Pizarros, Leopardos y Centauros: los 'nuevos' vehículos del Ejército de Tierra hacia la Fuerza 35

El Ejército de Tierra necesita una importante renovación de material de manera urgente y esto no es ninguna novedad. El Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas impulsan desde hace años una serie de programas y planes para avanzar en el Horizonte 2035, cuyo objetivo es actualizar y modernizar las capacidades de la fuerza terrestre española. Ya hay varios aprobados en marcha y otros por llegar. El panorama muestra una mezcla de novedades importantes, modernizaciones necesarias y, cómo no, algunas dudas. Con los planes de inversión nacional en defensa acelerándose para cumplir con los niveles de inversión comprometidos en la OTAN, el momento es propicio para reflexionar.

Sobre el material que debe servir en las futuras unidades, hay temas importantes que se van cerrando. El Consejo de Ministros de este martes aprobó varios programas ya previstos en los presupuestos de Defensa de 2023. Uno de los más urgentes es el lanzacohetes de alta movilidad el Silam, un refuerzo para la artillería que devolverá las capacidades lanzacohetes, aprobado con un importe de 714,5 millones de euros.

También se dio luz verde a la modernización del sistema antiaéreo Nasams por 673,4 millones de euros. Otro programa clave con dotación aprobada, es el del misil contracarro Spike LR II, nueva versión del Spike que ya utilizan las Fuerzas Armadas. Se adquieren 1.680 unidades y 168 puestos de tiro por un importe de 287,5 M€. Todos estos capítulos (Silam, Nasams y Spike) en cinco años.

Pequeña en términos relativos, pero muy interesante, es la partida dedicada al desarrollo e integración de una espoleta correctora de trayectoria para munición de 155 mm y por importe de casi 16,8 millones de euros. Se trata del kit de espoleta guiada que está desarrollando Escribano M&E y que analizamos recientemente en EC Defensa. Con estos fondos aprobados, el capítulo más importante que se ha quedado pendiente es el de los misiles antiaéreos Patriot PAC-3 MSE (Patriot Advanced Capability 3), que contempla modernizar los lanzadores actuales y adquirir una batería más.

Un Pizarro totalmente nuevo

Para esa futura Fuerza 35, el Dragón 8x8 es un elemento clave ya en marcha. También el VAC, el futuro Vehículo de Apoyo a Cadenas, que fue analizado en detalle y que avanza a buen ritmo después de recibir en agosto un presupuesto autorizado de casi 2.000 de euros (aunque se trata solo de la primera fase de 394 unidades). Pero surgen dudas sobre tres elementos que constituyen la espina dorsal de las unidades acorazadas y de las de caballería ligera. Se trata del Pizarro, el Leopardo y el Centauro.

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El Pizarro es el VCI o Vehículo de Combate de Infantería (IFV en inglés) que dota los regimientos mecanizados. Es la plataforma desde y sobre la que combate la infantería de las unidades pesadas. Es un diseño basado en la plataforma Ascod, creada originalmente entre la empresa española Santa Bárbara Sistemas y la austriaca Steyr-Daimler-Puch AG, ahora ambas integradas en GDELS (general dynamics european land system).

En España se adquirieron en una primera fase 144 ejemplares, entregados hasta finales de 2003, a la que siguió una segunda, los Pizarro Fase II. De esta segunda fase se debían haber entregado 212 unidades, pero la crisis económica de 2008 dejó esta cifra en tan solo 117. Se trataba de un diseño efectivo, con criterios modernos y funcional. Con una rampa en su parte trasera, fácil acceso y amplio interior; eran el complemento perfecto para las unidades de carros.

El problema del Pizarro es que su diseño es de finales de los ochenta y entró en producción en 1996. Esto quiere decir que, pese a lo acertado del diseño general, ya se encuentra desfasado frente a las amenazas actuales, sobre todo en cuanto a protección. También ha tenido varias debilidades crónicas, como la transmisión y ciertos problemas con su arma principal, el cañón Mauser MK 30-2 de 30 mm. La Fase II incorporó diversas mejoras y solucionó algunos problemas, pero quedó limitada al no dotarse de misiles. Sin duda, lo más importante es que el diseño está agotado porque la plataforma no admite más de 30-32 toneladas. Por eso, es difícil pensar en una nueva evolución, una hipotética Fase III, que nacería ya con su peso máximo topado.

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Ese es el problema último de esa plataforma, algo similar a lo que sucede con el VCZ (Vehículo de Combate de Zapadores) Castor. También el motivo de que, a la hora de pensar en una evolución, se haya descartado por parte del Ejército la plataforma del Pizarro, siendo la idea desarrollar un nuevo VCI a partir de la plataforma del VAC, que nace con un límite de 42 toneladas y por tanto, permitirá futuras evoluciones en cuanto a niveles de protección, armas y equipos.

Un Leopardo al siguiente nivel

A caballo entre las versiones alemanas 2A6 y 2A7, el Leopardo 2E fue, en su día, uno de los mejores —por no decir el mejor— carro del mundo. Pero si el modelo no se actualiza —es de principios de los dos mil— se va quedando, poco a poco, obsoleto.

El problema actual del Leopardo no es que haya dejado de ser un potente blindado, sino que varios de sus componentes, con más de 20 años de vida, se han quedado sin posibilidad de recambios. Esto es grave y ha obligado a plantear una modernización urgente que afecta, en buena medida, a una electrónica que se dejó de fabricar hace tiempo. Por ello fue necesario aprobar una partida presupuestaria (el 22 de agosto de 2023) por valor de más de 208 millones de euros, por un período de tres años prorrogable por otros tres.

Esta modernización afecta solo a lo urgente, a aquello que podría comprometer la operatividad. No es un debate sobre tener un material más o menos moderno, es tener al menos uno que funcione. Pero estos cambios son menores respecto a la idea de hacer una actualización que llevaría el actual carro de combate a un nuevo nivel y que ya se viene denominando como Leopardo 2E Plus o como Leopardo 2E-M.

Estas otras mejoras supondrían actualizar el actual sistema de mando y control (BMS-ET), renovar telémetros láser y cámaras térmicas con otras de última generación e implementar pantallas para tirador y conductor junto a una cámara de visión para conductor.

En cuanto a elementos de combate, es necesario instalar un nuevo PERI —el visor del jefe de carro— así como un montaje remoto (RCWS) con arma de 12,70 mm, lo que les dotaría de una nueva capacidad para hacer fuego letal. También se mejorará cañón 120 L/55, permitiendo utilizar municiones más potentes y programables. Todo lo anterior, junto a equipos de ocultación y enmascaramiento, debería alcanzar a toda la flota.

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La experiencia de la guerra en Ucrania aconseja, además, incrementar las medidas contra guerra electrónica, utilizar blindajes modulares, explorar defensas de rejas en los laterales y disponer de un número determinado (podría ser para un grupo táctico) de sistemas de protección activa o APS (tipo Trophy), además de un número más reducido de kits de arados y barreminas. La preinstalación de ambos kits, APS y barreminas, la llevarían todas las unidades

¿Cuándo se acometerá este programa? No hay todavía elementos suficientes para responder a esa pregunta. Dado que se acaba de aprobar la modernización de los elementos más urgentes con un horizonte de 3-6 años, podemos pensar que no será hasta después de que se termine esa fase que se decida renovar el principal blindado español.

Centauro: ¿modernización o vehículo nuevo?

La caballería pasa por un momento crítico, en lo que a material concierne. Dispone de dos vehículos de combate, el VEC, que proporciona alta cadencia de tiro con su arma de 25 mm y, en el caso de la caballería ligera, el Centauro, con su gran potencia de fuego merced a su cañón de 105 mm. La cuestión es que el VEC hace tiempo que debió ser reemplazado y el Centauro ya debe ser modernizado o sustituido en el medio plazo.

El VEC, blindado de seis ruedas derivado del BMR, ha dado mucho juego, pero ya ha superado su límite. La solución, con mucho retraso, está en camino. Su reemplazo debería haber sido el Dragón en versión de caballería pero, además de tarde, llega con problemas de peso para adoptar una torre tripulada, algo que es imprescindible y plenamente justificado para unas unidades que basan su eficacia en el control del terreno.

El 8x8 ha sido muy criticado por su enorme tamaño y peso. En esto hay que decir que quizás, las enseñanzas del conflicto ucraniano, una guerra simétrica o de alta intensidad que parecía descartada cuando se diseñó, han demostrado que una elevada protección es fundamental y, en este sentido, el Dragón cumple. Otra cuestión es que se haya querido hacer un único modelo que sirva para todo, lo que hace que vaya atiborrado de sistemas y que se haya encontrado, nada más empezar, en el límite de su peso máximo. Del precio, ni hablamos.

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El Centauro es tema aparte. Las unidades de caballería están muy satisfechas con el vehículo en cuanto a su concepto y resultados operativos. Se mueve bien por el campo y dispone de un arma contundente y eficaz. Pero es muy exigente en cuanto a mantenimiento y esto ha sido una batalla constante. Si como concepto de vehículo se ha visto que es el adecuado, su futuro solo tiene dos posibilidades: la modernización de los VRCC Centauro actuales o la búsqueda de uno nuevo.

Modernizar el vehículo anterior sería muy caro porque habría que cambiar, de entrada, toda su electrónica y sistemas, uno de sus problemas crónicos. Al final podría costar casi como uno nuevo sin serlo, por lo que es una alternativa descartada por el Ejército. En la búsqueda de un nuevo diseño, el primero en venir a la cabeza es el Centauro II italiano, con cañón de 120 mm. Sería un poco volver a lo mismo de antes, a la vez que no está nada claro si compensa un cañón de ese calibre, con sus inconvenientes —limitaciones de la plataforma, menos munición a bordo, etc.— cuando es un vehículo para combatir tropas ligeras y fijar las pesadas. Tampoco parece la solución.

La familia del Piraña

Si se va a un diseño nuevo se podría pensar en utilizar la plataforma del 8x8 y compartir elementos con el resto de vehículos. Pero nos encontramos de nuevo con el problema del peso. Si ya el Dragón tiene dificultades y se le está dando vueltas para poner una torre tripulada con arma de 30 o 40 mm, imaginemos ponerle una de 105 mm, cuando las primeras están por debajo de tres toneladas y la segunda por encima de cuatro.

¿Qué hacer entonces? La lógica aconseja ir hacia lo conocido y, en este sentido, se podría apuntar hacia un diseño nuevo basado en la plataforma del Piraña V (que es también la base del Dragón), pero teniendo en cuenta desde el primer momento los límites de pesos con los que va a trabajar. Sí que se podrían aprovechar muchos, al menos algunos, de los sistemas diseñados para el 8x8 y podría existir cierta comunalidad. También sería la oportunidad de remediar algo que no es fácil de explicar, como es la ausencia de una versión de recuperación en la familia del Dragón.

La decisión no está tomada y podrían entrar otros elementos en juego. Pero a día de hoy, esta es la solución más eficiente y satisfactoria para la caballería. En cualquier caso, no se puede demorar mucho más.