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Italia se planta y retrasa un acuerdo sobre el nuevo pacto migratorio de la Unión Europea
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Son una cuestión de "matices"

Italia se planta y retrasa un acuerdo sobre el nuevo pacto migratorio de la Unión Europea

Piantedosi abandona un encuentro de ministros del Interior de la Unión Europea y evita que se cierre un acuerdo sobre el pacto migratorio, aunque la Presidencia española dice que es cuestión "de días"

Foto: El ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, observa el inicio de un Consejo de Justicia y Asuntos de Interior. (EFE/Olivier Hoslet)
El ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, observa el inicio de un Consejo de Justicia y Asuntos de Interior. (EFE/Olivier Hoslet)

Los Veintisiete han intentado cerrar este jueves un acuerdo entre los Estados miembros respecto al nuevo marco de gestión de crisis migratoria, pero Italia ha evitado que se cierre un acuerdo. Después de toda una mañana de negociaciones, de tira y afloja, de búsqueda de los equilibrios, Matteo Piantedosi, ministro del Interior italiano, ha decidido abandonar la reunión con sus homólogos europeos que se ha celebrado en Bruselas sin que se haya podido cerrar un pacto. Lo ha hecho tras escuchar la propuesta de compromiso que ha puesto sobre la mesa la Presidencia española del Consejo de la UE para intentar convencer a Alemania de que apoyara la última pieza del pacto de migración y asilo.

Sin embargo, la presidencia española del Consejo de la Unión Europea asegura que el acuerdo sería posible en cuestión "de días" y que las diferencias que existen entre los Estados miembros son una cuestión de "matices", como ha asegurado al finalizar la reunión Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior. Por su parte, Ylva Johansson, comisaria de Interior, ha celebrado el tono del debate, recordando que, cuando comenzó en su puesto, hace cuatro años, los debates eran "agresivos". El acuerdo es posible sin Italia, ya que se requiere una mayoría cualificada que se alcanza con el sí alemán, pero políticamente es impensable que se cierre el pacto sin el apoyo de Roma.

Foto: Migrntes recién llegados a la isla de Lampedusa, el 14 de septiembre. Yara Nardi / REUTERS

Los ministros del Interior ya dieron un empujón al nuevo marco de gestión migratoria con un acuerdo político en junio que permitió comenzar las negociaciones con la Eurocámara, que necesita dar su visto bueno al texto para que se pueda aplicar. El nuevo reglamento consolida una especie de "solidaridad a la carta" que permite a las capitales decidir de qué manera muestran su solidaridad con los países en primera línea de las rutas, si reubicando solicitantes de asilo o bien contribuyendo financieramente a su gestión y al retorno de los que no tienen derecho a permanecer en territorio europeo.

Pero quedaba una pieza clave: qué ocurre en los casos de crisis, precisamente lo que marca la diferencia entre un marco de gestión migratoria que funcione o no. La clave era una serie de derogaciones que recogía el reglamento en caso de un aumento significativo de las llegadas. El objetivo era cerrar un acuerdo este jueves que pudieran terminar de pulir los embajadores representantes permanentes de los Veintisiete ante la Unión Europea y que todos los ministros pudieran volver a sus capitales con una victoria política bajo el brazo.

El trabajo de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea era delicado. Sin Alemania, que se oponía al texto de compromiso con el que se había estado trabajando, especialmente porque Los Verdes consideraban que reducía las garantías para los solicitantes de asilo en tiempos de crisis, no era posible sacar adelante la propuesta. También se oponían otros países, como República Checa, Polonia o Hungría, aunque ellos, a diferencia de la delegación alemana, están demasiado lejos del consenso como para intentar ganar su apoyo. Pero, al mismo tiempo, si la Presidencia española, representada en este encuentro por Grande-Marlaska, cedía demasiado a las posiciones alemanas, había otros Estados miembros que podían rechazar la nueva versión del texto. Y es precisamente eso lo que ha acabado ocurriendo.

Foto: Ursula von der Leyen junto (c) junto al canciller alemán, Plaf Scholz (i) y el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, durante el Consejo Europeo. (EFE/Olivier Hoslet)

Para Italia esta cuestión va más allá de la teoría. Fratelli d’Italia llegó al poder con la promesa de controlar los flujos migratorios del Mediterráneo Central, pero, un año después de instalarse en el Palazzo Chigi, Giorgia Meloni, primera ministra italiana, ha sido incapaz de hacer avances en este campo. Y Piantedosi tenía una misión también política este jueves en Bruselas: necesitaba volver a Roma con un acuerdo que permita a Meloni defender ante sus votantes que ha conseguido avances a nivel europeo, o al menos poder volver a la capital italiana demostrando que el Gobierno ha defendido los intereses de Italia sin hacer cesiones.

"Hay una amplísima mayoría de países que están de acuerdo", ha asegurado Grande-Marlaska. Pero para Italia la cuestión no es menor, no es un asunto de matices. Es crucial, y Roma no está dispuesta a conformarse con una propuesta que incluya algunos parches para su situación. "Nos ha faltado tiempo", ha explicado el ministro español, que ha insistido en que en pocos días habrá acuerdo.

La tensión es alta también en otros países, más allá de Italia. Alemania ha cerrado fronteras con Polonia y República Checa por el aumento de los flujos migratorios, y también, en el caso polaco, por un escándalo relacionado con visados polacos. También Austria ha provocado el enfado de una parte del Gobierno italiano por el cierre de un paso fronterizo. En general, la sensación es de que vuelven a estar estirándose al límite las costuras de Schengen, el espacio de libre movimiento y sin fronteras, y, si se quiere evitar que estalle, será necesario un pacto migratorio urgente.

Todo el mundo ha llegado a la reunión de este jueves intentando aumentar la presión. También lo ha hecho Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea que supervisa el dosier de la migración, señalando que Bruselas se siente "animada" por los progresos que se han hecho. Si hay un acuerdo, "tendremos una ventana de oportunidad para obtener un acuerdo general antes de las elecciones europeas del próximo año" que se celebran en junio, ha defendido Schinas. "Necesitamos privar a los demagogos y populistas del argumento de que Europa no puede solucionar el problema migratorio", ha subrayado el griego. Después de que Piantedosi haya abandonado el encuentro, algunos diplomáticos de otros Estados miembros han intentado empujar a Italia para que vuelva a apoyar el texto en una reunión de embajadores representantes permanentes.

Desde Split (Croacia), donde se celebra la reunión anual del Partido Popular Europeo (PPE), Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también ha presionado a los ministros. "Insto encarecidamente a los Estados miembros a que lleguen a un acuerdo sobre el reglamento de [gestión de] crisis en la reunión de los ministros de Interior que se celebra hoy. Ahora debemos terminar el trabajo", ha señalado durante un discurso.

El acuerdo de junio ya está negociándose con la Eurocámara en los conocidos como trílogos, de los que sale un texto final, pero todo el mundo sabe que la clave de bóveda es este mecanismo de crisis. El anterior marco migratorio, el conocido como sistema de Dublín, saltó por los aires en la crisis de 2015 y 2016, por lo que contar con un mecanismo para hacer frente a emergencias se ha convertido en la clave para saber si el nuevo marco sobrevivirá o no.

Los Veintisiete han intentado cerrar este jueves un acuerdo entre los Estados miembros respecto al nuevo marco de gestión de crisis migratoria, pero Italia ha evitado que se cierre un acuerdo. Después de toda una mañana de negociaciones, de tira y afloja, de búsqueda de los equilibrios, Matteo Piantedosi, ministro del Interior italiano, ha decidido abandonar la reunión con sus homólogos europeos que se ha celebrado en Bruselas sin que se haya podido cerrar un pacto. Lo ha hecho tras escuchar la propuesta de compromiso que ha puesto sobre la mesa la Presidencia española del Consejo de la UE para intentar convencer a Alemania de que apoyara la última pieza del pacto de migración y asilo.

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