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La Carga de la Brigada Ligera: el desastre militar suicida del que se enorgullecen en Inglaterra
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La Carga de la Brigada Ligera: el desastre militar suicida del que se enorgullecen en Inglaterra

La versión uniformada del 'teléfono escacharrado' provocó una encomienda con tragedia asegurada de la caballería británica en la Guerra de Crimea, a mediados del siglo XIX

Foto: 'La Carga de la Brigada Ligera', de William Simpson.
'La Carga de la Brigada Ligera', de William Simpson.

¿Cuál es el mejor remedio contra una leyenda negra? Si en España lo hubiésemos sabido hace 4 siglos, es probable que otro gallo hubiera cantado. Pongamos el ejemplo de la Armada Invencible: no hay alumno de instituto de este país que no sepa el gran desastre, del que nada bueno se puede sacar, que ocurrió en aguas del Mar del Norte, del Canal de la Mancha y del Océano Atlántico en 1588 durante el reinado de Felipe II. Lo que no se suele contar es que la guerra en la que tuvo contexto este suceso (la Guerra anglo-española de 1585-1604) acabó con el Tratado de Londres, en el que España salía claramente favorecida.

En vez de eso, nuestro sistema educativo hace especial hincapié en lo malos que éramos hace 500 años, en cómo nuestra mentalidad imperialista nos hizo intentar abarcar más de lo que podíamos, en la derrota inconmensurable de dicha empresa... Puede dar la impresión de que nos regocijemos en nuestros peores momentos, algo que podría estar bien implantado en el ADN español, pero lo cierto es que no somos los únicos que tenemos auténticos desastres militares, y el Reino Unido, desde luego, no es una excepción, pero se les da mucho mejor el marketing.

"Ese disparo no me dio, impactó directamente al hombre a mi derecha, justo en el pecho"

El contexto de uno de sus mayores desastres es la Guerra de Crimea, en la que Rusia y el Reino de Grecia se enfrentaron al Imperio Otomano, a Francia y al Reino Unido, debido al expansionismo del Imperio Ruso de mediados del siglo XIX y al miedo de que el Imperio Otomano, en catastrófica decadencia desde finales del siglo XVIII, se desmoronase, permitiendo un expansionismo rampante de Grecia y Rusia. Esta guerra en particular (como su nombre indica) tuvo lugar en la península de Crimea, actualmente territorio ruso (según Rusia) o ucraniano (según gran parte de la comunidad internacional).

Dicho conflicto se saldó con la destrucción de Sebastopol (y su posterior reconstrucción) y la victoria aliada. En realidad, diversos historiadores consideran que esta guerra resulto ser algo "inútil", como así lo explica el historiador británico Frank McLynn en su libro '1759: The Year Britain Became Master of the World' (nada más y nada menos...). En él, el historiador explica cómo "el conflicto fue completamente innecesario" debido a que, a pesar de la victoria, no se mermó el imperialismo ruso ni se consiguió el cese de la decadencia del Imperio Otomano, del mismo modo "que no se obtuvo nada" en su trascurso.

placeholder Lord Cardigan.
Lord Cardigan.

Además, la Guerra de Crimea fue testigo el 25 de octubre de 1854 de la Batalla de Balaclava, de resultado ambiguo, probablemente por la catastrófica falta de profesionalidad, fanatismo ciego, ausencia de la capacidad de cuestionar las órdenes o de interpretarlas correctamente de la caballería ligera británica, a las órdenes de Lord Cardigan (sí, por el que determinados jerséis abotonados se llaman cárdigan, dado que las tropas a su mando los llevaban).

El comandante británico de la batalla, Lord Raglan, mandó la orden a la caballería de "avanzar rápidamente al frente, seguir al enemigo e intentar evitar que estos adquieran las piezas de artillería". La idea del mando era enviar a la caballería ligera a las fortificaciones otomanas destruidas que los rusos estaban 'saqueando', retirando de ellas los cañones navales que allí estaban emplazados. Para esta tarea se trataba de una misión perfecta, dado que la rapidez de la caballería ligera permitía cortar las vías de suministro y obligar a los rusos a retirarse rápidamente o a quedar copados.

placeholder Derrota de la armada invencible, pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg (1796).
Derrota de la armada invencible, pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg (1796).

La orden llegó, como se explicó en un artículo del periódico 'The Times' del 14 de noviembre de 1854, a manos de Lord Lucan (el superior de Cardigan -y su cuñado, al cual odiaba-, a mando de toda la caballería inglesa) a través del Capitán Louis Edward Nolan que, de viva voz, le informó que las órdenes del mando eran "atacar inmediatamente". Lord Lucan le pidió que especificase a quién, a lo que Nolan, con un gesto del brazo, le dijo que a la artillería enemiga (no a las fortificaciones).

Fue entonces cuando Lucan ordenó a su cuñado que cargase, junto a sus 607 hombres, de frente al enemigo, situados al otro lado del valle que los separaba, una zona completamente plana de 1,6 kilómetros de largo. Al otro lado, 20 batallones de lanceros y otros tipos de infantería, así como 50 piezas de artillería a ambos lados, esperaban.

Foto: La batalla de La Rochelle, inmortalizada en una miniatura de la época.

Esta carga, desde un punto de vista militar, resultaba un despropósito total. Avanzar por una zona llana, hacia una posición enemiga fortificada, con artillería en alerta, que tiene un campo de visión total de la zona, apoyada por más artillería elevada en posiciones enfiladas... Un suicidio. La idea es que, después de la carga de la brigda ligera, la 'pesada' (con caballos con armadura, armas de fuego...) comandada por Lucan avanzase.

Sin dudar, Cardigan cargó, liderando a sus hombres. En este momento Nolan, siendo consciente de su error, cargó también (los historiadores suponen que lo hizo para evitar la masacre) aunque fue alcanzado por un proyectil a los pocos segundos. En una entrevista a Lord Tredegar (que estuvo presente durante estos acontecimientos) publicada en 1897 por el periódico 'The Flinshire Observer', el militar explica que "los primeros proyectiles explotaron en el aire a 100 yardas (91 metros) de nosotros. La siguiente impactó justo delante del caballo de Nolan, lo que hizo que su caballo se diera la vuelta, pero en unos pocos metros Nolan cayó muerto al suelo".

placeholder Retrato a acuarela de Louis Edward Nolan.
Retrato a acuarela de Louis Edward Nolan.

Pero el relato de Lord Tredegar no acaba ahí: "Continuamos con la carga, y tras 200 metros el resto de la artillería rusa empezó a disparar. No recuerdo escuchar ni una sola palabra, de nadie, mientras pasamos de trotar a galopar. A los 100 metros podía ver como íbamos directos hacia los cañones, de frente, y a los soldados rusos provocando su ignición. Ese disparo no me dio, impactó directamente al hombre a mi derecha, justo en el pecho".

Lord Tredegar fue uno de los pocos que escapó con vida de esa carga. Las bajas británicas fueron de 278 (aunque esta cifra oficial británica no tiene en cuenta las tropas capturadas por el enemigo). Entre los supervivientes, se encontraba Cardigan y esto desató el desastre para Lucan, su cuñado. A pesar de que tres semanas pasaron entre la batalla y que las noticias de la susodicha alcanzasen suelo británico, el público y los altos estamentos militares se tomaron muy en serio el resultado. Se consideró a la caballería una fuerza llena de valor, digna de admiración, mientras que a los oficiales... no tanto.

Tanto Lord Raglan como Cardigan culparon directamente a Lucan por su mala interpretación de las órdenes, y por no haber impuesto su juicio a una decisión claramente errónea. Esto provocó una guerra de acusaciones tanto en la prensa como en la Cámara de los Lores entre Raglan y Lucan, mientras que a Cardigan se le consideró un héroe nacional y fue ascendido a Inspector General de la Caballería Británica. A pesar de todo, el cruce de acusaciones no llegó a nada y Lucan fue ascendido varias veces hasta su muerte en 1888.

El marketing y la leyenda nacional

Este evento provocó un gran desasosiego entre la población británica hasta que seis semanas después, el poeta 'Alfred, Lord Tennyson' publicase 'La Carga de la Brigada Ligera' (que bien sigue estudiándose hoy en día en las escuelas del Reino Unido), una composición lírica que ensalza la valentía de las fuerzas de Lord Cardigan. Esto, no solo significaba crear un poema sobre un evento traumático, sino que estaba pensado que sirviese para cambiar el punto de vista de la población, pasando de 'desastre' a 'heroicidad'.

Foto: Bombardeo de Valparaíso por Méndez Núñez, pintado por William Gibbons.

No es de extrañar dado que en 1854, Lord Tennyson era el 'Poet Laureate of the United Kingdom' (Poeta Laureado del Reino Unido). Un cargo sin obligaciones reales, pero adjudicado por el Rey de Inglaterra a recomendación del Primer Ministro. Dicho de otro modo: Lord Tennyson era quien tenía la responsabilidad de elaborar una obra que alterase la opinión pública, y lo consiguió.

Hoy en día, en el Reino Unido, los "600 que cabalgaron en el valle de la muerte" son considerados absolutos héroes, mientras que los marineros e infantes que zarparon desde la península solo son recordados por haber participado en un desastre sin precedentes, que seguimos enseñando en nuestros colegios e institutos como si unos latigazos de más, 500 años después, no sobrasen.

¿Cuál es el mejor remedio contra una leyenda negra? Si en España lo hubiésemos sabido hace 4 siglos, es probable que otro gallo hubiera cantado. Pongamos el ejemplo de la Armada Invencible: no hay alumno de instituto de este país que no sepa el gran desastre, del que nada bueno se puede sacar, que ocurrió en aguas del Mar del Norte, del Canal de la Mancha y del Océano Atlántico en 1588 durante el reinado de Felipe II. Lo que no se suele contar es que la guerra en la que tuvo contexto este suceso (la Guerra anglo-española de 1585-1604) acabó con el Tratado de Londres, en el que España salía claramente favorecida.

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