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La cuenta atrás de Najat para traer a España a sus hermanas: "Las van a casar con talibanes"
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Un año de la caída de Afganistán

La cuenta atrás de Najat para traer a España a sus hermanas: "Las van a casar con talibanes"

Este afgano de 27 años llegó solo a Madrid hace seis meses huyendo del terror en su país y ahora lucha por salvar a su familia, que necesita un visado que les permita volver a reunirse

Foto: Najat, tras la entrevista, en la Plaza de España de Madrid. (A.R.)
Najat, tras la entrevista, en la Plaza de España de Madrid. (A.R.)
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Najat lleva seis meses en España. Logró escapar de Afganistán a través de Irán haciéndose pasar por un mendigo. Los talibanes mataron a su padre en 2020, y desde que el 15 de agosto del año pasado vio entrar a los barbudos sin oposición en Kabul supo que tenían que escapar. Desde Madrid lucha por sacar de ese infierno a su madre —extrabajadora de la AECID, adscrita al Gobierno de España— y a sus tres hermanas, jóvenes y solteras. Teme que se las lleven a la fuerza porque los nuevos dueños del país ya han ido a su casa a preguntar por ellas. Las quieren para casarlas. Busca desesperadamente que las autoridades españolas informen de su caso a la embajada de Irán para que reciban a sus familiares en una entrevista y les otorgue un visado para reunirse todos en Madrid.

"Puedes grabar, no pasa nada". A Najat no le importa que salga su nombre y su cara en este reportaje. Otros compatriotas prefieren mantenerse en el anonimato temerosos de que los talibanes lean la prensa extranjera y tomen represalias con sus allegados todavía allí. A pesar de llevar solo medio año en España, Najat ya se maneja con soltura en castellano. La cita es en la Puerta del Sol de Madrid. "¿Sabes dónde está la tienda de Apple?", indica al otro lado del teléfono. Hace doce meses era una de las miles de personas que se agolparon en los alrededores del aeropuerto de Kabul. Iba dentro de un grupo de familias llegadas desde Herat, la región afgana en la que estuvo el ejército español.

Najat llevaba un teléfono móvil que recibía las llamadas de todos los vecinos que se habían quedado en casa y se interesaban por la suerte de sus allegados. Una de esas llamadas le pidió que fuera a buscar a una persona y eso le salvó de morir en la explosión que puso fin a la evacuación. De aquello conserva problemas de audición en un oído y el recuerdo de partes de cadáveres cayendo sobre sus cabezas. Se tuvieron que volver a Herat sin conseguir su objetivo. Su madre se llama Salea y tiene 52 años. Muestra en su móvil las fotos de los documentos que la acreditan como trabajadora de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), dependiente del Ministerio de Exteriores. Su tío, mecánico, y su abuelo también trabajaron para los españoles.

"Hay chicas que no tienen marido y después de 18 años es obligatorio que se casen con talibanes"

La mujer está enferma, tiene problemas cardíacos y en 2005 fue sometida a una operación a corazón abierto en un hospital de la India. Fue la última vez que salieron de Afganistán. Sus tres hermanas tienen 24, 21 y 18 años. Además cuenta con un hermano pequeño de apenas 16 años. "Las tres están solteras. Eso supone mucho peligro. Hay chicas que no tienen marido y después de 18 años ahora es obligatorio que se casen con talibanes. Ellos fueron a preguntar a mi casa por ellas. En todos los barrios hay un responsable. Los talibanes le preguntaron cuántas personas viven en cada casa. Hicieron una lista [un censo]. Apuntaron todo. Ellos se lo dan a los talibanes y los talibanes van casa por casa y preguntan por las hijas si está soltera, si tiene marido, dónde está tú hijo…"

placeholder Najat durante la entrevista. (A.R.)
Najat durante la entrevista. (A.R.)

Najat se acuerda bien del día en el que los talibanes se hicieron con el poder, pero dice que su presencia era palpable mucho antes. "Ellos, antes de tomar el país ya sabían dónde hay gente que trabaja para el Gobierno o países occidentales, quién es periodista… ellos saben la información". Así es como mataron a su padre. "Era trabajador del Ministerio de Finanzas. Cuando mataron a mi padre en 2020, yo tenía 25 años. Mi padre estaba volviendo a casa, se bajó del coche y ellos le preguntaron por qué trabaja con el Gobierno de Afganistán y que era un enemigo. Mi padre les contestó que su obligación era trabajar por su familia y conseguir dinero para mi familia, para vivir. Los talibanes le dijeron que si no quería hablar con los talibanes tendría que tratar con sus armas. No le preguntaron más, mataron a mi padre. Nos mandaron su cadáver una semana después".

Medicación y ayuda psicológica

En el restaurante del centro de Madrid en el que se desarrolla la entrevista hay multitud de turistas que visitan la ciudad haciendo frente como pueden al calor. Se ven mapas y bolsas de tiendas caras encima de las mesas, la gente pide paella y se mezclan acentos e idiomas. Najat apenas prueba bocado del plato de pulpo y el filete con patatas que ha traído el camarero. Antes ha pedido confirmar que no lleva nada de cerdo. Durante el tiempo que dura la comida, el móvil le suena no menos de veinte veces. La mayoría de ellas es su madre desde Afganistán. Ni come ni duerme bien a pesar de que en España se siente a salvo. Recibe ayuda psicológica y está medicado.

Ese mismo día por la mañana ha recibido una buena noticia. En su cartera ya tiene su tarjeta de residencia que le han otorgado en la Oficina de Asilo que depende del Ministerio del Interior. Pone "Protección Internacional" y es válida hasta 2027. "Ha sido muy rápido", celebra. En ella figura la dirección del Centro de Acogida de Refugiados en el que vive. Hay unas 80 personas, entre ellas tres familias de afganos. Días después llegaron algunos nuevos que viajaban en el último avión procedente de Islamabad (Pakistán), la última evacuación organizada por España. "Ha venido una familia con 18 miembros", dice Najat por teléfono días después de la entrevista.

Se levanta a las 8.30 horas todos los días y, después del desayuno, tiene un curso de dos horas de lengua española en el centro con una profesora que se llama Laura. Presume de que está ya en el nivel 2. En clase son tres compañeros de Afganistán y una chica de Georgia. Después de comer, va al gimnasio y por la tarde de nuevo a estudiar español otras dos horas en un instituto de la Gran Vía. A partir de septiembre estudiará una formación profesional de frío industrial. Najat enseña orgulloso el documento en el que dicen que le han aceptado. "Es gratis". En su Herat natal había gente que hablaba español por la presencia de España en la región. "Yo iba allí y a veces hablábamos inglés y otras español".

"Si me hubiesen reconocido, me hubiesen matado, porque mi familia trabajó para el Gobierno durante años"

Cuando no entiende algo usa una aplicación de traducción que tiene en su móvil. También le sirven los test que hace en castellano para sacarse el carnet de conducir. Solo le quedan dos pruebas para poder acceder al examen teórico. Entre las llamadas de gente que recibe también hay amigos suyos, otros afganos repartidos por el mundo que esperan su momento para llegar a España o Europa. Le preguntan cómo es la vida en Madrid o consejos sobre gestiones burocráticas. Muchos de ellos están a la espera en Teherán, según ha podido confirmar este periódico. "Tenemos un grupo de WhatsApp, cuando tienen alguna duda, me llaman a mí".

"Mi familia podría ir a Irán, pero la embajada no le daría una fecha para una entrevista. Te dicen que, como tú, hay mucha gente. Ya lo intentamos y se tuvieron que volver". Najat explica que en Kabul ya no hay embajada de España por lo que la gente se marcha a Pakistán o a Irán. Las autoridades de Teherán conceden visados de un mes y si en ese tiempo no se logra hacer el trámite, tienen que regresar a casa sin haber logrado su objetivo.

Para los refugiados afganos que llegan a España hay tres fases. La primera es el centro de acogida, en la segunda hay que alquilar una casa. El Estado les ayuda económicamente en función del número de hijos. Esa segunda fase dura un año. "Yo he renunciado a la segunda fase. Para solteros no es obligatorio, para familias, sí. Yo prefiero quedarme en el centro. Prefiero centrarme en mis estudios. Para la fase tres ya no te dan ayudas, pero cuando tienes más de tres hijos, como familia numerosa, te dan seis meses más en la segunda fase". Najat percibe una ayuda de 106 euros al mes, 55,50 para tarjeta de Metro y el resto para gastos.

placeholder Najat muestra los documentos que acreditan a su madre como trabajadora de España. (A.R.)
Najat muestra los documentos que acreditan a su madre como trabajadora de España. (A.R.)

Según cuenta, en su país los talibanes "están por las calles, en las carreteras, en la frontera". A él le dejaron salir porque no le reconocieron. "Iba con mascarilla, la cabeza cubierta y muy sucio para hacerme pasar por pobre. Si me hubiesen reconocido, me hubiesen matado, porque mi familia trabajó para el Gobierno durante años. Ellos te dicen: 'Tú trabajaste para el Gobierno ganando dinero mientras nosotros estábamos en las montañas'. Yo iba con mi pasaporte, pero no tienen educación, no saben leer ni escribir. Solo saben cuál es la zona en la que tienen que poner el sello. Tienen ordenadores, pero los usan para sentarse encima". Llegó a la frontera tras 24 horas de viaje en coche. Hay conductores que hacen esa ruta a diario llevando a gente. Él compartió el trayecto con otras tres personas que no conocía y el billete le costó 1.500 afganis (15 euros).

Su huida por Irán

Najat tuvo suerte, consiguió cita en la embajada española de Irán. Llegó el 1 de noviembre y el 25 logró el visado. "Mandé un correo cuando ya estaba allí, les conté mi situación, a los dos días me respondieron, me preguntaron si tenía familia en Irán y me dieron cita para la semana siguiente. Tuve mi entrevista desde las 10 de la mañana hasta las 14 horas. Ellos estaban muy tranquilos y muy amables. Eran españoles con dos traductoras iraníes que hablaban persa. Después, ellos cogieron mis documentos, los escanearon y me dijeron que si no tenía dinero me podían dejar para alquilar habitaciones. Después de 12 días me llamaron, fui a la embajada de nuevo y recogí el visado. Luego compré un billete que me costó 237 euros con mis ahorros. El tiempo que estuve allí alquilé una habitación".

En junio tuvo lugar en Madrid la cumbre de la OTAN en la que apenas se habló de la misión internacional que llevó a Occidente a estar presente en Afganistán durante 20 años. Najat desconocía ese dato. La coyuntura internacional ha desplazado la situación de su país a un segundo plano, especialmente tras la invasión rusa en Ucrania. A su juicio, el despliegue de la misión internacional sí mereció la pena. "Puedo decir que no fue un fracaso. Cuando España vino a mi ciudad no teníamos puente, luz, alcantarilla, aeropuerto… cuando ellos vinieron a mi país ayudaron a mucha gente a trabajar. Ellos ayudaron con cosas diferentes, desarrollaron mucho mi país". No siente que Occidente les haya abandonado y culpa a sus gobernantes. "Antes ya estaban los talibanes. Cuando América vino, se desarrolló mucho el país, cuando el contrato terminó, cogió a sus soldados y los talibanes llegaron de la montaña".

Najat lleva seis meses en España. Logró escapar de Afganistán a través de Irán haciéndose pasar por un mendigo. Los talibanes mataron a su padre en 2020, y desde que el 15 de agosto del año pasado vio entrar a los barbudos sin oposición en Kabul supo que tenían que escapar. Desde Madrid lucha por sacar de ese infierno a su madre —extrabajadora de la AECID, adscrita al Gobierno de España— y a sus tres hermanas, jóvenes y solteras. Teme que se las lleven a la fuerza porque los nuevos dueños del país ya han ido a su casa a preguntar por ellas. Las quieren para casarlas. Busca desesperadamente que las autoridades españolas informen de su caso a la embajada de Irán para que reciban a sus familiares en una entrevista y les otorgue un visado para reunirse todos en Madrid.

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