cambiar. Pero, vista la historia, eso debería dejar de sorprendernos.

Contra todo pronóstico, cayeron Troya, Tenochtitlán y Saigón. Los griegos de Aquiles, según la narración de Homero, no fueron capaces de derribar las inexpugnables murallas hasta el ardid del caballo, Moctezuma perdió la increíble ventaja numérica de la que disponía frente a los hombres de Hernán Cortes y EEUU sucumbió en Vietnam a un ejército sobre el papel muy inferior en medios. Nada hacía pensar que el desequilibrio de fuerzas en los tres casos resultara al final inútil. Lo que se conoce de la primera es el poema épico de Homero, basado lejanamente en lo que pudieron ser una serie de guerras entre griegos y troyanos en la antigüedad; de la segunda, una serie de crónicas escritas por los españoles que derrotaron a Moctezuma, y de la tercera, una multitud ingente de análisis, memorias, estudios e interpretaciones sobre lo que pasó y, en su momento, predicciones sobre lo que iba a pasar.

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