Es noticia
Cómo escapar de Afganistán: reconstrucción personal de una huida casi imposible
  1. Mundo
4 meses para conseguir un pasaporte

Cómo escapar de Afganistán: reconstrucción personal de una huida casi imposible

El hermano de un intérprete que trabajó para el ejército español cuenta a través de WhatsApp el calvario de nueve meses por el que ha pasado para huir de los talibanes

Foto: Oficina de Registro de Población en Kabul, donde los afganos tramitan sus pasaportes / Cedida
Oficina de Registro de Población en Kabul, donde los afganos tramitan sus pasaportes / Cedida

El pasado agosto llegaron a la Base Aérea de Torrejón 294 colaboradores afganos que abandonaron su país huyendo del régimen talibán. Eran parte de las 3.900 personas a las que España ha evacuado en menos de un año. Sin embargo, todavía existen casos desesperados que parecen haber quedado en un limbo burocrático. Ya han pasado más de diez meses desde que El Confidencial publicó la historia de Ismael, un intérprete que trabajó durante tres años con el Ejército español en Afganistán. Temeroso de ser delatado por los fundamentalistas infiltrados en el Ejército, decidió venir a Barcelona después de la tercera campaña. Aparcó su carrera de Traducción para atender una tienda de alimentos primero y trabajar como limpiacristales después.

Cuando los talibanes llegaron al poder, consciente de que su familia corría grave peligro, consiguió un salvoconducto del Gobierno español para que su madre, su esposa, sus dos hermanos y su hermana vinieran a Barcelona. Los familiares viajaron rápidamente hasta el aeropuerto de Kabul, pero el caos los atrapó en una cola que abrió telediarios de todo el mundo. Ellos estaban allí cuando el grupo terrorista ISIS-K hizo detonar varias bombas y mató a más de 180 personas. Tuvieron que correr por encima de los cadáveres calcinados y retornar de nuevo a casa. Los familiares del intérprete llevan desde entonces intentando venir a España. Si los talibanes descubrieran que están relacionados con un antiguo "colaborador" del enemigo no tendrían escapatoria, especialmente al pertenecer a la etnia de los Hazara, una de las minorías chiitas más perseguidas por los fundamentalistas. Con tal de entender cómo han vivido ese proceso, este periódico ha mantenido contacto por Whatsapp con uno de los hermanos de Ismael, un joven afgano que habla perfecto inglés. Su nombre y algunos detalles han sido omitidos por cuestiones de seguridad. Estos son algunos extractos de las conversaciones mantenidas con él durante los últimos meses.

Foto: Los talibanes, en el Palacio Presidencial. (Al Jazeera)

3 de marzo: Estoy luchando por conseguir un pasaporte para mí y para mi familia, pero parece imposible. Los talibanes han anunciado recientemente que las mujeres no podrán viajar si no están acompañadas por un cónyuge o por un familiar masculino. Y el resto de los afganos solamente podremos hacerlo si justificamos una necesidad urgente.

5 de marzo: La persecución es cada vez peor. Han comenzado los registros casa por casa. Buscan documentos, armas, uniformes… cualquier cosa que demuestre que uno ha trabajado con el Gobierno anterior, la OTAN o alguna ONG. Podrían encontrar pruebas que relacionan a mi hermano con el Ejército español. Me preocupa su trato violento.

5 de marzo: Se acerca la primavera y con ella el temor a otra guerra civil. Si estalla, entonces no habrá salida.

9 de marzo: No nos queda nada que nos ate a esta ciudad. Tendremos que empezar de cero. Mi madre está desesperada por volver a ver a su hijo. Está triste todo el tiempo.

7 de abril: Tengo unos amigos que llevan dos meses preparando clases offline enfocadas, sobre todo, a las niñas que han visto su futuro arruinado. Después de que los talibanes se negaran a reabrir las escuelas para estudiantes de 7° a 12° grado, algunos han dado un paso al frente y han sugerido hacer sesiones online. El problema es que muchas familias no pueden permitirse pagar los costos de Internet o de un smartphone. Y a algunos pueblos ni siquiera llega la conexión. Con tal de solucionar este problema, mis amigos se graban a sí mismos impartiendo clases y luego entregan las sesiones en discos flash. Han decidido no pedir ni un céntimo por su trabajo a las familias de los alumnos y quieren preparar vídeos en los dos idiomas nacionales: pashto y dari. Desafortunadamente, en este momento solamente disponen de una cámara y una computadora portátil. Para que funcione el proyecto necesitarán más equipo y personal. Y esto requiere el apoyo de donantes y organizaciones humanitarias que ni siquiera saben de su existencia. Se hacen llamar "Escuela Offline de Shaparak".

Foto: Las periodistas de la estación de radio 'Mujeres en Kandahar'. (EFE/M. Sadiq)

2 de junio: Te resumo cómo fue el proceso de conseguir los pasaportes. Dado que todo el mundo quería uno, necesitabas "arreglarlo" primero con los funcionarios talibanes del Departamento de Pasaportes, que se encontraban en otra ciudad. Como yo no conocía a nadie, tuve que contactar con un fixer, es decir, alguien que pudiera obtener la firma y el sello por otras vías. Hablé con un hombre que pedía mucho dinero y acabé dándoselo. No me quedaban más opciones. Le entregué todo lo que teníamos y después de unos días vino con los documentos y dijo que podíamos ir pasar las pruebas "biométricas". Ese mismo día descubrimos que las firmas y los sellos que nos proporcionó el fixer eran falsos. No sabíamos si los funcionarios se darían cuenta. Entrar en el Departamento de Pasaportes fue un infierno. Los guardias fustigaban a la gente con mangueras y solo dejaban pasar a aquellos que estaban acompañados por un talibán. Mi hermana, que se encontraba en la puerta de las mujeres, logró entrar y de alguna manera superar todo el proceso.

Al final, en el último control, los encargados descubrieron que las firmas y los sellos eran falsos, agarraron a mi hermana y le pidieron que delatara a la persona que le había facilitado esos documentos. Por algún milagro, dejaron que mi hermana saliera de allí sin cargos. Estoy convencido de que si hubiera ido yo me habrían golpeado y encarcelado por falsificación. Durante los siguientes días intenté encontrar otras maneras de obtener pasaportes. Todo esfuerzo fue en vano y regresamos a casa. Nos habíamos gastado el poco dinero que nos quedaba… Afortunadamente, esta primavera los talibanes anunciaron que cualquiera podía registrarse online. Me inscribí y automáticamente nos dieron una cita en Kabul. Ahora solo falta terminar las gestiones para mi pasaporte y ya estaremos preparados.

11 de junio: Todavía no sabemos cómo saldremos de Afganistán. Hemos pensado en cruzar la frontera con Irán. Desde allí quizá podríamos llegar a España. El problema es que nos gastamos todo el dinero que teníamos en los pasaportes y ahora necesitamos ahorrar para las visas y los costos del viaje. Mi hermano nos envió todo el dinero que tenía desde España. Así que volvemos a estar atascados. Después de todas las dificultades, quizá no lo consigamos. Pero, ¿qué otra cosa podemos hacer? Intentamos sobrevivir.

placeholder Un talibán vigila el lugar de una explosión en Kabul el pasado 23 de septiembre. EFE
Un talibán vigila el lugar de una explosión en Kabul el pasado 23 de septiembre. EFE

13 de junio: Las normas para las mujeres se han endurecido. Ya ni siquiera se les permite viajar distancias cortas sin un miembro masculino de la familia. A medida que los talibanes ganan terreno, todo se vuelve más restrictivo. Muchos jóvenes desaparecen sin dejar rastro. Los talibanes se los llevan por cualquier motivo trivial y no responden ante nadie por lo que hacen. Vivimos con miedo y no sabemos cuándo vendrán a por nosotros, por cualquier cosa, por escribir en redes sociales, por ser familiar de un ex militar, por hablar negativamente de ellos en público, por trabajar para una institución enemiga. Es difícil cumplir con sus reglas, principalmente porque no hay una norma fija que determine aquello que consideran una ofensa a su Gobierno. Una y otra vez han secuestrado a personas con diferentes antecedentes y los han ejecutado sin ningún juicio. Se han llevado a reporteros, a activistas de los derechos civiles, a exsoldados, a youtubers... A quienes ellos quieran.

13 de junio: En este momento estoy enseñando inglés y hago trabajos de traducción desde casa. Estamos esperando el momento adecuado para huir. Mi hermano dice que la embajada de España en Irán quiere que acreditemos los riesgos a los que nos enfrentamos. Pero yo no sé cómo probar que nuestras vidas están en peligro. Cualquier día podrían venir a por mí por ser un exempleado de la televisión, o por haber escrito contra ellos en internet, o porque mi hermano mayor trabajó con el Gobierno de España, o porque mi hermano pequeño ha participado en alguna protesta. No sé qué pasará. Mientras te escribo hay disparos en la calle.

13 de junio: El miedo a los talibanes está en todas partes y la gente apenas vive su vida de manera normal. El director de una escuela local escribió algunos textos contra el régimen en redes sociales y se lo llevaron. Lo han torturado y no sabemos cuánto tiempo lo mantendrán preso. Es un buen hombre. Lo conozco desde hace mucho tiempo. Siempre trató de acoger en su escuela a los niños más desfavorecidos del vecindario.

Foto: Niñas en el colegio de primaria, al que sí permiten asistir los talibanes. (Reuters/Zohra Bensemra)

13 de junio: Están distribuyendo un formulario en el que los encargados de los distritos tienen que recopilar toda la información de los residentes, incluidos sus contactos. El documento se llama "formulario de inteligencia". Estoy convencido de que tienen informantes entre los civiles. Por esa razón hay ciertos temas que solamente hablamos con aquellas personas que conocemos muy bien. Y jamás mencionamos a los talibanes si hay un pasthun presente. Podría ser uno de ellos.

14 de junio: A veces sí que vamos a la mezquita. No renunciaremos a los rituales religiosos, por mucho que exista un riesgo. La gente necesita algo de esperanza y, de vez en cuando, se les olvida lo que está pasando. Luego habrá otro ataque y el miedo volverá. Esa ha sido nuestra vida desde que Ashraf Ghani se convirtió en presidente. Miles de jóvenes, principalmente Hazaras, han sido asesinados en hospitales, mezquitas, escuelas, centros de aprendizaje, protestas civiles, transporte público… Durante la presidencia de Ghani todas las semanas había al menos un atentado suicida que tenía, de media, una treintena de víctimas. Recuerdo un ataque en una sala de maternidad de Kabul, donde había madres embarazadas y pequeños bebés Hazara. Mataron a todos.

'Afganistán sigue siendo mi hogar'

15 de junio: Los televisores no ofrecen ninguna programación entretenida y la mayoría de ellos están inactivos. De los eventos culturales tampoco queda nada. Antes acudía a una reunión semanal donde leíamos poemas y hablábamos sobre nuestros propios escritos. Éramos un grupo de jóvenes que soñábamos con ser poetas. La asociación se llamaba "Cheshmeh", que significa fuente, pero ahora todos los miembros están deprimidos. Dejamos de celebrar las reuniones semanales por los riesgos que suponía para nuestra seguridad. El grupo sigue activo vía Messenger y Telegram. De vez en cuando nos conectamos, presentamos nuestros textos y al final de cada sesión discutimos sobre autores afganos. No podemos hacer reuniones presenciales porque tememos que nos encuentren. Además, también hay algunos miembros femeninos. Si los talibanes se enterasen de esto, estaríamos en serios problemas.

16 de junio: ¿Qué es lo que echaré de menos de Afganistán cuando me vaya? Es una pregunta difícil. A pesar de la falta de paz y de los peligros a los que nos enfrentamos, Afganistán sigue siendo mi hogar. Echaré de menos sentirme en casa. Mis amigos y nuestros familiares están aquí. Si hubiera una sola oportunidad de quedarse, no nos iríamos. Pero ya sabes que los talibanes no quieren que seamos parte del país y la poca esperanza que teníamos de que nos acepten como ciudadanos ha muerto.

Fuimos la primera generación de Hazaras que acudimos a la universidad y tratamos de trabajar por el bien del pueblo afgano. Hicimos todo lo posible por mantener la paz. Desgraciadamente, ahora mismo todo el mundo está llorando la muerte de un amigo o de un familiar. Todo se ha derrumbado de repente. Nuestras esperanzas se han desvanecido. Ya no existe ningún lugar donde podamos vivir en paz. Y sé que nos costará empezar una nueva vida en España, pero creo que al menos allí estaremos a salvo. Nuestros hijos estarán a salvo y quizá puedan vivir sus sueños.

Foto: Un combatiente talibán, después de un ataque terrorista en Kabul el 18 de junio. (Reuters/Ali Khara)
TE PUEDE INTERESAR
Razones para no olvidar Afganistán
Amador Guallar

23 de junio: La cita para mis datos biométricos del pasaporte fue el pasado domingo. La pasé sin problemas y ahora estoy esperando a que lo impriman. En total me ha llevado 4 meses conseguirlo. Mientras estaba en Kabul, los talibanes registraron la casa de los familiares donde me alojaba. Mi tía y sus hijas estaban aterradas. Intenté consolarlas. Rebuscaron entre las maletas y los armarios. Cualquier rincón que pudiera usarse como escondite. Después de unos minutos de búsqueda intensa, se marcharon y respiramos tranquilos. Tenemos suerte de que no hayan registrado nuestra casa.

23 de junio: Las ejecuciones públicas ocurren. Y los castigos, también. Yo no he presenciado ninguno últimamente, pero hay videos de azotes y juicios sumarísimos. Muchos, de hecho. Matan gente, lo filman y lo comparten en las redes sociales. Azotan a la gente y lo comparten en las redes sociales.

23 de junio: Por cierto, el proyecto de la Escuela Offline de Shaparak ha sido cancelado. No podían permitirse el lujo de continuar.

6 de julio: Nos registraremos online para conseguir la visa de Irán. Tardará un mes, más o menos.

23 de julio: Si todo va bien, estaremos en Irán en unas dos semanas. Será al mismo tiempo un momento triste y un gran día para nuestras vidas. Veremos qué pasa.

placeholder Basira, Sadaf y Shokria, tres refugiadas afganas que huyeron de los talibanes en agosto de 2021 y consiguieron llegar a París. Mohammed Badra / EFE
Basira, Sadaf y Shokria, tres refugiadas afganas que huyeron de los talibanes en agosto de 2021 y consiguieron llegar a París. Mohammed Badra / EFE

26 de julio: Finalmente viajaremos a Irán en coche. Le he pedido a mi hermano pequeño que reflexione en unas pocas líneas sobre los últimos meses. Como tantos otros, ha tenido que renunciar a sus estudios universitarios:

"No es fácil explicar cómo hemos pasado casi un año entero bajo el Gobierno talibán. Una semana antes de la caída de nuestra ciudad, teníamos metas y sueños. Ahora mismo no tenemos nada más que un camino duro y largo para llegar a un lugar seguro. Y todo eso únicamente para poder continuar con nuestras vidas".

También le he pedido a mi hermana que exprese sus sentimientos. Cuando los talibanes tomaron la ciudad, ella cursaba una carrera de ingeniería agrícola:

"En la sociedad afgana ya había muchas restricciones sobre las mujeres, pero con la llegada de los talibanes estas presiones han alcanzado su punto máximo y las chicas hemos sido claramente encarceladas en nuestras casas y privadas de nuestros derechos naturales. Incluso derechos tan básicos como la educación, el trabajo o el simple hecho de visitar libremente un espacio público".

Foto: Talibanes celebran el primer aniversario de su regreso al poder en Afganistán. (EFE/EPA/Stringer)

2 de agosto: ¡Por fin tenemos las visas! Estaremos en Irán en dos o tres semanas. El viaje allí no es demasiado largo. Alrededor de dos días. Una vez que cruzamos la frontera, la ruta será segura. El miedo son los talibanes y, tal vez, los ladrones. Pero en general, no debería ser un viaje peligroso.

16 de agosto: Viajaremos a Irán la próxima semana.

26 de agosto: Ya hemos llegado a Irán. No hubo ningún problema durante el viaje. Ahora mismo estamos en Mashhad y pronto partiremos hacia Teherán.

5 de septiembre: La embajada me acaba de enviar un email. Me han citado para revisar nuestro caso el próximo 18 de septiembre.

Este último mensaje también se lo envió a su hermano Ismael. Era la primera buena noticia en meses. La Embajada de Teherán les animaba a presentar una solicitud de traslado a España y, si había una resolución positiva, pedir asilo internacional. "Tenga en cuenta que este puede ser un proceso largo", advertían. El Confidencial ha contactado con representantes de Ministerio de Defensa y de la Oficina de Información Diplomática en numerosas ocasiones, pero ninguno ha querido dar detalles "por cuestiones de seguridad de los interesados y para garantizar el éxito de operaciones abiertas". Sin embargo, en todos estos meses ninguna autoridad española ha contactado con Ismael o cualquier miembro de su familia.

El 18 de septiembre, el intérprete recibía la primera buena noticia en mucho tiempo: "Han entrevistado a mi familia y he recibido una llamada desde la embajada. En un mes o mes y medio llegarán a España". Ismael había recuperado la esperanza.

* Si no ves correctamente este formulario, haz click aquí

El pasado agosto llegaron a la Base Aérea de Torrejón 294 colaboradores afganos que abandonaron su país huyendo del régimen talibán. Eran parte de las 3.900 personas a las que España ha evacuado en menos de un año. Sin embargo, todavía existen casos desesperados que parecen haber quedado en un limbo burocrático. Ya han pasado más de diez meses desde que El Confidencial publicó la historia de Ismael, un intérprete que trabajó durante tres años con el Ejército español en Afganistán. Temeroso de ser delatado por los fundamentalistas infiltrados en el Ejército, decidió venir a Barcelona después de la tercera campaña. Aparcó su carrera de Traducción para atender una tienda de alimentos primero y trabajar como limpiacristales después.

Afganistán Talibán
El redactor recomienda