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Los asesinos de Brabante - Capítulo 2: Dos meses de sangre y terror (1985)
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La banda está de vuelta

Los asesinos de Brabante - Capítulo 2: Dos meses de sangre y terror (1985)

Los 22 meses de silencio de la banda de Nivelles se rompen tras el verano de 1985. Los asesinos de Brabante han vuelto

Foto: Imagen: Laura Martín.
Imagen: Laura Martín.

Han pasado 22 meses desde el último asesinato de la banda en 1983 y algunos intentan encontrarle alguna explicación. Quizá los dos sospechosos que la policía detuvo tras el incidente de Nivelles eran, efectivamente, los asesinos de Brabante. Pero ¿cómo se explicaba entonces el doble asesinato de Anderlues, con las mismas armas y el mismo coche usados en otros asaltos, mientras los sospechosos estaban bajo custodia policial? Para el público, en un principio fueron dos incidentes no conectados, porque esa información clave, que el arma y el coche de Anderlues ya habían sido utilizados, no fue pública durante algún tiempo.

En todo caso, las primeras líneas de investigación, que se dirige en Nivelles, apuestan por la tesis de que los asesinos, que son las dos personas retenidas, son una banda de atracadores. Otros investigadores creen que esa teoría no se sostiene. Defendían que no se podía relacionar a los sospechosos con los primeros crímenes: ¿por qué unos ladrones iban a torturar a José antes de matarlo solamente por darse un festín en la cocina? Además, para algunos de ellos estaba claro que lo que había ocurrido en Anderlues era obra de la misma banda que había cometido los primeros delitos, por lo que se debía descartar que los dos detenidos fueran realmente los autores de los delitos. En este momento hay una división en la investigación entre los que creen que todos los incidentes que se han estado registrando forman parte de una sola banda y los que apuestan por separar las distintas acciones.

Foto: Imagen: Laura Martín.
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Nacho Alarcón. Bruselas Ilustración: Laura Martín

Los belgas comienzan a vivir una cierta nueva normalidad a lo largo de 1984. Pueden acudir a los supermercados sin el miedo de antaño. Se había generado una atmósfera asfixiante que ahora empieza a relajarse. Es cierto que sigue habiendo mucha tensión tras la aparición de las Cellules Communistes Combattantes (CCC), un grupo terrorista comunista que a lo largo de 1984 y durante todo 1985 actúa en Bélgica. Pero el tipo de acción es radicalmente diferente. Las CCC dejan dos muertos y varios heridos por el camino, pero por ejemplo uno de sus objetivos favoritos son instalaciones de la OTAN.

El fin del silencio

Los 22 meses de silencio de la banda de Nivelles se rompen tras el verano de 1985. Los asesinos de Brabante han vuelto. ¿Por qué pararon sus acciones durante 22 meses? Es una de las grandes preguntas que se hacen los investigadores todavía hoy. De lo que sí que no hay dudas es de que han regresado. Lo hacen solamente por espacio de unas pocas semanas. Las más sangrientas de los años de plomo belgas. El 27 de septiembre de ese año fue un mal día para hacer la compra en las zonas cercanas a la capital, Bruselas.

Primero actuaron en el Delhaize de Braine-l'Alleud. Poco después de las ocho de la tarde. Un niño de 12 años pasea en bicicleta por el aparcamiento mientras espera a sus padres. Un coche se detiene y de él se bajan ellos. Sería más difícil saber quiénes eran si no fuera por él. El Gigante. Claramente, el líder de la banda, acompañado de los que fueron bautizados como el Viejo, que normalmente conduce los coches, y el Asesino, claramente el especialista en tiro. El Gigante, un tipo que, según las descripciones, mide más o menos un metro 90 centímetros, parece ser el cerebro de las acciones, el que ordena y planifica. Algunos investigadores creen todavía hoy que la descripción que se hace del líder de la banda es demasiado vaga y que, en general, todos los miembros de la banda eran relativamente altos. Arrastran al niño de la bicicleta hacia el interior del Delhaize. En 1983 ya habían usado como escudo humano a un estudiante que financiaba sus estudios trabajando en un supermercado. Con el niño de 12 años hacen lo mismo.

Foto: Fotografía de un sospechoso de los llamados "Asesinos de Bruselas" (Policía Federal Belga)

En ese supermercado mueren dos personas. Una, Ghislain Platane, salía cuando ellos entraban. Le disparan y lo matan. Otro tarda demasiado en tirarse al suelo cuando ellos lo ordenan y deciden que su torpeza merece que sea acribillado antes de salir del supermercado con el botín en sus manos. En el aparcamiento, Bozidar Djuroski espera en una camioneta junto a su hijo de 17 años. Su mujer e hija están dentro del supermercado. De nuevo, una persona que está en el lugar equivocado en el peor momento. Los miembros de la banda miran a la furgoneta de camino al coche con el que van a huir. Ocho disparos. Bozidar es asesinado en el instante y su hijo queda gravemente herido, pero con fuerzas suficientes como para arrastrarse hasta el supermercado. Finalmente, él sobrevivirá, pero en el Delhaize de Braine-l'Alleud acaban de ser asesinadas tres personas con total frialdad. Los testigos explican que los asesinos en ningún momento muestran signos de estar nerviosos.

La policía y emergencias llegan al supermercado. Están superados. Aunque en un primer momento las autoridades no quieren hablar de ello, para el público belga y los medios de comunicación está claro que han vuelto. Con tres muertos en el suelo y decenas de clientes en estado de 'shock', las autoridades no saben por dónde comenzar sus pesquisas, de qué hilo tirar.

En menos de 25 minutos los asesinos han conducido desde Braine-l'Alleud hasta Overijse, también en el sureste de la capital belga. La noche todavía no ha terminado para ellos y la masacre va a continuar. En el Delhaize de Overijse matan a otras cinco personas más. Ocho asesinados en el espacio de poco más de una hora. La sociedad belga debe empezar a digerir que aquella pesadilla que creían terminada en 1983 con la detención de dos sospechosos ha vuelto. Y con mucha más fuerza que antes.

¿El capítulo final?

Lo peor, en todo caso, no había llegado todavía. El 9 de noviembre, algo más de un mes después de los ataques a los Delhaize de Braine-l'Alleud y Overijse, llega el capítulo final de los asesinos de Brabante, en Aalst. La última noche. La más sangrienta de todas. Ese día, los tres asesinos disparan a absolutamente todo lo que se mueve. Como si supieran que va a ser la última vez que van a actuar y quisieran arrasar con todo lo que pudieran.

Allí, en el Delhaize de Aalst, mueren esa noche ocho personas. Tres de ellas estremecen especialmente al país: dos padres y su hija pequeña de nueve años. El otro hijo también recibe un disparo en la pierna pero sobrevive. La banda huye de Aalst entre disparos de la policía. Y entonces, silencio. Nunca volverán a actuar, nunca volverán a matar y la sociedad belga, al menos hasta hoy, nunca obtendrá una respuesta clara. La policía cree que en su huida de Aalst hirió de muerte a uno de los miembros de la banda, el Asesino, pero su cadáver no aparece.

Foto: Desfile militar durante el día nacional de Bélgica. (EFE)

¿Quiénes eran? ¿Cómo es posible que no se les detuviera? ¿Había cierta complicidad por parte de las fuerzas de seguridad o al menos de algunos sectores de la misma? Los botines de sus robos habían sido absurdos, ¿cuál era entonces el objetivo? ¿Simplemente aterrorizar porque sí? Sus métodos de disparo, sus conocimientos sobre informaciones clave y su continua huida sin demasiados problemas de la policía hacían sospechar a muchos que la banda de Nivelles contaba con buenos contactos dentro del equipo de investigación. Las sospechas que habían comenzado tras sus primeros años de actividad eran cada vez más consistentes.

A lo largo de la investigación, hay varios puntos que hacen sospechar a los investigadores actuales que si no se tiene una respuesta sobre quiénes eran y qué querían los asesinos es porque contaron con asistencia desde las fuerzas del orden. Material que desaparece, pistas que no se siguen, testigos cuyos testimonios no se escuchan o se escuchan demasiado tarde. Lo que en 1983 era una sospecha, ahora empieza a ser una certeza para algunos. Si no contaban con la complicidad, entonces contaban con la asistencia involuntaria de una auténtica chapuza de investigación. Los belgas no tienen claro cuál de las dos opciones es más inquietante.

Poco después de la masacre de Aalst, los asesinos lanzan material al fondo del canal que conecta Bruselas y Charleroi. Se descubre un año después, el 6 de noviembre de 1986. De nuevo, y como con toda la historia del caso, cada paso está cubierto por sombras, sospechas y una espesa niebla. Porque la policía estuvo buscando en ese mismo punto del canal poco después de los asesinatos en Aalst y no encontró nada.

Foto: Celebración del día nacional de Bélgica en Bruselas. (Reuters) Opinión

Otra vuelta de tuerca

En los últimos años, los investigadores han explicado que hoy se sabe que el material fue lanzado al río únicamente unos días antes de que la policía lo sacara a la superficie en 1986, un año después de la masacre de Aalst. Philippe V, un policía del grupo que se encargaba de investigar los asesinatos, fue detenido y llevado ante los investigadores en 2019 acusado de interferir en las pesquisas.

El tiempo ha hecho su trabajo: la memoria se va reblandeciendo, las trabas a la investigación han hecho muy difícil seguir algunos hilos. El testimonio de Philippe está lleno de “yo creo”, “creo recordar” y “no recuerdo”, aunque lo niega todo. Y hay otro punto fundamental que juega a favor de la ausencia de respuestas: los posibles protagonistas de esta historia van muriendo. Y con ellos se llevan su secreto a la tumba. Aunque quizá no todos.

En 2015, un hombre está en su lecho de muerte. Su hermano le acompaña. De alguna forma, Christiaan Bonkoffsky, un antiguo gendarme de una alta estatura y que había sido expulsado de un grupo de élite de la gendarmería en 1981, confiesa a su hermano que él formó parte de la banda, que él fue uno de los asesinos de Brabante. El hermano está en 'shock', pero tras aceptarlo lo comunica a la fiscalía. Con el caso del antiguo gendarme ocurrirá como con tantas otras pistas del dosier de la banda de Nivelles: primero esperanza, después frustración. En 2018, la fiscalía descarta que Christiaan fuera el Gigante. Su familia está convencida de que lo fue.

Han pasado 22 meses desde el último asesinato de la banda en 1983 y algunos intentan encontrarle alguna explicación. Quizá los dos sospechosos que la policía detuvo tras el incidente de Nivelles eran, efectivamente, los asesinos de Brabante. Pero ¿cómo se explicaba entonces el doble asesinato de Anderlues, con las mismas armas y el mismo coche usados en otros asaltos, mientras los sospechosos estaban bajo custodia policial? Para el público, en un principio fueron dos incidentes no conectados, porque esa información clave, que el arma y el coche de Anderlues ya habían sido utilizados, no fue pública durante algún tiempo.

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