Veinte años del Centauro: el blindado del que España presume se está quedando obsoleto
Se trata de uno de los blindados clave del Ejército español pero el tiempo pasa y todo sigue igual. El Centauro comienza a quedarse obsoleto y eso es un problema
Con sus casi 30 toneladas, ocho ruedas y gran cañón de 105 mm, el Centauro es un vehículo que no pasa desapercibido. Sus características, como su elevada velocidad, se han hecho imprescindibles para las unidades de caballería, donde juega un papel fundamental. Ya nos hemos acostumbrado a verlos, tal vez demasiado, y ese es parte del problema: pese a su importancia, apenas han cambiado desde que llegaron las primeras unidades. Ya han pasado por muchas de ellas más de 20 años de duro trabajo y se nota. Es otro de los materiales clave del Ejército que precisan de atención inmediata.
La caballería, lejos de representar un concepto anticuado, es un arma en plena vigencia que todos los países del mundo (algunos con diferentes denominaciones) mantienen y potencian. El reconocimiento, la exploración, el combate a vanguardia y ralentizar el avance enemigo, son algunas de sus funciones y misiones características, muy diferentes de las de la infantería. Por ello, sus unidades se han debido dotar de un material específico orientado a sus propias misiones de combate.
El primer paso (muy acertado) fue dotar a las unidades de caballería de un elemento ligero para exploración, el vehículo de ruedas VEC (Vehículo de Exploración de Caballería), pero se precisaba una potencia de fuego que el VEC, con su cañón de 25 mm, no podía satisfacer. Se buscó un nuevo vehículo que cubriera esta necesidad y tras descartar otros modelos, como el AMX-10 francés, se optó por comprar el modelo italiano Centauro y se adquirieron un total de 84 unidades que se denominaron VRCC (Vehículo de Reconocimiento y Combate de Caballería).
El Centauro llega a España
El diseño del Centauro data los 90 y fue desarrollado por Iveo Fiat y Oto Melara (hoy Leonardo). Los primeros 22 ejemplares llegaron de Italia entre 2000 y 2001, causaron buena impresión y se firmó un segundo lote de 62 vehículos que ya se fabricaron parcialmente en España y se les dotó de ciertas mejoras, como una segunda ametralladora en la torre y una cámara térmica de segunda generación, que se incorporó en los 22 modelos iniciales.
Aunque desde el principio haya tenido algún aspecto mejorable, sus características generales son buenas. Tiene una autonomía de 800 km y es capaz de alcanzar los 105 km/h gracias a su motor de 520 CV. Su armamento está compuesto por un cañón Oto Melara giroestabilizado, de alta presión y bajo retroceso de 105/52 mm con camisa térmica y freno de boca. Hace fuego muy preciso entre 1.200 y 1.400 m y puede hacer fuego eficaz en caso necesario entre 2.500 y 3.000 m, pues permite utilizar munición ‘flecha’ (APFSDS) con un alcance eficaz de 4.000 m.
El casco es muy bueno y la torre es grande, pero muy compleja. Este es uno de los puntos delicados de este vehículo: su complejidad. Hay demasiada electrónica y el resultado es que la torre es muy sensible. La movilidad es excelente por caminos y buena en campo a través, con las lógicas limitaciones que le imponen los accidentes del terreno y no utilizar cadenas. Sube bien por cuestas pronunciadas y solo muestra debilidad cuando el terreno está muy embarrado. Lo que es normal en todos los vehículos de ruedas.
Todas las cualidades y el desempeño del Centauro lo hemos podido comprobar sobre el terreno. Hemos estado recientemente varios días en los Ejercicios "Linaje Aldaba I/21" con el GCLAC Santiago I/12, perteneciente al Regimiento Farnesio nº 12, el más antiguo de la Caballería española. Han sido unas intensas maniobras que han tenido lugar en San Gregorio (Zaragoza) y Renedo (Valladolid). Se ha hecho tiro con fuego real, coordinación con artillería, zapadores e ingenieros, ejercicios de ataque, exploración, retardo y paso de río, donde el Centauro volvió a demostrar la importancia de contar con un elemento ágil y con gran potencia de fuego.
Un vehículo que se desenvuelve muy bien sobre el terreno y que, bien utilizado, supone un formidable apoyo en las misiones típicas de caballería. Pero los años pasan. Los Centauros tienen dos décadas los primeros y una media de 17 años los segundos. Se podría decir que se encuentra a la mitad de la vida útil del material pero a dos tercios de la de sus sistemas principales para combate, por el avance en la tecnología. Lo más crítico es la cámara térmica del tirador.
Mejoras imprescindibles
La cámara Galileo 2000 es de segunda generación y ya se instalan equipos de cuarta. La cámara térmica es un elemento vital para cualquier vehículo de combate pues significa detectar y sobre todo, identificar, al enemigo a mayor distancia. La cámara térmica permite obtener una imagen del enemigo (otro blindado, por ejemplo) en condiciones de baja o nula visibilidad (polvo o nocturno) y con ello identificar el tipo de vehículo. El avance en las sucesivas generaciones supone mejorar su resolución, que se traduce en que se obtiene una imagen nítida a mayor distancia. Con la Galileo actual se obtiene esa imagen a corta distancia, pero de lejos (varios kilómetros) lo que se ve es una ‘mancha’. Se sabe que hay algo, pero no qué es.
Una cámara térmica de tercera generación permite discriminar objetivos a más de 10 km y esto es vital para un vehículo de caballería, pues basa el éxito de su misión y a la postre su supervivencia, en detectar antes de ser detectado. Es pues algo imprescindible de mejorar y que se debería complementar con un repetidor (una réplica de la imagen) para el jefe de vehículo.
Otras mejoras imprescindibles supondrían simplificar la electrónica sobre todo a nivel de torre donde, por ejemplo, el encendido se debe realizar con bastantes pasos que hay que seguir paulatinamente y que requieren su tiempo, a veces entre 15 y 30 interminables minutos. Algo que en el caso del carro de combate Leopardo lleva apenas un minuto. Del mismo modo mejorar el ya superado PERI (periscopio) del jefe, con un funcionamiento similiar al del Leopardo, implementación fija del sistema de combate BMS (el del Leopardo y Pizarro), que ahora se utiliza en precario mediante ‘tablets’ portátiles; también mejorar la dirección de tiro, fundamental para la precisión y eficacia en el combate y mejoras en protección con blindaje modular de ‘quita y pon’ y unos escudos de protección para las ametralladoras de jefe y cargador.
Todas estas mejoras se pueden llevar a cabo por la industria nacional. Por ejemplo la empresa española SDLE (Star Defence Logistics & Engineering) está acometiendo un interesante trabajo de ‘upgrade’ para los Centauro del ejército jordano, incorporando entre otras cosas una cámara térmica de tercera generación capaz de discriminar un objetivo a 11 kilómetros. Además, es conocida la experiencia y eficacia de los sistemas optrónicos de Escribano M&E que ya han dado pruebas de excelentes resultados con la Armada (sistema OTEOS) así como en sus montajes remotos Guardian. Y para el resto de mejoras tan solo se necesitaría voluntad de hacerlo y encontrar esos recursos económicos.
¿Reemplazo a futuro?
Además de su modernización inmediata hay que pensar en su reemplazo a futuro pues un vehículo de este tipo, capaz de proporcionar esa necesaria potencia de fuego va a seguir siendo necesario. Con o sin mejoras (esperemos lo primero) al Centauro le quedan unos 15 años de vida como máximo. Su reemplazo podría llegar por dos vías, la adquisición de un nuevo modelo en el exterior o el desarrollo propio. Para el primer caso no habría a día de hoy un candidato claro, toda vez que el desarrollo italiano de su Centauro, el Centauro II, incorpora un cañón de 120 mm, más potente es verdad, pero que para las misiones de caballería (detener, retardar) presenta más complicaciones que ventajas. Además, es mucho más complejo, más pesado, con suspensión activa y muy cargado de electrónica.
El desarrollo (o al menos codesarrollo) es factible e incluso deseable. La barcaza del 8x8 Dragón que podría ser un buen punto de partida. La barcaza tal cual debería ser modificada pues ya se encuentra en un nivel de peso demasiado elevado, pero se podría desarrollar a partir de ahí un nuevo casco para ese futuro vehículo de combate de caballería. La ventaja logística por comunalidad de elementos sería muy importante.
Como armamento habría múltiples opciones y no deja de ser llamativo el enorme interés de la firma belga John Cockerill en nuestro país, hasta el punto de haber creado una filial española. Esta empresa está especializada (y goza de buen prestigio) en adaptar torres artilladas a casi cualquier vehículo y ofrece unas soluciones muy interesantes, como su torre 3105 con arma de 105 mm y peso contenido. Tampoco hay que olvidar aquí a Escribano M&E, del que sabemos está experimentando con cañones de medio calibre, va a hacerlo con calibres superiores y es muy capaz también de diseñar y fabricar una torre a medida.
No hacer nada no es una opción
Tanto el VEC como el Centauro son claves para el desempeño de la caballería y ambos necesitan que se actúe. Sobre el primero ya está prevista su sustitución por el Dragón 8x8 en versión de caballería, que debe ser con torre tripulada y cañón de 40 mm. La solución está en marcha, aunque con algunas dudas y un retraso excesivo (e injustificable) que puede obligar a prolongar la vida del viejo VEC, ya con más de 40 años, por otra década más. Pero sobre el Centauro, aunque se ha hablado varias veces de ello, la realidad es que no hay ningún plan concreto y firmado sobre la mesa que garantice su futuro.
De no hacerse nada con este material, será la crónica de su muerte anunciada. Una crónica que se puede escribir ahora y que se iniciaría con ejemplares averiados que ya no se reparan. Seguiría con inmovilizaciones por falta de recambios, canibalización y goteo de unidades fuera de servicio hasta que su utilidad operativa quede comprometida y reciba el ‘tiro de gracia’, dando de baja los supervivientes y dejando alguno de ellos para museo.
El Centauro es solo una más de las carencias a las que se está llegando de manera simultánea en las Fuerzas Armadas Españolas, que se enfrentan a una constante reducción de la inversión en defensa. Esto ha ocurrido con crisis y sin ellas pero es algo que debe cambiarse si no se queiere que, cualquier día, nos encontraremos con una defensa incapaz de defendernos.
Con sus casi 30 toneladas, ocho ruedas y gran cañón de 105 mm, el Centauro es un vehículo que no pasa desapercibido. Sus características, como su elevada velocidad, se han hecho imprescindibles para las unidades de caballería, donde juega un papel fundamental. Ya nos hemos acostumbrado a verlos, tal vez demasiado, y ese es parte del problema: pese a su importancia, apenas han cambiado desde que llegaron las primeras unidades. Ya han pasado por muchas de ellas más de 20 años de duro trabajo y se nota. Es otro de los materiales clave del Ejército que precisan de atención inmediata.