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¿Cementerio de elefantes o cantera? El Consejo de Ministros pesca en la Eurocámara
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Urtasun y Rego

¿Cementerio de elefantes o cantera? El Consejo de Ministros pesca en la Eurocámara

Dos ministros vienen directamente desde la Eurocámara y el Partido Popular escoge como su portavoz a otro eurodiputado. ¿Ha dejado de ser el Parlamento Europeo un sitio de retiro dorado?

Foto: Los ministros de la cuota de Sumar posan con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (Europa Press/A. Pérez Meca)
Los ministros de la cuota de Sumar posan con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (Europa Press/A. Pérez Meca)

El Parlamento Europeo tiene fama de ser un cementerio de elefantes. Un exilio dorado al que se envía a exministros o políticos de primera línea que ya están quemados, pero a los que todavía se les deben favores. Un buen sueldo y cinco años alejados de los focos, de la presión mediática y política. En la Eurocámara, el que quiere trabajar puede hacerlo, y mucho, pero el que quiere marear la perdiz y pasarse un lustro haciendo lo mínimo exigible también puede hacerlo. Es una purga elegante y bien pagada. Sirve tanto para aliados a los que se les quiere dar un premio como para rivales a los que no se puede defenestrar simplemente. Como se decía en Borgen, una serie de política danesa, en un capítulo dedicado a la elección del comisario danés en la Comisión Europea: "En Bruselas nadie puede oírte gritar".

Es una dinámica muy española. En el caso de otros países, es habitual que la política nacional pesque en la Eurocámara a algunos activos. Por ejemplo, Valdis Dombrovskis, actual vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, era eurodiputado en 2009 cuando fue elegido primer ministro de Letonia. Kaja Kallas, primera ministra de Estonia desde 2021, fue eurodiputada entre 2014 y 2018, y Viorica Dăncilă, primera ministra rumana entre 2018 y 2019, fue eurodiputada entre 2009 y el momento de su elección como jefa del Ejecutivo en Bucarest. No solamente se han buscado eurodiputados para liderar gobiernos: en 2018, por ejemplo, los nacionalistas flamencos escogieron al eurodiputado Sander Loones para ser ministro de Defensa de Bélgica, aunque duró menos de 30 días, ya que su partido abandonó el Gobierno menos de un mes después de que él jurara el cargo.

Pero ahora el nuevo Consejo de Ministros del Gobierno de Pedro Sánchez incluirá a dos políticos recién traídos del Parlamento Europeo: Sira Rego, ministra de Juventud, hasta ahora eurodiputada de Izquierda Unida, y Ernest Urtasun, ministro de Cultura, eurodiputado desde 2014 por Iniciativa per Catalunya y después Catalunya en Comú, y una voz muy reputada dentro de la institución. ¿Está la Eurocámara dejando de ser un cementerio de elefantes para ser una nueva cantera de la política nacional?

Foto: Ernest Urtasun, nuevo ministro de Cultura (EFE)

La realidad es que la elección de dos eurodiputados como ministros responde más a la idiosincrasia de Sumar y al liderazgo de Díaz que a la visión de la Eurocámara como un buen caladero para pescar talento. Rego es una figura destacada dentro de Izquierda Unida, ya lo era en 2019 cuando fue elegida para ir en las listas, y es eso y la marcha de Alberto Garzón lo que allana su camino hacia el Consejo de Ministros. Pero también lo era en la familia de la izquierda europea, siendo candidata del bloque izquierdista a la presidencia de la Eurocámara en 2019. En el caso de Urtasun, la Eurocámara ha sido una plataforma muy buena para reforzar su perfil de hombre calmado y respetado fuera de su partido, lo que le convertía en un muy buen candidato para encargarse de la portavocía de Sumar en un momento en que Díaz buscaba una cara amable y tranquila. Esa portavocía, que le hizo ganar mucho peso político, le ponía directamente en una buena posición para un ministerio.

placeholder Sira Rego, jurando su cargo como ministra. (EFE)
Sira Rego, jurando su cargo como ministra. (EFE)

Los partidos minoritarios le dan mucha importancia al Parlamento Europeo. No tienen demasiadas oportunidades de tener presencia institucional y tienen que cuidar mucho a quién eligen para los pocos puestos a los que pueden aspirar. Eso hace que, por definición, el porcentaje de ministrables en caso de que un partido más pequeño llegue al Consejo de Ministros se dispare. Cuando en 2014 Podemos hizo su primera aparición en las instituciones, lo hizo en las elecciones europeas. La cúpula de Podemos accedió a la Eurocámara como antesala de la política nacional. Se trata de una pieza importante en el proceso de crecimiento y supervivencia de un partido. Pablo Iglesias, Pablo Echenique y Teresa Rodríguez fueron tres de los cinco eurodiputados que los morados obtuvieron en su primera aparición electoral y han jugado un papel destacado durante los años siguientes.

En ese cuadro original de Podemos en la Eurocámara había otro de los protagonistas de estos últimos días: Pablo Bustinduy, que se ha convertido ahora en ministro de Derechos Sociales y que en 2014, cuando los morados obtuvieron sus primeros cinco escaños, trabajó como coordinador del grupo. Esa dinámica de partido hace que Sumar haya encontrado en el Parlamento Europeo a buenos candidatos para sus ministerios.

placeholder Pablo Iglesias, durante su etapa como eurodiputado. (EFE)
Pablo Iglesias, durante su etapa como eurodiputado. (EFE)

Entre los grandes partidos

En el caso del PSOE, existe la posibilidad de que en el futuro veamos a algunos de sus políticos destacados que han pasado por los pasillos de Bruselas, pero las razones son distintas. En 2019, los socialistas elaboraron una lista corta con un grupo de fieles, como por ejemplo César Luena, y, a partir de estos, una lista muy joven. Los buenos resultados en las elecciones europeas de aquel año hicieron que muchos obtuvieran un escaño en la Eurocámara. Algunos de esos diputados tienen recorrido dentro del PSOE, como ha mostrado la diputada navarra Adriana Maldonado, que el 23 de julio obtuvo un escaño en el Congreso de los Diputados con solamente 33 años. Otro ejemplo de eurodiputada muy joven es Alicia Homs, que tiene solamente 30 años y es presidenta de las Juventudes Socialistas Europeas.

El Partido Popular también ha pescado en la Eurocámara, aunque Esteban González Pons no sea ninguna joven promesa de los populares. Se trata de un caso distinto, un político alejado del núcleo duro del poder del partido que ha destacado con una buena proyección dentro del Partido Popular Europeo (PPE) y con un papel muy destacado dentro de los democristianos en la Eurocámara. Alberto Núñez Feijóo le repesca porque es un hombre de su confianza, pero también porque entiende el PPE y el gallego sabe que necesita el apoyo de los democristianos europeos en el pulso con un Sánchez que tiene buena imagen en Bruselas.

Eso no significa que la Eurocámara no haya cambiado. Precisamente por el hecho de que para los partidos pequeños es una plataforma importante, y que el final del bipartidismo dio alas a algunos partidos más pequeños, el nivel ha subido, hay perfiles más dinámicos, jóvenes y dispuestos a aprovechar su presencia en el Parlamento Europeo. Al mismo tiempo, la Eurocámara se ha visto arrastrada a algunas dinámicas de política nacional y esa tendencia aumentará en los próximos años, por lo que los partidos tendrán que escoger de cara a las elecciones de 2024 perfiles más agresivos, activos y capaces de gestionar situaciones delicadas, aunque eso probablemente se traduzca en que haya menos perfiles centrados en los grandes asuntos europeos, lo que irá en detrimento de los intereses españoles en dichos debates.

El Parlamento Europeo tiene fama de ser un cementerio de elefantes. Un exilio dorado al que se envía a exministros o políticos de primera línea que ya están quemados, pero a los que todavía se les deben favores. Un buen sueldo y cinco años alejados de los focos, de la presión mediática y política. En la Eurocámara, el que quiere trabajar puede hacerlo, y mucho, pero el que quiere marear la perdiz y pasarse un lustro haciendo lo mínimo exigible también puede hacerlo. Es una purga elegante y bien pagada. Sirve tanto para aliados a los que se les quiere dar un premio como para rivales a los que no se puede defenestrar simplemente. Como se decía en Borgen, una serie de política danesa, en un capítulo dedicado a la elección del comisario danés en la Comisión Europea: "En Bruselas nadie puede oírte gritar".

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