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El fantasma de las navidades pasadas acecha a Bélgica: así trata de evitar el confinamiento
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Por ahora, apuesta por medidas 'blandas'

El fantasma de las navidades pasadas acecha a Bélgica: así trata de evitar el confinamiento

La región flamenca es un caso 'sui generis': la más vacunada del país y, a su vez, la que más contagios registra. Mientras, el Gobierno trata de evitar endurecer las medidas

Foto: Decoración navideña en Bruselas. (EFE/EPA/Olivier Hoslet)
Decoración navideña en Bruselas. (EFE/EPA/Olivier Hoslet)

Las navidades de 2020 fueron especialmente duras en Bélgica. Desde el mes de octubre, el Gobierno había adoptado medidas estrictas por las que todos los negocios no esenciales tuvieron que echar el cierre, se estableció un toque de queda y los contactos personales se restringieron al mínimo. Para los días navideños, el Ejecutivo belga no dio manga ancha. Solamente se podía invitar a una persona al interior de la vivienda. A dos, si vivías solo. Ahora, las autoridades belgas maniobran para evitar que el fantasma de las navidades pasadas toque a su puerta a pocas semanas de que arranquen las fiestas decembrinas.

En estos momentos, hay pocas cosas que provoquen más nervios y más atención entre los belgas que el término 'Comité de Consulta'. Así se llama la reunión del Gobierno belga en que se toman las decisiones para luchar contra la pandemia. “La temporada navideña dependerá de nuestro comportamiento”, ha explicado Alexander De Croo, primer ministro. “La vida debe continuar, pero con reglas estrictas para la seguridad de todos”, ha señalado. Dependiendo de los datos que ofrezcan las próximas semanas, tanto en contagios como en aumento de la vacunación, el comité podría endurecer las medidas.

La campaña 'Salvar la Navidad' ya ha comenzado oficialmente. De momento, Bélgica no va tan lejos como Países Bajos, que echa el cerrojo a toda vida social y comercial a las cinco de la tarde, o como Austria o Eslovaquia, los dos únicos países confinados en la UE. La semana pasada, el Comité de Consulta tomó nuevas medidas. El aumento incesante de casos forzó al Ejecutivo central a adelantar este encuentro pocos días después del último, que apenas adoptó nuevas decisiones. La primera medida en la Bélgica de la cuarta ola fue clausurar el mundo de la noche y reducir el aforo y horario de bares y restaurantes.

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En ciudades como Gante o Amberes ya se han suspendido los tradicionales mercadillos navideños que, por el momento, mantiene la capital del país. Y los niños belgas se quedarán por segundo año consecutivo sin la tradicional visita en los colegios de san Nicolás. "La presión sobre nuestros hospitales está aumentando seriamente y la situación no es sostenible. Tenemos que actuar ahora", explicó el primer ministro del país tras la reunión del comité el pasado miércoles.

El fantasma del confinamiento del año pasado pesa sobre los hombros del Gobierno belga y en la memoria de muchos belgas, especialmente en estas fechas, recordando las duras limitaciones que impidieron reuniones familiares. En octubre de 2020, con los casos disparados y los peores datos de la Unión, el Ejecutivo decidió establecer uno de los paquetes de medidas más duros en el club comunitario en el momento. Esas medidas estuvieron en pie hasta el final de la primavera de 2021, provocando un desgaste en el Gobierno y en la sociedad civil. En otoño del año pasado, el país llegó a estar en los primeros puestos del 'ranking' de Bloomberg que pedía la severidad de las medidas contra el coronavirus.

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Aunque por el momento el Gobierno está optando por medidas consideradas todavía blandas, las protestas que se han registrado en otras capitales europeas también se han vivido en Bruselas. El domingo 21 de noviembre, tras el anuncio de las primeras restricciones, unos 30.000 manifestantes salieron a las calles de Bruselas. Una de sus principales críticas es hacia el certificado verde digital que se adquiere al vacunarse o recuperarse de la enfermedad y que es necesario para acceder a restaurantes o bares en todo el país.

En los últimos días, las autoridades belgas han informado del mayor fraude pandémico hasta la fecha. Una doctora de Lieja habría falsificado y emitido más de 2.000 certificados de vacunación. La médica ya se encuentra en disposición judicial y podría enfrentar una pena de prisión de cinco años por falsedad documental. Un caso que podría no ser aislado. En paralelo, hay una investigación sobre un grupo de Telegram a través del que se podría obtener el pasaporte covid pagando 350 euros. Además, solo en el mes de noviembre, el aeropuerto de Zaventem ha 'pillado' a 160 viajeros que pretendían embarcar con una PCR negativa. Las penas van desde los seis meses de cárcel hasta los 1.200 euros de multa.

placeholder Rueda de prensa del primer ministro belga tras una de las últimas reuniones del Comité de Consulta. (EFE)
Rueda de prensa del primer ministro belga tras una de las últimas reuniones del Comité de Consulta. (EFE)

El empeoramiento de los datos, el 'efecto contagio' que se produce entre Estados miembros cuando los del entorno endurecen medidas y la tensión social derivada del encierro del pasado curso hacen que la situación sea muy compleja para De Croo y su Gobierno, que tienen un margen de maniobra estrecho, aunque una encuesta de Ipsos para el periódico 'Het Nieuwsblad' muestra que la mayoría de los encuestados considera que las medidas que se habían tomado en el primero de los dos últimos comités de consulta eran demasiado laxas: un 65% de los encuestados entendía un nuevo confinamiento.

Todos a por la tercera dosis: sin grupos de prioridad

Bélgica cuenta ya con una de las mayores tasas de contagios de la UE. De media, se están identificando unos 17.161 nuevos contagios diarios en las últimas semanas. Y en los últimos días se han superado los 25.000 casos diarios. En consecuencia, los hospitales del país se encuentran bajo una fuerte presión y con la sombra de un confinamiento 'a la austriaca'. No obstante, aunque la presión hospitalaria comienza a ser inquietante, está muy por debajo de la situación que atravesaba hace un año, cuando todavía no habían aterrizado las vacunas, y el número de fallecidos se encuentra en niveles de primavera y muy lejos de los peores datos de otoño de 2020.

Foto: Varias personas en un mercado en Países Bajos durante la pandemia del covid. (Ramon van Flymen/EFE)

Por lo pronto, el Gobierno ha comenzado a trabajar en planes para acelerar la inyección de la dosis de refuerzo que la Comisión Europea y la Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) ya recomiendan. A partir de este lunes, todos los mayores de 18 años pueden pedir cita para recibir el tercer pinchazo (segundo en el caso de Janssen). No hay grupos prioritarios. Podrán inocularse todos los mayores de edad seis meses después de la última dosis de Moderna y Pfizer, cuatro meses después de AstraZeneca y dos meses tras Janssen.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha sido tajante en su defensa de los sueros: "El riesgo de morir por covid-19 es 30 veces menor en países con altas tasas de vacunación". Las campañas de vacunación se están viendo abocadas a un techo difícil de romper. El 25% de los adultos del bloque comunitario continúa sin tener la pauta completa. Todavía son muchos los europeos que se resisten al pinchazo. Al desafío antivacunas se une ahora el riesgo de nuevas variantes como la sudafricana ómicron, que se cree mucho más contagiosa.

placeholder Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. (EFE/EPA/Toms Kalnins)
Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. (EFE/EPA/Toms Kalnins)

El país que acoge a las instituciones europeas fue, precisamente, el primero en reportar el primer caso de la variante ómicron en el Viejo Continente. La prioridad europea no es otra que vacunar y vacunar. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha aprobado recientemente la primera dosis para menores de entre cinco y 11 años, y Von der Leyen urge a las capitales a reforzar las campañas de dosis de refuerzo en un momento de confinamientos, mutaciones y récords históricos de casos en buena parte de las capitales. Además, la exigencia en buena parte del bloque comunitario del pasaporte de vacunación para cualquier actividad de ocio lo convierte en un incentivo jugoso para aquellos que continúan resistiéndose.

El huracán flamenco

Las estadísticas revelan que las vacunas disminuye la gravedad de los efectos del coronavirus. Y, en consecuencia, las muertes. Hace justo un año, el número de pacientes ingresados por covid-19 en cuidados intensivos duplicaba el actual en los hospitales belgas. Si en la tercera semana de noviembre de 2020 Bélgica registró 1.132 fallecidos por coronavirus, en el mismo periodo de este año han sido 259.

Foto: El gobierno británico vuelve a hacer obligatoria la mascarilla. (EFE/Andy Rain)

Sin embargo, la presión hospitalaria está aumentando con este fuerte repunte de casos y se espera que llegue a un momento crítico en los próximos días. El miedo es que continúe avanzando en las próximas semanas provocando la asfixia de las UCI. En los hospitales de la capital, el 80% de ingresados por coronavirus en cuidados intensivos son personas no vacunadas. Y desde el Ejecutivo central aseguran que los próximos días serán clave.

2.300. Es la incidencia de Flandes Occidental. La más alta de Europa y una de las más elevadas del mundo. La región belga multiplica por 13 la tasa de España (172 casos por 100.000 habitantes). Y algunas localidades como Ardoonie supera la barrera de los 3.500. La región es, a su vez, la que cuenta con la mayor tasa de vacunación del país: más del 80% de los flamencos tienen la pauta completa, una cifra muy por encima del 57% que registra Bruselas o el 70% de Valonia.

placeholder Estación de tren de Amberes, capital flamenca, durante el confinamiento. (Reuters)
Estación de tren de Amberes, capital flamenca, durante el confinamiento. (Reuters)

¿Cómo se explica? Algunos expertos apuntan a que se debe a una suavización temprana de las restricciones por parte del Gobierno flamenco, que no quería ser 'rehén' de los dictámenes de Bruselas y Valonia. “Los flamencos han retomado el hilo de sus vidas, mientras que los valones y los residentes de Bruselas se han mantenido más cautelosos. Especialmente en las zonas rurales de Flandes, las tasas de infección han aumentado rápidamente, a pesar de su alta cobertura de vacunación", afirma el biólogo Geert Molenberghs al rotativo belga 'Le Soir'. Ahora son los gobernadores flamencos los que exigen medidas a nivel nacional alegando que el "virus circula por todas partes".

Además, el epidemiólogo Marius Gilbert afirma que esta aparente contradicción entre vacunados y contagiados responde al hecho de que los primeros tienden a tejer más contactos sociales, facilitando la transmisión del virus. La combinación de este factor junto a la llegada del invierno, que empuja a las personas a los interiores y a las casas de amigos y conocidos, donde se produce buena parte de la vida social belga en los meses más fríos, y la reducción de la protección de la vacuna con el paso del tiempo generan que las provincias más vacunadas sean a su vez las más contagiadas, explica. El número de hospitalizaciones aumenta en la región flamenca, de forma paralela al resto del país, pero la cifra de fallecidos está lejos de la registrada durante la segunda ola. En este escenario, los expertos se reafirman en la máxima que repiten desde hace meses: las vacunas no garantizan al 100% la protección contra el virus, pero sí ayudan a minimizar sus efectos más graves.

Los datos de vacunación son especialmente malos en la región de Bruselas, donde hay importantes bolsas sociales sin inmunizar en los barrios más pobres, en los que se acumula un triple problema: hay una importante densidad de población, con menos espacio, locales menos preparados y medidas más laxas; hay cuestiones religiosas que están también frenando la inoculación de las vacunas, y además hay muchos inmigrantes sin papeles que no quieren que el pinchazo les haga caer en el radar del Estado belga.

Las navidades de 2020 fueron especialmente duras en Bélgica. Desde el mes de octubre, el Gobierno había adoptado medidas estrictas por las que todos los negocios no esenciales tuvieron que echar el cierre, se estableció un toque de queda y los contactos personales se restringieron al mínimo. Para los días navideños, el Ejecutivo belga no dio manga ancha. Solamente se podía invitar a una persona al interior de la vivienda. A dos, si vivías solo. Ahora, las autoridades belgas maniobran para evitar que el fantasma de las navidades pasadas toque a su puerta a pocas semanas de que arranquen las fiestas decembrinas.

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